De este partido no hay mucho que decir. Como no
hay mucho que decir de un equipo como Costa Rica cuyo mejor jugador es el
portero y el resto se encomienda a su talento. Que es como apostar al cero a
cero. En el mejor de los casos. Tampoco se puede decir mucho de Serbia con sus
jugadores fortísimos y hábiles pero sin demasiado sentido de equipo. El juego
se resolvió como era de esperar: en una jugada a balón parado. Un tiro libre
que parecía -por la distancia a que se cobró- inofensivo. Pero por la fuerza y
la precisión con que se coló por la escuadra pareció un penalti. Uno que no sea
cobrado por Messi dormido, por supuesto.
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