sábado, 23 de junio de 2018

Bélgica 5, Túnez 2

Fue un juego bonito. Bonito pero ya desde mediados del primer tiempo más previsible que el resultado de las elecciones en Cuba. Bélgica y Túnez eran como dos boxeadores con quijada de cristal pero buena pegada. Ganaría el que más duro diera y esos eran los belgas. El penal otorgado a estos nada más empezar el partido a la larga se vio redundante. Para marcar no necesitaba de tales ayudas. Para ello se bastaban su capitán Hazard y su ariete Lukaku, potente como un tren que de vez en cuando puede sacarse un toque elegante pero sin exagerar. Ya lleva cuatro goles en el mundial, los mismos que Cristiano. Como decía, Bélgica para anotar contaba con sus delanteros y con la benevolencia de los defensas tunecinos. Ambos equipos crearon abundantes y claras oportunidades de gol. Si hubieran convertido solo la mitad el partido hubiese terminado 10 a 5. Pero no hay que ser avariciosos. Agradezcamos que por una vez en este mundial dos equipos se tomaran en serio el esotérico concepto de meter la pelota entre las redes.

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