martes, 25 de febrero de 2014

La importancia de la pobreza

El ministro de Educación de Venezuela explica por qué la pobreza es necesaria para conservar el equilibrio ecológico del país:

"El ministro para la Educación, Héctor Rodríguez, aseguró que dentro de la 'campaña para erradicar la pobreza' se pretende establecer políticas sociales para sacar a los ciudadanos de esa condición, haciendo la salvedad advirtió: 'no es que vamos a sacar a la gente de la pobreza para llevarlas a la clase media y que pretendan ser escuálidos', dijo"
Hace casi un año puse en este blog las declaraciones de un general- disidente, Guaicapuro Lameda, ex presidente de PDVSA sobre lo que le había confesado Jorge Giordani, ministro de Economía y Finanzas cuando fue a quejársele sobre la incapacidad del chavismo de generar riqueza:  

Mire, General, usted todavía no ha comprendido la revolución. Se lo explico: Esta revolución se propone hacer un cambio cultural en el país, cambiarle a la gente la forma de pensar y de vivir, y esos cambios sólo se pueden hacer desde el poder. Así que lo primero es mantenerse en el poder para hacer el cambio. El piso político nos lo da la gente pobre: ellos son los que votan por nosotros, por eso el discurso de la defensa de los pobres. Así que, LOS POBRES TENDRÁN QUE SEGUIR SIENDO POBRES, LOS NECESITAMOS ASÍ, hasta que logremos hacer la transformación cultural. Luego podremos hablar de economía de generación y de distribución de riqueza. Entretanto, hay que mantenerlos pobres y con esperanza”[…] se trata de un cambio cultural y eso toma al menos tres generaciones: los adultos se resisten y se aferran al pasado; los jóvenes la viven y se acostumbran, y los niños la aprenden y la hacen suya. Toma por lo menos 30 años”.
 Lo que hace un año era secreto revelado ahora es declaración pública e impúdica.

lunes, 24 de febrero de 2014

Presentación

Vayan reservando la fecha. El martes 18 de marzo a las 7:00 pm nos presentamos Alexis Romay, Osdany Morales, Grettel J. Singer y yo en el Instituto Cervantes de Nueva York con Paquito D'Rivera como moderador.


domingo, 23 de febrero de 2014

La semana en que fuimos venezolanos

Algunos apuntes que fui dejando en FB la semana pasada:

"Cuando un universitario es pateado por una dictadura de derecha, es un mártir; cuando lo patea una dictadura de izquierda, es un burgués" dice Camilo Venegas. Y luego dicen que las dictaduras de izquierda no mejoran el estatus económico del pueblo 
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Dice una venezolana en un comentario sobre los abusos contra los manifestantes en su país: "sigan diciendo tenemos patriaaaaa eso es lo q la gente quiere, que la traten como animales, o peor aun, como en cuba". Para lo que hemos quedado 
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Es curioso pero hasta ahora todos los desmentidos que aparecen de fotos del abuso de los guardias y paramilitares en las manifestaciones en Venezuela son sobre imágenes que no había visto antes. Los videos más claros y convincentes siguen sin ser cuestionados. Por si no queda claro: digo que hay material suficiente para que no haya que falsificar imágenes de la represión y que las supuestas falsificaciones pueden haber sido obra de los mismos interesados en desacreditar al movimiento estudiantil
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Maduro llamando fascistas a los estudiantes es como un zorro llamando carnívoras a las gallinas, como Hitler llamando nazis a los judíos 
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Molestarse con los que queman banderas cubanas en Venezuela y no con los que la han convertido en un trapo en todo el mundo?  
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Pacientes de todos los países están advertidos: nada sale tan caro en este mundo como la medicina gratuita de los Castros.

Solos

Abajo la carta completa de la prima venezolana del músico Jorge Drexler, hija de exiliados uruguayos sobre las protestas en Venezuela:


Solos
Por estos días vi la foto de los presidentes latinoamericanos posando con Raúl Castro en Cuba. Una foto por decir lo menos curiosa, de varios hombres y mujeres que en su mayoría pasaron media vida tratando de convencer a sus conciudadanos de que eran la mejor opción de gobierno en sus países, luchando por sus ideas justas o injustas, ganando con enorme esfuerzo unas elecciones, que sonreían junto al designado heredero de la monarquía cubana. Como siempre que veo una cosa así, me acordé de Yoani Sánchez, me la imaginé en el piso de un carro recibiendo patadas en la cara, aquella vez que se la llevaron por andar escribiendo un blog, y me pregunté si la lluvia de golpes sería tal vez distinta si ella supiera que quien iba a salir mañana a defenderla y a acusar a los esbirros del régimen no era, digamos, la bestia de George Bush. Yo cuando pienso en los cubanos siempre termino diciéndome lo mismo: solos, los dejamos solos.
Eso de la foto fue antes de que empezaran las protestas en Venezuela. Claro que yo no iba a a protestar, no porque no sobren razones, sino porque me parecía que se estaba llamando a tumbar el gobierno. Entonces fue cuando otra vez, otra muchacha de la universidad en el Táchira fue atacada por unos malandros en pleno día, estuvo a punto de convertirse en otra de las decenas de miles de personas asesinadas por año en Venezuela (las cifras son oficiales), y los muchachos dijeron basta. Y salieron, protestaron, se portaron mal, quemaron cauchos, trancaron calles. Agarraron a unos cuantos, y los mandaron, sin proceso alguno, directamente a la cárcel de Coro a mil kilómetros de distancia. En una de esas demostraciones del surrealismo venezolano a las que nos hemos acostumbrado últimamente, los presos hicieron una protesta violenta y dijeron que esos muchachos no podían entrar en la cárcel, aquí solo hay criminales, dijeron, los estudiantes no deben estar aquí. 
Así empezó todo, y aquí en Mérida esa misma tarde estaban protestando los estudiantes. Y salió Leopoldo López a llamar a una marcha. Tampoco iba a ir, no me gusta nada Leopoldo López, aunque tengamos enemigos comunes, y pienso que Henrique Capriles tenía mucha razón y mucho valor en llamar a que no se saliera a descargar la frustación sin ton ni son, arriesgando la vida de los estudiantes. Pero resultó que la noche anterior a la marcha salieron con más fuerza que nunca los llamados “colectivos”. En Mérida se llaman Tupamaros. Todos los conocemos. Tienen motos, andan de a dos. El de atrás lleva el arma. Se cubren la cara. La mayoría viven en unos edificios que antes eran residencias de estudiantes, y donde ahora la policía no entra. Tienen también un “brazo civil”, digamos, que participa en las elecciones. Esa tarde salieron, rompieron las puertas de un edificio donde viven varios amigos míos, entraron con las motos. Disparando. Así en varios edificios donde viven estudiantes que salen a protestar siempre. Se pasearon por la ciudad, y las “ballenas” anti disturbios de la policía venían detrás de ellos, apoyando. El patrón se ha repetido en todos estos días de manifestaciones en todo el país: sueltan a los colectivos adelante, con las motos, armados, y la guardia nacional viene atrás. Lo que pasa es que yo vivo aquí en Mérida y eso no lo vi en una foto de twitter: lo vi. 
Por eso yo fui a la marcha, vestida de blanco como todos. No porque hay una conspiración del imperio para tumbar a Maduro en la que yo participo, ni porque me convencieron con un folletito de la CIA de dejar de ser la hija de un exiliado político de la dictadura uruguaya para convertirme en una fascista de la ultraderecha, para usar el término con que me llama nuestro presidente. Salí, con miedo eso sí porque las balas no me gustan, a decirles a los criminales de las motos que la ciudad no es de ellos, es nuestra, que podemos caminar por sus calles cuando queremos, que no pueden decirnos con sus motos y sus pistolas adónde no ir. Salí porque si mi padre estuviera vivo, habría salido conmigo del brazo con los estudiantes. Y fue hermoso, y cantamos, y se nos unió toda la ciudad en la manifestación más grande que se había visto hasta entonces. Y entonces vino la noche, y de nuevo salieron las motos. Me llamó una amiga, atrincherada en su apartamento: vienen los “tupas”, y la policía los proteje, y quién nos defiende a nosotros. 
Los tupas. No escogieron el nombre por casualidad. Lo escogieron sabiendo que hay muchos, demasiados, tristes intelectuales de la así llamada izquierda latinoamericana, para quienes el discurso y el nombre lo es todo. Usted dice tupamaro, y ellos piensan en los torturados de la dictadura uruguaya, no en los muchachos que salieron ayer mostrando las heridas que la Guardia Nacional Bolivariana les hizo cuando los detuvo. Son el tipo de gente que si usted le dice guerrillero, ellos piensan en un joven buenmozo de barbita con una boina negra y su estrellita blanca, no en un anciano narcotraficante colombiano sin escrúpulos que es capaz de secuestrar niños para llevarlos a pelear a la selva. Son el tipo de gente que piensa que Chávez nacionalizó el petróleo venezolano y nunca se fijaron en la fecha. Son gente a la que usted les dice que los políticos venezolanos de oposición no salen en ninguna televisión venezolana desde hace meses porque está prohibido, y dicen: ah, pero. Y uno sabe que si mañana en su país prohibieran aparecer a los políticos de oposición, se indignarían. Que no estarían contentos si supieran que la tercera parte de los ministros de su país son militares, que oficialmente no hay separación de poderes, que el jefe del ejército juró que la oposición jamás ganaría una elección en este país, que la presidenta del Consejo Nacional Electoral celebra todos los años el aniversario del golpe de estado que quiso dar Chávez, y me paro porque la lista es larga. 
En este momento en las calles de Venezuela está ocurriendo una tragedia. No es que hay disturbios y la policía antimotines dispara bombas lacrimógenas y muere alguno, no es eso, que lamentablemente pasa en todo el mundo a cada rato. Es que hay grupos armados financiados por el estado, disparando y matando. Y hay una censura informativa total. Debería bastar que se supiera eso, debería bastar saber que en Táchira cortaron internet y sobrevuelan las ciudades aviones de guerra, que cerraron las emisoras de cable que daban noticias, debería bastar saber que están atacando a los periodistas, que hay estudiantes muertos, para que el intelectual de izquierda levante por fin los ojos de su enésima edición de “Las venas abiertas de América Latina” y mire alrededor, descubra que el siglo es el 21, que el muro de Berlín cayó, que los muchachos de la Sierra Maestra envejecieron y ahora no dejan a sus nietos gobernar, ni escribir un periódico nuevo, ni salir de su país, ni fundar un partido político, ni gritar abajo el gobierno. Que si en Venezuela no hay ni pan ni medicinas ni leche no es porque Obama está conspirando día y noche contra nosotros. Que somos perfectamente capaces de hundir económicamente un país sin ayuda de ninguna transnacional imperialista. La gente aqui piensa que los gobiernos latinoamericanos no dicen nada ante las atrocidades de este momento en Venezuela porque tienen intereses económicos. Yo pienso que no, yo pienso que es por la misma razón por la que se sacaron la foto aquella: porque viven en el siglo pasado. 
Sí, Maduro dice que yo soy una fascista violenta de la ultraderecha que esta en una conspiración internacional para tumbar su gobierno. Que lo diga. Yo mañana vuelvo a salir con los muchachos, a exigir al gobierno que desarme a los colectivos, a decir que las calles son nuestras, a recordar a la estudiante que murió con una bala en la nuca, a darle fuerza a la otra que perdió un ojo. Y saldré con el mismísimo exacto orgullo, inocencia y alegría con que salen todos los estudiantes de América Latina a gritar viva la U, viva la Universidad, muera la bo, muera la bota militar. Y no, no les voy a explicar a los izquierdistas nostálgicos lo que pasa, ni les voy a mostrar los videos y a jurarles que es verdad, ni me voy a sentar a discutir con ellos cosas tan elementales como el derecho a la libertad de expresión, porque estoy, estamos, hartos. Está a la vista, mírenlo, mírennos. Estoy segura de que habrá (que hay) muchos que entiendan, y que esos no nos dejarán solos.

La apertura cubana

Soy el feliz poseedor de un ejemplar de "La apertura cubana", la última novela de Alexis Romay editada por Sudaquia Editores y con cubierta del artista Geandy Pavón. A continuación la sinopsis:


"Un vuelo comercial de una aerolínea norteamericana es secuestrado y forzado a aterrizar en Cuba. Antes de devolver el avión y los rehenes a su destino, las autoridades cubanas cuestionan la identidad de una pasajera. Las transcripciones de su interrogatorio aparecen intercaladas con el diario de una estudiante de una escuela militar en La Habana de los ochenta. Con guiños a Las mil y una noches, T.S. Eliot, Jorge Luis Borges, el canon cubano, el ajedrez, el pop rock argentino y el interminable kitsch revolucionario, La apertura cubana teje un tapiz con las vidas de estas dos mujeres. La labor de los interrogadores —y de quien abra la novela— es desentrañar cómo se conectan esos hilos"

Para comprarlo presione aquí.


Conducta

Acabo de ver "Conducta" la película de Ernesto Daranas que en estos días han estrenado en La Habana con sus aires de "Nuestros hijos", actuaciones más o menos previsibles (qué fácil les queda a los actores cubanos y sobre todo a las actrices esos mohínes de disgusto) y ese coqueteo constante con la solución sentimentalona. Pero de todo eso lo salva la dignidad del director- guionista, la de la profesora Carmela, la de la actriz que la encarna Alina Rodríguez, la de todos los niños, la de las vidas -nada peliculeras- que no se resignan a disolverse en la mierda que las rodea. Es difícil no querer a un país tan jodido aunque sólo sea por la convicción de que nadie lo va a hacer por uno.

jueves, 13 de febrero de 2014

Desde La Habana

-A ver, refréscame la memoria: ¿por qué escogimos a Maduro para que gobernara a Venezuela?

-Porque es un graduado de la Ñico López.

-Sí, pero ¿por qué tan bruto?

-Porque es un graduado de la Ñico López.

-¿Y cuál era la idea?

-¿Recuerda aquella frase de Roosevelt sobre Somoza? Maduro será un hijo de puta y un imbécil pero es nuestro hijo de puta y nuestro imbécil.

-Pero Roosevelt no dijo “imbécil”.

-Esa es la parte que consideramos un aporte nuestro.

-Si pero habrá que darle un giro martiano. Algo así como “nuestro hijo de puta de plátano y si sale imbécil es nuestro hijo de puta”.

-O más sintética: “nuestro hijo de puta es un imbécil pero es nuestro”


-Algo así.

miércoles, 12 de febrero de 2014

Santiago Feliú (1962- 2014)

Siempre lo he dicho. “Para Bárbara” es la única canción cubana junto a “Convergencia” capaz de ser bella sin conseguir decir nada inteligible. Su autor, Santiago Feliú ha muerto hoy de un infarto en La Habana. En alguna época fue, creo, mi cantante favorito. Digamos que la época de mi adolescencia extendida a finales de los ochenta, cuando esperaba de los cantautores las últimas noticias en cuestiones de verdad, justicia y libertad. Era un adolescente, ya lo dije, cuando ya hacía rato se me había pasado la edad de serlo. Y Santiaguito, ese tipo tartamudo con el que uno sufría mientras presentaba sílaba a sílaba sus canciones, era el cantautor perfecto de los adolescentes perpetuos. El tipo que en cada canción aireaba su incomprensión del mundo o viceversa y hasta estaba orgulloso de ello sin importar la edad que tuviera. Porque a lo que parecía una inconformidad con el  régimen del que ambos éramos súbditos le bastó que saliera a conocer mundo para que Santiaguito se convenciera de que lo que le incomodaba era la realidad.

En punto equidistante entre aquellos días y estos escuché un disco suyo “Futuro inmediato” y todo lo anterior se me hizo demasiado claro. Que yo había cambiado lo suficiente como para que aquellas canciones se me hicieran insoportables o que Santiaguito se negaba a crecer o a ponerse viejo, como quieran mirarlo. Y ese disco me curó de toda tentación de volver a escucharlo porque –al parecer- yo también soy nostálgico y prefería quedarme con su imagen de músico indomable y no la de hippy envejecido y más o menos patético. Pero su muerte, temprana para alguien que esperaba un hijo, esa señora que nos evita de una manera bastante definitiva volver a incurrir en papelazos me obliga –al menos por un día- a hacer las paces con ese tipo que iba emocionado a los conciertos de Santiaguito y recordarle que no importa todo lo que haya hecho o dicho después: acaba de morir alguien que a los 17 años fue capaz de hacer una canción casi tan buena como “Convergencia”. No por gusto solía incluir en sus conciertos este otro clásico:


viernes, 7 de febrero de 2014

Neoimperialismo ruso

El otro día tuve una conversación curiosa en la cola de la guagua. Un tipo me ve leyendo un libro de un ruso y al ver la palabra “Leningrado” como título del capítulo se anima a preguntarme. Trabaja en la construcción y le gusta leer mucho me explica aunque no necesariamente en ese orden o sin que ni siquiera creyera que hubiese relación entre ambas cosas. Le digo que tengo varios amigos constructores y que también me gusta leer. No todos los días se encuentra uno entusiasmado por hablar de libros. Sin embargo cuando le dije a quien leía no le hizo mucha gracia. Él prefería la literatura de antes (de antes de la etapa soviética se sobreentiende). Le iba a decir que yo también prefería a los rusos de antes pero pensé que podía ofender su condición de contemporáneo y preferí preguntarle de donde era. De Minsk, me dice. Ah, pero eso es parte de Bielorrusia le digo contento de que mis nociones de geografía alcanzaran para hacer esa distinción pero no se dejó arrastrar por mi entusiasmo. “Todos hemos compartido la misma experiencia durante siglo” me dice. “Todos fuimos parte del mismo imperio y esas son divisiones que se han inventado para separarnos”. Cuando le insistí si él era bielorruso me dijo que sí pero que eso no tenía la menor importancia. Al parecer lo único que importaba era ser ruso. Ya para ese entonces no sabia muy bien qué preguntarle y le comenté si ya habían empezado los juegos y me respondió que no y ya entonces los dos nos quedamos callados. Yo porque sabía que no podía hablar sin volver a meter la pata. Él porque se dio cuenta de que se había equivocado en preguntarme qué estaba leyendo.

Síndromes

Muy recomendado por un amigo común me llega el enlace a un libro del economista Armando Navarro Vega. "Navarro fue Profesor de la Facultad de Economía de la Universidad de la Habana entre 1981 y 1995, año en que se radicó definitivamente en España. Desde 1996 ha trabajado como consultor y formador en empresas, organizaciones e instituciones públicas y privadas españolas". El título del libro es "El síndrome de la indefensión adquirida y la banalización del Mal" y puede consultarse aquí la primera parte y aquí la segunda.

martes, 4 de febrero de 2014

Soportemos la oruga

El Granma tiene recursos para todo. Si se trata de la tercera derrota de Villa Clara en la Serie del Caribe titulará el artículo “Soportemos la oruga para ver la mariposa”. Pero si se trata de haberle ganado a Polonia en boxeo para titular escogerá un estilo más directo como “Otra paliza a Polonia”. Para cuando alguien tenga que explicar cuál es la diferencia que hay entre poesía y prosa decirle que es lo que separa la derrota de la victoria. 


Antología

Me avisa Orlando Luis Pardo Lazo de una antología (en inglés) de narradores cubanos de la llamada Generación Cero que acaba de publicar con Sampsonia Way. El título es precisamente Generation Zero.




Abajo algunos de los elogios que le han dedicado en la prensa:


Cubans no longer speak the same language. The rhetoric of monolithic thought has contaminated words, which do not have the same meaning for the elite as they do on the streets. Today, the alternative cultural scene stands against such manipulation and against all nationalistic fictions on the island. In Generation Zero, sarcasm, deterritorialization, transvestism, fragmentation, colloquialism, hybridization, adventure and imagination are redesigning Cuban identity, recovering their power of subversion and resignifying Utopia.”—Paulo Antonio Paranaguá, Le Monde. (France)
“This compilation of short stories might well say more about Cuba’s reality than most news reports. Some of the island’s best emerging writers reach outside Cuba through their work —even as we look in— sometimes with depth, sometimes with irreverence, but always with great punch.”—Juan O. Tamayo, El Nuevo Herald (USA)
“Although some may believe it’s not true, freedom of expression is never completely undermined. This has been demonstrated by this brilliant group of Cuban authors: with their stories they prove that the days of the Communist Inquisition on the island are about to end.”—José María Ballester Esquivias, La Gaceta Intereconomía (Spain)