miércoles, 27 de junio de 2018

Nunca pases por debajo de un gato negro

Dos veces debieron suspirar los brasileños hoy. Primero cuando vieron caer eliminada a Alemania, la aplanadora que le propinó el 7 a 1 en el Mundial pasado. Y horas más tarde, cuando vieron a su equipo clasificarse para la siguiente ronda imponiéndose a la complicada Serbia  sin demasiado sufrimiento. Y eso en los últimos tiempos es mucho decir. Sobre todo porque fue la primera vez en el campeonato en que Brasil pareció un equipo y no la banda de Neymar y sus satélites. De hecho aunque Neymar jugó su mejor partido hasta el momento –y por “mejor” quiero decir que pasó más tiempo corriendo por el césped que acostado sobre él- destacó bastante más el juego de conjunto. Coutinho y su exquisito pase a Paulinho para el 1 a 0 y luego  el soberbio cabezazo de Thiago Silva para el 2 a 0. Y eso que el juego comenzó con una lesión de Marcelo que lo sacó del juego, algo que a un equipo medianamente supersticioso le haría pensar en lo peor. Y los brasileños no son medianos en nada, menos en supersticiones. Si no fuera porque se trata del Brasil post-Ronaldinho donde lo que impera es la irregularidad y el salto en el estómago podría decirse que Brasil acaba de proponer su candidatura a campeón.
Con la victoria de Brasil, Suiza -que a la misma hora jugaba contra Costa Rica- tenía con un empate para pasar a la siguiente ronda. Y eso fue lo que ocurrió pese a que Suiza se adelantó en el marcador un par de veces pero en ambas Costa Rica le dio caza. Primero con un cabezazo de Kendall Waston que se convirtió en el primer gol tico en el torneo. Y luego con el segundo penalti otorgado a los ticos en dos minutos (el primero anulado por el VAR). Este rebotó en el larguero y luego en la cabeza del portero hasta que por fin entró. Y toda Ticolandia celebró como si mañana su equipo no tuviera que tomar el avión de vuelta a San José. Porque la suerte es cosa seria.

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