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miércoles, 6 de mayo de 2015

Mujica que estás en los cielos...

Me parece tan lícito dejarse impresionar por las maneras desaliñadas y las sandalias de Mujica como por un traje de Armani pero yo, que en modas ando más cerca de Mujica que de Armani, reconozco que el primero –en cuanto a vestimenta y demás atributos de humildad- no me impresiona demasiado. Tampoco me impresionan esas inspiradas frases sobre la pobreza y la felicidad que lo han convertido en una suerte de Paolo Coelho de la política latinoamericana. Reconozco, eso sí, que en el manejo de la cosa pública de su país se ha portado como un hombre honrado así como el mérito de que a un ex guerrillero como él no le haya dado por destruir su país en nombre de la ideología que profesa (al menos verbalmente). Me parece bien que sea alguien lo suficientemente sensato como para afirmar que las políticas para combatir la desigualdad dejan de tener sentido “cuando las medidas que se toman paralizan a la economía, porque querés repartir tanto que al final quebrás el interés en el trabajo y la inversión. Si matás eso no tenés para repartir”. 

Ah, pero si se trata de ayudar aliados ideológicos en apuros la sensatez le puede ser un estorbo y se convierte en un político tan falaz como cualquier otro.


Así puede llegar a decir


“Creo que hay un interés en ir preso en Venezuela. Es una técnica, es la forma de luchar de la oposición. Inducen al Gobierno a pasarse de la raya. Le crean una contradicción internacional notable y estos bobos entran”


Y uno se pregunta por qué ese chamán de la progresía que es Mujica no explicó si tantos estudiantes muertos a manos de los partidarios del régimen venezolano también son parte de las tácticas de la perversa oposición frente al inocente Gobierno.

domingo, 23 de febrero de 2014

Solos

Abajo la carta completa de la prima venezolana del músico Jorge Drexler, hija de exiliados uruguayos sobre las protestas en Venezuela:


Solos
Por estos días vi la foto de los presidentes latinoamericanos posando con Raúl Castro en Cuba. Una foto por decir lo menos curiosa, de varios hombres y mujeres que en su mayoría pasaron media vida tratando de convencer a sus conciudadanos de que eran la mejor opción de gobierno en sus países, luchando por sus ideas justas o injustas, ganando con enorme esfuerzo unas elecciones, que sonreían junto al designado heredero de la monarquía cubana. Como siempre que veo una cosa así, me acordé de Yoani Sánchez, me la imaginé en el piso de un carro recibiendo patadas en la cara, aquella vez que se la llevaron por andar escribiendo un blog, y me pregunté si la lluvia de golpes sería tal vez distinta si ella supiera que quien iba a salir mañana a defenderla y a acusar a los esbirros del régimen no era, digamos, la bestia de George Bush. Yo cuando pienso en los cubanos siempre termino diciéndome lo mismo: solos, los dejamos solos.
Eso de la foto fue antes de que empezaran las protestas en Venezuela. Claro que yo no iba a a protestar, no porque no sobren razones, sino porque me parecía que se estaba llamando a tumbar el gobierno. Entonces fue cuando otra vez, otra muchacha de la universidad en el Táchira fue atacada por unos malandros en pleno día, estuvo a punto de convertirse en otra de las decenas de miles de personas asesinadas por año en Venezuela (las cifras son oficiales), y los muchachos dijeron basta. Y salieron, protestaron, se portaron mal, quemaron cauchos, trancaron calles. Agarraron a unos cuantos, y los mandaron, sin proceso alguno, directamente a la cárcel de Coro a mil kilómetros de distancia. En una de esas demostraciones del surrealismo venezolano a las que nos hemos acostumbrado últimamente, los presos hicieron una protesta violenta y dijeron que esos muchachos no podían entrar en la cárcel, aquí solo hay criminales, dijeron, los estudiantes no deben estar aquí. 
Así empezó todo, y aquí en Mérida esa misma tarde estaban protestando los estudiantes. Y salió Leopoldo López a llamar a una marcha. Tampoco iba a ir, no me gusta nada Leopoldo López, aunque tengamos enemigos comunes, y pienso que Henrique Capriles tenía mucha razón y mucho valor en llamar a que no se saliera a descargar la frustación sin ton ni son, arriesgando la vida de los estudiantes. Pero resultó que la noche anterior a la marcha salieron con más fuerza que nunca los llamados “colectivos”. En Mérida se llaman Tupamaros. Todos los conocemos. Tienen motos, andan de a dos. El de atrás lleva el arma. Se cubren la cara. La mayoría viven en unos edificios que antes eran residencias de estudiantes, y donde ahora la policía no entra. Tienen también un “brazo civil”, digamos, que participa en las elecciones. Esa tarde salieron, rompieron las puertas de un edificio donde viven varios amigos míos, entraron con las motos. Disparando. Así en varios edificios donde viven estudiantes que salen a protestar siempre. Se pasearon por la ciudad, y las “ballenas” anti disturbios de la policía venían detrás de ellos, apoyando. El patrón se ha repetido en todos estos días de manifestaciones en todo el país: sueltan a los colectivos adelante, con las motos, armados, y la guardia nacional viene atrás. Lo que pasa es que yo vivo aquí en Mérida y eso no lo vi en una foto de twitter: lo vi. 
Por eso yo fui a la marcha, vestida de blanco como todos. No porque hay una conspiración del imperio para tumbar a Maduro en la que yo participo, ni porque me convencieron con un folletito de la CIA de dejar de ser la hija de un exiliado político de la dictadura uruguaya para convertirme en una fascista de la ultraderecha, para usar el término con que me llama nuestro presidente. Salí, con miedo eso sí porque las balas no me gustan, a decirles a los criminales de las motos que la ciudad no es de ellos, es nuestra, que podemos caminar por sus calles cuando queremos, que no pueden decirnos con sus motos y sus pistolas adónde no ir. Salí porque si mi padre estuviera vivo, habría salido conmigo del brazo con los estudiantes. Y fue hermoso, y cantamos, y se nos unió toda la ciudad en la manifestación más grande que se había visto hasta entonces. Y entonces vino la noche, y de nuevo salieron las motos. Me llamó una amiga, atrincherada en su apartamento: vienen los “tupas”, y la policía los proteje, y quién nos defiende a nosotros. 
Los tupas. No escogieron el nombre por casualidad. Lo escogieron sabiendo que hay muchos, demasiados, tristes intelectuales de la así llamada izquierda latinoamericana, para quienes el discurso y el nombre lo es todo. Usted dice tupamaro, y ellos piensan en los torturados de la dictadura uruguaya, no en los muchachos que salieron ayer mostrando las heridas que la Guardia Nacional Bolivariana les hizo cuando los detuvo. Son el tipo de gente que si usted le dice guerrillero, ellos piensan en un joven buenmozo de barbita con una boina negra y su estrellita blanca, no en un anciano narcotraficante colombiano sin escrúpulos que es capaz de secuestrar niños para llevarlos a pelear a la selva. Son el tipo de gente que piensa que Chávez nacionalizó el petróleo venezolano y nunca se fijaron en la fecha. Son gente a la que usted les dice que los políticos venezolanos de oposición no salen en ninguna televisión venezolana desde hace meses porque está prohibido, y dicen: ah, pero. Y uno sabe que si mañana en su país prohibieran aparecer a los políticos de oposición, se indignarían. Que no estarían contentos si supieran que la tercera parte de los ministros de su país son militares, que oficialmente no hay separación de poderes, que el jefe del ejército juró que la oposición jamás ganaría una elección en este país, que la presidenta del Consejo Nacional Electoral celebra todos los años el aniversario del golpe de estado que quiso dar Chávez, y me paro porque la lista es larga. 
En este momento en las calles de Venezuela está ocurriendo una tragedia. No es que hay disturbios y la policía antimotines dispara bombas lacrimógenas y muere alguno, no es eso, que lamentablemente pasa en todo el mundo a cada rato. Es que hay grupos armados financiados por el estado, disparando y matando. Y hay una censura informativa total. Debería bastar que se supiera eso, debería bastar saber que en Táchira cortaron internet y sobrevuelan las ciudades aviones de guerra, que cerraron las emisoras de cable que daban noticias, debería bastar saber que están atacando a los periodistas, que hay estudiantes muertos, para que el intelectual de izquierda levante por fin los ojos de su enésima edición de “Las venas abiertas de América Latina” y mire alrededor, descubra que el siglo es el 21, que el muro de Berlín cayó, que los muchachos de la Sierra Maestra envejecieron y ahora no dejan a sus nietos gobernar, ni escribir un periódico nuevo, ni salir de su país, ni fundar un partido político, ni gritar abajo el gobierno. Que si en Venezuela no hay ni pan ni medicinas ni leche no es porque Obama está conspirando día y noche contra nosotros. Que somos perfectamente capaces de hundir económicamente un país sin ayuda de ninguna transnacional imperialista. La gente aqui piensa que los gobiernos latinoamericanos no dicen nada ante las atrocidades de este momento en Venezuela porque tienen intereses económicos. Yo pienso que no, yo pienso que es por la misma razón por la que se sacaron la foto aquella: porque viven en el siglo pasado. 
Sí, Maduro dice que yo soy una fascista violenta de la ultraderecha que esta en una conspiración internacional para tumbar su gobierno. Que lo diga. Yo mañana vuelvo a salir con los muchachos, a exigir al gobierno que desarme a los colectivos, a decir que las calles son nuestras, a recordar a la estudiante que murió con una bala en la nuca, a darle fuerza a la otra que perdió un ojo. Y saldré con el mismísimo exacto orgullo, inocencia y alegría con que salen todos los estudiantes de América Latina a gritar viva la U, viva la Universidad, muera la bo, muera la bota militar. Y no, no les voy a explicar a los izquierdistas nostálgicos lo que pasa, ni les voy a mostrar los videos y a jurarles que es verdad, ni me voy a sentar a discutir con ellos cosas tan elementales como el derecho a la libertad de expresión, porque estoy, estamos, hartos. Está a la vista, mírenlo, mírennos. Estoy segura de que habrá (que hay) muchos que entiendan, y que esos no nos dejarán solos.

martes, 5 de junio de 2012

Los Corleone del trópico y la izquierda exquisita

Impresionante. De otra manera no se puede describir el paso de Mayeya Castro por Estados Unidos. Pese al ambiente herméticamente controlado que envolvió sus presentaciones no dejó de decir despropósitos, de manifestar su desprecio por el exilio, por los homosexuales, por la inteligencia del prójimo. En San Francisco no sólo se refirió al exilio como “mafia” o delincuentes” sino que explicó que los homosexuales se iban de Cuba y denunciaban los atropellos de su familia porque querían ponerse tetas más grandes. En una reunión a puertas cerradas con los editores de The Nation sintiéndose en confianza se relajó y rompió su propia marca implantada en sus famosas declaraciones sobre la prostitución casera y la albañilería en Cuba. Por un lado precisó que al hablar de mafia se refería a los que habían emigrado en los sesentas que eran todos “asesinos y torturadores”. Al defender el derecho al aborto dijo que si se consideraba que un feto tenía vida habría que oponerse al uso de antibióticos porque las bacterias eran también una forma de vida que llevaban mucho más tiempo en la Tierra que nosotros. O cuando le preguntaron sobre el derribo de las avionetas de Hermanos al Rescate lo defendió diciendo que habían violado el espacio aéreo cubano y que si el ejército norteamericano hubiera hecho lo mismo el 11 de septiembre del 2001 habrían evitado la caída de las Torres Gemelas. Así, sin pestañear. Sus anfitriones todavía no se han dado por enterados.

Si había dudas de a nombre de quién hablaba basta atender a su mensaje: si nos dan a los Cinco les devolvemos a Alan Gross. Ese fue mensaje concreto de El Padrino que entregó Mayeya Corleone. Un canje en toda regla a propuesta de los secuestradores. El otro, algo más difuso, es que están dispuestos a entenderse con el gobierno de Obama si pasa por alto la crónica violación de los derechos humanos en Cuba. Nada de esto es nuevo ni sorprendente. Tampoco la deferencia de cierto sector de la izquierda norteamericana y la discreta ignorancia del resto, tan sensible en todo lo demás. No se me ocurre a estas alturas otra explicación que el simple y viejo racismo: si Mayeya les parece aceptable es porque no creen que de los cubanos se pueda esperar nada mejor, ni que merezcan otra cosa que una mano dura que los controle. El mismo racismo que atribuyen por descontado a la derecha del espectro político. Pero su ubicuidad o su constancia no hace al racismo exquisito menos escandaloso.

viernes, 22 de octubre de 2010

Carta a eurodiputada

Esta carta se la acabo de mandar a una eurodiputada española a raíz de sus declaraciones por el premio Sajárov a Fariñas:

Estimada Sra. María Muñiz de Urquiza:

Con perplejidad y no poco desaliento he leído sus declaraciones a raíz de la concesión del premio Andrei Sajárov al disidente cubano Guillermo Fariñas. Según el despacho de prensa que consulté declaraba usted que el premio era “un descrédito y va en detrimento del premio Sajárov, porque no se puede atender solamente a una causa de violación de los derechos humanos en el mundo que, además, se está solucionando". Si revisa por unos instantes cualquier resumen biográfico de Sajárov podrá encontrar muchos puntos en común entre la vida del disidente soviético y la del cubano. Incluso cada uno en su momento emprendió huelgas de hambre para llamar la atención sobre los presos políticos en sus respectivos países. No es difícil imaginar que a Sajárov no le apenaría que un premio con su nombre le fuera concedido a un disidente que se enfrenta por medios pacíficos a un régimen tan despótico y totalitario como el que él enfrentó. Todavía es más inquietante que usted afirme que el tema de las violaciones de los derechos humanos en Cuba esté en vías de solución. Eso hace suponer, cuando menos, un desconocimiento sobre el tema que hasta ahora creía impensable en un eurodiputado.

Para su beneficio le informo que en Cuba desde hace más de 51 años rige una dictadura que priva de la libertad de expresión, de asociación y de prensa a los once millones de cubanos que residen en la isla. Que ese régimen ha ejecutado judicial o extrajudicialmente al menos nueve mil personas y es responsable de la muerte de decenas de miles que han intentado escapar del país y de que más de dos millones de cubanos vivan en el destierro sin derecho a volver a residir en la tierra en la que nacieron. Y lo cierto es que hasta ahora ninguno de sus máximos responsables ha sido juzgado o al menos públicamente reprobado dentro de Cuba. Posiblemente también ignora que las leyes que permitieron encarcelar hace siete años a decenas de opositores –los mismos que ahora están siendo desterrados a su país- leyes que establecen penas de hasta treinta años de prisión por el crimen de disentir, continúan vigentes y nada parece indicar que vayan a ser derogadas en un futuro próximo.

Ya que usted pertenece a la alianza de Socialistas y Demócratas dentro del Parlamento Europeo me permito recomendarle esto: no confunda el nombre del grupo al que pertenece con la etiqueta con que se autodefine el régimen que gobierna en La Habana desde hace más de medio siglo. El régimen cubano tiene muchísimo más en común con el franquismo que usted seguramente aborrece que con el socialismo que defiende y no sólo porque su fundador era, en su juventud, ávido lector de los discursos de José Antonio Primo de Rivera. No permita que una mera cuestión semántica la empuje a defender un régimen fascista en el que nunca viviría por propia voluntad.

Pero en algo estoy de acuerdo con usted. Ya son demasiados premios a compatriotas míos por el tema de los derechos humanos. Ayúdenos a evitar ese tendencioso derroche sobre una isla. Evite que otro galardón de ese tipo vaya a parar a Cuba por el simple sistema de reclamar la instauración de un sistema democrático en mi país que garantice el disfrute de los derechos más elementales a todos sus ciudadanos. Los cubanos no queremos premios sino vivir normalmente, como usted y sus compatriotas, ni más ni menos. ¿Cree que nos podrá ayudar?


Sin más reciba un salud afectuoso de, Enrique Del Risco

P.D.: Portada de hoy del periódico Público de Portugal:









Edição Público Porto
22 Oct 2010

jueves, 21 de octubre de 2010

Predicciones

Esta mañana al mencionar el premio Sajarov otorgado al disidente cubano Guillermo Fariñas yo comentaba: "Alguien pensará que en realidad el Sajarov debían dárselo al Cardenal Ortega y a Moratinos pero no se puede complacer a todo el mundo todo el tiempo". Apenas unas horas después la eurodiputada por el PSOE María Muñiz me convertía en profeta a muy corto plazo diciendo que darle el premio a Fariñas "supone desconocer o tratar de ningunear los esfuerzos de la política exterior española y de otras instancias como la Iglesia católica como si no hubiera violaciones de los derechos humanos en el resto del mundo". Tanta insistencia desde la más alta jerarquía catolica hasta los socialistas del Parlamento Europeo pasando por el último de los segurosos de Santa Clara están a punto de convencerme de que Fariñas es el culpable de que los 75 cayeran presos en el 2003. Y de que el Cardenal Ortega y su fiel escudero Moratinos (o es al revés) son los mambises de nuestros tiempos.

Por otro lado la eurodiputada añadió que "se "desacredita" el galardón porque éste se ha "politizado". Hasta donde sabemos la propia labor de Sajarov llegó a ser un poquito política. Incluso sospecho que Sajarov estaría muy orgulloso de que le dieran un premio con su nombre a alguien como Fariñas. Y no menos previsible es que de haber tenido en sus manos el caso de Sajarov la eurodiputada lo habría descartado porque después de todo en la Unión Soviética no era el único lugar en el mundo donde se violaban los derechos humanos.

[Si quiere hacerle llegar su opinión a la eurodiputada sobre sus declaraciones puede escribirle a:

H/T: Penúltimos Días

P.D. Entrevista a Fariñas en El País.

jueves, 2 de septiembre de 2010

Rectificaciones


Se nos ha ido la mano. Y todo por un negro muerto. Con tantos que mueren en África todos los días. De muerte natural porque para un negro no hay nada más natural que morir de hambre. Pero eso algún día tendrá que cambiar. Por lo pronto lo importante es proteger al Comandante que es un símbolo del día en que a la muerte de un negro por hambre le llamen anorexia. Por eso viajamos a La Habana a disculparnos con él. (Y también, claro, a entrevistarnos con el Cardenal porque esta iglesia es distinta. La de la Teología de la Liberación aunque sea la liberación de unos cuantos presos malagradecidos que nunca reconocerán el trabajo que nos ha costado decidirnos a interceder por ellos). Venimos a decirle que seguimos confiando en él. Que es muy valiente en reconocer que si en Cuba hubo ciertos problemillas con los homosexuales (y en eso los de izquierda siempre hemos sido muy estrictos) fue su responsabilidad aunque siempre aclare que nunca ha tenido prejuicios. Un día reconocerá que si hubo algún negro muerto de hambre también fue su responsabilidad aunque él personalmente no tenga ningún prejuicio contra los negros. Y eso es de una entereza increíble de su parte. Y a la larga eso es lo único que importa: la valentía, la responsabilidad y la falta de prejuicios. La muerte es lo de menos porque al final todos vamos a morir, sólo es cuestión de tiempo. Bueno, todos no porque el ejemplo del comandante siempre vivirá junto a nosotros.

(La inspiradora ilustración la saqué de Guamá, de qué otro sitio iba a ser)

lunes, 5 de mayo de 2008

Una buena noticia

El otro día me alegré bastante de que el laborista Ken Livingstone hubiera perdido las elecciones por la alcaldía de Londres. Que ganen laboristas o conservadores me da igual pero imaginarme que Livingstone fuera a celebrar el próximo 50 aniversario de la Revolución Cubana en la plaza de Trafalgar simplemente me enfermaba. Una vergüenza menos que infligirle a este mundo en nombre de mi país. O viceversa.

domingo, 24 de febrero de 2008

La idiotez ilustrada

De una entrevista aparecida en El País al filósofo italiano Gianni Vattimo.

P. ¿Habrá cambios si gana Obama?
R. La victoria de Obama tendría sin duda una gran fuerza simbólica, pero me temo que seguiría gobernando el complejo militar-industrial. Me parece mucho más interesante la contestación política que está surgiendo en los países latinoamericanos. Brasil, Argentina, la llegada de Evo Morales al poder, la fuerza carismática de un Chávez.
P. Su Gobierno es muy autoritario...
R. No soy un defensor entusiasta de la democracia formal. No se pueden aplicar nuestros criterios a un país como Venezuela. Su régimen me recuerda a los inicios del fascismo en Italia. Mucha gente estaba entonces con el Duce y fueron las organizaciones fascistas las que permitieron, por ejemplo, que la mujer participara en política. Cuando se acercó a los nazis fue el desastre, pero a veces un régimen autoritario permite a los desarraigados acceder a la política y luchar contra sus carencias.

domingo, 6 de enero de 2008

Colombia y el síndrome de Copenhague

Un artículo muy interesante de Moisés Naím apareció ayer en El País. Habla sobre cierta actitud europea ante las guerrillas colombianas, no muy diferente a la que se sigue con Cuba: toda la simpatía recae en los secuestradores. “De esta manera, ahora al síndrome de Estocolmo podemos añadir el síndrome de Copenhague: el raro proceso mediante el cual la ideología y la politiquería se mezclan con la ingenuidad y la ignorancia para justificar crímenes de lesa humanidad, siempre y cuando no sucedan en el país de los afectados por el síndrome”. Sorprende leer algo así en Er Paíz pero por eso mismo es digno de mención.