sábado, 30 de junio de 2018

Un cristiano menos


A toro pasado, ganancia de pescadores. Ahora parece lógica y elemental la victoria de Uruguay sobre Portugal pero les recuerdo que Uruguay se las veía con el actual campeón de Europa encabezado por el ganador de cinco Balones de Oro mientras que los presuntos inventores del tango –en cao de queno sea argentino- en la última Copa América no habían llegado a cuartos de final. Porque después que las cosas pasan uno descubre cuánta gente lo sabía desde antes. El mundo está lleno de profetas póstumos.

Pero si se mira la letra pequeña, el parte del tiempo de ayer, Uruguay acababa de revolcar a Rusia mientras que los portugueses se habían enredado en un empate con los ayatolitos de Irán. A Cristiano el equipo no le acababa de arrancar excepto el conectado Quaresma pero al entrenado luso no se le ocurrió nada mejor que dejarlo sentado durante tiempo y medio, cuando el daño estaba hecho.

Uruguay con su delantera temible de Suárez y Cavani era como una combinación de izquierda y derecha, como los protagonistas de “Arma Letal”. Cavani en el papel de un Mel Gibson mortal en el remate a puerta y Suárez Glover, pasándole la munición. Cubriéndoles las espaldas una defensa blindada comandada por Godín, demoledor y seguro como cobro de hipoteca.  Tal parecía que los uruguayos no tenían medio campo pero ni falta que hizo. Cavani-Suarez triangularon todo el terreno para que el Hannibal Lecter uruguayo le diera el pase que Cavani metió de cabeza en el minuto siete.

En el minuto diez del segundo tiempo Pepe respondió con otro cabezazo pero la lusa ilusión duró poco. El dúo del momento volvió a combinarse para que Cavani la volviera hacer, esta vez de pierna derecha. Lo mejor que le quedó a Cristiano en todo el juego fue ayudar a salir a Cavani del terreno cuando este se lesionó. Total. Ya el uruguayo había dejado todo dispuesto para que Cristiano se marchara del torneo.

Pronósticos

Tonteando hice mis pronósticos hace un par de días a partir de los resultados de la fase de grupo. Apenas dos variantes: Francia pierde o gana con Brasil en semifinales. Podía ser más imaginativo, más arriesgado (solo lo fui en el caso de Colombia teniendo en cuenta la proverbial tendencia inglesa a desmoronarse en los momentos decisivos) pero esto es lo que vi. Y acaba de cumplirse al menos el primer partido:



Las Malvinas son francesas



El de Francia y Argentina en octavos de final pudo ser el mejor partido del mundial. Si no por el juego al menos por el drama del marcador. Como las peleas entre quienes nos e preocupan que le hinchen la cara mientras puedan hacer lo propio con el contrario. El primer sopapo fue –no podía ser menos- de Mbappé, la Virgen de Fátima de este mundial por aquello de ser todo revelación. Que se te va y si no lo tumbas te anota. Y si lo tumbas, penal. Cobra –despiadado como garrotero- Griezmann. 1-0. Pero hete ahí que al final del primer tiempo Di María, que andaba de jugador clandestino hasta ese momento, suelta un zapatazo allá donde la pastora llora: donde no la puedan ver. 1-1. Y empieza el segundo tiempo con otro héroe de la clandestinidad, Messi, haciéndose el desentendido a la salida de un corner y rematando para que de rebote en un compañero entre el empate. 2-1 para Argentina.



Pero entonces Francia se acuerda de la Marsellesa, de los maquis, de la Résistance y de De Gaulle (sobre todo de De Gaulle) y regresa al juego. Tres goles en doce minutos. Primero  Pavard con un zapatazo que ni Nikita Jrushov en Naciones Unidas. 2-2. Luego Mbappé que marca 3-2. Y cuando le debería tocar a los argentinos marcar en honor a la simetría Francia, es decir, Mbappé, vuelve a marcar en la cola de los goles. 4-2. Argentina, noqueada, no sabe bien para donde queda la portería contraria. Francia se felicita. Sopla sus colts (Mbappé y Griezmann) y los guarda. Argentina, que como los personajes de Hemingway está destruida pero no derrotada, presiona. Al fin anota el Kun Agüero pero ya es el minuto 93 de los cuatro que les han dado de descuento. Y entonces los argentinos no encuentran nada mejor que hacer que pelearse con los franceses, parar el juego, darse unos pescozones de despedida. Porque saben que están a punto de irse del mundial. Y sí, ya se van.


jueves, 28 de junio de 2018

Puro teatro


Antes de iniciar su partido Inglaterra y Bélgica estaban tan clasificados como una operación de la CIA de ayer por la mañana. En cambio sus compañeros de grupo -Túnez y Panamá- solo estaban haciendo tiempo mientras llegaba la hora del vuelo de regreso. ¿Ganaría Túnez su primer partido en mundiales en 40 años? ¿O lo haría en cambio Panamá que no triunfaba en esas lides desde el pleistoceno?
En su partido los europeos alinearon a su banco para que nadie se fuese a quejar que habían hecho el viaje solo por acumular millas en su tarjeta de crédito. Inglaterra atacaba, Bélgica defendía. Espectaculares centros ingleses bombardeaban un minuto sí y otro también el área chica de los belgas. Hasta que -¿adivinan?- pues sí: gol belga. Un zapatazo que combinado con el espectacular estirón del portero inglés seguramente producirá una de las fotos más bellas del mundial. “Ícaro” podría ser el título. Y eso le bastó a los belagas para imponerse a la pérfida Albión. Como quien se mata un mosquito que le estaba chupando el cuello y sigue conversando. De miedo.
Del otro lado los panameños se fueron adelante en el marcador y por un ratico pudieron soñar con un regreso triunfal a Ciudad Panamá. Más apoteósico que si solo le hubieran marcado un heroico gol a los ingleses a cambio de los miserables seis que estos les propinaron. Pero no. Los tunecinos recordaron que llevaban unas cuantas vidas más jugando fútbol que los canaleros y les hicieron dos goles con los que justificarse ante la gente del barrio todo ese aspaviento de su gira por Rusia.

Un Mina de oro

Colombia necesitaba ganar su partido con Senegal si quería pasar a la siguiente ronda mientras que a los africanos les bastaba con un empate. O no. De lo que estoy seguro es que ganar le convenía a todo el mundo. Menos a Polonia que ya había sido eliminada. Así que los colombianos se tomaron en serio el asunto de ganar y los senegaleses, nadie sabe por qué, no tanto. Como si le hubieran dicho que el partido no contaba. Que solo era para recoger dinero para los niños de otro continente que no es el suyo. No obstante los colombianos veían, desconsolados, cómo se iba James en el primer tiempo lesionado y pensaron que a alguien se le había olvidado sacrificar el gallo que tocaba para ese juego. Que la suerte se les volvía a torcer. Y estuvieron a punto de cantarles un penaltis sobre el que el VAR recapacitó. Al parecer en el descanso alguien se dio cuenta del terrible olvido, descabezó el gallo y los colombianos salieron al terreno a comerse el mundo: en un corner el defensa Mina volvió a ponerse el traje de Supermán que tan bien le había quedado en el juego anterior y levitó por encima de los senegaleses para encajar de nuevo el balón en la portería contraria. Entre tanto los polacos recordaron de pronto que alguna vez habían estado en la élite del fútbol, en los días gloriosos de Lato y de Boniek y le anotaron un gol a los japoneses. Too Little, to late. Apenas sirvió para ayudar a clasificar en primer lugar a Colombia que eliminó a unos senegaleses que seguían sin inmutarse. Gracias a su victoria Colombia no solo clasificó sino que evitará –ahora lo sabemos- a la temible Bélgica para enfrentarse a los inventores del juego, esa eterna promesa que solo cumplió antes de yo nacer. Y eso es mucho tiempo. 

miércoles, 27 de junio de 2018

Nunca pases por debajo de un gato negro

Dos veces debieron suspirar los brasileños hoy. Primero cuando vieron caer eliminada a Alemania, la aplanadora que le propinó el 7 a 1 en el Mundial pasado. Y horas más tarde, cuando vieron a su equipo clasificarse para la siguiente ronda imponiéndose a la complicada Serbia  sin demasiado sufrimiento. Y eso en los últimos tiempos es mucho decir. Sobre todo porque fue la primera vez en el campeonato en que Brasil pareció un equipo y no la banda de Neymar y sus satélites. De hecho aunque Neymar jugó su mejor partido hasta el momento –y por “mejor” quiero decir que pasó más tiempo corriendo por el césped que acostado sobre él- destacó bastante más el juego de conjunto. Coutinho y su exquisito pase a Paulinho para el 1 a 0 y luego  el soberbio cabezazo de Thiago Silva para el 2 a 0. Y eso que el juego comenzó con una lesión de Marcelo que lo sacó del juego, algo que a un equipo medianamente supersticioso le haría pensar en lo peor. Y los brasileños no son medianos en nada, menos en supersticiones. Si no fuera porque se trata del Brasil post-Ronaldinho donde lo que impera es la irregularidad y el salto en el estómago podría decirse que Brasil acaba de proponer su candidatura a campeón.
Con la victoria de Brasil, Suiza -que a la misma hora jugaba contra Costa Rica- tenía con un empate para pasar a la siguiente ronda. Y eso fue lo que ocurrió pese a que Suiza se adelantó en el marcador un par de veces pero en ambas Costa Rica le dio caza. Primero con un cabezazo de Kendall Waston que se convirtió en el primer gol tico en el torneo. Y luego con el segundo penalti otorgado a los ticos en dos minutos (el primero anulado por el VAR). Este rebotó en el larguero y luego en la cabeza del portero hasta que por fin entró. Y toda Ticolandia celebró como si mañana su equipo no tuviera que tomar el avión de vuelta a San José. Porque la suerte es cosa seria.

Kaputt


Alemania ya lo había avisado: no era la sombra del equipo que se coronó campeón hace cuatro años. Con casi los mismos jugadores, sí, pero cada vez más cerca de la jubilación. Con excepciones como Mario Gómez que ya vino directamente del asilo de ancianos. Incluso los que quisieron ver la derrota alemana ante México como un simple tropiezo debieron notar el trabajo que les costaba colar la dichosa pelotica en la portería. Luego del gol épico o agónico (escoja usted la esdrújula que prefiera) con que Kroos derrotó a Suecia en el minuto 96 Alemania debía derrotar a Corea si quería pasar a los octavos de final. Eso o alguna otra combinación que incluyera un chivo prieto y un racimo de plátanos.

Pero noventa minutos no fueron suficientes para anotarle un miserable tanto a Corea. Ni siquiera para la limosna de un penalti en el VAR. El ataque lento y previsible como en los partidos anteriores y Mario Gómez, Hector y compañía fallando todos los centros que les tiraban. Como si les hubieran dicho que en caso de empate clasificaba el equipo que más goles fallara.  También hay que anotar que Corea contaba con un incentivo extra: de no ganar los jugadores tendrían que pasar el servicio militar obligatorio. Ya hubieran querido los alemanes un estímulo de esa clase. A juzgar por cómo corrían los jugadores coreanos y cómo  lamentaban sus fallos puede concluirse que en Corea del Sur el servicio militar es una experiencia horrenda. Casi tanto como la vida normal en Corea del Norte.

En el primer tiempo México y Suecia empataban a cero. Ese resultado, combinado con el cero a cero germano-coreano clasificaba a alemanes y mexicanos. Pero empezando el segundo tiempo los suecos anotaron un gol. Y luego otro. Y otro más. Los alemanes estaban obligados marcar al menos un gol. Y al fin llegó, en el minuto 90, un gol… coreano. Y minutos después, gracias a que el portero Neuer se creía imprescindible en la remontada alemana, los coreanos volvieron a marcar a puerta vacía. De manera que Alemania por primera vez en la historia fue incapaz de rebasar la fase de grupos de un mundial.

En Alemania, sospechamos, se imponen ciertos cambios. Los más obvios es que todo el equipo acompañe a Mario Gomez en su regreso al asilo de ancianos. La otra es que se reimplante el servicio militar obligatorio para todos los alemanes menores de 30 años.

martes, 26 de junio de 2018

Milagro en el césped


Argentina comenzó el mundial con un decepcionante empate contra Islandia. Luego reajustaría su concepto de decepción al perder tres a cero con Croacia. Ya se veía fuera del mundial. Para pasar a la siguiente ronda debía ocurrir una sarta de milagros en la que el papel del equipo argentino debería ser -por suerte- más bien pequeño. Primero Nigeria debería ganarle a Islandia –lo que hizo- y luego Croacia, ya clasificada debería empatar o ganarle a Islandia a la que todavía le quedaban opciones para pasar a la segunda ronda en caso de ganar. En manos de los argentinos quedaría entonces ganarle a Nigeria.

¿Lo haría? ¿Despertaría el genio de Messi, dormido durante los dos primeros partidos? ¿Alguien le diría que si no ganaban ese sería su último juego en un mundial o preferirían no incomodarlo con noticias incómodas? Por un momento Messi pareció despertar. En un gran pase de Banega tocó la pelota dos veces antes de que tocara el piso y luego la mandó a la red. Como si viviera en cámara lenta lo que los demás estamos condenados a sufrir en velocidad normal. Los hinchas argentinos enronquecían, Maradona en su palco ponía los ojos en blanco. Parecía que para los argentinos vendría un desfile de unicornios y arcoíris pero no olvidemos que por algo inventaron el tango: lo de ellos es sufrir. Messi volvió a su sopor, los nigerianos se acordaron que si perdían tendrían que soportar la pesadez de hacer las maletas y rellenar los formularios de aduana así que se acercaron más al área argentina. Era cuestión de tiempo que actuara el VAR, esa hada madrina de los pobres de espíritu y de fútbol. Y en efecto, el árbitro digital decidió otorgarle un penalti a Nigeria que cobró Moses con solvencia.
Mientras tanto, en el otro partido Islandia había empatado a uno y seguía acosando la portería de Croacia B sabiendo que una victoria los clasificaba. Por 35 minutos estuvo Argentina fuera del mundial y Nigeria dentro. Entre el penalti de Moses y el momento en que Marcos Rojo cazó un centro con la derecha y decidió el partido. Croacia por su parte se le adelantaba a Islandia y le ponía las cosas más fáciles a Argentina y más difíciles a los televidentes. Todo porque tuvieron que soportar el repertorio de muecas con que Maradona celebró el pase de la misma selección que una vez coronó campeona como jugador y otra la hundió como técnico.

El grupo C se despide


Los partidos entre equipos clasificados tienen algo de descanso dominical, de vuelta por el parque mientras llega la hora de la fiesta. No digo de amistoso porque hay encuentros amistosos que acaban en verdaderas masacres. Y están los otros. Los partidos entre equipos ya eliminados, con su rabia de desquitarse a golpes con la pared, de dale al que no te dio. Eso fue el grupo C esta mañana. Por un lado Francia y Dinamarca que se atacaban con el peligro que puede llevar una batalla a almohadazos. A lo más que llegaron en el segundo tiempo fue a darle entrada a Mbappé: como meter una piedra en la almohada. Una decisión que no llegó a mucho porque Francia se empeñó en golpear con el extremo contrario a la piedra, a Mbappé quiero decir. Y ni arañar pudo la gruesa carrocería danesa.

Por otro lado andaban Australia y Perú. Sobre todo este último que andaba deseoso por desquitarse las dos derrotas previas con los pobres australianos. Que es feo que todo el mundo ande alabando tu juego y no haber marcado ni siquiera un miserable gol de VAR que es lo menos que se puede pedir en este mundial. Y sin VAR mediante Carrillo soltó un zapatazo desde el borde del área que dio fin a la virginidad goleadora de Perú. Luego, en el segundo tiempo Paolo Guerrero –un tipo de los que no dejan entrar en la mara salvatrucha por intimidante- rompió su particular divorcio con el gol remachando la primera victoria de Perú en 40 años. (Sí, en ese mundial que la dictadura de Videla le regaló al pueblo argentino convenciendo precisamente a los peruanos que se dejaran meter seis goles: desde entonces venía la maldición inca).
“Perú se va con un buen sabor de boca” dicen los titulares que es como decir que la muchacha te dijo que no, que no la acompañaras hasta su apartamento pero se despidió con un beso en la boca. Y así se te queda la cara, aunque no te hayan dado ni el teléfono.

lunes, 25 de junio de 2018

Arando en el VAR


La última jornada del grupo B se presentaba aparentemente apacible. A Portugal y a España les bastaba con empatar con Irán y Marruecos para clasificar en partidos en los que debían ganar sin perder la raya del peinado. (Bueno, en este mundial todavía no hemos visto un futbolista despeinado. Así de bueno debe ser el gel que usan). El caso es que a Portugal parecía irle todo viento en popa. Empezó ganando con gol magnífico de Quaresma pero luego cogieron demasiado en serio lo de no despeinarse y apenas atacaban. El partido se convirtió en realidad en un video juego: se pasaban más rato revisando las jugadas en el VAR que jugando en la vida real. El VAR le ragaló un penalti a Cristiano (que falló en la vida real), le rebajó una tarjeta roja a amarilla y le concedió otro penalti a los iraníes que sí aprovecharon: cuando se viene del Tercer Mundo se aprecia mejor el valor de las cosas. Y una vez empatados insistieron en amenazar la portería: con un gol más clasificaban y de paso dejaría fuera a Cristiano y al resto de los portugueses.
Mientras tanto Marrueco se le adelantaba a España un par de veces. Primero Iniesta y Sergio Ramos cayeron en un “¿el balón este es tuyo?”, “no, yo creo que es tuyo” que fue aprovechado por un delantero marroquí para anotar y mudar a toda su familia a Melilla. Iniesta se redimió dándole un pase a Isco que era como regalarle la portería contraria. Pero poco dura la alegría de las diferentes comunidades autónomas que tienen a bien a representar al Estado Futbolístico Español y el marroquí Nesiry la clavó en un corner. Ya se acababa el tiempo y España ya no sabía si con un gol de Irán a Portugal tenía que hacer las maletas o sacar prórroga en el hotel. Al final, VAR mediante, el árbitro concedió un gol dudoso a Iago Aspas y España queda como cabeza de grupo lista para enfrentarse a los anfitriones del mundial machacados por los uruguayos horas antes. “Nadie sabe para quién trabaja” habrán dicho los iraníes que con el empate apearon a los portugueses del primer puesto del grupo y ahora deberán jugar con los agrandados uruguayos.

Arabia Saudita 2, Egipto 1

Iba a ser un juego histórico. Literalmente. Nada de lo que ocurriera afectaría el presente. Tanto egipcios como saudíes estaban eliminados pero eso no les impediría conseguir cosas importantes. Como que Arabia Saudita consiguiera su primera victoria desde 1994. O que Egipto anotara su primer gol que no fuese de penal en un mundial desde 1934. O que ganara su primer juego mundialista desde los tiempos en que Mahoma todavía no escuchaba voces. Y mucho de eso se logró. Arabia Saudita ganó y el egipcio Salah anotó un bello gol de vaselina. Por si fuera poco Egipto puso a jugar a su portero suplente que con ello se convirtió en el jugador más viejo en un mundial, en el portero más viejo en parar un penal y en recibir un gol segundos antes de que concluyera el partido.  

Uruguay 3, Rusia Nikojoniev

Luego de meter en sus dos primeros partidos la misma cantidad de goles que los que hizo España en siete partidos para conquistar la copa del 2010 los rusos podían permitirse soñar. Por eso y por el empuje extra que siempre da el ser anfitrión. Habría quien objetara que faltaba medirse con equipos mayores de edad. Y Uruguay podía servirle de referencia como un equipo más o menos de su tamaño. Si es por eso Rusia no irá a ningún lado. No solo por recibir tres goles (uno en propia puerta) que pudieron ser muchos más. También porque ante una defensa adulta fallaron más que el malo al final de las películas. El sueño no habrá terminado pero parece que será más corto que lo que otros pensaban.

Carlos Edmundo de Ory


Hoy El País le dedica página al poeta Carlos Edmundo de Ory y a su biografía escrita por el también poeta José Manuel García Gil. Ory es el mismo a quien en “Siempre nos quedará Madrid” me refiero como “vieja gloria de la poesía española”. Justo el personaje que desencadenó –la provocación era su verdadera profesión- un incidente que refiero en el libro y que me ayudaba a explicar qué es la política para un cubano exiliado:
A veces las cosas son algo más complicadas. Como cuando me invitan a Cádiz a presentar el nuevo número de la revista de arte y literatura que dirige Mané. La invitación incluye una comida. Mesa en un restaurante y, frente a mí, una vieja gloria de la poesía española. Alguien cuyo currículum incluye hasta la creación de un movimiento poético. Hace ya mucho tiempo que vive en Francia. Un poeta ya pasados los sesenta disfrutando de su regreso a la tierra natal como extraño centauro: mitad hijo pródigo, mitad vaca sagrada. Reverenciado por los hijos y nietos de los mismos que alguna vez le negaron el pan y la sal de la gloria provinciana. Un viejo malicioso y socarrón con sonrisa arrugada, mirada azul de diablo joven y unas ganas tremendas  de divertirse en la sobremesa. “Así que cubano. ¿Y eres anticastrista?”― me pregunta. El otro elemento con que cuenta el viejo poeta para su diversión ―además de mi respuesta― es un compositor que a pesar de su comprobada ausencia de voz, insiste en presentarse como cantautor. El resultado: uno de los cantantes más inaudibles en la historia de la música occidental, quizás porque su secreto sea cantar en una frecuencia indetectable para el oído humano (menos de veinte hertzios o más de veinte mil). Aunque se hizo famoso en el pasado por canciones que veladamente criticaban el franquismo ―ateniéndose a una lógica no por defectuosa menos popular― profesa un fervor público y notorio a la dictadura del sitio de donde vengo.
Apenas respondo al poeta viejo que no me interesa definirme por mis opiniones sobre el hijo de puta que gobierna mi país, hacia mí se gira el compositor público y cantante secreto. Lo hace para defender un régimen que considera justo y necesario. (Definición de mi abuelo sobre la diferencia entre lo justo y lo necesario: uno se puede meter el dedo en el culo y quedarle justo, pero no es necesario). Durante los siguientes minutos me pierdo el brillo de los dientes del poeta, su sonrisa ladina, porque ando empeñado en demostrarle al músico lo inhabitable que es el régimen que él exalta. Al parecer llego lo suficientemente lejos como para que apele a sus más recónditos conocimientos de Historia cubana extraídos de la segunda parte de “El Padrino”. Su argumento más sólido para justificar casi cuatro décadas de dictadura es éste:―Antes de la Revolución, Cuba era un prostíbulo norteamericano.Le ahorro los detalles históricos y me voy por la vía más fácil: decirle que ahora el país se ha convertido en un prostíbulo español. Eso lo obliga a recurrir a su teoría sobre el diferente valor de las esencias nacionales.
―Es preferible que Cuba sea un prostíbulo español que uno norteamericano.No dice en qué consiste la superioridad de los penes españoles sobre los gringos, pero su tono indica que no vale la pena explicar lo obvio. Éste es el punto de la historia en que al escucharla mis amigos debaten sobre cual hubiera sido mi mejor respuesta: unos habrían preferido una bofetada mientras otros se inclinan por el silletazo en la cabeza. Una historia de esa índole siempre es propicia para que cualquiera desboque sus más violentas fantasías al amparo del pluscuamperfecto de subjuntivo: “Si yo hubiera estado allí…”. Yo me refugio en ese punto del protocolo que desaconseja terminar la comida a la que te invita un amigo volcando la mesa y enviando a uno de los huéspedes de honor al hospital. Porque en aquel instante soy tan inaudible como el cantante clandestino en sus conciertos. La rabia me impide discutirle por qué mi país podría aspirar a otra cosa que a burdel de alguna potencia extranjera o por qué los penes de la Madre Patria no deberían tener preferencia sobre los del resto del mundo.
Al final de la noche vuelvo a encontrarme con el cantante afónico en un bar de la ciudad: oscila al compás del hielo del cubalibre que lleva en la mano. Insiste en convencerme de las razones últimas de su embeleso con la dictadura que me vio nacer. Lo acompaña una chica que al mismo tiempo que sirve de traductora de su jerigonza alcohólica intenta atraerme a los abrazos del músico mientras yo vuelvo a recordarle ―como si sirviera de algo― que no tiene sentido discutir con el estómago lleno y el cerebro embotado sobre un país hambriento de casi todo. Que ese trago que lleva en la mano vale lo mismo que medio sueldo de mi padre. Pero allí en medio del bar el músico es la encarnación misma de la política, una abstracción que no se detiene en esos pormenores.

Seguridad del Estado: ¿quién escribe a quién?

Hoy en Diario de Cuba Antonio José Ponte escribe sobre "El compañero que me atiende":

Lo que más me gusta de El compañero que me atiende, la antología de Enrique del Risco, es que rebate el reparto habitual de roles, y en sus páginas un buen grupo de escritores —incluso algunos residentes en la Isla— es quien escribe de los policías políticos. O sea, los expedientados componen expedientes. Expedientan, no solo a un puñado de atentos compañeros y toda esa ralea, sino al Estado, a la violencia de Estado. Se trata, creo, de una antología que ayudará a levantar la tácita veda existente entre la policía política y sus escritores vigilados, prohibición de que la primera no sea aludida en ningún texto.
[Para leer el artículo completo pinchar aquí

domingo, 24 de junio de 2018

Colombia 3, Polonia nic

Por si hacía falta la presencia de Colombia en este mundial ha venido a confirmar la noción de que el fútbol es un deporte de equipo. En el primer juego de poco le sirvió a Colombia contar con estrellas como Falcao, James o Cuadrado cuando desde el minuto tres tuvo que jugar con diez jugadores producto de la expulsión de un defensa. Con diez el equipo se veía más débil e impotente que un cepillo de dientes en una pelea a machetazos. Y sin embargo hoy frente a Polonia fue distinto. Arrinconaron a los polacos en su área de modo que parecía que en la otra mitad del terreno estaban cobrando la entrada. Que cayeran los goles colombianos era solo cuestión de tiempo. Y así cayeron los de Mina, Falcao y Cuadrado, el primero y el último tras bellos pases de James. Pudieron ser unos cuantos más. 

Senegal 2, Japón 2


El partido fue una reedición de la fábula de la hormiga y la cigarra. La perseverancia y el orden japonés frente al talento y la inconstancia senegalesa. Empezó anotando la cigarra aprovechando un mal rebote del portero japonés y al poco rato la hormiga empató. Los senegaleses volvieron a adelantarse en el segundo tiempo con una linda jugada iniciada por la banda izquierda. Pero al poco rato Honda, acabado de entrar en el juego, remató bien tras pésima salida del portero de las cigarras empatando el partido. Difícil mantener ventajas cuando se sufre de Attention Deficit Disorder colectivo. Pero pudo ser peor. La cigarra pudo haber muerto de frío en el invierno por falta de precaución. O a la hormiga no bastarle con la persistencia.

Inglaterra 6, Panamá, victoria moral


Todo es relativo. Una derrota de 1-6 normalmente se asumiría como aplastante y vergonzosa. No para los panameños. No en este, su primer mundial en un deporte que vinieron a descubrir el otro día como quien dice. Pudo ser peor. El primer tiempo terminó cinco a cero a favor de los ingleses gracias a dos penaltis cobrados por Kane, un par de corners y un zapatazo salvaje de Lingard a la escuadra de Penedo, el portero istmeño.
Todo apuntaba a que en el segundo tiempo los ingleses se propusieran superar el diez a uno de los húngaros a los salvadoreños en el mundial de 1982 en España. En eso el Bolillo Gómez se le acercó al entrenador inglés y le habló persuasivo, palmadita en el hombro incluida, la palma de la mano moviéndose hacia abajo, sugiriendo un ritmo más pausado en la reanudación del juego. El inglés asintió, que ya los imperios no son imperios y si lo son tienen su corazoncito. Y Kane empezó metiéndola en la portería, sin quererlo, con una pelota que le rebotó en el talón para sellar su hat trick y ponerse al frente de los goleadores del campeonato con cinco tantos.
Pero aun no había ocurrido lo mejor. Con el juego seis a cero aquello se había tornado un amistoso un tanto abusivo, como la de un jefe que sale a emborracharse con el último de sus subordinados. El Bolilo hizo varios cambios pensando menos en anotar goles que en darle la oportunidad de los que habían viajado a Rusia y todavía no habían pisado la cancha. Incluido Felipe Baloy, un veterano de 37 años, figura histórica del fútbol panameño que aspiraba a que su viaje a Rusia le sirviera para algo más que para aumentar su colección de magnetos de refrigerador. Y en eso a Panamá le tocó cobrar una falta. Un centro precioso que el viejo Baloy empujó con la punta del pie hacia el rincón más inalcanzable de la portería inglesa. Los panameños en las gradas festejaban como si acabaran de ganar el mundial. Y lo ganaron. Al menos su mundial particular contra la Historia, tan pesada ella.
Así se terminó el partido, 6 a 1. O, si nos fijamos en el marcador parcial del segundo tiempo, empate a uno con los inventores del fútbol. La historia de los panameños la escriben los panameños. Y el 23 de julio pasará a la historia como el Día del Gol Histórico. Y los futuros visitantes del istmo llegarán al país por el aeropuerto Felipe Baloy y luego se dirigirán a la plaza Mártires de Nizhni Nóvgorod en el centro de la capital. Porque por mucho entusiasmo patriótico que se tenga hasta los panameños convendrán que lo que ocurrió allí fue una masacre.

sábado, 23 de junio de 2018

Alemania 2!, Suecia 1

La derrota de Alemania contra México no fue accidental como se encargó de aclarar el partido de hoy contra Suecia. En el primer tiempo el ataque alemán era tan lento y previsible como la evolución de la escoba. Y entre uno y otro los suecos aprovecharon para colarles un gol. A inicios del segundo tiempo los alemanes regresaron con mayores bríos pero sin demasiadas ideas, cual glande bajo los efectos del viagra. Eso alcanzó para empatar pero los esfuerzos posteriores fueron fracasando uno a uno hasta que en el minuto 82 al defensa alemán Jerome Boateng le sacaron tarjeta roja. Si hasta entonces la victoria parecía difícil ahora parecía tan remota como la paz en el Medio Oriente. Ya era el minuto 95 y Joachim Low, el entrenador alemán, andaba comprando los tickets de regreso en expedia.com cuando en el cobro de una falta al borde del área Toni Kross clavó el balón en una esquina del arco sueco. Fue así como este equipo de alemanes multiculturales y hipsters redescubrieron la épica. Y Kroos fue Aquiles.

México 2, Corea 1

El partido iba a servir para aclarar si la victoria de México sobre Alemania era un accidente o un indicio de que los aztecas serían un serio contendiente a ganar la copa. Esto último al menos es la convicción de Univisión y Telemundo por aquello que la gran mayoría de sus televidentes son mexicanos y el cliente siempre tiene la razón. Y a juzgar por el juego contra Corea ni lo uno ni lo otro. México volvió a lucir como un equipo sólido y confiado en sí mismo pero está a la misma distancia de ganar un mundial que una hamburguesa McDonalds en un anuncio de una McDonalds real.
El primer gol mexicano llegó por cortesía de un defensa coreano que olvidó que dentro del área tocar la pelota con la mano se castiga con la pena máxima. En el segundo tiempo los mexicanos intentaron ampliar el marcador por el sistema de patear desde lejos por encima de la portería. Hasta que alguien revivió la gloriosa idea de pasarle la bola al compañero. Así fue como Chicharito marcó el segundo gol mexicano. El resto del juego los mexicanos dentro del terreno siguieron intentando marcar mientras los de las gradas cantaban “Cielito lindo”. Así hasta que a última hora los coreanos se acordaron para qué andaban por ahí y marcaron el gol de la honrilla. El gol coreano silenció momentáneamente el coro de “Cielito lindo” pero no el ardor de los locutores de Telemundo que ya ven a México disputando la final de Moscú ante el regocijo del público y de los anunciantes. Solo queda el consuelo de que si la transmisión fuera a través de Univisión la selección mexicana sería vitoreada como ganadora de la próxima entrega de “La Guerra de las Galaxias”. 

Bélgica 5, Túnez 2

Fue un juego bonito. Bonito pero ya desde mediados del primer tiempo más previsible que el resultado de las elecciones en Cuba. Bélgica y Túnez eran como dos boxeadores con quijada de cristal pero buena pegada. Ganaría el que más duro diera y esos eran los belgas. El penal otorgado a estos nada más empezar el partido a la larga se vio redundante. Para marcar no necesitaba de tales ayudas. Para ello se bastaban su capitán Hazard y su ariete Lukaku, potente como un tren que de vez en cuando puede sacarse un toque elegante pero sin exagerar. Ya lleva cuatro goles en el mundial, los mismos que Cristiano. Como decía, Bélgica para anotar contaba con sus delanteros y con la benevolencia de los defensas tunecinos. Ambos equipos crearon abundantes y claras oportunidades de gol. Si hubieran convertido solo la mitad el partido hubiese terminado 10 a 5. Pero no hay que ser avariciosos. Agradezcamos que por una vez en este mundial dos equipos se tomaran en serio el esotérico concepto de meter la pelota entre las redes.

viernes, 22 de junio de 2018

Suiza 2, Serbia 1


Suiza venía de empatar con Brasil en el último momento. Serbia de ganarle a Costa Rica. A los cinco minutos un gol de Serbia hacía pensar en que los serbios sopapearían a los suizos sin piedad. El gol y que Serbia parecía controlar el partido como Stalin en sus buenos tiempos. Pero en el segundo tiempo se vino la rebelión Suiza. Primero empataron con gol de Xhaka. Luego Shaqiri –que ya había avisado con un disparo al poste- se lanzó al contraataque y se dio la oportunidad de quitarse la camiseta para mostrar abdominales, un bonito gesto puesto de moda Cristiano Ronaldo. El resultado deja el grupo E (Brasil, Suiza, Serbia y Costa Rica) en un estado más tenso que el de la familia de Kim Jong –un. Y con semejante incertidumbre. Bueno, todos excepto Costa Rica que ya tiene claro cual es su próximo paso. 

Nigeria 2, Islandia…

¿Recuerdan a la Islandia que llegó a cuartos de final de la Eurocopa? O -si andan cortos de memoria- ¿la que empató a uno con Don Segundo Sombra (alias Argentina)? Pues nada que ver. En su lugar al juego contra Nigeria se presentó una ONG de ayuda a África. Los nigerianos al principio no se lo querían creer y anduvieron cautos, como el río que corre por Bayamo. Y así el primer tiempo transcurrió apacible, como el Don. Sin apenas tiros a puerta, sin faltas.
Pero ya en el segundo tiempo los nigerianos –ya más confiados ante la falta de peligro en la retaguardia- emplearon sus armas defensivas que son esencialmente dos: Moses corriendo como un condenado por el ala izquierda y Musa rematando todos los centros que le tiran. Y así llegó el primer gol africano. Moses que avanza en un contragolpe y centra, Musa que controla y al segundo toque la clava en la red. Precioso. Y un rato después el propio Musa repitió la dosis.
Los islandeses pudieron acercarse con un penalti tonto (que cuentan igual que los penaltis listos) pero Fulanitosson, entregado de lleno a las labores de beneficencia mandó el balón al respetable. Y luego los nigerianos estuvieron más cerca del tercer gol que los islandeses de acercarse. Al final los africanos celebraban y los argentinos celebraban más todavía. Ahora para pasar a la siguiente ronda solo les queda esperar que Islandia siga en plan ONG contra Croacia y que la albiceleste derrote a un equipo que acaba de hacer lo que el equipo argentino no ha conseguido todavía en este mundial: ganar.

Brasil 2, Bye Bye Costa Rica

Iba camino a ser el cero a cero más esforzado de este mundial. Brasil había intentado anotar por todos los medios (incluido el recurso supremo de Neymar Horizontalinho dejándose caer en el área pero el VAR por una vez hizo justicia negando un penalti que el árbitro de carne y hueso ya había decretado). Sin embargo, lo que parecía que era el juego en realidad no era más que un calentamiento de 90 minutos destinado a agotar a los ticos. Llegó por fin el juego en la forma de seis minutos añadidos en el cual todos se relajaron un poco, incluida la defensa tica que al fin permitió que anotara Coutinho, el único brasileño que hasta entonces estaba autorizado a marcar goles. Tres minutos después Horizontalinho al parecer aprendió la lección de Coutinho de que es más bonito anotar goles en posición vertical y marcó el segundo para Brasil. Cuando el árbitro decidió dar fin al juego los ticos ya se sabían fuera del mundial. Eso al parecer le rompió el alma a Neymar que se puso a llorar como no lo habíamos visto desde el mundial anterior cuando una lesión lo dejó fuera de la competencia. Técnica Stanislavsky que le dicen.

jueves, 21 de junio de 2018

Croacia 3, ¿Argentina?


La gran incógnita antes de comenzar el partido era si concurriría a jugar Messi o su versión de videojuego FIFA 2018. Y lo que apareció –por supuesto- fue la versión videojuego. La de Messi pero también la del resto del equipo que no querían dejar solo a su estrella. Todos no. Porque el portero Caballero quiso hacerse el retro y apareció en versión Pong, aquel abuelo de los videojuegos actuales, elemental y bidimensional que a la primera oportunidad le entregó la pelota a un delantero croata. A este, conmovido allá en su seno, no le quedó otra opción que colar el balón regalado en la portería. El gol bastó para hundir a los argentinos –dentro y fuera del terreno- todavía más de lo que ya estaban. Un estado de parálisis que Croacia aprovechó para colar un par de goles más perfectamente tridimensionales. El juego terminó con los argentinos en el terreno –y fuera de él- haciendo cálculos de cómo podrían clasificar a la siguiente fase sin tener que salir del hotel en el que están concentrados. Tal vez echar un torneo de FIFA 2018 con los nigerianos y esconderles el mando del videojuego.

Francia 1, Perú, fuera

Fue, como podía esperarse, un partido entretenido. Un par de equipos descaradamente ofensivos. Y a Perú le iba la eliminación que es como decir la vida. Y en efecto, fue un partido entretenido, sobre todo en el primer tiempo con llegadas de ambas partes, un gol francés (de Mbappé quien se convierte en el francés más joven en anotar en un mundial) y un montón de disparos a puerta peruanos. Recordaba –y esta es una referencia estrictamente para tembas amantes del boxeo- a aquellas peleas entre el canadiense Shawn O’Sullivan y el cubano Armandito Martínez sacándose el bofe cada segundo del combate gracias al espíritu combativo de ambos… y a su falta de pegada. Se descuidaban la defensa para atacarse más y mejor. Algo así pasó con Perú cuyos delanteros convertían las elegantes jugadas de sus armadores en bellos disparos por encima del arco. Y es una lástima porque ya desde ahora echaremos en falta a uno de los equipos que con más elegancia se va al ataque. (Y con menos eficacia).

Dinamarca 1, VAR 1

Esta mañana se celebraban dos encuentros simultáneos. Uno en la cancha entre Dinamarca y Australia y otro detrás de los micrófonos de Telemundo entre un narrador y una narradora. La narradora era vanguardia en el asalto a uno de los bastiones del machismo mediático en las transmisiones latinas en Estados Unidos que son las narraciones de los partidos de fútbol (otro de los bastiones del machismo mediático es el resto de la programación de las emisoras latinas).
Dinamarca marcó primero, en el minuto cuatro tras una buena combinación. Australia empató tras la revisión de una jugada en la que un danés golpeaba involuntariamente el balón en el área. Pero para la democracia del fútbol de VAR vale lo mismo que el segundo de Maradona a Inglaterra en 1986 (aunque de existir el VAR para ese entonces el primer gol argentino contra Inglaterra habría sido anulado y Maradona hubiese recibido al menos una tarjeta amarilla).
En la cabina de transmisión el narrador se defendía como podía con comentarios paternalistas, tono condescendiente y falsa cortesía para explicarle a la narradora lo equivocada que estaba en casi todo. Del lado de ella nada más elocuente que los silencios en que uno se la imaginaba mordiendo el bolígrafo con todas sus fuerzas para no enterrárselo en un ojo a su compañero de transmisiones. El desafío de la cancha, pese a los esfuerzos en ambos sentidos terminó empatado a uno. La batalla en la cabina de transmisiones no ha concluido pero desde ahora resulta claro que la narradora va delante en el marcador. 

miércoles, 20 de junio de 2018

Otro uno a cero (pero diferente)

Uno ve el resultado del España- Irán y puede pensar que simplemente se adscribieron a la moda contagiosa del uno a cero que azota este mundial. Que llegados al resultado que está haciendo furor ambos equipos hicieron todo el esfuerzo posible por mantenerlo. Nada más lejos de la realidad. En realidad aclaremos que si no hubiese intervenido la casualidad y el rechazo de un defensa iraní no hubiera dado en la pierna de Diego Costa no se hubiera roto el empate a cero en un gol que subió a la cuenta del hispano-brasileño pero cuyo único mérito consistió en pasar por ahí y tener sus dos piernas completas.
También hay que aclarar que luego del tanto hispano-chiripero los descendientes de Jerjes no se quedaron cruzados de piernas. Incluso hasta anotaron un gol y lo celebraron como si hubieran ganado la batalla de Maratón pero luego el VAR decidió que no, que el gol persa había sido anotado en fuera de juego. Y uno piensa que de haber VAR cuando las Termópilas quizás Leónidas y sus trescientos se hubieran salvado. El caso es que los ahijados del ayatollah volvieron a estar a punto de empatar por lo menos en una ocasión más en que a Piqué le hicieron un caño que será un hito anticatalanista o antiespañol, según se mire. O sea, que fue un uno a cero pero peleadísimo que le servirá a España para clasificar y a Irán para empezar a doblar camisas y acomodar matriuskas en el fondo de sus maletas.

Uno a cero (otra vez)

Imagino ahora a un extraterrestre que esté viendo el mundial reportando a su base: “el fútbol es un deporte que practican 22 jugadores y termina casi siempre uno a cero”. A esa moda del uno a cero se subscribió también Uruguay que con dos resultados idénticos (primero contra Egipto y ahora contra Arabia Saudita) ya está clasificada para octavos de final. El gol de Luis Suárez lo cazó en un corner con la punta del pie, lo que dice mucho de lo descuidado que tenían a uno de los mejores goleadores del mundo mundial. De esos que ven la vida (y la pelota) en cámara lenta donde los otros solo ven agitación y tumulto. Los saudíes en cambio saben desde ahora que el único partido que les queda (contra Egipto, otro eliminado) es pura coreografía.

Die Slow

A los cuatro minutos, con gol de cabeza de Cristiano Ronaldo el partido prometía. Un nuevo hat trick de Cristiano, goleada portuguesa. Acción, violencia y lenguaje de adultos. Nada más lejos de la realidad. Como si primero viéramos los avances de una nueva entrega de Die Hard y luego nos pasaran una película danesa sobre las dificultades de una viejita para recuperar su pensión. Y en el papel de la viejita la selección de Marruecos, que había perdido su primer partido y una nueva derrota lo sacaría de un mundial. Una viejita que se acercaba a duras penas al área chica para entonces mandar la pelota a cualquier sitio menos a la portería. Y ese era el lado emocionante de la película porque por parte de Portugal se hacía todavía menos. Al parecer a Cristiano –ese personaje de cine mudo en pleno siglo XXI- le ha dado un ataque de modestia y tiene vergüenza seguir marcando goles para luego tener que enseñarnos sus músculos abdominales. O quizás haya subido medio kilo de más y teme que se le note. Y a joderse los que se levantaron a las 8 de la mañana para quedarse con cuatro minutos de avances vertiginosos y otros 86 de puro relleno.

martes, 19 de junio de 2018

El efecto Salah


Se esperaba que Egipto reaccionara ante el efecto Salah, la estrella de los faraones que se perdió el partido por lesión en torneo de judo contra Sergio Ramos en la final de la Champions. Y efecto hubo. Como si los egipcios hubiesen saltado al patio del colegio acompañados por el hermano mayor que no iba a permitir que esos rusos grandulones los mangonearan. Se les notó en la confianza con que afrontaron el primer tiempo. En cómo acosaron la portería, incansables. Pero el efecto Salah fue más bien espiritual porque el propio jugador apenas sí entró en contacto como el balón. Como si en vez de las manchas pixeladas del cuero viera los ojos de Sergio Ramos, mirándolo fijamente. Cualquiera lo entiende. Apenas se le acercaba el balón y ya debía dolerle el hombro. Así que en el segundo tiempo los apadrinados de Putin se cansaron del acoso y empezaron a hacer goles. O a invitar a que los momias se los anotaran ellos mismos, que cuenta igual. Cuando por fin Salah decidió entrar en el juego ya los rusos tenían tres goles a su favor y el penalti que cobró apenas servía para mejorar sus estadísticas. O, si acaso, espantarse un poco el efecto Sergio Ramos.  

Solidaridad polaca

Después de tantos años de nazismo, comunismo y catolicismo en esteroides a los polacos  les ha dado por la caridad y la comedia. Cuestión de relajarse. O más bien por la tragicomedia: para que los demás se rían con lo que ellos lloran. Y con “los demás” pienso en primer lugar el equipo de Senegal. ¿Un senegalés dispara un balonazo que difícilmente hubiera entrado? Pues ahí estará un defensa polaco para desviar el balón, confundir a su portero y colarla por el palo contrario al que esperaba. ¿Los polacos creen tener el empate al alcance de la mano? Pues los defensas  se equivocan al pasarle al portero, chocan entre sí, y le regalan el balón al delantero contrario para que lo lleve hasta la meta polaca. El tanto polaco al minuto 85 llega demasiado tarde como para cambiar las cosas. Y los senegaleses claro, agradecidísimos por este desinteresado acto de solidaridad polaca.

Desastre a la entrada

Tienes una cita trascendental con la mujer de tu vida. Te metes un mes en el gimnasio, te compras ropa nueva y nada más entrar en el restaurante chocas con un camarero que lleva en la bandeja un coctel de camarones: quedas cagado de arriba abajo con la salsa roja y un camarón asoma del bolsillo de tu camisa. Algo así le sucedió a Colombia en su debut mundialista contra Japón. A los dos minutos ya le habían pitado un penalti con expulsión incluida. Jugarían el resto del partido con uno menos. Que al principio no se nota tanto pero a medida que avanza el juego pesa como haber elegido el restaurante equivocado, la chica equivocada., la vida equivocada. Así y todo Falcao, el Thomas Alba Edison colombiano, se inventó una falta al borde del área por el conocido método de empujar y dejarse caer. El árbitro tragó y Quintero coló la pelota por debajo de la barrera y dentro de la portería. Casi al final del primer tiempo.
Un juego nuevo como quien dice. Pero no. Los colombianos estaban reventados por corretearle a un japonés de más y en un corner los japoneses se fueron arriba de un buen cabezazo. Como si luego de sacudirte como mejor podías la mancha del coctel de camarones al padre de la chica se le derrame una copa de vino tinto encima de tus pantalones. “Ella no va a ser tan superficial” te dices. Y te engañas. Porque estamos en un mundial y cualquier detalle cuenta. Y te regresas a casa diciéndote que la próxima vez que abras la puerta del restaurante tendrás más cuidado. 

lunes, 18 de junio de 2018

Inglaterra 2, Túnez 1


Lo habitual es que el equipo inglés empiece todos los campeonatos de manera prometedora y se vaya desinflando por el medio del camino, hundido por un penalti fallado o por las manos de trapo de su portero. Esta vez, en cambio Inglaterra ha tenido la cortesía de evitar falsas expectativas entre sus seguidores y ha llegado desinflada al primer juego. Si generó algún entusiasmo con el primer gol de Kane poco después el VAR -abierto, democrático- concedió un penalti a Túnez que lo aprovechó sin falta. Y así empatados ambos equipos pasaron la mayor parte del juego con Inglaterra insistiendo con llegadas tan poco claras como una explicación de adulterio. Hasta que al minuto 91 Kane volvió a cabecear el rebote de un corner y resolvió el juego a favor de Inglaterra. El juego, porque lo que es hacerse ilusiones con el resto del campeonato ya es responsabilidad de cada uno. 

La historia absuelve


Hoy fue un día histórico para Panamá, equipo que debuta en mundiales. Primer partido en un mundial, primeros toques de balón, primeros lanzamientos a puerta. Primeros tres históricos goles recibidos. Un castigo un tanto excesivo para el debutante si se tiene en cuenta que Bélgica, su rival, lució menos dominante que lo que sugiere el resultado. Quedará pendiente para Panamá el primer gol anotado en un mundial, la primera victoria. Pero tampoco hay apuro. Cuando se va de pionero, de fundador, de prometido de la Historia, todo se perdona.

El totalitarismo no es un padre


Adam Zagajewski en “Solidaridad y soledad”:

“Hay una etapa transitoria, por la que pasan a menudo los jóvenes nacidos en la esclavitud, que consiste en mirar el totalitarismo comunista como los hijos de los pastores debían de mirar a sus padres: con desesperación, ira, decepción y, al mismo tiempo, con la vaga esperanza de que, debajo del cristianismo paterno –un cristianismo contaminado, contrahecho, humorístico y cruel- se ocultara el cristianismo verdadero, sereno y lleno de amor: el de Cristo. O sea que también ellos –ya no hijos de un pastor sino de un militante de un partido- están dispuestos a creer por un momento que debajo de la costra del socialismo real, se esconde un socialismo distinto, el socialismo cálido, bueno y amigable de las novelas soviéticas para jóvenes. Pero esto es imposible. El paralelismo es falso.
La situación del espíritu en el totalitarismo no es cosa de familia. Quien tiene las llaves de nuestra celda no es un pariente próximo, sino una fuerza fría y ajena, anónima y pegajosa como un sapo. […] De modo que no busquemos modelos en los hogares de los pastores protestantes ni en las familias de los comerciantes judíos. Ni tampoco en Freud. El totalitarismo no es un padre, y esto complica sobremanera la situación del espíritu que, de pronto, se encuentra frente a frente con un adversario de otra clase, con un adversario que no tiene nada de espiritual, sino que es una amalgama de fuerza anónima”
La situación del espíritu en el totalitarismo no es cosa de familia. Quien tiene las llaves de nuestra celda no es un pariente próximo , sino una fuerza fría y ajena, anónima y pegajosa como un sapo. […] De modo que no busquemos modelos en los hogares de los pastores protestantes ni en las familias de los comerciantes judíos. Ni tampoco en Freud. El totalitarismo no es un padre, y esto complica sobremanera la situación del espíritu que, de pronto, se encuentra frente a frente con un adversario de otra clase, con un adversario que no tiene nada de espiritual, sino que es una amalgama de fuerza anónima”

En fin el VAR

Gracias al VAR (Video Assistant Referee) el partido Suecia y Corea del Sur no terminó empatado a cero. Agradezcámosle entonces este acto de piedad –la misma piedad que puede haber en un tiro de gracia- a la tecnología. La tecnología todavía es incapaz de mejorar el nivel de un juego pero al menos puede darle un resultado más justo.

domingo, 17 de junio de 2018

País vertical


Brasil llegaba a este mundial como favorito y eso no es poca cosa. Sobre todo teniendo en cuenta cómo había abandonado el mundial anterior. Nada menos con una goleada de 7 a 1 a manos de los derrotados hoy por México. El 7 a 1 era cosa del pasado. O mejor. Era un mal sueño del que la selección se había despertado en estos cuatro años. Hoy, que se enfrentaba a Suiza, era momento de demostrarlo.

El principio del partido pareció confirmar esa versión optimista. Por el juego colectivo, alegre y por el golazo de Coutinho. Sambas, culos meneándose, “o hexa é nosso” y todos imaginándose una marcha triunfal imparable hacia la sexta copa mundial. El 7 a 1 no era más que un espejismo. Luego vino el gol suizo, la frustración brasileña por acercarse a la portería contraria, el empate final y se tuvo más claro cuál era el espejismo verdadero, valga la paradoja.
Nadie como Neymar resume mejor este equipo. Un tremendo talento que serviría de algo si lograra mantenerse en posición vertical un par de minutos seguidos. Pero no. Al menor empujón ya anda revolcado, escupiendo trocitos de césped y pidiendo falta. Un poco más de insistencia en su posición de homo erectus y quizás veríamos goles y resurgir a ese Brasil arrollador que dejó de existir en el 2006 al mismo tiempo que el súbito eclipse de Ronaldinho. Desde entonces solo se han asomado malas copias, espectros, jugadores talentosos pero horizontales. Una máquina del tiempo parece ser el único remedio serio. Que viaje al pasado y regrese con Pelé, Garrincha, Tostao, Rivelino, Zico, Romario, Ronaldo y Ronaldinho en su mejor momento. O al menos a Neymar en su versión vertical. Si es que existe.

Rebelión en el teocalli

Venían a chocar Alemania y México. México, el país que no gana nada desde los tiempos de Moctezuma, cuando las victorias se contaban por corazones sangrantes. El país del “sí se puede” esa frase que suena a rendición disfrazada. De los comentaristas deportivos más insoportables de la cristiandad. Un país que hay que ser muy mexicano para apoyarlo. O no tener nada más que apoyar. Del otro lado el campeón, con sus jugadores de hace tres mundiales que conservan rostros tan juveniles como para que los contrate una compañía de maquillaje y cuidado de la piel.
Los mexicanos más optimistas decían que su equipo sería capaz de evitar una goleada. Pero fuera de eso no se hablaba ni siquiera de empate. Una derrota digna sería suficiente. “Y viva México hijos de la chingada”. Los primeros minutos con una Alemania impecable y precisa parecía darle la razón a los más optimistas (o sea, que en el mejor de los casos evitarían una goleada). Pero entonces el equipo mexicano aguantó la presión alemana con un aplomo inusual y empezó a contragolpear hasta que en uno de esos contraataques consiguieron marcar un limpio gol.
Luego del gol el plan no cambió. Los alemanes atacaban y los mexicanos contraatacaban. México estuvo más cerca de ampliar la ventaja que Alemania de empatar el partido. El tiempo se acababa y al técnico alemán no se le ocurrió algo mejor que sacar una de esas momias en perfecto estado de conservación -Mario Gómez- cuya principal arma es reclamar penaltis inexistentes. Y así llegaron al final, con los mexicanos victoriosos. Lo más difícil queda por delante: convencerse de que en realidad ganaron, que no es un espejismo. Que no jugaron como nunca para perder como siempre. Que ser mexicano no es una justificación perfecta para la derrota.

Serbia 1, Costa Rica 0

De este partido no hay mucho que decir. Como no hay mucho que decir de un equipo como Costa Rica cuyo mejor jugador es el portero y el resto se encomienda a su talento. Que es como apostar al cero a cero. En el mejor de los casos. Tampoco se puede decir mucho de Serbia con sus jugadores fortísimos y hábiles pero sin demasiado sentido de equipo. El juego se resolvió como era de esperar: en una jugada a balón parado. Un tiro libre que parecía -por la distancia a que se cobró- inofensivo. Pero por la fuerza y la precisión con que se coló por la escuadra pareció un penalti. Uno que no sea cobrado por Messi dormido, por supuesto.

Dinamarca 1 - Perú 0

El segundo partido del sábado le correspondía otro enfrentamiento nórdico-sudaca, Dinamarca contra Perú. Dinamarca es un habitual en estas citas. Perú, en cambio, perdió la costumbre desde 1982, en los tiempos en los que Sendero Luminoso daba sus primeros pasos acumulando muertecitos. (O sea, una época totalmente analógica lo que para un milennial es contemporáneo con la fundación de Machu Pichu).
Los peruanos saltaron al terreno con la ansiedad de un reo que sale luego de larga estancia en prisión: asesino en serie en Estados Unidos, contrabandista de carne de res en Cuba. Amenazaban con comerse el terreno en un partido de los más intensos hasta ahora. Los peruanos intentaron de todo. Incluso dejarse caer en el área de penalti con elegancia y distinción que el VAR confirmó como pena máxima. Pero llegada la hora de cobrarla Cueva decidió que era mejor entregarle la pelota al público al que todo le debe, patada mediante.
Luego, en el segundo tiempo entre ataque y ataque peruano se coló un gol danés. Un contragolpe rápido y efectivo como venganza de narco. Y prosiguieron los peruanos sus ataques insistentes, llenos de detalles brillantes pero más ineficaces que los antidepresivos de Anthony Bourdain. Y así llegaron al final estos peruanos generosos y esforzados, con la satisfacción del deber incumplido. Porque de seguir así saldrán pronto del torneo. Y sería una lástima.

Argentina 1 Islandia, lo mismo

“No hay enemigo pequeño” deberían haber pensado los seleccionados mientras cantaban el himno y comprobar que sus rivales les sacaban un pie de estatura. (Esto es como promedio: Messi parecía directamente hijo de los islandeses). Pero no. Mientras cantaban aquello “Oíd, mortales, el grito sagrado ¡Libertad, libertad, libertad!” seguramente estaría calculando cuántos goles les meterían a un equipo que se estrena en la historia de los mundiales. Un equipo que representa a una nación de poco más de trescientos cincuenta mil habitantes y en el que cada jugador tiene además una ocupación seria por si eso de caerle a patadas a una pelotica les falla: el técnico es dentista, el portero, cineasta y el delantero Jón Dadi trabaja en una gasolinera. Y los jugadores argentinos, que en su vida se han dedicado a otra cosa que a patear la pelotica (si piensan en Maradona -sentado ayer entre el público- les advierto que catador de cocaína no es una profesión) se preguntarían si entre aquellos descendientes de vikingos no habría un jardinero que quisiera cortarles el césped. Y en eso sonó el silbato del árbitro.
No obstante, el silbato no debió sonar demasiado fuerte. Al menos no como para despertar a Messi que se quedó pensando si en el videojuego FIFA 2019 luciría más natural de lo que es en realidad. Mientras tanto el juego seguía su curso. Argentina atacaba e Islandia contraatacaba. Kun Agüero anotaba por fin su primer gol en mundiales luego de irse en blanco en los dos anteriores. Y a los pocos minutos lo imitaba uno de esos ordeñadores de osos polares para empatar el juego. Los argentinos se paseaban por la cancha con su superioridad de millonarios subcampeones mundiales y los vikingos novatos no se dejaban impresionar. Por fin uno de los jugadores argentinos –Meza- decidió desequilibrar el partido del mejor modo que pudo. Esto es dejándose caer en el área chica. El árbitro pitó penal y Messi pareció despertarse: pidió el balón para lanzar él la falta. Falsa alarma. Seguía dormido y pateó el balón sonámbulo que el cineasta islandés pudo atajar sin problemas. El resto del partido transcurrió del mismo modo pero ya sin más goles. Los únicos que ganaron fueron las aerolíneas islandesas que ahora deben estar vendiendo pasajes a Rusia al resto de los compatriotas que quedaban en la isla. 

De regreso con el mundial


Andaba de viaje y no había podido comenzar mis habituales crónicas de los mundiales (Mundial 2010, Mundial 2014). Ahora trataré de ponerme al día.