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los cuatro minutos, con gol de cabeza de Cristiano Ronaldo el partido prometía.
Un nuevo hat trick de Cristiano, goleada portuguesa. Acción, violencia y
lenguaje de adultos. Nada más lejos de la realidad. Como si primero viéramos los
avances de una nueva entrega de Die Hard y luego nos pasaran una película danesa
sobre las dificultades de una viejita para recuperar su pensión. Y en el papel
de la viejita la selección de Marruecos, que había perdido su primer partido y
una nueva derrota lo sacaría de un mundial. Una viejita que se acercaba a duras
penas al área chica para entonces mandar la pelota a cualquier sitio menos a la
portería. Y ese era el lado emocionante de la película porque por parte de
Portugal se hacía todavía menos. Al parecer a Cristiano –ese personaje de cine
mudo en pleno siglo XXI- le ha dado un ataque de modestia y tiene vergüenza seguir
marcando goles para luego tener que enseñarnos sus músculos abdominales. O
quizás haya subido medio kilo de más y teme que se le note. Y a joderse los que
se levantaron a las 8 de la mañana para quedarse con cuatro minutos de avances
vertiginosos y otros 86 de puro relleno.
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