miércoles, 23 de noviembre de 2022

Pablo Milanés como drama colectivo


No pensaba mencionar el tema pero una breve entrevista desde Radio Francia Internacional me empujó a opinar sobre el fallecido Pablo Milanés. Hablé primero de lo obvio: de su importancia como cantante y compositor para la música cubana. Luego me concentré en lo menos evidente, su drama como persona. El de resultarle sospechoso desde el inicio de su carrera al mismo régimen que admiraba y ser enviado a esos campos de castigo conocidos como UMAP. También mencioné el drama de intentar ser una persona decente en circunstancias perfectamente indecentes. Como su desencanto con la llamada Revolución Cubana fue aparejado con la comprensión de que su público en el exterior de Cuba -ese que le generaba ingresos- seguía necesitándolo como representante de un sistema en el que el músico creía cada vez menos. (Soy testigo del desencanto de sus admiradores izquierdistas cuando ya no percibían en Milanés el fervor que iban a reavivar en sus conciertos). También mencioné que entre la común abyección de sus compañeros de fila en la llamada Nueva Trova la ausencia de su firma en las cartas de apoyo al régimen en las circunstancias más abominables resultaba bastante elocuente.

Mi intervención en la radio francesa debía limitarse a dos minutos de manera que dejé muchas cosas fuera. Como que cuando el régimen cubano le clausuró la Fundación PM Pablo se limitara a echarle la culpa a la “burocracia mundial”. O que, cuando en un concierto suyo un grupo de periodistas y disidentes reclamaron libertad para el músico Gorki Águila, Milanés volviera a hacer silencio mientras los golpeaban y encerraban (aunque al parecer luego hiciera discretas gestiones para que los libertaran a todos). El silencio parece haber sido un elemento fundamental en la carrera de Milanés, algo paradójico viniendo de alguien cuya profesión y reconocimiento provenían justamente del buen uso de su voz.

Medio en broma suelo decir que el castrismo es mi maestro espiritual a la inversa: intento actuar justo al contrario de lo que este intentó enseñarme. Mientras el castrismo se empeña en mezclar como una sola ética, estética y política para anular la grandeza de cualquier artista que se le oponga yo intento deslindarlas y no contaminar el juicio sobre la persona con la opinión que me merece el artista ni condicionar uno y otra a las acciones del animal político. Pablo Milanés es, en cambio, un caso ejemplar de alguien a quien las circunstancias apenas le dejaron espacio para ser él del todo ni como artista, ni como persona, ni como ciudadano.

En estos días una acólita del régimen insistía en la abominable teoría de que los artistas cubanos deberían agradecer a la Revolución su mera condición de creadores. Como si los cubanos hubieran tenido que esperar al castrismo para brillar en las artes. Pablo Milanés es un caso de estudio de cómo un artista con un inmenso talento natural es maltratado por el poder, usado hasta la saciedad y luego manipulado como rehén permanente del sistema. Alguien que por lejos que se encontrara de su secuestrador nunca se sintió libre de su influencia, de su espectro. Quizás el dolor que recorre a muchos cubanos en estos días es, a la vez que reconocimiento al talento, identificación con un drama que -a diferentes niveles- tuvieron la desgracia de compartir.

11 comentarios:

Anónimo dijo...

Como siempre, Willy Chirino hace un análisis objetivo de la realidad. Estoy de acuerdo en todo lo que expone, porque soy testigo del proceso de desencanto de Pablito, como fue el mío y de tantos otros, que nacimos y vivimos en Cuba por muchos años ¡Bravo Willy!

Maite Ghersi dijo...

Brutalmente honesto

Anónimo dijo...

"Mientras el castrismo se empeña en mezclar como una sola ética, estética y política para anular la grandeza de cualquier artista que se le oponga yo intento deslindarlas y no contaminar el juicio sobre la persona con la opinión que me merece el artista ni condicionar uno y otra a las acciones del animal político" Guardaré este párrafo para el día que se muera Silvio Rodriguez.
Por lo demás, buena reflexión.

ahce dijo...

anónimo: estéticamente, con todo y su acierto para ciertas metaforas, Silvio Rodríguez es un llorón insoportable. Me valía cuando era un adolescente masoquista, valga la redundancia pero su "poética" no resiste un escrutinio adulto. Por otro lado tiene canciones muy hermosas y hay ciertas imagenes que me acompañarán siempre. Puede morir mañana mismo que la frase que me citas me seguirá sirviendo.

Realpolitik dijo...

La "revolución," entre otras cosas, siempre ha sido una enorme y potente máquina de compromiso, contaminación y ensuciamiento, y con toda idea. Por supuesto que no era posible estrellato alguno, en nada, sin comprometerse. Hubo excepciones que optaron por pagar el precio (y bien alto, por cierto) de ser dignos y no prostituirse, pero todo el mundo no es Lezama, Virgilio Piñera o Dulce María Loynaz. Existía la opción del exilio, pero eso era bastante menos seguro que quedarse en casa, jugar el juego y acogerse al padrinazgo del estado, que podía ser muy provechoso, como lo fue para muchos, incluyendo a Milanés. Nada, que la naturaleza humana es lo que es, y ser "nombre" bajo un sistema totalitario, como serlo en la Mafia, obligatoriamente conlleva embarrarse y, en efecto, servir el Mal.

Anónimo dijo...

Silvio es un llorón, Pablo no, basta repasar los títulos de sus canciones para comprobar su alegría desbordante: La vida no vale nada, Verdad amarga, La soledad, Debí llorar, Nostalgias, Ruinas del tiempo, Apocalipsis, Cual si fuera a morir esta mañana, Lamento, Los males del silencio, He sufrido algo, Llévame contigo muerte, Si morimos, Juegos de muerte, Queridos muertos, etc. Sobre la poesía, es verdad que hay versos de Pablo que son inigualables, por ejemplo ese que dice: "amo esta isla/ soy del Caribe/ jamás podré firmar tierra firma/ porque me inhibe" Neruda un enano.

Alí Reyes dijo...

Voy a tratar de ver lo que dice Willy Chirinos. Y en cuanto a tu artículo. Lo tomaré como fuente para el mío

Anónimo dijo...

Pablo cómo artista nadie le puede quitar el mérito, pero en cuanto a su convicción política fue muy ambiguo, apoyó el régimen de modo incondicional, hasta que se vio afectado con el boicot a la fundación Pablo Milanés y aún después siguió siendo concervador, ahora con su deceso muchos quieren fabricar un San Pablo, pero en mi opinión el tema es más escabroso que romántico.

Anónimo dijo...

La verdad que no se creer, hubiera sido muy bueno si dejará palabras al menos como memorias escritas. Pero nada de eso hemos oído y su última imagen fue un concierto con la foto del che a todo tren en La Habana. La verdad que no se que pensar.

Anónimo dijo...

Enrisco, ¿por qué no pensabas tocar el tema? Tú que eres un valiente (lo digo sin ironía) crítico de la tiranía cubana, va y te ¿autocensuras? a la hora de decir que Milanés se pasó toda su vida apoyando la revolución y a fidel, criticando a los que se iban (con mítines de repudio incluidos) y que le hizo canciones a los chilenos, los nicaraguenses y los pueblos del mundo en general, pero nunca tuvo un verso de piedad y generosidad con su propio pueblo ahogado por la dictadura. Tampoco entiendo que pretendas diluir la ignomia de Milanes en el drama del pueblo cubano. No me cuadra con tu valentia en otras ocasiones, saludos

ahce dijo...

Anónimo 9:57:
No pensaba hablar del tema porque su muerte me dejó extrañamente insensible, en un sentido o en otro. Luego un amigo me llamó para contarme que le pasaba lo mismo y decidí tratar de explicarme el dolor de los otros. Si a estas alturas escribo para demostrarme algun tipo de valentia me sentiría un poco infantil. Si te fijas mas que juzgar a Milanes me interesa explicarme el trauma colectivo que refleja su vida y su muerte.