martes, 1 de noviembre de 2022

Déjà vu, all over again (o la mala memoria del tío Sam)

¿Si nos ha funcionado siempre por qué no nos va a funcionar ahora? Se habrá preguntado la cúpula del poder cubana el verano pasado, cuando se veía arrinconado por las protestas populares, las presiones norteamericanas, la falta de perspectivas económicas y por la presencia ominosa de esos hoteles que no dejan de construir y no consiguen llenar. Y se acordaron del tío rico que siempre termina por sacarles las castañas del fuego. El tío Sam, ese mismo. Porque hace tiempo están peleados y eso está muy bien en la percepción universal del asunto pero una cosa es la guerrita verbal y algo muy distinto la pelea en serio. Y las medidas aprobadas por Trump y ratificadas por Biden -destinadas a reforzar la presión sobre el entramado financiero de GAESA y el resto de la cúpula gobernante- hacían que la cosa tomara visos de seriedad.

La solución estaba frente a los ojos de todos. La misma que cuando los vuelos de la Libertad, cuando Camarioca, cuando el Mariel, la Crisis de los Balseros o la de los migrantes por Costa Rica en el 2017. Un buen ariete humano de unas cuantas decenas de miles de emigrantes que forzaran a negociar al tío rico y gruñón. Y, como el Mar Rojo ante Moisés, se abrió el éxodo a Estados Unidos a través de Nicaragua. Esta vez se les fue la mano. 225, 000 personas en apenas un año. Casi el doble de cuando Mariel. Y siguen. Por fin el gobierno de Biden está dando señales de rendirse. 

Sobrevivientes del hundimiento en Bahía Honda

La señal más clara de capitulación hasta ahora: ante el hundimiento de una embarcación por parte de los guardacostas cubanos y la muerte de cinco personas la respuesta de la embajada norteamericana en La Habana ha sido la de referirse a un “accidente”, advertir de los peligros de la “migración irregular” y anunciar que se van a ampliar las “vías seguras y legales de migración”. En resumen, se oculta el crimen, se regaña a la víctima y se anuncia la recompensa al asesino.


Luego vendrán señales de otras aperturas y toda la etiqueta que sigue a estas situaciones que se repiten cíclicamente en las relaciones entre ambos países. (Siempre con gobiernos demócratas, por cierto). Como si la computadora encargada de Cuba en el Departamento de Estado tuviera sistema operativo pero careciera de memoria. Cualquier trato será criticado por los republicanos en alta voz aunque agradeciéndolo en silencio, porque ¿quién va a querer más hispanos en este país? Y mientras tanto, Cuba sigue donde mismo. Sin hundirse del todo, pero tampoco sin acabar de salir a flote.

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