Pensé extender mi
boicot de lunes, miércoles y viernes contra el Mundial de Qatar a los juegos
que empezaran a las cinco de la madrugada, hora del este de Estados Unidos. Además,
¿a quién le interesaría lo que tenía que decir sobre la esperada goleada de
Argentina -la candidata del simulador de la FIFA a ganar la copa- contra Arabia
Saudita? El número 3 en el ránkin mundial contra el 51. Si tenemos en cuenta
que los saudíes andan en el ránkin justo detrás de Qatar, derrotado por Ecuador
en el partido inaugural, cabía esperar que el juego serviría para que Messi y
su manda empezaran a estirar las piernas y de paso cada delantero se fuera con
un par de goles para el hotel.
No vi el juego
pero el resumen disponible ayuda dar una idea. Nada más empezar el partido el
VAR le regaló un penalti a Messi para que el hombre engordara sus estadísticas
anotando en el cuarto mundial de los cinco que ha asistido (hubo uno, el del
2006, en el que Pekerman apenas lo utilizó, ¿recuerdan?). Aquello parecía el
inicio de una goleada argentina pero el VAR, como Dios, da y también quita: en
el resto del primer tiempo el VAR anuló tres goles argentinos pero ¿quién se
iba a preocupar con el simulador de la FIFA otorgándole el mundial por
anticipado a la albiceleste?
Llegó entonces el
segundo tiempo en el que, apenas empezado Saleh Al Shehri empató el partido y
cinco minutos después Salem Al Dawsari desde el borde del área se sacó un
cañonazo justo a donde el portero Dibu Martínez no pudo llegar. Argentina desde hace cuatro mundiales es un equipo messidependiente. Todo depende si ese día Messi tiene la vista enfocada en la portería contraria o en la punta de sus propios tacos. Hoy Messi estaba concentrado en detectar alguna suciedad imaginaria (o real) en sus zapatos. Resultado: Arabia Saudita ganó su
primer partido que se siente como si hubieran ganado una de las cruzadas;
Argentina se aferrará al recuerdo de 1990 en que abrió el mundial perdiendo 1 a
0 contra Camerún y terminó disputando la final con Alemania; y el simulador de
la FIFA ha demostrado ser bastante más impreciso que aquel pulpo Paul del
mundial del 2010.
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