sábado, 28 de julio de 2018

Las reglas del partido


Las constituciones cubanas desde el 1976 a la fecha insisten (a la usanza de las constituciones soviéticas) en definir al Partido Comunista como la “fuerza dirigente superior de la sociedad y del Estado”. Si vamos al terreno futbolístico es como que en el reglamento del juego diga que uno de los jugadores “es la fuerza superior del deporte”. El resto del reglamento hablará de derechos y deberes para todos los jugadores pero poco sentido tienen si ese jugador llamado Partido no solo no tiene que atenerse al reglamento sino que se considera autoridad superior a este.

Habrá quien piense que en ese caso el Partido vendría a ser el árbitro y no un jugador pero en todo caso sería este un árbitro al que le tiene sin cuidado lo que diga el reglamento. Que lo mismo decida el resultado del partido antes de haberse jugado que decida marcarse un golito él mismo o lo que ocurre en la realidad: que el árbitro se atribuya a su cuenta todos los goles que se marquen en el partido y que el único objetivo del reglamento no es que el juego funcione sino que el árbitro siga dirigiéndolo. Dejar claro que el partido (de fútbol o de lo que sea) es muchísimo menos importante que el Partido. Y si ahora ocurre que a los jugadores -como generosa concesión del reglamento- se les permite celebrar los goles (propios o ajenos, da igual) quitándose la camiseta es cuestión bastante menor a la hora de tomarse en serio el reglamento.
Si de lo que se trata es de jugar a algo, digo.

1 comentario:

Realpolitik dijo...

Por supuesto que la "constitución" de una dictadura totalitarian es puro formalismo, o sea, papel mojado, por no decir de limpiarse el culo. No tiene sentido que se ocupen de tal cosa, pues "el pueblo" sabe perfectamente que no significa nada. Pero, no lo hacen para los miserables esclavos, sino para consumo externo, y desgraciadamente, hay muchos consumidores extranjeros que compran el mamotreto tal y como se vende, o que pretenden aceptarlo como si fuera algo legítimo y respetable. Diera risa si no fuera tan despreciable.