La
mayoría de los partidos ni siquiera tienen guionistas. Se improvisan a la buena
de Dios o se arman reciclando viejos argumentos para terminar siendo como
matutinos escolares: desde el inicio todo el mundo sabe lo que va a pasar. Hay otros
que traen un halo épico, como escritos por un aspirante a Homero. Pero hay
otros como el de Bélgica y Japón en octavos de final que parecen escritos por
algún clásico de la telenovela. Felix B. Caignet, Caridad Bravo Adams, Iris
Dávila. La historia de la pobrecita Japón que apenas le había ganado a Colombia
con un hombre menos y que se enfrenta a la poderosa Bélgica de indetenible paso
por el campeonato. Y la geisha venida a menos, renqueante, a la que le faltan
unos cuantos dientes, pasa buena parte del primer tiempo arrinconada. Sin atreverse
a pasar la línea del medio campo que es la zona de la gran señora belga. Esa
que la acosa y la arrincona en su propia portería, a la que gracias a sus
extremos cuidados mantiene perfectamente virgen.
Cuando
empieza el segundo tiempo la pobre
geisha, cansada de tanto abuso decide ripostar y en un contragolpe le marca un
tanto a la orgullosa ama europea que apenas se cuida de defenderse. Y no
contenta con eso la geisha, indignada tras tanto desprecio, le suelta un
zapatazo a distancia para el 2 a 0. Y por fin se le ve a la despreciada geisha
sonreír sintiendo que al fin será reivindicada. Pero Bélgica, poco acostumbrada
a ser vencida por una sirvienta vuelve en sí e intenta recuperarse. Con tan
buena suerte que un cabezazo mal dado –el cabezazo que quiso ser centro- coge
al portero japonés mal parado y termina entrando en el arco. Otro cabezazo más
y empata. Y así siguen hasta que se termina el tiempo reglamentario y añaden
cuatro minutos más de alargue. Las dos halándose los moños sin que parezca que
se resolverá nada de momento.
No es difícil prever el tiempo extra sin goles y
un duelo final en que las protagonistas deciden sus diferencias a penales. Y en
los penales, ya se sabe, todo puede pasar. Que lo digan los rusos. O Schmeikel
Senior. Pero justo cuando faltan treinta segundos para el final del partido
reglamentario el portero belga descuelga un córner y le deja el balón a uno de
sus jugadores quien se lanza en pos de la gloria. Y la gloria llega después de
varios pases que terminan con la pelota en la portería. Y la pregunta que le
queda al Felix B. Caignet de turno es para qué
complicarse tanto con la trama si la historia iba a terminar como
siempre termina en la vida real. Con la señorona brindando con champán y la
criada desdentada tirada en la cuneta.
1 comentario:
¡Ah! fue un placer este partido. Así es el fúbol, Japón le ganó a una Colombia con 10 sobre la cancha, empató con Senegal, y perdió con los polacos a quienes los otros dos del grupo habían zurrado. La carga banzai del 2do. tiempo dejó a los belgas locos y sin idea y el sol naciente acariciaba a los japoneses... hasta las substituciones belgas. Un culebrón, pero buenísimo. El mejor partido del mundial de los que he podido ver.
BTW, el trío Sadovnik, Biscayart y Diego Forlán es excelente, especialmente las aportaciones y explicaciones de Forlán, pausado y claro, y sabe de lo que habla. Ayer estaba Claudio Borghi en el rol de experto ex-jugador/entrenador, quien no sabe hablar y tiene la simpatía de un saco de cemento.
Saludos.
Publicar un comentario