lunes, 2 de julio de 2018

El derecho de perder


La mayoría de los partidos ni siquiera tienen guionistas. Se improvisan a la buena de Dios o se arman reciclando viejos argumentos para terminar siendo como matutinos escolares: desde el inicio todo el mundo sabe lo que va a pasar. Hay otros que traen un halo épico, como escritos por un aspirante a Homero. Pero hay otros como el de Bélgica y Japón en octavos de final que parecen escritos por algún clásico de la telenovela. Felix B. Caignet, Caridad Bravo Adams, Iris Dávila. La historia de la pobrecita Japón que apenas le había ganado a Colombia con un hombre menos y que se enfrenta a la poderosa Bélgica de indetenible paso por el campeonato. Y la geisha venida a menos, renqueante, a la que le faltan unos cuantos dientes, pasa buena parte del primer tiempo arrinconada. Sin atreverse a pasar la línea del medio campo que es la zona de la gran señora belga. Esa que la acosa y la arrincona en su propia portería, a la que gracias a sus extremos cuidados mantiene perfectamente virgen.

Cuando empieza el segundo tiempo  la pobre geisha, cansada de tanto abuso decide ripostar y en un contragolpe le marca un tanto a la orgullosa ama europea que apenas se cuida de defenderse. Y no contenta con eso la geisha, indignada tras tanto desprecio, le suelta un zapatazo a distancia para el 2 a 0. Y por fin se le ve a la despreciada geisha sonreír sintiendo que al fin será reivindicada. Pero Bélgica, poco acostumbrada a ser vencida por una sirvienta vuelve en sí e intenta recuperarse. Con tan buena suerte que un cabezazo mal dado –el cabezazo que quiso ser centro- coge al portero japonés mal parado y termina entrando en el arco. Otro cabezazo más y empata. Y así siguen hasta que se termina el tiempo reglamentario y añaden cuatro minutos más de alargue. Las dos halándose los moños sin que parezca que se resolverá nada de momento. 

No es difícil prever el tiempo extra sin goles y un duelo final en que las protagonistas deciden sus diferencias a penales. Y en los penales, ya se sabe, todo puede pasar. Que lo digan los rusos. O Schmeikel Senior. Pero justo cuando faltan treinta segundos para el final del partido reglamentario el portero belga descuelga un córner y le deja el balón a uno de sus jugadores quien se lanza en pos de la gloria. Y la gloria llega después de varios pases que terminan con la pelota en la portería. Y la pregunta que le queda al Felix B. Caignet de turno es para qué  complicarse tanto con la trama si la historia iba a terminar como siempre termina en la vida real. Con la señorona brindando con champán y la criada desdentada tirada en la cuneta.

1 comentario:

Miguel Iturralde dijo...

¡Ah! fue un placer este partido. Así es el fúbol, Japón le ganó a una Colombia con 10 sobre la cancha, empató con Senegal, y perdió con los polacos a quienes los otros dos del grupo habían zurrado. La carga banzai del 2do. tiempo dejó a los belgas locos y sin idea y el sol naciente acariciaba a los japoneses... hasta las substituciones belgas. Un culebrón, pero buenísimo. El mejor partido del mundial de los que he podido ver.

BTW, el trío Sadovnik, Biscayart y Diego Forlán es excelente, especialmente las aportaciones y explicaciones de Forlán, pausado y claro, y sabe de lo que habla. Ayer estaba Claudio Borghi en el rol de experto ex-jugador/entrenador, quien no sabe hablar y tiene la simpatía de un saco de cemento.

Saludos.