viernes, 6 de julio de 2018

Eliminadinhos


Es un misterio por qué siempre Brasil siempre se planta en el terreno como favorito. Sí, ya sé. Están los cinco mundiales ganados anteriormente.Y el jogo bonito. Y las estrellas multimillonarias. Y las gradas multicolores. Pero también deberían pesar los tres últimos mundiales incluida la despedida que les dio Alemania hace cuatro años 7 goles a 1. Como para cambiarse el nombre. Los Seteaunoninhos o así. Esta vez volvían frente unos belgas crecidos por haberle ganado a Japón luego de ir perdiendo 2 a cero en el segundo tiempo. Eso le da a cualquiera un halo de invulnerabilidad que ni las cucarachas.

Y entraron con buen pie. Los belgas quiero decir. O con buena mano. Porque fue el brazo de un defensa brasileño el que desvió el balón justo hacia donde su portero no se lo esperaba. Y los seteaunoninhos en shock. Como si recibir un gol fuera lo más raro del mundo. O como si temieran que les fueran a caer seis más. Tuvieron suerte. Solo les cayó otro gol, de contragolpe, con los belgas lanzados a campo traviesa. Como los hunos. Contragolpe y para dentro. Pudieron ser más los goles belgas pero mal que bien así terminó el primer tiempo: 2 a 0.  

El equipo brasileño que regresó al segundo tiempo era otro. No radicalmente mejor pero otro. Atacaron. Como si en ello les fuera la vida. O por lo menos que, de vuelta a la casa, las mujeres los dejaran entrar. O los esposos, que estamos en el 2018. Faltaba siempre algo, como en la planificación socialista. Cuando no era precisión en el último pase era puntería en el remate. Hasta Coutinho, el más fino de los brasileños en los últimos partidos, falló más que la cadena puerto-transporte-economía interna. Debemos hacer notar, no obstante, que Neymar el Revolcadinho, anduvo más activo y vertical que en el resto del mundial aunque sin resultados visibles. Llegó por fin el gol del descuento, salido de la frente fresca de Renato Augusto que acababa de entrar hacía tres minutos. Unos lo vieron como señal de la imparable remontada de Brasil y otros en cambio temieron que era apenas un pretexto para sufrir mejor los últimos minutos del partido.
El propio Renato Augusto tuvo el empate en sus piernas poco después. Una oportunidad que tuvieron casi todos los jugadores de Brasil en los minutos sucesivos sin que ninguno la consiguiera concretar. Y claro, también estaban los belgas, negados a que los seteauninhos les hicieran lo mismo que ellos le habían hecho a Japón días antes. Y así terminó el partido, con los brasileños desgarrados en llanto pero con el consuelo íntimo de que al menos esta vez no regresaban a casa cargando un 7 a 1.

1 comentario:

Miguel Iturralde dijo...

Pudo haber sido 4 a 2, 5 a 2, ó hasta 6 a 2 Brasil sobre Bélgica pero algo muy poderoso, en adición a Courtois, les negó el pase. Los belgas se salieron con la suya a pesar de casi no poder jugar con el balón en el segundo tiempo. Y el árbitro fue muy dadivoso con los brasileños, a Hazard le dieron a su antojo. En cuanto a Horizontalinho, pienso que le leyeron la cartilla, venía con una tarjeta amarilla y otra más le iba a costar el próximo partido en caso de lograr avanzar. Donde "me gusta" vió un penal y pedía el VAR, el propio Neymar se levantó solito del clavado al césped y le dijo al árbitro que todo estaba OK. Saludos.