Siempre fue una relación tensa, como todas las relaciones desiguales y mal correspondidas. Mientras los árboles daban sombra, oxígeno o frutos con la misma parsimonia con que los habían entregado a regímenes anteriores la Revolución más que devolverle los favores condicionaba su relación a objetivos mucho más vastos. Si había que llevarse la mitad de los bosques por delante para sembrar caña para la zafra de los 10 millones, el Cordón de La Habana u otro eslabón de la cadena de ilustres fracasos revolucionarios, se hacía. Si se ponía de moda el ecologismo y la repoblación de bosques, también se hacía. Pero lo que nunca permitía la Revolución era que su relación con los árboles la distrajese de sus objetivos estratégicos. Y, como su máximo líder siempre lo dejó claro, para una Revolución no hay mayor objetivo que mantenerse en el Poder.
Mi padre, ingeniero forestal, botánico, ecólogo que ha consagrado su vida al estudio de los bosques cubanos siempre me lo dejó claro: la existencia de los árboles en Cuba está condicionada al bienestar del poder. Cuando participaba en los planes de repoblación forestal en la Sierra del Rosario o en cualquier otra parte del país le dejaban claro que más importante aún que la conservación y el crecimiento de los bosques en Cuba era asegurarse que nadie se volviera a alzar en montaña alguna. La siembra de nuevas posturas podía ser todo lo improvisada e ineficaz que se podía esperar en aquel sistema pero lo realmente importante era garantizar las vías de acceso de tropas y tanques a las montañas cubanas en caso de necesidad. Si es que no se habían plantado, junto con los nuevos árboles, discretos asentamientos militares por los alrededores.
Ahora me llega desde La Habana una explicación para la furia arboricida que ha atacado a la ciudad en los últimos meses: necesitan despejar la ciudad para facilitar la circulación de drones encargados de la vigilancia de disidentes y otras especies perniciosas. O limpiarle el campo visual a las cámaras de vigilancia. Suena paranoico, ya lo sé. ¿Como en medio de la crisis mayúscula que está llevando al país a un nuevo medioevo es posible que se dediquen tantos recursos a abrirle camino a esos heraldos de la represión posmoderna? La explicación empieza a parecer más racional si se piensa que lo que siguió al levantamiento pacífico del 27N frente al MINCULT fue justamente la tala de los árboles de la cuadra en la que se enclava el ministerio. Puede haber otras explicaciones al actual ensañamiento contra los árboles habaneros pero dado el orden de prioridades de la Revolución no sería extraño que se trate de otra medida estratégica para salvaguardar la gloriosa Madre de Todos los Poderes de la isla. Esa que supedita cada brizna de yerba que crece en la isla a su existencia.
1 comentario:
Lo mismo que han hecho con esos árboles están preparados y dispuestos a hacer con los cubanos si se rebelan de forma que amenace la subsitencia de la dictadura, igual que lo hizo China con lo de Tiananmen y la URSS en Hungría y Checoslovaquia.
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