miércoles, 18 de julio de 2007

Chick Ferrari 13


Capítulo XIII

-¿Y si venzo qué obtendré? –pregunta Chick.
-No se puede estar todo el tiempo pensando en uno mismo –le aconseja Ford K. Brown mientras con un cuchillo corta una lasca del grueso brazo que pertenece al actual cuerpo de Chick.
-¿En qué quieres que piense? ¿En ti y en tus caníbales? –pregunta Chick envalentonado por su absoluta falta de perspectivas.
-No, pero sí podrías pensar en lo bien que funcionaría el universo si el Mal pudiese ser derrotado, aunque no te oculto que las probabilidades son inexistentes –dice Ford K. Brown dejando escapar una risilla irónica – Yo no pienso prometerte nada. No nos faltan deseos de meterte el diente pero si vences al Mal pudiera ser que se nos quitara el apetito. –concluye al tiempo que se echa a la boca un trozo de carne que le acaba de cortar a Chick.
-¿Y si a pesar de vencer al Mal todavía conservas deseos de comerme? –dice Chick con un tono de indiferencia bastante bien logrado- No es que me preocupe. Sólo pregunto por curiosidad.
-Será entonces porque no podemos hacer por ti nada mejor que pasearte por nuestro sistema digestivo.
Ford va a llevarse a la boca un trozo de carne de Chick que acaba de cortar cuando irrumpe en la habitación una mujer ya entrada en años que le arranca la carne de la mano y tirándole de la oreja se lo lleva a rastras mientras no para de gritarle:
-¡Cuantas veces te lo he dicho, cuantas veces!
Chick está agradeciendo mentalmente la providencial aparición de la señora cuando el jefe de relaciones públicas de los Generosos Caníbales del Espacio le comenta:
-Es la madre del jefe máximo. Muy buena persona ella, pero eso sí: no soporta que los hijos estén picando la comida antes de que la sirvan.
Mientras lo conducen hasta el calabozo donde lo esperan el resto de sus compañeros de viaje se tantea sus adiposas y maltratadas carnes y piensa en el mejor modo de entrenarse para una pelea contra el Mal. El combate será a la mañana siguiente pero aún así cree que podrá hacer algo. Hacer cuclillas, levantar pesas, perseguir gallinas. Como en las celdas seguramente será difícil conseguir gallinas tendrá que conformarse con atrapar ratones con la mano. No obstante todos sus planes se ven interrumpidos por los saludos y las palabras de consuelo de quienes han corrido tantas aventuras junto a él.
-Ánimo Chick –le dice Krim, uno de los hermanos siameses- después de todo...
-...hay cosas peores que la muerte –completa la frase No-Do, el otro componente del dúo.
-No te preocupes amigo –le dice el sordo- No estarás solo en el otro mundo por mucho tiempo. Prometieron comernos en cuando terminen contigo. Además, cuando llegues puedes preguntar por mis padres que se murieron el año pasado.
Una pequeña multitud se agolpa en torno a Chick para pedirle que trasmita todo tipo de recados a sus familiares en el más allá. Chick los escucha con fastidio preguntándose por qué está tan arraigada la idea de la invencibilidad del Mal. Ahora los que lo rodean abren paso al capitán de la nave, al Medio Lamo, embutido en el cuerpo de la azafata y a esta última que conserva la monstruosa figura del Medio Lamo.
-Chick, sólo te pido que en un momento como este olvides todas las diferencias que pudimos haber tenido en el pasado. –Chick no responde pero piensa que lo que no puede olvidar son las diferencias corporales que tienen en el presente.
-Sabes algo hermano –le dice ahora el Medio Lamo, atenuado por su apariencia femenina- siempre estaré orgulloso de ti. Aún con ese estúpido cuerpo de vieja gorda.
La azafata en cambio, envuelta en el repelente cuerpo del Medio Lamo se le acerca y le dice al oído.
-Sé que este no es el momento apropiado pero quiero que sepas que vamos a tener un niño. Sólo que ahora crece en el cuerpo que ocupa el alma de tu hermano.
A Chick solamente le faltaría que su antiguo cuerpo se le acercase y le dijese: “sigue adelante Chick, esta es la película más fascinante en la que he participado”. Eso es justamente lo que le ocurre como para recordarle una vez más que su cuerpo ahora está ocupado por el alma tonta de Marilyn Monroe. “Ya me gustaría a mí encontrarme con su cuerpo original. ¿Dónde lo habrá dejado?” piensa mientras busca el modo de escabullirse hacia la cama donde pasará la última noche de su vida. Cuando al fin lo logra encuentra junto a su cama al monstruo con alma de azafata.
-Me di cuenta de que tendríamos un niño cuando vi a tu hermano desmayarse al llegar aquí.
Chick mira a su alrededor y encuentra razones suficientes para despertar las náuseas de cualquiera, aun sin estar embarazado.
-Adivino lo que estás pensando pero una mujer enseguida se da cuenta de esas cosas –dice mientras lo acaricia con su garra derecha.- Aunque si quieres podemos intentarlo de nuevo...
Chick recorre una y otra vez con la vista el cuerpo intruso y peludo de la azafata y el suyo propio hasta que al fin dice:
-Por favor, esta noche preferiría estar solo.
-Está bien, -responde su deformada amante- pero antes déjame darte algo para que te lleves al otro mundo. Quizás allá pueda serte útil. –y le entrega al detective un paquete de caramelos-. Nunca llegué a repartirlos entre los pasajeros pensando que algún día podrían ser necesarios y ese día ha llegado. Espero que te ayuden a recordarme.
Chick piensa primero si habrá dentistas en el más allá y luego que cuál será su tarifa. Hace de tripas corazón y le da un beso de despedida a la azafata. Ahora está solo en su lecho pero no logra conciliar el sueño. Frente a él como en una película desfilan todas la imágenes de su propia vida. Su primera comunión, su primer juego de fútbol, el encuentro con su padre en Santa Rita del Valle.
Chick comienza a preocuparse.
Ha oído decir que ese tipo de imágenes acuden a la mente cuando la muerte está más cerca que la ropa interior. Reconoce entonces el momento en que cuando era niño estuvo fisgoneando a una prima mientras se duchaba. Luego ve a otra mujer desnuda y justo cuando empieza a entusiasmarse con la visión esta se oscurece. Chick primero se molesta y luego piensa que esa interrupción puede ser un buen presagio. Es entonces que escucha unos silbidos y recuerda que la imagen pertenece a la primera película porno que fue a ver al cine y que la torpeza del proyeccionista le impidió ver la película hasta el final, un trauma del que todavía no ha podido recuperarse. Llega el amanecer y el detective se da cuenta que durante toda la noche no ha hecho otra cosa que contemplar imágenes de su propia vida.
-Cortando unas cuantas escenas y con un happy end no estaría nada mal como película. –se dice a sí mismo segundos antes de que lo llamen a comparecer a la pelea.
El estadio donde se va a celebrar el combate es circular como otros en los que ha estado. La diferencia es que esta vez es a él a quien le toca estar en el centro. De un momento a otro saldrá por la puerta frente a la que se encuentra parado el Mal. Nunca ha imaginado sus formas pero ahora hace un intento. Escamas, tentáculos, ventosas, fluidos pegajosos y malolientes. Cuando termina de hacerse una idea de conjunto se da cuenta que no habría podido imaginar algo más parecido a su hermano el Medio Lamo.
Sin embargo, lo que sale corriendo ahora hacia él es un chiquillo de unos doce años. Antes de que las primeras neuronas de Chick tengan tiempo a desperezarse, el chiquillo le está mordiendo la pierna. Chick intenta apartarlo de una patada y lo logra con más facilidad de la prevista, sólo que por efecto del golpe ahora, en lugar de uno, del suelo se levantan dos muchachos idénticos que se levantan a morderlo.
“Si el primero es el Mal, el segundo es el Peor” es lo último que piensa Chick antes de que los dientes del Mal vuelvan a hincarse en su pierna.

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