miércoles, 6 de noviembre de 2024

Se veía venir




No es por hacerme el pitoniso retroactivo pero la victoria de Trump se veía venir. O más bien la derrota de los demócratas en toda regla con una candidata empujada al escenario a última hora y a quien no se le ocurrió nada mejor que prometer más de lo mismo. Lo percibí especialmente el sábado anterior cuando un músico de izquierdas ante un público ideológicamente afín convirtió su concierto de música bailable en un llamado a la “resistencia”, como si ya hubieran perdido y tocara pasar a la clandestinidad. En ese momento le dije al amigo que me acompañaba: “van a perder”.

O el lunes cuando mis estudiantes me confesaron que no votarían por Kamala por causa de… Palestina. Como si Trump fuera un simpatizante de Hamas. Les pedí a modo de ejercicio que cada uno de ellos hiciera su programa político en caso de que fueran presidentes (estábamos practicando el subjuntivo). Unidas todas las propuestas el resultado revelaba tal desconexión con la realidad que tuve que decirles: “Bueno, les informo que van a perder. Muy bonitas y altruistas sus propuestas pero deben saber que nunca ganarían el voto de la mayoría de este país con ellas”.
Anoche vi a una comentarista de Univisión diciendo que “Estados Unidos no está preparado para tener una presidenta mujer”. Como si México estuviera mejor preparado para tener una presidenta judía. O sea, que nos esperan cuatro años más de negacionismo demócrata sobre su propia miopía. Y cuando eso pasa lo único que consigue es destrozarse las rodillas de chocar contra los muebles o la realidad, que viene a ser lo mismo.

En cuanto a Trump no me queda otro remedio que sintonizarme en modo religioso. Desear que el Altísimo lo ilumine a la hora de tomar decisiones que queramos o no, nos afectarán a todos. A mí, que no creo ni en el calendario me es más fácil confiar en Dios que en el carácter de un señor convencido de que es lo mejor que le ha ocurrido a la humanidad desde la cuarta glaciación hasta acá y cuyo mayor talento político ha sido conseguir que la gente trabajadora tenga como líder a un multimillonario que todo lo resuelve echándole la culpa a los otros y enfrentando a sus partidarios contra el resto del mundo. Ahora mismo hay un montón de gente celebrando el triunfo de Trump como si fuera la "Primera derrota del comunismo en Norteamérica" y ya la resonancia de esa consigna me pone los pelos de punta.

Y con esto consumo mi turno para opinar sobre política norteamericana por los próximos cuatro años.

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