martes, 13 de diciembre de 2022

Penúltimo tango en Qatar


Argentina ya está en la final. Después de un inicio no muy prometedor tras perder con Arabia Saudita ha derrotado a todo el que se le ha puesto delante, incluido Países de Baja Estatura. A estos iba ganándoles dos a cero a la hora de recoger los maletines pero de alguna manera los Verticalmente Discapacitados empataron el juego y hubo que ir a penales. Por su parte Croacia le había ayudado a Brasil a hacer las maletas luego de ganarle a los penales y en levantamiento de pesas con la mente.

Croacia venía crecido luego de su hazaña ante Brasil y comenzó dominando el partido frente Argentina. Quiero decir que Croacia controlaba el balón pero no hacía con este algo de veras grande y nutridor como diría alguien que nunca habrá visto un partido de fútbol. Así hasta que en el minuto 32 el jovenzuelo argentino Julián Álvarez estuvo a punto de anotar con un balonazo caído del cielo. En esas estaba cuando el portero Livakovic lo derribó y el árbitro decretó sumariamente un penalti que fue ejecutado por el verdugo oficial de la selección argentina: el mismísimo Messi. Por poco destapa la portería con el disparo.

Los croatas no se amilanaban. Volvieron a la carga hasta que siete minutos después el tal Álvarez vuelve a escapárseles. Esta vez no hubo que recurrir al penalti. Era como si el muchacho tuviera su propio campo gravitatorio y el balón, cada vez que tropezaba con un jugador contrario, volvía a él mientras avanzaba hacia la portería contraria cual si jinete del apocalipsis se tratara. O reencarnación de Maradona frente a Inglaterra en 1986 pero sin usar las manos. Total, que a pesar de todo el esfuerzo derrochado Modric, Perisic y el resto de los croatas regresaron a sus vestidores en el medio tiempo perdiendo por dos tantos.

Ya en el segundo tiempo los croatas cedieron más la pelota -o los argentinos empezaron a controlarla más, que nunca se sabe- lo cual ya era el colmo del riesgo. Porque esta vez no se trataba de Messi creando oportunidades que eran desperdiciadas una y otra vez por sus compañeros. Esta vez Julián Álvarez andaba en modo eficiente. En el minuto 69 a Messi le dio por montar el muerto de Di María en sus buenos tiempos -o en el del propio Messi cuando se acuerda de que es Messi- y se puso a marear al defensa Gvardiol, el Hombre de la Máscara de Fibra de Carbono. Cuando ya el croata no sabía distinguir su pierna derecha de su oreja izquierda Messi le pasó la pelota a Álvarez quien solo tuvo que empujarla a la red. Tarea que por fácil que parezca no se deberá subestimar.

Por mi cuenta Argentina es el único país que habiendo perdido dos veces el primer juego de la copa ha terminado por jugar la final: en 1990 y ahora. Ahora solo le falta esperar por el vencedor del partido entre Francia y sus suburbios para ver con quién baila su último tango en Qatar.

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