domingo, 12 de mayo de 2019

Una vieja polémica


Fue el pasado noviembre durante la Feria del Libro de Miami. Presentábamos la colección Mariel de la Editorial Hypermedia cuando al llegar la ronda de preguntas del público pidió la palabra un español de lacito amarillo. Un reflejo largamente condicionado te dice que los españoles de lacito amarillo se ofenderían incluso ante la insinuación de dicho gentilicio. Y que de alinearse se trata lo harían con los perseguidores de ese episodio vergonzoso que fue el éxodo del Mariel, no con los perseguidos. Prejuicios puros que por esa vez, afortunadamente no funcionaron.
El del lacito amarillo no se había parado a preguntar nada sino a hacer una intervención que por una vez estuvo llena de sentido. Nos contó cómo se había vivido el Mariel dentro de la izquierda española. La más radical. El furioso debate que provocó el hecho que las autoridades cubanas persiguieran a los homosexuales por toda la isla con la intención declarada de expulsar a la mayor cantidad de ellos a través del puerto del Mariel hacia la corrupta sociedad norteamericana -decían ellos- donde único podrían tener cabida. Nos habló el del lacito amarillo de como la izquierda radical española, los comunistas y ese difuso anarquismo tan abundantes en la tradición peninsular, se dividieron entre quienes seguirían apoyando el régimen cubano afincados en la lealtad ideológica y el machismo y los que deseaban una nueva izquierda sin esos lastres, convencida de que la opresión en razón de la preferencia sexual era tan detestable como el resto de las opresiones que solían denunciar.
Espero que la represión descarada de la primera marcha en libertad por el Orgullo Gay en Cuba sea la una oportunidad de reabrir el viejo debate: el que enfrenta a quienes optan por defender las alianzas políticas con los que defienden cierto ideal de justicia.

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