El extraterrestre echaba chispas.
-No me respetas –decía. ¡Eres incapaz de respetarnos a nosotros los extraterrestres!
Le mencioné un montón de extraterrestres que respetaba profundamente. Bastante más que a muchos terrícolas.
Se indignó aún más. Me dedicó los peores epítetos. Me salpicó la cara con una asquerosa baba verde.
Entonces comprendí mi error. Lo imperdonable era justo mi respeto por esos otros extraterrestres.
1 comentario:
Nada, es imperante construir una esfera cubriendo la estratósfera para que ni uno ni otro extraterrestre se cuelen. No faltaba más... saludos.
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