La figura virtual de esta semana en la blogosfera cubiche lo ha sido Eliecér Ávila, el estudiante de computación que meses atrás participó en un debate que dejó muy mal parado al presidente del parlamento cubano (ver video abajo). Luego del revuelo inicial en el que se llegó a decir que Ávila había sido detenido éste se desdijo en una publicitada entrevista en Telesur, el canal internacional de Hugo Chávez.
A principios de esta semana Eliecér volvió a ser noticia: dio una entrevista en que reconocía que había sido fraternalmente presionado para que se retractara de lo dicho, y que luego había sido apartado de las actividades políticas de la universidad: "Desde pionero, es la primera vez que quedo fuera de la vida política de mi escuela. Ya no cuentan conmigo para ayudar en la organización de eventos de la FEU ni de la UJC". En la entreista para Encuentro en la Red no se privó de criticar al gobierno cubano en temas tan sensibles como el de la atención médica. De inmediato muchos lo jalearon como la nueva esperanza para los cambios en Cuba, el líder natural de la nueva generación, con ese viejo entusiasmo que ponemos los cubanos cuando creemos haber encontrado un nuevo Mesías político. Desde entonces el Mesías de Puerto Padre se ha negado dos veces con la consiguiente decepción de los recién iniciados en el eliecerismo. Unos se imaginan que han caído en una nueva trampa del Maligno mientras otros califican al Mesías de la Semana como un cobarde irredento.
No hay que exagerar -en ningún sentido- aunque ya sé que eso es demasiado pedir en una blogosfera que se nutre justamente de la hipérbole. No está de más hacer algo de historia. La segunda mitad de los 80, en medio del jolgorio reformista que generó la perestroika, sacudió a las universidades cubanas junto con amplios sectores de la cultura y hasta del mundo político y laboral. En esos días eran frecuentes los casos en que estudiantes emplazaban a ministros, a altos cargos del partido y hasta al mismísimo Comandante en Jefe en asambleas de diverso tipo. Muchos de sus cuestionamientos al régimen eran tan o más severos que los del muchacho que nos ocupa aunque les faltaba la caja de resonancia del internet. Nunca llegaron a ser un "caso": apenas sobrevivieron como una suerte de leyenda entre los que andaban al tanto de aquellos temas. Aquellos cuestionadores tomaron caminos variados: desde el exilio (o la diáspora, que hasta en eso hay desacuerdo) hasta la mera sobrevivencia. Más interesante desde el punto de vista del psicoanálisis fueron los que pasaron de críticos a funcionarios ejemplarmente obedientes, a hagiógrafos a tiempo completo o a críticos tibios y secretamente defensores del sistema. Disidentes, pocos. Uno de los efectos del régimen –al tiempo que uno de sus más eficaces sistemas de defensa- es no dejar espacio para que se pueda ser crítico de este y al mismo tiempo –pongamos por caso- patriota. A menos que se sea descaradamente oportunista es difícil crecer en ese sistema y de buenas a primeras pasar a la categoría de “enemigo”. No se pasa de la noche a la mañana al campo “enemigo” a menos que sean los otros los que tomen la decisión por ti algo que las autoridades inteligentemente tratan de evitar. Y es que no basta con criticar el régimen. Junto con la crítica hay que ir creando un nuevo Yo sobre valores distintos para poder liberarse definitivamente de la servidumbre previa. Un nuevo Yo que no tema ser llamado “apátrida”, “anexionista”, “contrarrevolucionario” o simplemente “malagradecido”. Uno que sepa sobrevivir no sólo a la amenaza y la persecusión sino a la soledad y a la pérdida de espacio en la escenografía de la Nación tal y como la conciben sus diseñadores. Habrá que buscarse nuevos valores y nuevos vocabularios. La crítica externa debe ser también una liberación interna, una revisión hasta del propio sentido vital porque de lo contrario se corre el riesgo de sentir la tentación de regresar al redil, de lograr un nuevo pacto con el mismo régimen que semanas atrás te parecía intolerable porque fuera de este no encuentras un espacio donde encontrar sentido.
Ávila está dolido sobre todo porque “ya no cuentan conmigo”. Todavía cree que hay un camino de vuelta para él, que el espacio del que ha sido expulsado todavía lo está aguardando. No lo culpo: es joven y no conoce otra cosa que ese régimen con sus injusticias (que cree que puede ayudar a reparar) pero también con la protección que significa pertenecer a algo que lo ha sido todo para él, que hasta ahora ha constituido el sentido de su vida. Si no se entiende la profunda dependencia que crea un sistema como el cubano estaremos expuestos a una sucesión de entusiasmos y desengaños con cada nuevo crítico que surja dentro de éste. Y lo que es peor, a nunca liberarnos totalmente de las dependencias –directas o indirectas- que este genera.
6 comentarios:
Muy esclarecedor tu texto. Y muy de acuerdo.
Avila me recuerda tanto al personaje de Kundera en "La Broma". Pero el pobre chico no sabe que está condenado al ostracismo definitivo, a menos que se rebaje hasta límites que me parece que no es capaz de llegar, porque tampoco hay que negar que ha tenido valor.
Bastante introspectivo lo que escribiste. De aquella búsqueda de espacios de opinión, de nuevas ideas y de maneras de romper la coyuntura estatal, solo nos quedo los rampa arriba y rampa abajo de Robaina, mas nuevas consignas políticas (con diferente diseño) y la canción de Carlos Varela “Guillermo Tell”
A los que hablamos muy alto, al final casi nos botaron de la universidad y tal y como menciona Yoana caímos en el circulo del ostracismo definitivo. Lo que si es claro es que Eliécer ya esta en el plan pijama estudiantil. No se cual son sus motivaciones e intenciones, pero si creo que se hará de el un chivo expiatorio en ambos lados del estrecho de la Florida.
Buena suerte Eliécer, creo que tu único camino es el exilio. Donde todavía podrás vivir como persona inmerso en el anonimato del ciudadano común.
O bueno, ¿Quién sabe si en un par de meses le proponen hacer una película sobre un pelotón de preguntones bajo el mando de Güevera?
Sea lo que sea, Enrisco, ¿cómo ir rompiendo eso que acabas de formular?, prácticamente, digo.
Yo al menos me lo planteo y me lo pregunto. Soy de la opinión que para que exista un atisbo de éxito, debe ser desde dentro de Cuba. Si cualquiera que se envalentone luego es crucificado, dame una luz para romper aquel sistema informativo. Tenemos a manos Internet, pero no le llega a casi nadie allá. Sabemos como piensa la mayoría de la gente en Cuba, ¿cómo concentrar eso en un punto?, como los rayos del sol en una lupa. Es como jugar con alguien que hace trampas desde el principio, un juego sucio y asqueroso.
Si me permites pondré un link a tu post en mi blog.
Saludos¡
el periódico guamá.
http://el-guama.blogspot.com/
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