Desde hace año y medio el segundo viernes de cada mes un grupo de amigos, en su mayoría cubanos de Nueva Jersey y Nueva York, se reúne en un local de West New York con un doble objetivo: pasarla bien y ayudar a los presos políticos en la Isla. A eso le llaman Cuba Libre Social Club Mes a mes se van comprobando el efecto de la ayuda en los videos agradecidos de los familiares de los presos o alguna carta o poema de los mismos presos mientras se baila casino o reparto y se degustan platos criollos. Una fórmula sencilla y eficaz destilada por Armando Álvarez y el equipo que ha conseguido formar. Gracias a ellos más de treinta familias puede llevarle comida y medicinas a sus parientes presos y se sienten menos solos. Armandito, el patriarca bueno de la zona, alguien que se ha dedicado toda su vida a ayudar a todo el que puede y al que todos le deben montones de favores es el alma de Cuba Libre Social Club. A su llamado de cada segundo viernes acuden lo mismo abogados y arquitectos que albañiles y camareros, prósperos comerciantes que inmigrantes recién llegados. Gente buena que piensa que la Cuba libre con que sueña no debe esperar a un futuro incierto y ya la viven en el presente.
Llegaste muy
joven al exilio, hijo de un preso político y perseguido tú mismo en medio de la
ofensiva castrista tras la ocupación de la embajada del Perú por más de diez
mil cubanos y el posterior éxodo del Mariel. ¿Cómo estos acontecimientos te
marcaron e hicieron de ti lo que eres?
Mi padre, Armando
Álvarez Castro, luchó contra la dictadura de Fulgencio Batista y en 1959 fue
licenciado con el grado de Capitán del Ejército Rebelde. A finales del año 59 y
comienzos del 60 ya muchos revolucionarios se dan cuenta de que la Revolución
iba por un rumbo que no era por lo que se había luchado, o sea, por el regreso
a la constitucionalidad del gobierno cubano rota por el golpe de estado de
Batista.
Entonces mi padre
comienza a conspirar con el MRR, el Movimiento de Recuperación Revolucionaria y
es delatado y encausado en la causa 600 del 60 que es la misma de Pedro
Boitel, el líder estudiantil que después muere en una huelga de hambre en 1971.
Mi padre es sentenciado a 20 años de los cuales cumple diez, plantado. Cuando
mi padre cae preso yo tengo un año de edad.
Mis recuerdos de
infancia son las visitas a prisiones. Inclusive mi madre y yo nos mudamos para
la Isla de Pinos, hoy Isla de la Juventud, porque mi madre estaba convencida -después
de visitarlo y no poderlo reconocer por la pérdida de peso, de cabellos y de su
dentadura- de que mi padre estaba a punto de morir.
Por cuestiones de
salud mi padre no llega a cumplir la sentencia de veinte años. Sale de prisión
en 1970 y llega a Estados Unidos a través de Mariel en 1980. Yo también llego
aquí a finales de 1980 porque el 2 de mayo de ese año, frente a la Sección de Intereses
de los Estados Unidos, hoy su embajada, se forma una gran pelea por la agresión
de miembros de Seguridad del Estado vestidos de civil contra los que estábamos
ahí para recibir información de cómo emigrar a los Estados Unidos. Estuve
asilado en la Sección de Intereses de los Estados Unidos aproximadamente cuatro
meses. Al salir de allí fui detenido por la Seguridad del Estado y recluido en
Villa Marista. Finalmente me soltaron y llegué a Estados Unidos el 1 de octubre
de 1980.
Imagen del ataque a los ex-presos políticos congregados frente a la Oficina de Intereses de Estados Unidos en La Habana tomada de los créditos de la película The Experiment (2010)
Mi experiencia
personal siempre ha estado sensibilizada con los derechos humanos y
especialmente con los presos políticos. Recuerdo con claridad las necesidades y
carencias para llevarle la “jaba” a mi padre. Porque con la prisión no sólo
sufre el preso sino toda la familia porque se vive en función de cómo aliviar
su pena.
A lo largo de
45 años como exiliado has visto muchos cambios en el exilio. ¿Cuáles han sido
los cambios fundamentales desde tu punto de vista?
Desde mi llegada a
Estados Unidos me vinculé con organizaciones que buscaban la libertad de Cuba.
Inicialmente me incorporé a CID, Cuba Independiente y Democrática de Huber
Matos y después otras.
Este ha sido un
muy largo exilio, ya de varias generaciones, y han cambiado las estrategias y
métodos de lucha. Todavía en los 80 se pensaba en la posibilidad de un cambio a
través de la lucha armada en cualquier país donde hubiera presencia castrista:
“la guerra por los caminos del mundo” le llamaban a aquella estrategia. Después
cambió la perspectiva y surgieron grupos y movimientos de derechos humanos y
comenzó otro tipo de lucha, la no violenta.
Había muchas
organizaciones y movimientos opositores, cada uno con su estrategia y métodos
de lucha, aunque el objetivo era el mismo, derrocar la tiranía castrista.
Existían rivalidades entre ellas, por supuesto: nunca ha existido una
verdadera unidad, unas veces por la misma naturaleza humana y otras por
manipulaciones, tanto del gobierno de Cuba como el de Estados Unidos.
Cada organización
tenía que buscar su forma de financiación, algunas como la Fundación Cubano Americana,
liderada por Jorge Mas Canosa, que tenía los fondos de miembros que estaban muy
bien económicamente. Otros como Alfa 66 o Abdala (un grupo de estudiantes que
habían llegado muy jóvenes a los Estados Unidos) lo hacían a través de
actividades de recaudación, pagos de sus miembros y donaciones de los
comerciantes.
A finales de los
80 fundamos la organización Jóvenes Cubanos Pro Democracia en la zona de Nueva
York-Nueva Jersey. En 1990 en un Congreso donde participamos en conjunto con un
grupo de Miami, Jóvenes Cubanos Libres y otros jóvenes de cubanos radicados en
Venezuela y otras partes de Estados Unidos fundamos el Directorio
Revolucionario Democrático Cubano, hoy Directorio Democrático Cubano.
Todos y cada uno de estos esfuerzos lo financiamos con nuestro propio dinero.
Cuando el
Congreso de los Estados Unidos comenzó a financiar directamente las
organizaciones anticastristas muchas de ellas no vieron la necesidad de
continuar con los viejos métodos de financiación y buscaron la forma de lograr
los grants, o sea, subvenciones. La lucha en aquellos años era diferente
en la medida que la mayoría de los recursos económicos venían de donaciones de
los mismos cubanos y no de grants. Creo que eso nos daba más
independencia de acción. Recuerdo ir de negocio en negocio solicitando ayuda
económica, los recursos eran limitados, pero nuestros, todo eso hacía que el
exilio tuviera una dinámica diferente. Hoy se vive a la caza de un grant.
Es importante entender que los intereses de los Estados Unidos no tienen por qué
coincidir con las aspiraciones y la forma de lograr la libertad de Cuba. Creo
en una sana distancia de acción de ésta o de cualquier administración.
Si lo miramos a
la distancia pienso que la búsqueda de subvenciones fue un espejismo y ha sido
contraproducente. Se lograron los fondos para la lucha, pero se perdió
independencia y la necesidad de movilizar al exilio con actividades y
compromisos. Cuando alguien te da una donación, por pequeña que sea también se
siente parte del proyecto para el que dona, la apatía actual es producto de esa
falta de conexión entre el exiliado y las organizaciones que dicen
representarlos.
No cuestiono ni
la honestidad de quienes reciben los grants, ni el buen uso de los
recursos dados. Cuestiono la falla del vínculo con el exiliado de a pie, del
tabacalero en la época de Martí, para conectarlo con un nuevo proyecto de
Nación. Y eso ocurrió porque ya no hacían falta los 5 pesos de ese exiliado y
era más fácil y productivo buscar esos fondos a través de los grants. Tenemos
que volver a buscar su confianza, lograr que el exiliado se sienta parte
del proyecto de una nueva Cuba, que apoye directamente un cambio por los
cubanos y para los cubanos. Tenemos que estar conscientes que depende de
nuestro esfuerzo y solo de nuestro esfuerzo en forma individual y en conjunto
que ocurran cambios en Cuba.
Algunas veces
pienso que somos un exilio de “Power Ball” [lotería]: nos jugamos un boleto y
esperamos tener éxito con eso y cuando no ganamos volvemos a jugar con la misma
ilusión y confianza de que esta vez sí ganaremos y así hemos ido saltando de
proyecto en proyecto, de organización en organización, de líder en líder, de
Papa en Papa y de Presidente americano en Presidente americano.
¿En qué
consiste el Cuba Libre Social Club?
Creo que el
nombre lo resume, somos un grupo de amigos que queremos ver una Cuba Libre. Por
más de un año nos hemos estado reuniendo el segundo viernes de cada mes y
hacemos una fiesta donde hay comida, música y baile, lo natural en cualquier
fiesta, pero también vemos videos que nos mandan los familiares de los presos
que ayudamos explicando las condiciones en que se encuentran en ese momento y
el significado que tiene para ellos la ayuda que les mandamos.
Hemos tenido la
dicha y honor de tener como invitados a personas como Paquito D’Rivera, una
gloria de la música cubana y a su esposa Brenda, una excelente soprano
puertorriqueña. A Iván Acosta, laureado dramaturgo y cineasta y uno de los
mayores conocedores de la música cubana junto a su esposa Teresa. A Ramón Saul
Sánchez, fundador del Movimiento Democracia y de la flotilla del mismo nombre,
ejemplo viviente de dedicación a la causa cubana. A Oriente López pianista, arreglista
y ganador de un Grammy. A Orlando Luis Pardo Lazo, activista y escritor; a
Alexis Romay profesor y escritor. Y a muchos más que por espacio no los
menciono, pero no por ellos menos importantes.
Hay otros grupos
y organizaciones que ya están ayudando y lo hacen muy bien en diferentes
causas. Conozco personalmente a un comerciante muy exitoso del área que tiene
varios restaurantes y que las donaciones que recibe en la Santa Bárbara que
tiene en cada negocio las duplica con su propio dinero y calladamente y sin
publicidad ayuda a los más necesitados en su región. También conozco unos
amigos que a través de su congregación religiosa ayudan a los de su región en
Holguín. Todos ellos entienden y apoyan con su presencia y contribución la
causa de Cuba Libre Social Club.
¿Por qué
concentrar sus iniciativas en la ayuda a los presos en Cuba?
Pensamos que los
presos son un símbolo de la lucha del pueblo cubano por su libertad y que ellos
y sus familiares son los más vulnerables dentro de esa gran cárcel que se llama
Cuba. Acordamos que íbamos a apoyar a los presos menos visibles o menos
mediáticos, muchos de ellos de áreas marginales, que ya de por sí vivían en
condiciones paupérrimas. Ojalá que no tengamos presos políticos en un futuro
cercano, pero lo más importante es entender que en Cuba no habrá una democracia
y una recuperación económica sin la participación decisiva del exilio. No creo
en la unión de organizaciones, creo en la coordinación de acción y de
propósitos. La democracia no consiste en la unión de todos los partidos o
factores políticos sino un consenso en el respeto a la diversidad de objetivos
y propósitos. Nuestra intención es que estos esfuerzos se multipliquen y cada
uno encuentre la manera en que pueda ser útil a la patria.
Cada vez que
se trata de recaudar ayuda salta el eterno tema de la desconfianza entre los
cubanos, una desconfianza que se ha convertido en una de las principales armas
del régimen de la isla. Aparte del prestigio que acumulado ayudando
incansablemente a generaciones de cubanos que van llegando al exilio. ¿Cómo
lidiar con esa desconfianza?
Es natural. El
gobierno cubano siempre se ha encargado de crear estimular desconfianza. Es una
vieja estrategia que funciona muy bien “Divide y vencerás”. Pero como Cuba
Libre Social Club está constituido por un grupo de amigos que nos conocemos, en
algunos casos, por décadas, tenemos confianza total entre nosotros. Nuestra propuesta
actual no es necesariamente que nos envíen donaciones, que siempre son
bienvenidas, sino que utilicen nuestra experiencia como grupo y ayuden a la
causa que cada uno determine.
En nuestro portal
Cubalibresocialclub.com están los nombres de algunos de los familiares de
presos políticos: pueden ponerse en contacto directo sin la necesidad de
nosotros. Pueden ayudarlos directamente o, si lo prefieren, a través de
nosotros. También pueden comprar las camisetas y productos similares que
tenemos en venta online.
Recuerdo a un
compañero de prisión de mi papá, Israel Abreu, un gran hombre, que me decía
“Uno nunca sabe si va a ganar o perder una pelea, pero sí puede tomar la
decisión de pelear o no”. Nuestra decisión es ayudar.
¿Cómo surgió la idea del Cuba Libre Social Club?
Vivimos en un
mundo muy polarizado, donde la comunicación directa entre los seres humanos es
cada vez menor. Te aseguro que lo que yo leo o me informo es muy diferente de
lo que tu lees o te informas. Hay unos algoritmos que deciden lo que me
gustaría y lo que debo leer. Por eso reunirnos ahora, compartir en persona, es
más esencial que nunca.
Creo que se
alinearon las estrellas para que esto ocurriera, nada ocurre sin la ayuda y
esfuerzos de todos. Tenemos la dicha de tener una muy bonita comunidad que se
ha ido forjando con los años, siempre en las tertulias terminábamos
preguntándonos como podíamos contribuir a la cuestión cubana.
Cuando digo que
se alinearon las estrellas quiero decir que sin la ayuda de Claudia Mendoza,
Rubén Mendoza, Meyken Barreto, María Pérez, Loreta Martínez, Lesly Farrán,
Isabel Milanés, Camila Lobón, Anamelis Ramos, y otros muchos no sería posible
el funcionamiento de Cuba Libre Social Club. Cada uno de ellos tiene una
función fundamental: desde la organización, la animación de las actividades y
la coordinación de la ayuda a los familiares de los presos. Funcionamos como un
equipo donde cada uno sabe su papel.
Como comunidad
tenemos bien claro que queremos ser protagonistas de nuestro futuro y para ello
trabajamos en lo personal y en lo comunitario. De esa idea surge Cuba Libre
Social Club, un grupo de cubanos que queremos ver una Cuba Libre con nuestro
propio esfuerzo. Si no somos capaces de comprometer nuestro tiempo y recursos
por cambiar y transformar la situación actual en Cuba me parece inmoral pedir
que alguien lo haga por nosotros. O somos libres por nosotros mismo o nunca lo
seremos.
¿Qué efecto
crees que pueden tener iniciativas como la de Cuba Libre Social Club en el
panorama actual marcado por la desunión cuando no el enfrentamiento abierto?
Dentro de Cuba
Libre Social Club hay todas y cada una de las tendencias y opiniones políticas
locales naturales de un grupo pensante. Lo que nos une es el amor a Cuba y el
deseo de ayudar, sabemos que lo que hacemos es menos que un grano de arena en
el desierto, pero al igual que la vuelta al mundo comienza con el primer paso,
este es el paso que puede servir de ejemplo. No nos vemos como la organización
que va a resolver el problema de los presos o de Cuba, ni como una organización
que tenga delegaciones en otras partes de Estados Unidos, sino como lo que
somos, un grupo de amigos, que con su ejemplo puedan motivar a otros a ayudar
donde crean que puedan ser útiles.
Sé de primera mano que has sido promotor de otras iniciativas para apoyar el esfuerzo por la democratización de Cuba. ¿A qué atribuyes el éxito particular de Cuba Libre Social Club?
A combinar la
necesidad natural del cubano de pasarla bien, de divertirse, con el deseo de
ayudar a un cambio en Cuba. A demostrar que se puede hacer patria con alegría.
La ayuda o caridad funciona en las dos direcciones: el que la recibe, queda
agradecido y el que la da, satisfecho de haber podido ayudar.
Cuba Libre
Social Club ha conseguido ayudar sistemáticamente a más de treinta presos y sus
respectivas familias. No obstante, esa ayuda parece insignificante en
comparación con los más de setecientos presos por causas políticas que
permanecen en las cárceles cubanas. ¿Crees que alguna vez el exilio podrá
ocuparse de asistir a todos los que están en las cárceles por disentir del
régimen que hay en Cuba?
Tenemos claro que
un grupo relativamente pequeño como el nuestro no puede dar abasto para atender
las necesidades de los centenares de presos que hay en Cuba. Pero confiamos en
que nuestro ejemplo se multiplique en otras comunidades. Alguna ventaja tiene
que tener el hecho de estar desperdigados por el mundo. Hay comunidades cubanas
en toda la Florida, California, Kentucky y en otras ciudades de Estados Unidos
y Canadá, así como las hay en México, Ecuador, España. Si en todos esos sitios
se consigue crear organizaciones que, por un lado, le den más cohesión a esas
comunidades, más allá de la política y que al mismo tiempo se ocupen de atender
las necesidades urgentes que sufren sus compatriotas en Cuba creo que se puede
lograr mucho. Nosotros podemos transmitir nuestra experiencia y ayudar a
reconstruir el tejido social entre el exilio y el pueblo cubano sin la
intervención de ningún gobierno.
¿Qué efecto
crees que pueden tener iniciativas como la de Cuba Libre Social Club en el
panorama actual marcado por la desunión cuando no el enfrentamiento abierto?
Ahora más que
nunca que la dictadura no puede darle lo más mínimo al pueblo es el momento del
exilio, de una forma inteligente, independiente y autónoma de ayudar cada uno a
su forma y manera al pueblo cubano. Nos encantaría que este minúsculo esfuerzo
de unos amigos se multiplique en todo lugar que se encuentre un cubano de buena
voluntad. Que cada uno encuentre la forma de ser útil y servir a esa idea
suprema de todo cubano de ver a Cuba Libre y a su pueblo feliz y próspero.
*Publicado en Diario de Cuba
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