sábado, 1 de junio de 2019

El aduanero y yo


Aparecerme en el aeropuerto de Montreal por segunda tarde consecutiva luego de la cancelación del vuelo el día anterior. Pasar por las rutinas del control de seguridad, ya sin los artículos inadmisibles que me confiscaron ayer. Cambia el rostro del agente de aduana pero las preguntas son las mismas. Que si llevaba semillas, productos del agro, todo eso que habrá que negar tres veces si es necesario. Que cuántos días estuve. A qué vine.

-A visitar amigos. -miento vagamente. El tipo de respuesta que, lo sé por experiencia, no es seguida por nuevas preguntas.

Me equivoco.

-La Habana. Cubano. ¿Hace cuánto tiempo vives en Estados Unidos? -me pregunta en español, para mi sorpresa.

-Veintidós años. -respondo en inglés. No porque me hable en español voy a abandonar la etiqueta que rige las relaciones agente- pasajero.

-¿Cuándo saliste de Cuba? -su español tiene acento gringo pero sin exagerar. Pronuncia las vocales castellanas con bastante pulcritud.

-En el 95. -persisto en el inglés. -Pedí asilo en España. Luego fui a Estados Unidos por un programa de refugiados de ustedes.

-Hace años estuve trabajando en la Florida.

Ya eso no tiene nada que ver con el interrogatorio aduanero, pienso. Como si insistiera en humanizarse tras el uniforme. Un señor en sus sesentas. Coloradote, irlandés, de bigote y pelo canoso. “McMahon” -o algo parecido- dice la placa que lleva sobre el bolsillo izquierdo de la camisa.

-¿Dónde aprendió español? ¿En Miami? -pregunto al fin en español, en son de paz.

-Trabajé en el servicio guardacostas en los noventa. Estaba allí cuando muchos cubanos salieron.

-Sí. En el 94. Debió ser terrible. -me digo, le digo.

-Sí, mucha gente murió. -comenta y el rostro le retrocede al tiempo en que vio aquello con sus propios ojos.

-Muchas gracias -le digo y le extiendo la mano. Alarga la suya, cuadrada, áspera, recia.

El apretón es fuerte. Como si acabáramos de sellar un pacto.  

1 comentario:

Anónimo dijo...

Muy conmovedora historia. Funciona como un relato.
Un abrazote, Yoyi