miércoles, 20 de febrero de 2019

Memento


Solo recordarles que el régimen de Pinochet tan (justamente) condenado por todo el mundo estuvo tres veces menos tiempo en el poder que el castrismo (17 por 60 años), mató tres veces menos personas (3000 por 9000, sin contar los muertos en el mar tratando de escapar) y cuando propuso un plebiscito para continuar en el poder fue radicalmente distinto a la votación en Cuba este domingo.

Mientras en el plebiscito chileno se decidía entre que Pinochet siguiera en el poder (o no), en el caso cubano se elige entre aprobar (o no) una constitución marrullera e inconsistente que sustituiría a otra no menos marrullera e inconsistente. Constituciones ambas que empiezan reconociendo que existe un partido político por encima de las reglas de juego que propone. Mientras Pinochet permitió a la oposición que hiciera propaganda a favor del NO durante quince minutos diarios por televisión a lo largo de un mes, el castrismo hace propaganda en sitios inimaginables a favor del SÍ mientras persiguen con saña a la más mínima manifestación en pro del NO. Pinochet aceptó a regañadientes (y bajo presión norteamericana) el resultado adverso y no hay la más pequeña esperanza de que el actual régimen cubano haga lo mismo.

No digo lo anterior para enaltecer la inexistente bondad de Pinochet sino por dos cosas. Una para recordar la diferencia entre un tirano de los de toda la vida y aquel que controla una maquinaria estatal montada de acuerdo al diseño de Marx y Lenin. Entre dictadura a la vieja usanza y totalitarismo.

Lo otro es recordarles que el domingo el régimen cubano no arriesga mucho, si acaso un rapapolvo popular que puede maquillar a la hora de publicar las cifras. Los cubanos con acceso al voto sí arriesgan bastante. Arriesgan, como poco, el poderse mirar a espejo a la mañana siguiente sin sentir la humillación de haber dicho SÍ a lo que hace mucho tiempo en la intimidad le dicen NO. En decirle Sí a un régimen que continuamente te dice NO en todas las circunstancias, las más decisivas y las más ridículas . Y ahorrarse esa y todas las humillaciones que se deriven de ella no es poca cosa.

4 comentarios:

Sailor Hugo dijo...

Nadie podría colocarlo de un modo más claro y preciso que tú, mi presidente.

Hugo Pezzini

Anónimo dijo...

Muy bueno. Efectivamente, no es comparable la dictadura de Pinochet con el totalitarismo marxista-leninista de los Castro aunque mucho les pese a los promotores de las muy cómodas falsas equivalencias. Por desgracia, al pueblo cubano hace rato que no le molestan los Castro. Es lo que da el no conocer otra cosa. Nacieron con el apellido Castro al mando y por lo visto se van a morir con el apellido Castro al mando.

Realpolitik dijo...

Qué se lo digan a la Bachelet, esa zorra taimada, que prácticamente se corrió durante una visita a La Habana cuando le dijeron que el viejo monstruo la recibiría en persona.

Realpolitik dijo...

No se puede, o mejor dicho, no se debe hablar de Pinochet sin tener muy en cuenta que salvó a Chile del comunismo y lo puso en camino de mejorar y progresar mucho. Lástima que no hubo un Pinochet cubano que hiciera lo mismo por Cuba, si es que no se podía lograr eso de mejor manera. Y dicho sea de paso, aunque no me refiero al autor de este post, nadie que condena a Pinochet y no condena a Fidel Castro es respetable ni tiene credibilidad alguna, lo cual incluye a mucha gente.