martes, 2 de abril de 2013


Acabo de ver “NO”, la película chilena sobre el plebiscito de 1988 que marcó el principio del fin de la dictadura de Pinochet. Aunque con las limitaciones de calado de toda obra restringida casi exclusivamente al tema político (tan decisivo y al mismo tiempo tan epidérmico) resulta por otro lado un útil estudio –en el doble sentido de bosquejo y análisis- de un proceso tan complejo como lo es una transición a la democracia: las tensiones entre imagen y verdad, la política del dolor versus la de la eficacia y sobre todo el discurso del pasado enfrentado al del presente y el futuro. En ese sentido muy recomendable.

(Ya poniéndose más históricos la película reconoce aunque con mucha discreción el papel de los Estados Unidos en forzar el plebiscito, en apoyar la opción del NO y en aceptar a Pinochet a aceptar los resultados de la votación algo que no sé si convertiría a los opositores chilenos en anexionistas. Y si se mira con atención no nos quedará más que admitir que Pinochet con toda su grosera represión en nivel de control social era un torpe principiante.)

Abajo la franja original del NO tal y como se presentó en su primera edición en la televisión chilena.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Alguna vez todo el exilio se unira y podra cantar junto: Cuba, la alegria ya viene?

Anónimo dijo...

La campaña del Sí tiene que haber estado puñetera, o las "condiciones objetivas y subjetivas" totalmente a favor, o los chilenos serán hipersensitivos a las imágenes de un papirriqui disfrazado de Richard Marx caminando hacia la cámara con cara de mongo representando el futuro, pero me inclino a pensar que, en contra de lo que sugiere la película, el No ganó a pesar de la campañita esta, y no a causa de. Sé que los códigos cambian y eso, y que fue hace décadas, pero no es fácil en ninguna década usar quince minutos de screen time sin dar un sólo dato de nada, cero información, sólo "apelando a las emociones más que a la racionalidad", y la verdad es que es de una chealdá escalofriante. Lo mío no es la campañería política, definitivamente, porque después de ver esto hubiera ido a votar directamente por el contrario, a menos que me hubiera mentado la madre, que ahí sí que no.

Anónimo dijo...



Si nuestra oposicion y exilio no fuera tan anti-politico hace rato que se hubiesen unido en torno a un programa que podria ser pedir que se someta a plesbicito la reforma que se hizo de la constitucion en 2002,cosa que exije el articulo 137, cerrando la constitucion a futuros cambios como el Proyecto Varela. Por supuestro, etsa la voluntad despotica del gobierno de no someter a referendo sus propias leyes pero al menos se debiera intentar.