martes, 14 de abril de 2009

Errores

Hay una vieja tendencia a considerar a Fidel Castro poco menos que infalible. Y no se trata sólo de sus admiradores. Muchos de sus enemigos más enconados tienden a darle el beneficio de la perfección aunque sea en la maldad. Ni unos ni otros consideran que a la hora de tomar decisiones suele contar con más información que otros, lo que unido a su larga premeditación y minuciosa alevosía le da amplia ventaja en asuntos nacionales. Tampoco tienen en cuenta que, a diferencia de otros mandatarios, tiene tiempo y poderes casi ilimitados para enderezar una mala decisión: todo un país con el que tapar sus errores. Y sobre todo ese medio siglo en el poder que siempre termina dándole la razón. Hasta yo puedo concordar que en cuestiones estrictamente vinculadas a la política se equivoca poco pero aun en esos casos la premura o la soberbia lo han hecho quedar mal. Como cuando mandó a retirar la custodia de la embajada del Perú sin calcular las dimensiones de la crisis que generaría. O cuando ordenó a la resistencia hasta el último hombre y la última bala en Granada en el 83 y comparó a Tortoló con Maceo. Y tantos otros que no nos habremos enterado gracias a su celoso control de la prensa y los archivos.
El caso es que de un tiempo a esta parte me da la impresión que no hace otra cosa que equivocarse. Debe ser la debilidad física, o la sensación de aislamiento o saber que se le han escapado los principales hilos del poder. O que a sus años la realidad se le ha vuelto especialmente resbaladiza. En su desesperación por demostrar que aún controla el país lo mismo hace públicas sus instrucciones al equipo nacional de pelota que convierte la pretendida reestructuración del consejo de ministros en una ejecución política en toda regla. Rompe así con la que ha sido la regla de oro de su poder y el de Vito Corleone: no contradecirse delante del enemigo, que somos todos.
Norberto Fuentes es de los partidarios de que se trata de una coreografía ensayada al dedillo sin margen a la improvisación pero sin embargo apunta al detalle que -en mi opinión- les ha hecho perder el paso, tropezar donde planeaban un pas de deux. “La declaración de Rahm Emanuel, el jefe de staff de la Casa Blanca, de que la estrategia con Cuba era ignorarla, fue el detonante” dice Fuentes. Para él de las defenestraciones, para mí de los tumbos que han dado en estos tiempos. No creo que Raúl apueste a crear una crisis que no sabrá cómo manejar. Ese es el estilo de su hermano que más allá de todo cálculo político no resiste ser ninguneado. Y en eso volvemos a coincidir Fuentes y yo: “Cuba ignorada significaba Fidel sin conflicto. Fidel sin conflicto significa Fidel sin argumento. Y, además, milagrosamente se había recuperado y regresaba al mundo con mayores deseos que nunca de joder”. A eso el autor de “Condenados de Condado” atribuye el apoteósico calimbe de Lage y Pérez Roque. Más que en el truene en sí –en mi opinión sólo parte de los rituales cíclicos del castrismo- la debilidad del peor de los Castros ha sido decisiva en el modo torpe en que lo ha manejado. Quiere usar hasta las últimas consecuencias el único poder que le queda, el de hacer daño.
La conciencia de su debilidad ha sido determinante en los trompicones que se ha dado contra la actual política norteamericana. En lugar de callar y esperar -como lo aconseja una ocasión que de ser manejada con cuidado podría serle provechosa- ha optado por el escándalo. De estar en mejores condiciones se pondría su traje de las cumbres e iría a disputarle el protagonismo a Obama pero ahora simplemente no puede hacerlo. Fuentes apuesta porque tiene un gallo tapado que soltará en medio de la cumbre para intentar que la atención de todos regrese a donde siempre debió estar, a él. Yo no creo que tenga mucho que destapar. Lo que sí es seguro es que “reflexionará” más que durante el reciente Clásico de Béisbol*. Nada nuevo bajo el sol. Un señor muy mayor que requiere mucha atención. Sólo que este puede hacer mucho daño todavía.

* Sólo hoy ha hecho tres flexiones: una a las 11:15 a.m., otra a las 4:43 p.m. y otra más a las 7:02 p.m. en la que intenta sacudirse sus alusiones racistas acusando al premier inglés de tratar “con prejuicios al propio Obama por su condición de hombre negro”. Esto último me hace recordar aquél viejo cuento de la rana que gritaba: “¡mariconá con el cocodrilo!”

3 comentarios:

Unknown dijo...

Precisa diseccion. Saludos

Rodrigo dijo...

Lo de querer que Gordon Brown sea racista porque sí es patético.

apenao dijo...

No hay que ser tan inteligente para mantenerse "cosechando" un socialimo/comunismo que solo agunos, muy pocos, entienden.
Sino miren para Chavez y Bobo Morales. Entre los dos no hay cerebro ni para una jicotea. Y los dos se han mantenido en poder por largo tiempo.
Chavez, gracias a su ejercito bobobariano "privilegiado" y vendido al lucro del socialismo del siglo XXI y Bobo Morales privilegiado por los indios cocaleros que nunca habian dicho ni pio en Bolivia.
En America Latina lo que hay que tener para gobernar por siempre son cojones y ganas de usar y abusar del poder por siempre.
Las "masas" se "deleitan" con esa clase de "caudillos" en nuestra tierras.
Lo demas es pura paja.