miércoles, 10 de octubre de 2018

Una tribu a orillas del Hudson

El viernes pasado en el museo de Coral Gables se inauguró Kindred Spirits, una exposición de diez artistas visuales cubanos asentados a orillas del río Hudson. Kindred Spirits es una exhibición diversa, deslumbrante y magnífica que da una idea aproximada del talento que se ha ido acumulando en el área a lo largo de los años. He sido testigo todos estos años que sin que medie otra institución que la amistad recíproca y la entrega más profunda a su arte este grupo de artistas y otros como ellos. Cómo a golpe de talento y esfuerzo han ido haciéndose más visibles a los museos, galerías, coleccionistas y público en general. Náufragos que poco a poco se van creando un mundo cada vez más habitable. 

De ese mundo cubano a orillas del Hudson estos artistas no son, por supuesto, los únicos habitantes. Desde los años cincuenta venían los cubanos a los pueblos de Union City, West New York, North Bergen o el más lejano Elizabeth a trabajar en una zona que todavía era eminentemente industrial. El condado de Hudson era y sigue siendo la segunda zona con mayor concentración de cubanos después de la Florida. Aquí vivieron Celia Cruz y una larga lista de luminarias prerrevolucionarias que por alguna razón la preferían a Miami. Luego se ha nutrido con cada una de las oleadas migratorias por las que ha desaguado la desesperanza cubana. En la zona siguen viviendo músicos como Paquito D’Rivera, Pedrito Martínez, Yunior Terry o Román Filiú y una larga lista de profesionales de todo tipo. Los restaurantes cubanos se intercalan con los del resto de Latinoamérica y las pastelerías cubanas comparten clientela con las dulcerías argentinas.
Del entramado de sociedades y sedes sociales de antaño sobrevive una sede de la Asociación de Hijos y Amigos de Fomento, alguna que otra logia, la sede de la Unión de Expresos Políticos Cubanos, (el Club Cubano de Elizabeth parece condenado a desaparecer) y desde hace unos años funciona la sede de la Academia de Historia de Cuba en el Exilio. La debilidad institucional y falta de espacios públicos son tratadas de subsanar por la iniciativa privada. Desde hace años el restaurante Rumba Cubana se ha convertido en el sitio donde muchos prefieren celebrar los principales eventos familiares o sociales. En fecha muy reciente han abierto sitios donde se puede escuchar música en vivo, como Trova y Cuban Spirit prácticamente inexistentes desde la desaparición de la legendaria Esquina Habanera con sus domingos de la rumba. Pero buena parte de la vida social cercada por largos inviernos se celebra en casas particulares que funcionan de hecho como salones de fiesta, salas de concierto, casas de cultura y hasta bolsas de trabajo.

En un suelto en que convocaba a una de tantas reuniones patrióticas en Nueva York Martí anotó "Aquí no somos desterrados sino fundadores". Algo parecido podría decir de sí misma la tribu cubana del condado del Hudson.








1 comentario:

Realpolitik dijo...

Este tipo de cosa es lo que debe estar haciendo el Museo de la Diáspora en Miami, pero no acaba de dar pie con bola. Con lo poquísimo que vale la pena ver en los museos de Miami, pudieran lograr un perfil alto e importante, pero se refugian en el folclor. Por favor, no hace falta otra Cuba Nostalgia, así que o se peinan o se hacen papelillos, pero basta de guabineo. Si no hay seriedad y profesionalismo, no habrá respeto.