jueves, 26 de octubre de 2023

Homenaje a la revista Humor Sapiens en su X aniversario



Soy de los que piensa que el concepto de “humor inteligente” es una tautología. Como “blanca leche” o “hielo frío”. A ese nivel. Soy de los que asume que la caída de un gordo en la calle puede dar risa (siempre que el gordo en cuestión tenga seguro médico) pero no es necesariamente humor. Así de impertinente puedo ser, de machacón con la idea de que esa variante de lo gracioso que llamamos humor es más que mera contracción de músculos faciales y exhibición de dentadura. De los que viven convencidos de que para que el humor se produzca debe implicar al menos un par de sinapsis cerebrales, de neuronas que choquen, se sorprendan y hasta se alegren de haberse conocido.

Pero -a esta edad que me ha caído encima mientras hacía otras cosas- no me hago ilusiones. El mundo es como es y no como uno quiere, lo cual, dicho sea de paso, es mejor para el mundo y hasta para uno. Hoy, cuando el trabajo de los humoristas va siendo desplazado por videos minúsculos que desde cualquier parte del mundo repiten el viejo chiste del gordo que se resbala en la calle -calles cada vez distantes y exóticas, eso sí-, urge recordar que la risa no solo no está reñida con la inteligencia, sino que la segunda debiera ser condición básica de la primera. Esto es lo que hace de una manera ejemplar una revista como Humor Sapiens. Desde su título hasta cada uno de los artículos y entrevistas que publica Humor Sapiens asocia con naturalidad elementos que la inercia social va volviendo extraños y hasta excluyentes como la risa, la inteligencia y nuestra común -aunque poco ejercida- humanidad.

No hay comentarios: