jueves, 7 de noviembre de 2013

Rorty y las palabras

Una vez más me veo enredado en una vieja discusión que es en el fondo la de los vocabularios: determinar cuál de ellos debemos emplear para contar la historia cubana reciente o incluso la contemporaneidad misma. El eje de la discusión gira sobre si debemos emplear el vocabulario que el poder ha usado en Cuba para representarse a sí mismo o utilizar uno distinto. Si debemos aceptar palabras como “revolución”, “socialismo”,“justicia social” para hablar de los últimos 60 años de historia o buscar otras que se acerquen más a cómo percibimos esa realidad o cómo intentar su transformación. Siempre que entro en ese debate echo de menos no tener a mano mis viejas notas sobre Richard Rorty, el filósofo pragmatista norteamericano muerto no hace tanto. Porque para Rorty, aún reconociendo la equidistancia entre cualquiera de los vocabularios que se puedan emplear y la realidad, tal discusión no era ni puramente escolástica ni ociosa. Somos hijos de las palabras o como diría el propio Rorty “lo que une a las sociedades son los vocabularios y las esperanzas comunes. Los vocabularios son parasitarios de las esperanzas porque la principal función de los vocabularios es contar historias sobre el futuro que vendrá en compensación a los sacrificios del presente”.

Porque no se trata de encontrar las conceptos más apropiados para fijar el pasado cubano (o cualquier otro) y quemarlo en efigie sino de encontrar palabras instrumentales para entenderlo de un modo distinto. “Un cambio de vocabulario –diría Rorty- implica no cambiar palabras para preguntarnos lo mismo sino para hacernos nuevas preguntas”. Aceptar el vocabulario heredado es rendirnos de alguna manera ante cierto orden de la realidad: “es aceptar a otro la descripción de uno mismo, ejecutar un programa previamente preparado, escribir a lo máximo variaciones de poemas previamente escritos”.

Y no hablo de revancha política o ni siquiera de justicia simbólica sino de crear condiciones para una necesaria transformación cultural, imaginarnos posibilidades realmente nuevas en lugar de recombinaciones de gastados lugares comunes. Comprender -como los románticos según Rorty- “que hablar de un modo distinto, más que saber argumentar es el principal instrumento del cambio cultural”. Pero el cambio es complejo aunque sólo sea por la dificultad que supone desechar la comodidad que nos ofrecen las viejas costumbres o lo que es más decisivo, asumir en todo su peso las consecuencias de nuestra antigua credulidad y la indefensión en que nos deja aceptar la madurez como un inevitable acopio de desengaños. Lo contrario sería insistir -medio siglo después- que aquella violación adolescente fue un lindo romance.
P.D.: Dicho de otra manera: el mulato Batista está 7 años en el poder y es un dictador y los blanquitos Castros pasan más de medio siglo encaramados allí y todavía se habla de Revolución, con mayúsculas. Ahorita los Batista ponen una demanda por discriminación.

8 comentarios:

Realpolitik dijo...

La palabra clave es violación, o burda mentira, o mojón envuelto en papel de regalo. Claro, no se puede seguir culpando al totí (barbudo), aunque sea muy conveniente. Ese totí se valió de muchos defectos serios del “pueblo” y de los que supuestamente estaban al frente de ese pueblo. Hubo fallo por doquier, pero sigue siendo demasiado socorrido hablar de “revolución traicionada” o “idealismo engañado,” aunque hubiera algo de ambas cosas.

Un ejercicio muy recomendable y saludable por esclarecedor, aunque también deprimente, es el libro (en inglés) de Márquez-Sterling, “Cuba 1952-1959” (se consigue por Amazon). No digo que lo explique todo, pues se enfoca en la política y hubo otros factores, pero todo cubano debe conocer detalladamente lo sucedido en ese campo, pues lo de Batista era principalmente un problema político. Muchas de las cosas expuestas en ese libro resultan desgarradoras, al menos retrospectivamente. Por ejemplo, la prepotente, tenaz y violenta oposición de Fidel a una salida electoral, llegando al increíble extremo de declarar que no reconocería el resultado de elecciones algunas, aunque fueran limpias y honestas--¿cómo es posible que la gente no se diera cuenta que lo que Fidel buscaba no era salir de Batista, sino suplantarlo?

Todavía hay mucho de lo que los americanos llaman “denial” o negarse a ver, y ya es hora de encarar la verdad y dejarse de mentiras piadosas y paños tibios. Por supuesto, eso conlleva aceptar bastante bochorno, y no solamente reflexionar de forma seria y madura pero dedicarse a que jamás se caiga en nada semejante. Los cubanos no se “equivocaron;” prácticamente se suicidaron. Aferrarse a la maldad o la culpa de Fidel y si acaso unos cuantos más es irse por la tangente, y eso resuelve poco o nada.

Anónimo dijo...

justo lo que sucede en psicoterapia...

Anónimo dijo...

Bro,

Muy interesante esta entrada. Yo creo que habria que hacer las dos cosas. Inventarse un nuevo vocabulario para entender esa realidad pero tambien hacer una historia del vocabulario que ellos usaron para poder explicar porque encanto a tanta gente. Lo otro, que no esta descartado, seria suponer que no habia nada detras de aquellas palabras y todo no fue mas que un delirio colectivo. Y es muy dificil hacer una atractiva historia politica-cultural de un delirio. Pero nuestro querido gordo decia que solo lo dificil es estimulante.

Yoyi

Anónimo dijo...

Segun los medios de prensa interancionales, Batista era un dictador, Fidel Castro fue presidente de Cuba. Raul tambien es "presidente de Cuba" aunque fue nombrado a dedo por su hermano que ya era "presidente". Somoza era dictador, Stroessner era dictador, Videla era dictador, Pinochet era dictador. Los Castros son presidentes aunque continuan por mas de 54 años en el poder absoluto algo que ninguno de los mencionados anteriormente pudo ni siquiera acercarse.

Anónimo dijo...

En el poema Ganadería, el poeta cubano exiliado Ricardo Pau-Llosa narra la historia de Ubre Blanca, como una alegoría de la subida de Castro al poder.
They were educated men,
how could they not know what was coming?
How could they not save Ubre Blanca
from the endless speeches, the cameras, and the fist?

Realpolitik dijo...

O sea, Fidel dijo claramente (a buen entendedor) que no aceptaría la voluntad del pueblo, a no ser que el pueblo lo escogiera a él. Hizo todo lo que pudo, incluyendo arengas mentirosas, amenazas y terrorismo, para desprestigiar y descarrilar las elecciones presidenciales de 1958--el último chance que tuvo Cuba de evitar el desastre. Así y todo, no se hubiera salido con la suya sin la ayuda de su gran e indispensable benefactor desde 1952: Fulgencio Batista. El inepto dictador, tupido y torpe, lo que los americanos llaman un "hack," ordenó un fraude electoral masivo para que su candidato escogido ganara. La hueca victoria selló la ilegitimidad del gobierno, y en menos de dos meses se vendría todo abajo con la fuga de Batista, seguida por la entrada triunfal de Fidel en La Habana. La cruel ironía es que Batista impidió lo que Fidel más temía: la victoria electoral de la oposición democrática, que hubiera sacado a Batista del juego y le hubiera quitado a Fidel su raison d'être (o la que él daba como tal, aunque su verdadera meta era algo muy distinto). Nada, que lo de Cuba se puede resumir en una vulgar pero apta expresión americana: fue todo un "cluster fuck." Para que puedan constatarlo en detalle, año por año, les vuelvo a recomendar el libro "Cuba 1952-1959" de Márquez-Sterling: lean y lloren de pena, o griten de rabia.

RP dijo...

No es solamente que Batista era "de color," sino que era proletario de verdad, no un hijito de papá rico (y el viejo Angel Castro era millonario cuando murió en 1956, por muy malhabida que fuera su fortuna). Pero nada, toda la gente progre o "correcta" sigue llamando a Batista dictador y hablando del "presidente" Castro. Diera risa sino diera tanto asco.

versioncorta dijo...

La gran mayoria de quienes que hablan de Revolucion, ideales , etc. (tanto dentro como fuera de Cuba) son personas que han elegido creer esa version contra toda evidencia. Con ellas, tratar de llamar a las cosas por su verdadero nombre y argumentarlo es una perdida de tiempo. Respecto a la comparacion entre Batista y Fidel creo que la raza es lo de menos. Ambos con alma de dictadores pero uno con un gran talento para la manipulacion. La carrera de abogacia le dio el entrenamiento ideal para perfeccionar su habilidad innata; los hechos no son lo que importa sino su presentacion. La historia completa de eso que llamamos revolucion cubana no es mas que la secuencia e interrelacion de actos ocultos (cuando no quedaba mas remedio) o enmascarados (sus preferidos). Quiza el unico hecho espontaneo en su vida fue el nacimiento. Por eso triunfo donde Batista fracaso...