martes, 9 de octubre de 2007

Las gracias del Che

Sería injusto negar que el Che tenía un especial sentido del humor. Prueba de esto es una anécdota que contó a BBC Mundo Félix Rodríguez, ex agente de la CIA que participó en la captura e interrogatorio del Che en Bolivia:
"Hace 20 años una mujer se acercó a mí en Paris y me contó como cuando su hijo de 15 años fue condenado a muerte por escribir en contra del gobierno de Fidel Castro", cuenta Rodríguez.
"Ella consiguió una audiencia con el Che y le rogó que lo dejara vivir. Era viernes y la ejecución estaba prevista para el lunes. Cuando el Che le preguntó el nombre del muchacho la madre creyó haber salvado la vida de su hijo. Él giró la cabeza y dirigiéndose a sus soldados gritó: 'Al hijo de esta señora fusílenlo hoy mismo para que su madre no tenga que esperar hasta el lunes".

2 comentarios:

Güicho dijo...

La pregunta personal que le haría a Félix Rodríguez, de tener ocasión, es por qué no quiso ejecutar él mismo al coño'e madre argentino cuando tuvo esa opción.

Es más, lo trató con sumo respeto, e incluso le dio un abrazo de despedida. No digo que esté bien aplicarle la terapia Doe, pero esa ternura de llamarlo "Comandante" sobraba, desde mi punto de vista.

Anónimo dijo...

El comentario a continuación lo había puesto bajo "Más vivo que nunca". El "Comandante" podía ser muy encantador aun en desgracia:

Bueno, no solamente subastas y ventas de camisetas, los "15 minutos de fama" mentáos también...

Hoy le tocó a Julia Cortez. Esta dama era la maestra en La Higuera. El 9 de octubre de 1967 ella preparó y sirvió la "última cena" del Che, una sopa de maní. Doña Julia, que para aquel entonces tenía 19 años, cuenta que él coqueteó con ella y hasta le señaló que a la palabra "Ángulos", escrita en la pizarra del aula, le faltaba el acento sobre la mayúscula. El Che le pidió que tratara de averiguar qué planes tenían para con él, que fuese su espía.

Explica la sra. o srta. Cortez que sintió mucha curiosidad por ver al rebelde de quien se decía, y cito, "que era un hombre cubierto con una coraza, con un casco, y que era imposible que muera". Un teniente de apellido Huerta le facilitó conocer al guerrillero. Su mejor recuerdo del Che es de "un hombre sumamente simpático, muy atractivo" con "facciones perfectas".

El artículo de Servicios Combinados se titula "La espía del Che" y va acompañado de una foto de la maestra Julia Cortez, en la sala de su casa, enfrente de un altar con imágenes del Che y una vela prendida.