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lunes, 14 de julio de 2014

La infamia, renovada

Me habia prometido no seguir hablando del tema del remolcador por un buen rato pero una heredera de Guillermo Cabrera , "el Bueno", Yadira Escobar, acusa al exilio de politizar un "trágico accidente". Otro "trágico accidente", debería decir, porque antes estuvieron el del río Canímar y tantos otros. Dice:

"Los remolcadores son embarcaciones que cuentan con motores potentes, pero su medio es la bahía. No son grandes y generalmente llevan pocos tripulantes, y el de 13 de marzo estaba más que abarrotado.
Todo salvavidas (lifeguard) sabe cuan peligroso es acercarse a la gente cuando están en el agua sin saber nadar. De hecho, para rescatar a alguien que se este ahogando, es recomendado primero golpearlo en la cara con un buen puñetazo. Solo estando la víctima media inconsciente es que se le puede rescatar de las aguas pues si sigue despierta, en medio del desespero puede incluso ahogar el propio salvador. Frente a la angustiosa posibilidad de respirar agua y asfixiarse, el ser humano pierde todo uso de razón y es capaz de ahogar a otros con tal de flotar y salvar su propia vida. Tal es el instinto y reflejo mas profundo por sobrevivir. Algunas personas pudieran haberse ahogado cuando otras desesperadas por no saber nadar o por miedo se les sujetaban, los niños llevaron la peor parte por supuesto"
Ahora va a resultar que los cañones de agua y las embestidas era para aturdir a los fugitivos y rescatarlos mejor pero como los accidentes cubanos al final son cualquier cosa menos accidentales la culpa, claro, la tiene el imperialismo.

"Esta tragedia se produjo por el deseo de abandonar una Cuba pobre y bloqueada con sanciones, para mudarse a vivir en el país mas rico del planeta. Hasta ahora ningún sobreviviente ha dicho que escapaba de alguna persecución política. La razón era material, y casi todos sabemos que Cuba en esos días sufría una seria crisis económica. El estimulo material de la “Ley de Ajuste Cubano” y la imposibilidad de lograr una visa legal son una mala combinación para un pueblo que atravesaba penurias propias de una economía bajo ataque por sanciones"
No explica la inefable Yadira por quéno pudo ser rescatado ni un sólo cadáver. Por qué el propio Fidel Castro calificó de "patrióticos" a los que hundieron el remolcador y los condecoraron por su participación en el "trágico accidente". Por qué si se trata de un accidente trágico y lamentable, si el gobierno no se siente culpable no permite que en Cuba se recuerde públicamente a las víctimas. Por qué en el primer aniversario del hundimiento del remolcador -y de eso soy testigo- organizaron una gigantesca fiesta en el malecón. Y sí, no puedo evitar avergonzarme de que mi país siga produciendo cómplices de tanta abyección.


Más

Más comentarios, proyectos sobre el 20 aniversario del hundimiento del remolcador "13 de Marzo":

-Artículo de Rafael Rojas en La Razón:
"Al igual que [la masacre de] Acteal, el atentado contra el vuelo 455 de Cubana es reconocido, globalmente, como masacre. El hundimiento del Remolcador 13 de Marzo, en julio de 1994, en el puerto de La Habana, no. Ese doble rasero, que impide hacer justicia, aunque sea a través de la memoria, se funda en la ambivalencia moral de admitir sólo aquellos crímenes que afirman nuestras ideologías"

-Proyecto 20 years de la artista Ana Olema que consiste en imaginar qué habría sido de la vida de los niños que murieron hace dos décadas de haber sobrevivido a la masacre. Rellenar el vacío que dejó su muerte con vidas posibles.

-Un artículo de BBC Mundo.

-Fotogalería "Una luz por los míos" en Diario de Cuba.

-Recuento detallado de Cuba Archive.

-En 14yMedio los artículos "Veinte años de impunidad" y "¿Puede repetirse la tragedia del remolcador 13 de marzo?"

-Una nota sobre el oficial a cargo de la operación del remolcador en Cuba al descubierto.

-Otro articulo en Art Experience: NYC.

El segundo hundimiento del remolcador

Inicio del artículo mío que ha sacado hoy Diario de Cuba:

Cuentan que el mayor motivo de orgullo del periodista Guillermo Cabrera Álvarez era que Fidel Castro lo llamara "el Guillermo Cabrera Bueno". El malo vendría a ser Guillermo Cabrera Infante, ganador del Premio Cervantes. El Bueno debía conformarse con la gloria de recibir a cada rato palmaditas en el hombro del propio Fidel Castro a cambio de servicios prestados a su causa, servicios que podían incluir la justificación de alguno de sus tantos crímenes. Dentro de estos, el más notorio fue su intento de convertir el hundimiento del remolcador 13 de Marzo en una suerte de suicidio colectivo.
Guillermo Cabrera, el Bueno, estaba lejos de manejar la sintaxis española con la maestría de su tocayo el Malo —y aquí entre nosotros, que no está bien hablar así de los muertos, era bastante chapucero—, pero al menos resultaba mucho más dúctil para empeños tan complicados como el de convertir a las víctimas en asesinos por negligencia y a sus verdugos en frustrados salvadores. Eso lo consiguió en ese punto más bajo de una carrera plagada de abismos que fue su artículo titulado "Una lección amarga para irresponsables", publicado el 23 de julio, o sea, a diez días exactos del hundimiento del remolcador. Dicho artículo estuvo diseñado para contrarrestar el efecto que había tenido el testimonio de una de las sobrevivientes difundido días antes a través de Radio Martí, la emisora enemiga. Ese fue el relato a través del cual se pudo conocer de primera mano el acoso de los tres remolcadores, el ataque con cañones de agua, las embestidas que terminaron por hundir el 13 de Marzo y las maniobras posteriores para intentar ahogar a los sobrevivientes.

[Para seguir leyendo pinche aquí]

domingo, 13 de julio de 2014

Que no se olvide


Texto leído ayer en la conmemoración del 20 aniversario del hundimiento del remolcador "13 de Marzo" en el Donnelly Park de West New York, NJ:

Hoy es la víspera del 20 aniversario del que posiblemente sea el crimen más horrendo y alevoso de la historia cubana. Setenta personas que intentaban escapar de la isla en el remolcador 13 de Marzo fueron emboscadas a la salida de la bahía de La Habana por tres embarcaciones, bombardeadas con cañones de agua y luego hundidas tras varias embestidas. Y todo esto a pesar de que a los atacantes se les hizo saber que en el remolcador viajaban decenas de mujeres y niños. Según testimonios de los sobrevivientes, a los atacantes no les bastó con hundir el remolcador sino que después, en lugar de ofrecer asistencia a los que aún flotaban en el mar aferrados a los restos del naufragio, navegaron en círculos a su alrededor tratando que el torbellino creado terminara por ahogar a los que todavía pugnaban por salvarse. Si algo impidió que consumaran la masacre, fue la cercanía de un barco de bandera griega, ante la cual hicieron entrar en escena una nave del servicio de guardacostas cubano que rescató a los sobrevivientes. Treinta y siete fueron las víctimas de este crimen, entre ellas diez niños y trece mujeres, sin que desde entonces nadie haya sido enjuiciado por ello. Extrañamente, ni uno sólo de aquellos cadáveres fue rescatado, y ya ese simple hecho bastaría para suponer un plan decidido de antemano en sus más pequeños detalles.

En lugar de la justicia más elemental, este crimen vino acompañado por insistentes esfuerzos de la maquinaria de propaganda del régimen cubano por demostrar que no había más responsables de la muerte de tantas personas que las propias víctimas. Fidel Castro en persona justificó el asesinato de esas 37 personas al afirmar que 

“El comportamiento de los obreros –se refería a los asesinos– fue ejemplar porque trataron de que no les robaran su barco. ¿Qué les vamos a decir ahora –se preguntaba retóricamente– que dejen que les roben los barcos, sus medios de trabajo? ¿Qué vamos a hacer con esos trabajadores que no querían que les robaran su barco, que hicieron un esfuerzo verdaderamente patriótico, pudiéramos decir, para que no les robaran el barco? ¿Qué les vamos a decir?”.

El régimen cubano –que, sin dudas, había planificado minuciosamente el asesinato en lugar de atajar los planes de fuga que seguramente conocía en detalle– insistió en que la causa del hundimiento fue accidental mientras los obreros intentaban recuperar sus medios de trabajo. Desconoció todas las evidencias acumuladas en contra de su versión. Desconoció, como suele hacerlo, la lógica, y quiso demostrar que, incluso sin el choque supuestamente accidental de las naves que perseguían al remolcador, este se hubiera hundido sin remedio unas millas más allá de donde lo hizo. Con lo único que no contó el régimen fue con el valor de varios de los sobrevivientes que hicieron esfuerzos increíbles para que llegara hasta nosotros su versión de los hechos.

Uno de los rituales más antiguos del calendario cívico cubano es que cada 27 de noviembre se recuerde que ocho estudiantes de medicina fueron fusilados en 1871, en los días de la primera guerra de independencia, tras un juicio amañado, en el que habían sido acusados de un crimen que no cometieron. La conmemoración de dicha fecha fue un símbolo de resistencia en tiempos en que Cuba seguía sometida al yugo español, o de resistencia a la injusticia durante la etapa republicana. Sin intentar ponerle gradaciones a la infamia, podemos decir que la masacre del remolcador 13 de Marzo es un crimen todavía más repugnante, y no sólo porque allí perecieron casi cinco veces más personas que en el caso de los estudiantes. Si el crimen de los autores del plan de fuga del remolcador fue intentar escapar de una miseria espantosa y buscar para ellos y para sus familias una vida mejor y con más sentido que la que le ofrecía la dictadura cubana, ¿cuál fue el crimen de los niños que apenas sí entendían lo que estaba sucediendo a su alrededor? Los estudiantes de 1871 fueron juzgados y condenados por un crimen que no cometieron, pero las víctimas del remolcador fueron juzgadas y condenadas a muerte antes incluso de que abordaran la embarcación en el puerto de La Habana.

Las razones que nos convocan son tantas como personas aquí reunidas, si no más, pero hay unas cuantas que nos conciernen a todos, empezando porque las esperanzas que fueron truncadas aquel 13 de julio no son muy diferentes a las que nos han traído a nosotros a estas tierras y, en ese sentido, no somos ajenos a las culpas de las víctimas del remolcador. Nos reúne –más allá de la convicción política de cada cual– el deseo común de que algún día se haga justicia para ellos y sus familiares, de que algún día Cuba sea un país de donde la gente no trate de fugarse como de una prisión y donde, a los que escapan, no se les trate peor que a los fugitivos de una cárcel. Pero nos reúne sobre todo la convicción de que ser cubano no contrae necesariamente la resignación ante la injusticia y el crimen, o la indiferencia hacia el destino de compatriotas menos afortunados que nosotros. Nos reúne el deseo de que la palabra “patria” no sea un pretexto para odiarnos más, sino para entendernos un poco mejor. Ya que no pudimos impedir el primer asesinato de las víctimas del remolcador, o ese segundo crimen que fue el de intentar culparlas de su propia muerte, queremos al menos evitar un crimen aún más definitivo, que es el de su olvido. Estamos aquí por las víctimas del remolcador y por millares de cubanos que han muerto de una u otra forma intentando alcanzar su libertad, y por nosotros mismos que sabemos, luego de alcanzarla, que todavía no es suficiente. Muchas gracias.

sábado, 12 de julio de 2014

Entrevista

Entrevista a una de las sobrevivientes de la masacre del remolcador y a su padre que trae nuevos datos sobre el crimen y de sus consecuencias posteriores:

viernes, 11 de julio de 2014

Para mañana sábado

Por razones técnicas (el parque con el busto de Martí está en reparaciones, literalmente) la conmemoracion del 20 aniversario del hundimiento del remolcador “13 de marzo” este sábado 12 de julio a las 7:00 de la noche ha sido trasladada al parque que queda en Boulevard East esquina a la calle 60 en el mirador que da al rio Hudson. Está invitado todo el que desee ir y se recomienda que lleven una vela.



miércoles, 9 de julio de 2014

Homenaje

El Directorio Democrático Cubano (DDC) y la Human Rights Foundation (HRF) convocan a conmemorar el vigésimo aniversario del hundimiento del Remolcador “13 de Marzo”. La demostración se llevará a cabo este jueves 10 de julio próximo a horas 12:00 p. m. frente a la sede de la Misión Permanente de la República de Cuba ante la Organización de las Naciones Unidas (ONU), ubicada en la avenida Lexington No. 315 de la ciudad de Nueva York.

jueves, 3 de julio de 2014

El pez muere por la letra

De un artículo mío que aparece hoy en Penúltimos Días:

El próximo 13 de julio se cumplirán ya veinte años del hundimiento  del remolcador “13 de Marzo” y de la muerte de cuarenta y una de las 72 personas que navegaban en dicha embarcación mientras trataban de escapar de la isla(de entre los muertos diez niños de edades que fluctuaban entre los 5 meses y los doce años). Decir “los hechos son de sobra conocidos” conlleva ignorar que la gran mayoría de los habitantes de la isla no tuvieron otra información que la versión oficial y luego, veinte años de absoluto silencio. Discutir si se trata de un accidente o un crimen de Estado solo conviene a los obvios culpables. Conviene no obstante repasar aquellas versiones oficiales, esas falacias que trataron de presentar como hechos y que añadieron al crimen el insulto adicional de la mentira.
La primera nota apareció sin firmar un día después de los acontecimientos, el 14 de julio de 1994 en el periódico Granma, página 2.


Como se observa se menciona el número de sobrevivientes, los muertos se aluden con la fórmula de “un número indeterminado de desaparecidos” y al hecho en sí se refieren con un escueto “zozobró”. El hundimiento de la embarcación y la “desaparición” de las personas es resumido como “este desagradable incidente” mientras como culpables se señalan a los que cometieron “este irresponsable acto de piratería” que a su vez fueron estimulados “por las radios contrarrevolucionarias, los elementos más reaccionarios de la gusanera de Miami y por los consabidos incumplimientos de los acuerdos migratorios del gobierno de Estados Unidos”: demasiada rabia en una nota más bien desapasionada que intenta describir un “desagradable incidente”. No es la única discordancia, no obstante. La rutina retórica del Granma quizás no nos deje ver qué autoriza a calificar como “elementos antisociales” a personas de las cuales el redactor de la nota no parece conocer ni el nombre y mucho menos el número de fallecidos pero llama la atención de que transcurridas casi veinticuatro horas del acontecimiento no se dé ni siquiera un número aproximado de desaparecidos.

[Seguir aquí]

Post Data: Consulto el libro "Los hijos del enemigo" de Norberto Fuentes y veo que llega a conclusiones muy similares a las mías (los subrayados son míos):

Las autoridades conocen de antemano el proyecto de fuga por una delación o indiscreción, permiten que prosiga y hacen su plan, esta vez para dar un escarmiento mayor, cansados ya de hacer el ridículo de tener que ir a recoger frecuentemente patanas, remolcadores y otras embarcaciones a Cayo Hueso, algo que los perjudica por dos razones: a) da la medida de su debilidad al no poder impedirlo; b) evidencia que crece la desesperación por salir de Cuba.
Los observadores de los mecanismos de poder en Cuba conocen que nadie se atreve a dar una orden de tal naturaleza, sino al máximo nivel.
Eso explicaría el testimonio de las dos sobrevivientes que dicen que los remolcadores ya los estaban esperando en la bahía. Para mayor cr edibilidad de esta tesis, son otros tres remolcadores (de entre todo el espectro de embarcaciones civiles) los que conocen y participan de la frustración de fuga, o sea, precisamente las embarcaciones idóneas, que tienen el poder de hacer frente al remolcador 13 de marzo. ¿Qué probabilidad existe de que precisamente tres remolcadores participaran en ese evento, por la madrugada, si no estaban avisados previamente?
Por otra parte, tres remolcadores, de potencia y tamaño mayor que el 13 de marzo son suficientes para, maniobrando en las aguas tranquilas del puerto, impedir que el 13 de marzo siguiera su camino. Pero esa no era la orden.
El plan estaba en dar el escarmiento en alta mar. ¿A qué distancia? A siete o diez millas sería la distancia ideal de la costa. A menos distancia pudiera haber testigos, a más distancia estarían fuera de las aguas juridiscionales. Esa distancia fue escogida de antemano en el plan operativo.
Las guardafronteras, por supuesto que avisados de antemano, esperaban a una distancia prudencial por la "acción del pueblo" para después realizar su intervención humanitaria. Nadie que conozca este sistema puede imaginar que sea posible que una embarcación descubra una fuga de este tipo, la informe a las autoridades, y que (sobre todo siendo en el puerto de la capital) no se presenten de inmediato, en pocos minutos, las lanchas rápidas de guardafrontera. Incluso hasta aviones o helicópteros podían haber sido despachados de inmediato. Es conocido el celo de las autoridades militares cubanas de que ningún civil no autorizado participe en algo que les toca a ellos de oficio, aunque sea para que no salga nada fuera de un absoluto control.
Justifica esta tesis el interés de las declaraciones oficiales en subrayar que fueron embarcaciones civiles las que participaron en impedir la fuga. Ellos se lavan las manos. Solo actuaron al final, a título de salvadores.