viernes, 28 de noviembre de 2014

¿Por qué cerró Guamá?

Complaciendo peticiones de lectores preocupados ante el cierre (sí, y definitivo) del periódico Guamá, órgano oficial de los que han partido le he enviado una minientrevista al Cacique fundador y este me responde de la siguiente forma:

Yo: ¿Por qué decidiste cerrar Guamá?

Cacique: Conseguimos, después de varios intentos fallidos, par de mecenas que patrocinarán el libro guamañanga. Un libro de 200 páginas que cuenta con todas las portadas de Guamá (493) y todas de cada uno de los suplementos, más algunas jodederas, artículos, opiniones y editoriales publicadas en el blog durante casi siete años.
El libro se imprimirá pero también estará disponible en formato virtual y es obvio que a los patrocinadores no les cuadre que esté todo el contenido del libro en el blog y el que paga manda. Esperamos, si Dios y el precio del petróleo así lo quieren, salga pronto. Lo recomendamos porque se trata del mejor y único registro que podrán tener los lectores del periódico Guamá.

Yo: ¿Qué planes tienes para el futuro? (original que me quedó pregunta ¿verdad?)


Cacique: ¿Futuro? Ojalá fundar, cuando se pueda, algo nuevo y acorde a los tiempos que corran. Algo que tenga el mismo propósito satírico y comemierdístico. ¿Cuándo? ni idea pero creemos debe estar más conectado a la realidad interior de Cuba. Entendimos, mientras hacíamos Guamá, que es difícil mantener el ritmo, desde tan lejos, sobre un lugar donde no podemos vivir. Y entendemos, mientras no lo hacemos, el alivio de no saber de esa realidad que no queremos vivir.

jueves, 27 de noviembre de 2014

Las Cuatro Estaciones del Centro Cultural Cubano de Nueva York (III)

(Un relato informal celebrando el 42 aniversario de la fundación del Centro Cultural Cubano de Nueva York). Noviembre 1972 - Noviembre 2014

TERCERA ESTACION
En agosto de 1994, por iniciativa del difunto y muy querido amigo José “Pepe” Prince, Marcelino Miyares y un servidor, nos reunimos informalmente en casa de la Dra. Elva Collazo en el Village. Invitamos a Omar Torres, Pablo Carreño, Mirta Gómez, Ada de Cardenas y Maria Teresa Serrano. Esa noche luego de disfrutar de un recital privado por la pianista Mirta Gómez, se acordó reorganizar de nuevo el Centro Cultural Cubano de Nueva York. Una vez más, comenzamos a llamar a amigos artístas, académicos, intelectuales, profesionales y personas interesadas en preservar y exponer el rico legado cultural cubano en el exilio.
Por espacio de tres años se estuvieron celebrando reuniones y tertulias en los estudios de televisión, Times Square Studios en Broadway y la calle 42, presididos por Marcelino Miyares. En esos estudios, TSS, se celebraban conferencias, recitales, presentaciones de libros y proyecciones de películas cubanas. Se acordó no usar todavía el nombre del Centro Cultural Cubano de Nueva York, hasta que éste estuviese reorganizado y reincorporado.
Nos pusimos en contacto con el profesor Dr. Julio Hernández Miyares, Phillips Martínez, Prof. Perla Rozencvaig, Iraida Iturralde, Paul Echaniz, Mariano Ross, Vicente Echerri, Luis Alberto Soto, Luis Cruz Azaceta, Sergio Garcia Marrúz, Omar Torres, Dario Acosta, Beatriz Hernandez, Eduardo Lolo, Joseph Gil Berlinches, Lourdes Gil, Luis Alberto Soto, Wilfredo Angueira Zagal, Jorge Moya, Jorge Gómez, Armando Alvarez, Ivonne Conde, Julio Alvarez Machirán, Maria A.
Perez, Ana Maria Alvarez, Rafael Bordao, Manolo Garcia Oliva, Rene Bush, Ana Margarita Martinez Casado, Mario Perez Peña, Andrés Hernández, Carlos Espasande, Maritza Maseda, Julia Alemán, Jorge Domínguez, la abogada y consejera legal, Maritza Bolaños y otros compatriotas amigos y colegas.
Luego de varias reuniones en distintas casas, Jose “Pepe” Prince, convocó a una asamblea general que se realizó en el Centro Católico de Nueva York.Asistieron unas 100 personasSe prosiguió a formar un comité de abogados miembros de El Centro, para redactar los nuevos estatutos.
.Sostuvimos reuniones en el hogar de la Dra. Rosario Rexach y en nuestro apartamento en el Manhattan Plaza. Así se acordó nombrar una Comisión ad hoc encargada de hacer los tramites legales hasta la convocatoria de nuevas elecciones.
A mediados del 1997 en los salones de Bloomberg Communications, en Park Avenue, bajo la supervisión del periodista y escritor Vicente Echerri y Luis Alberto Soto, directores del comité de elecciones del CCCNY, se celebraron las elecciones oficiales para elegir la nueva directiva, la cual quedaría formada en el siguiente orden: Iván Acosta, presidente; Julio Hernández Miyares, primer vicepresidente; Jose Prince, segundo vicepresidente; Iraida Iturralde, secretaria; Omar Torres, tesorero. También se elegieron a 16 miembros que formarían la nueva junta directiva, encargados de coordinar las distintas secciones.
En el Carnegie Hall, el 22 de abril, tuvimos el honor de presentar a la nueva directiva oficial de la reorganización del Centro Cultural Cubano de Nueva York. Esa noche presentamos un concierto clásico con composiciones de Ernesto Lecuona, interpretadas por el pianista, Mestro Marco Rizo. La poetisa y secretaria de la nueva directiva, Iraida Iturralde, abrió la ceremonia presentando al Honorable Alcalde de la Ciudad de Nueva York, Rudolph Giuliani, quien vino en persona a entregarnos la Proclama Oficial de la Ciudad de Nueva York.
Desde su reorganización en 1997 hasta el presente, el Centro Cultural Cubano de Nueva York, ha contado con nuevos miembros de la directiva y con cuatro presidentes electos, en el siguiente orden: Iván Acosta, Iraida Iturralde, Joseph R. Gil-Berlinches y Manuel Castedo.
Gracias a la árdua labor y dedicación de las últimas tres directivas con sus respectivas presidencias, su dinámica junta de directores y el extraordinario apoyo de sus miembros, el Centro Cultural Cubano de Nueva York, continua haciendo historia por su singular dedicación, preservando y exponiendo lo mejor del arte y la cultura cubana fuera del archipielago cubano.
A través de sus congresos, conferencias, conciertos, proyecciones cinematograficas, exhibiciones de arte, presentaciones de libros y presentaciones teatrales, el Centro Cultural Cubano de Nueva York, vibra y vive brillando por su excelencia.
Como lo escribiesen los profesores, Julio Hernández Miyares y Eduardo Lolo, en el Programa Boletín CCC, que se repartió en aquel histórico concierto de inauguración:“El nuevo CCCNY reconoce la labor de su antecesor y, como aquél, se propone la tarea de mantener y desarrollar el legado cultural que recibiéramos de quienes nos precedieron en el exilio desde el siglo anterior”.
Confieso que cuando llamé a mis amigos, Omar Torres y a Luis Cruz Azaceta, aquella noche otoñal de 1972, jamás me hubiese imaginado que 42 años mas tarde estaríamos celebrando otro aniversario del Centro Cultural Cubano de Nueva York.
¡Enhorabuena!

martes, 25 de noviembre de 2014

Las Cuatro Estaciones del Centro Cultural Cubano de Nueva York (II)

SEGUNDA ESTACION
Por Iván Acosta

En aquel solitario edificio a una cuadra del rio Hudson, construimos una sala de teatro, una galería, un café teatro y una pequeña biblioteca. El arquitecto, músico y novelista, José Raul Bernardo, uno de los miembros fundadores del Centro, hizo el diseño de la nueva sede del CCCNY. Con algunos de los miembros de la directiva y amigos que venían a ayudarnos, construimos el teatro y toda la estructura interna del edificio de El Centro.
A finales de ese mismo año1975, se nos unieron a la directiva, la poetisa Lérida de Dios, el dramaturgo y poeta, José Corrales, el actor Juan Troya, la actriz Clara Hernández, el historiador, Carlos Fernández Freire, la actriz Zully Montero, el ingeniero, Paul Echaniz, el profesor, José Miguel Sanjuan, Gladys Pérez y la intelectual, activista, feminista, Ileana Fuentes, quien en los próximos 4 años, con sus conocimientos, creatividad y dinamismo, rendirían un gran aporte al desarrollo general de El CentroIleana Fuentes, fue electa vicepresidente/administradora formó parte importante de la nueva directiva y todas las operaciones y actividades, ayudando a impulsar esta Segunda Estación del Centro Cultural Cubano de Nueva York.
Desde el siglo XVI ya en Cuba se comenzaba a disfrutar del arte teatral. A través de los siglos, el teatro siempre ha sido parte integra de la historia cultural Cubana. Por eso, en el Centro, se le puso mucho énfasis a la sección de teatro. Entre el invierno de 1976 y diciembre de 1979, en la sala teatral de El Centro, se presentaron 19 producciones teatrales, las cuales fueron aplaudidas por el público, reconocidas por la prensa especializada y galardonadas por varias organizaciones, como la, ACE, HOLA y ACCA, entre otras, obteniendo mas de 30 reconocimientos por su sobresaliente labor teatral.
Entre las obras creadas por teatristas exiliados, producidas por, El Centro, se distinguieron: Los gusanos, Las niñas ricas de Calcachen, Pinchame con tenedor, Los cuchillos de Ataré, No son todos los que están, Antes del vuelo y la palabra, Ni verdad ni mentira, Espiritu burlón, La Isla Maravillosa, Meñique, y El Super, que aun se estudia y se representa en decenas de universidades y teatros nacionales e internacionales. (Incluyendo La Universidad de La Habana). Después de la gran acogida por el público en el teatro El Centro; la obra El Super, fue llevada a la pantalla por el productor Manolo Arce y los directores Leon Ichaso y Orlando Jimenez Leal.
En el teatro de El Centro, también se escenificaron obras de dramaturgos disidentes que residían en Cuba, como, Los Próceres, Contigo pan y cebolla, y, Aire Frio, ésta última, del laureado dramaturgo y maestro, Virgilio Piñera.
El 31 de mayo y el 1ro de junio de 1976, el Centro presentó el Festival de Arte Cubano, “De Cuba traigo el cantar”, en el Museo de Historia Natural de Nueva York. Con la participación del grupo, Pro Arte Sociedad Cubana, que dirigía Esteban Alvarez, en dicho festival se presentó la obra teatral, La muerte del Ñeque, de José Triana, bajo la dirección de Mario Peña, con: Juan Troya, Juan Granda, Emilio Rodríguez, Jorge Alvarado, Antonia Blanco y Hector Caraballo. También se presentaron, bailes folkloricos, recitales de musica campesina, documentales, exhbicion fotográfica y de afiches de Cuba, un concierto con el cantautor, Pedro Tamayo y una obra teatral infantil con improvisaciones y canciones dirigida por Manolito Martínez.
El 4 de julio de 1976 la ciudad de Nueva York se preparaba para celebrar el bi- centenario de la independencia de los Estados Unidos. La Alcaldía, a través de la oficina organizadora del extraordinario festival, nos invitaron a participar en tan honorables celebraciones. De manera simbólica, nos asignaron la Plaza de la Libertad, en la esquina de Broadway y Liberty Street, a una cuadra de las recién inauguradas torres gemelas del World Trade Center. El Centro organizó una verbena con kioskos, artesanía, comidas criollas, un escenario con la orquesta, Charanga 76, una comparsa al estilo de los carnavales cubanos que arrolló por toda Broadway con decenas de personas bailando detrás de ellos. La pared del edificio al lado de la plaza, fue cubierta con la bandera cubana más grande que se haya desplegado en la historia del exilio. A solo tres cuadras de allí, en la
esquina de Nassau y Fulton, en el año 1854, se habría izado por vez primera nuestra bandera oficial del triángulo rojo con la estrella solitaria. En el museo de la Ciudad de Nueva York, se archivan varias fotografías de la histórica participación del Centro Cultural Cubano de Nueva York, en aquella memorable celebración.
Las actividades eran muchas y contínuas: En la galeria “Sicre” se presentaron 18 exhibiciones de reconocidos pintores cubanos y latinoamericanos. Entre ellos: Roberto Estopiñan, Lesver de Quiroz, Luis Cruz Azaceta, Domingo Poublé, Baruj Salinas, Guido Betancourt, Adolfo Meana, Gladys Triana, Arturo Potestá, Angelo Romano y Pablo Carreño, entre muchos otros.
Organizado por los poetas, Jose Corrales, Lerida de Dios, Isabel Parera, Maya Islas y el profesor Octavio de la Suaré, todos los meses se celebraba la Fiesta del Poeta en el Centro, con la participación de decenas de poetas cubanos y latinoamericanos que venían a leer e intercambiar sus poemas, que mas adelante serían publicados en la revista, Fiesta del Poeta en el Centro.
Paul Echaniz, Felipe Nápoles, Gabriel Murcia y Carlos Fernández Freire, serían los coordinadores de la Cinemateca del Centro, con proyecciones de documentales y películas clásicas, las cuales eran discutidas entre los participantes y algunos cineastas invitados.
Periodicamente se presentaban tertulias con conferencias académicas y presentaciones de autores con sus últimas publicaciones. Entre muchos de los participantes tuvimos la grata participación del Dr. Marquez Sterling, el Profesor y poeta, Eugenio Florit, la escritora Uva de Aragón, el novelista, Carlos Alberto Montaner, y el Dr. Manuel Urrutia Lleo, quien fuera el primer presidente del gobierno revolucionario de Cuba en 1959.
En el Café Teatro del Centro, los viernes y sábados en la noche, se presentaban recitales de música cubana y de la Nueva Canción del Exilio, con jóvenes trovadores y poetas.
Todas las actividades se realizaban gracias a la valiosa y humilde colaboración de varios miembros y amigos del Centro Cultural Cubano, que dedicaron sus talentos, apoyo financiero y su valioso tiempo y creatividad para lograr que la organización continuase existiendo: Ileana Fuentes, Jose Corrales, Paul Echaniz, Omar Torres, Reimundo Hidalgo Gato, Luis Cruz Azaceta, Jorge E. Gomez, José Raul Bernardo, Maria Teresa Serrano, Xiomara Mora, Gabriel Murcia, Mariano Ross, Julio Hernández Miyares, Fefa Hernández Miyares, Leonel de la Cuesta, Carlos Rodríguez, René Colina, Juan Granda, Gerardo Garcia, Chary Garcia, Manuel Peña, José Marrozos, Lula Santos, Gloria Chavez, Ofelia Abríl, Carlos Fernández Freire, Eugenio Florít, Gladys Perez, Ernesto López, Jorge Hernández Porto, Adolfo Meana, Francisco Olartecochea, Guido Betancourt, Mercedes Enriquez, Octavio de la Suaré, Miriam Fernández
Soberón, Celida Perera, Clara Hernández, Manuel Bachs, Ana Acosta, Andy Nóbregas, Lolina Gutierrez, Ruben Rabasa, Orestes Matachena, Jorge G. Ulla, Juan Troya, Eduardo Corbé, Zully Montero, Emma Vilvas, Maria Gómez, Reynaldo Medina, Mayda Prado Testa, Luis Avalos, Anita Vega, Rafael Martínez, José Miguel Sanjuan, María Teresa Serrano, Daisy Exposito, Julio Cárdenas, Mario Torres Irribarren, Elizabeth Peña, Marta Lopez, Wilfredo Angueira Zagal, Manuel Bach, Mario Perez Peña, Miquen Tan, Roberto Bobby Capó Jr., Osvaldo Pradere, Mario Peña, Lérida de Dios, Gloria Chavez, Manuel Pereira, Carlos Rodríguez, Sandra Gómez, Teresa Mlawer, Alberto Bernal, Felipe “Pipo” Martínez y Paul Radelat entre otros. También nos acompañaban brillantes artistas hermanos latinoamericanos como: La primera actriz argentina, Graciela Lecube, los dominicanos, Ilka Tanya Payán y Marcos Santiago, las peruanas, Teresa Yenque e Isabel Segovia, los mexicanos, Carlos Navedo y Manuel Yeskas, los argentinos, Delfor Peralta y Gabriel Murcia, el uruguayo, Nelson Landraeu, los puertorriqueños, Brenda Feliciano y René Troche y la hondureña, Antonieta Máximo, entre muchos otros colegas y amigos.
El 9 de diciembre de 1977, vispera del “Dia de los Derechos Humanos en el Mundo” a través de gestiones realizadas por las Misiónes Permanentes de Bolivia y de la República de Honduras, en la Organización de Naciones Unidas. Tuvimos el honor de ser invitados a presentar un recital de canciones protesta, en el prestigioso auditorio, Dag Hammarskjöld de la Organización de Naciones Unidas. Bajo la dirección técnica de Mariano Ross y la coordinación artística de Ileana Fuentes; con un conjunto musical bajo la dirección del guitarrista, Paul Radelat y la flautista, Andrea Brachfeld. Presentamos varias composiciones denunciando las violaciones de los derechos humanos en Cuba. Esta ha sido la única vez que un recital de cubanos exiliados haya sido presentado en el recinto de las Naciones Unidas. Este evento obtuvo gran resonancia entre los círculos diplomaticos, generando una protesta de parte del embajador de la Misión de Cuba en la ONU.
Varios miembros de el Centro Cultural Cubano participamos activiamente en los 5 Congresos de Intelectuales Disidentes por la Liebertad de Cuba, en Paris, Madrid, Nueva York, Caracas y Washington, D.C.
Peliculas de largometraje, cortos y documentales se filmaron con la colaboración de cineastas miembros del Centro: Los Gusanos, El sendero del difunto/El ataúd, El Super, Guaguasi, Azacetadas, Como se forma una Rumba, Union City, A unique city y, Amigos.
Del 20 al 26 de mayo de 1979, con mucho orgullo, emoción y tristeza, presentamos la última actividad importante de la segunda etapa del Centro Cultural Cubano de Nueva York- “La Semana de la Reafirmación Cultural Cubana” en la Ciudad de Union City, New Jersey. Para este monumental evento cultural, se contó con el apoyo oficial de los alcaldes de las ciudades, Union City, Weehawken y West New York. Y con la participación de más de 120 artistas,
académicos y profesionales. Se cerró la conocida avenida Bergenline, desde la calle 32 hasta la calle 48. Más de 60 artistas plásticos cubanos, exhibieron sus obras y esculturas a través de la famosa avenida Bergenline. La orquesta Charanga 76 con Hanzel y Raúl, y el popular compositor y pianista, Robertico Lozano y su conjunto, le pusieron el toque popular a esta extraordinaria celebración. Varios residentes del condado Hudson, encabezados por el activista, Israel Romero, nos brindaron su apoyo incondicional. De acuerdo al departamento de policia, mas de 15,000 personas asistieron a las distintas actividades de este último festival presentado por El Centro Cultural Cubano.
En febrero de 1980, y despues de una labor de rescate y divulgación de las artes cubanas del exilio, se cerró aquel local que guardaba tantos momentos gratos y tantas historias para ser contadas en los anales del exilio cubano. El actor Reinaldo Medina, la vice presidente, Ileana Fuentes y quien escribe este artículo, cerramos las puertas del 601 West 51 Street, en Hells Kitchen, Manhattan, por última vez.
Luego, varios de los miembros del Centro, continuariamos la labor cultural de manera individual, pero siempre promoviendo y mencionando la semilla sembrada en aquel otoño de 1972.

Las Cuatro Estaciones del Centro Cultural Cubano de Nueva York (I)


Por el interés que para la historia cultural del exilio cubano tiene el Centro Cultural Cubano de Nueva York reproduzco acá el relato de su fundación y desarrollo escrita justamente por su fundador y uno de sus principales animadores, el dramaturgo cubano Iván Acosta autor entre otras obras de "El Súper" llevada al cine por León Ichaso y Orlando Jiménez Leal. Aparecerá acá en cuatro partes sucesivas.


Las Cuatro Estaciones del Centro Cultural Cubano de Nueva York.

(Un relato informal celebrando el 42 aniversario de la fundación del Centro Cultural Cubano de Nueva York).

Noviembre 1972 - Noviembre 2014

Por Iván Acosta


En una noche de otoño, en septiembre de 1972, llamé a mi colega y amigo, poeta, actor y excelente diseñador de joyas finas, Omar Torres, a quien había conocido cuando trabajabamos como actores en el Teatro de las Americas de Nueva York, que dirigía el teatrista cubano, Miguel Ponce. Con Omar, recién había terminado de presentar dos obras teatrales, el musical de Rock and Roll, GRITO 71, una obra teatral, que yo había escrito y dirigido, con 16 canciones, muy vanguardistas para el teatro latino de aquellos tiempos, y la obra teatral, que Omar y yo, habiamos creado basada en los trabajos revolucionarios independentistas de José Martí, ABDALA-JOSE MARTI, que se había estrenado en el teatro Henry Street Playhouse, con la participación protagonica de, Reimundo Hidalgo Gato, Zully Montero, Julio de Cuba, Hector Caraballo, la niña Susan Rybin, William Rabanal y Omar Torres en el personaje central. Luego fuimos invitados a participar en el Festival de Teatro de verano del Lincoln Center de Nueva York. Siendo ABDALA-JOSE MARTI, la primer obra de teatro en español que se presentaba en tan prestigioso evento teatral neoyorquino.Recuerdo haberle dicho a Omar, “acabo de leer un artículo en el periódico Granma, donde Raúl Castro, hermano del tirano mayor, declaraba que “los (gusanos) exilados cubanos, eventualmente se irían olvidando de Cuba y su cultura, para integrarse a la cultura imperialista”. Y que estas declaraciones me hacían sentir muy indignado. Esa noche me la pasé pensando. Le comenté a Omar, mis deseos de iniciar algún tipo de campaña u organización cultural para salirle al paso a tan denigrantes declaraciones de parte de la dictadura.Omar, que siempre ha sido un gran entusiasta de las artes y la cultura cubana y latinoamericana, enseguida me brindó todo su apoyo. Al día siguiente, llamé a mi otro gran amigo, quien hoy es uno de los artistas cubanos de reconocimiento internacional, el pintor, Luis Cruz Azaceta, quien sin pensarlo dos veces se unió a tan desafiante tarea.Seguidamente llamé a varios compañeros de la Agrupación Abdala y todos me brindaron su apoyo incondicional.Comenzamos a llamar a amistades y a proponerles la idea de crear una organización que representase a todos los artistas cubanos exilados, residiendo en esta parte del noreste de los Estados Unidos.Luis Cruz Azaceta, nos puso en contacto con el fotógrafo, Rafael Llerena, quien tenía un estudio en la calle 31 entre Broadway y 5ta avenida. Llerena, quien poseía una extensa colección fotografica de eventos del exilio cubano, se incorporó al esfuerzo y nos brindó el espacio de su estudio para que se realizasen las futuras reuniones para la creación de la entidad cultural.Recuerdo que ya los árboles de Manhattan habían perdido sus hojas, comenzaban los vientos invernales y era una noche muy fria, aún así, 38 personas respondieron a la primera reunión. Ese primer encuentro duró 4 horas. Claro, con tamalitos cubanos, vino, pastelitos de guayaba, matervas, queso blanco y cafecito cubano. Les explicamos el concepto de fundar una organización que aglutinara a los artistas, académicos, profesionales e intelectuales exiliados cubanos, la idea fue recibida unánimemente, con mucho entusiasmo y apoyo por todos los compatriotas amigos allí presentes. Omar Torres, Luis Cruz y Rafael Llerena, corroboraron su compromiso con el proyecto.La siquiente semana, para formalizar la recien formada organización y elegir una directiva. Se convocó a una segunda reunión a la que asistieron unas 75 personas, entre artistas, intelectuales, profesionales, académicos, estudiantes y compatriotas amantes de nuestra cultura.En esa segunda reunión, luego de revisar varias sugerencias para darle un nombre oficial a la organización, decidimos llamarle, El Centro Cultural Cubano de Nueva York, nombre sugerido por el periodista y crítico teatral, Manolo Garcia Oliva.

PRIMERA ESTACION

Entre los primeros que respondieron al llamado de este nuevo movimiento en pro de la cultura cubana en el exilio, que habríamos iniciado, Omar Torres, Luis Cruz Azaceta, Rafael Llerena, y el que escribe este relato. Se encontraban: el Ingeniero, Paul Echaniz, el bailarín, poeta y teatrista infantil, Wilfredo Angueira Zagal, el dramaturgo y director, Mario Peña, el fotografo, Rafael González, el poeta, Rafael Catalá, la poetisa, Rita Geada, el profesor, Radamés Sánchez, el compositor y director musical, Enrique Ubieta, el arquitecto y escultor, Juan José Sicre, el economista, José López, el coleccionista de arte cubano, Francisco Olartecoechea, el Escultor, Manuel Rodulfo Tardo, el profesor e historiador, Dr. Alberto Gutierrez de la Solana, el Compositor, Julián Orbon, el pintor, Pablo Carreño, el poeta, Eugenio Florit, el compositor, escritor y arquitecto, José Raúl Bernardo, el Dr.Tony Villalta, Antonio Fernández, León Rodríguez Ichaso, José Parreño, Carlos Fernández Freire, Xiomara Mora, Cynthia Vice, , Ada De Cardenas, Mariano Ross, Manuel Bachs, Margarita de Mena, Michu Fernández Freire. Oscar Fernández de la Vega, Juan Oliva, Ana Cristina Gardano, Kurakin, Reymnundo Hidalgo Gato, Gisela Rodulfo, Lula Santos, Marta Velasco, Julio Lucia O’Farrill, Manuel Martinez, Osvaldo Pradere, Rosario Rexach, RobertoEstopiñan, Lourdes Casals, Leonel Antonio de la Cuesta, Ernesto Lopez, Julio De Cardenas, José Mariano Acosta, Ana M. Acosta, Miquen Tan, Sergio Alarcón, Graciela Mas, Gerardo García, Miguel Angel Chaumont, Domingo Poublé, Eddie Rivera, Mercedes Enriquez, Osvaldo Pradere, Mario Torres Irribarren, Lucía Alvarez, Carmina Benguría, Miguel Llao, Zully Montero, Tania Leon, Lula Santos, Jenny Babot, Jorge Hernández Porto, Sergio Alarcón, Graciela Mas, Rene Colina y Manolo Garcia Oliva, entre otros. Todos sentiamos una gran emoción y estabamos listos para unirnos y trabajar por el recien fundado, Centro Cultural Cubano de Nueva York.En la segunda reunión general de la recien creada organización se eligió con la participación de 157 votos secretos, la primer directiva permanente del Centro Cultural Cubano de Nueva York, formada por las siguientes personas: Iván Acosta, Presidente; Omar Torres, Vice presidente; Manuel Rodulfo Tardo, Secretario Ejecutivo; Gerardo Garcia, Tesorero: Luis Cruz Azaceta, Vice Tesorero; Margarita De Mena y Francisco Olartecoechea, Relaciones Públicas; José Miguel Sanjuan y Miguel Llao, Prensa; Dra. Lula Santos, Actividades Sociales: Chary García, Secretaria; José López Villalta, Jr. Promociones; Rafael Llerena, Documentación y Archivos.Y los miembros fundadores a cargo de las diversas secciones: Ada de Cardenas, Manuel Bachs, Wilfredo Zagal, Paul Echaniz, Teresa Rodríguez, Domingo Poublé, Israel Córdova, Julio E. Cárdenas, Mariano Ros, Eugenio Kurakin, Ana Cristina Gardano, Francis Durán y Enrique Ubieta.Se crearon las siguientes secciones: Artes Plásticas, Cine, Teatro, Literatura, Música, Danza, Fotografía e Historia de Cuba. Con los consejeros académicos: Dra. Rosario Rexach de Leon, Rev. Jorge Gutierrez, Poeta, Eugenio Florit, Profesor y escritor, Dr. Julio Hernández Miyares, Profesor de Literatura, Dr. Oscar Fernández de la Vega, Profesor e Historiador, Dr. Alberto Gutierrez de la Solana y el Poeta y Ensayista, Prof. Leonel Antonio de la Cuesta.Inmediatamente, los miembros de la nueva directiva, con la supervisión de dos abogados, redactamos la Primera Declaración de Propósitos:
El Centro Cultural Cubano de Nueva York es una asociación no lucrativa fundada por un grupo de artistas, escritores e intelectuales cubanos exilados, con el propósito de ayudar y unir a los mundialmente reconocidos artistas y pensadores cubanos con los nuevos valores de la generación actual y para incrementar el conocimiento de la cultura cubana fuera de Cuba, a través de talleres, obras teatrales, recitales, conciertos, conferencias, exposiciones, películas, festivales de arte y demás formas de expresión artística.
El Centro Cultural Cubano de Nueva York es una asociación no lucrativa fundada por un grupo de artistas, escritores e intelectuales cubanos exilados, con el propósito de ayudar y unir a los mundialmente reconocidos artistas y pensadores cubanos con los nuevos valores de la generación actual y para incrementar el conocimiento de la cultura cubana fuera de Cuba, a través de talleres, obras teatrales, recitales, conciertos, conferencias, exposiciones, películas, festivales de arte y demás formas de expresión artística.El 30 de noviembre de 1972, a través de la joven periodista de origen puertorriqueño, Cynthia Vice y de su madre la historiadora, Celia Vice, presidenta de la prestigiosa organización cultural puertorriqueña, The PuertoRican Heritage Foundation, conseguimos una audiencia con el Sacerdote, Rodney Kirk, director de eventos culturales de la Catedral Saint John the Divine. El Reverendo Kirk, nos organizó una reunión con el Obispo y la directiva de la prestigiosa institución Espiscopal. Los ocho miembros allí presentes acordaron brindarnos la sede de la catedral y todo el apoyo logístico y financiero para realizar el primer evento que serviría de fundación oficial del Centro Cultural Cubano de Nueva York.La majestuocidad de la catedral gótica mas grande del mundo, sirvió de escenario para presentar todas las disciplinas creadas y ejecutadas por artistas cubanos en el exilio.Del 11 al 17 de febrero de 1973, se presentó en la Catedral St. John the Divine, por primera vez en la historia, un festival de arte cubano con la participación de más de 200 artistas de todos los géneros, con una asistencia de más de 10,000 personas.La avenida Amsterdam, entre las calles 110 y la 114, donde se celebraría dicho festival, fue proclamada por el Alcalde de Nueva York, Hon. Abraham Beame, “Cuban Art Boulevard”. Yo personalmente, tuve el honor de subirme en una escalera para colgar el letrero del “Cuban Arts Boulevard”.Se solicitó de varios de los artistas diseñadores miembros de la recien creada organización, que remitiesen sus propuestas para seleccionar el logo oficial. Se recibieron 33 propuestas. El diseño sometido por el arquitecto y pintor, Miguel Angel Chaumont, fue el seleccionado como el logo oficial del CCCNY.Durante los 7 dias del festival, se presentaron tres obras de teatro: Abdala-José Martí y dos obras de teatro infantil, dirigidas por, Osvaldo Pradere y Manolito Martinez. Dos cortos metrajes, P.M. de Orlando Jimenez Leal, y Aluminio, de Leon Rodríguez Ichaso. En la galería del festival se presentaron obras de 60 artistas plásticos, clásicos y contemporaneos, que incluían trabajos de: Hugo Consuegra, Jose M. Mijares, Wifredo Lam, Amalia Pelaez, Cundo Bermudes, Roberto Estopiñana, Lucía Alvarez, Gisela Rodulfo, Guido Betancourt, Domingo Poublé, Baruj Salinas y Luis Cruz Azaceta, entre otros.En danza, hubieron representaciones de ballet, danza moderna y danzas flokloricas cubanas. En música clásica, se estrenaron trabajos del compositor y pianista, José Raul Bernardo y la Gran Misa Criolla, del maestro Enrique Ubieta. La actriz Zully Montero y el locutor, Francis Durán, sirvieron como maestros de ceremonia.Aquel Primer Festival de Arte Cubano en Nueva York, generó tanto entusiasmo entre los que tuvieron la oportunidad de presenciar tantas manifestaciones del arte y la cultura cubana, que el New York Times, el NY Daily News, The Village Voice, el New York Post, El Diario La Prensa y las principales publicacioneshispanas de Nueva York y otros estados, se hicieron eco de la excelencia artística presentada por los participantes exilados cubanos. Esto por supuesto, generó críticas y protestas de parte de los funcionarios de la Misión Cubana en las Naciones Unidas y de grupos reclutados por la misma, que trataron por todos los medios, de boicotear las actividades del recién formado, Centro Cultural Cubano de Nueva York. Pero no pudieron.Debemos de mencionar que la mebresía original del Centro, la formaban cubanos residentes en Nueva York, New Jersey y Connecticut, aunque la mayoría eramos jóvenes, contabamos con miembros de todas las edades, incluyendo amigos de otras nacionalidades latinoamericanas.El Centro habría comenzado con un dinamismo y una disposición muy positiva. Desde el 14 al 16 de diciembre de 1973, el Centro Cultural Cubano de NY, organizó, el Primer Congreso de Literatura Cubana en el Exterior, con la ayuda, sabios consejos y la indispensable coordinación de los profesores, Dr. Julio Hernández Miyares, Dr. Alberto Gutierrez de la Solana, Dra. Rosario Rexach, Dr. Oscar Fernández de la Vega y el vice presidente del Centro, Escritor, Omar Torres; con los asesores literarios: Poeta, Eugenio Florit, Dr. Carlos Ripoll, Dr. Humberto Piñera, Dr. Andrés Valdespino, Dr. Leonel de la Cuesta, Dr. Carlos M. Raggi y el Dr. Otto Olivera. Este, Primer Congreso de Literatura Cubana en el Exterior, contó con la asistencia de más de 450 participantes: académicos, dramaturgos, novelistas, poetas, periodistas y estudiantes, que viajaron desde distintos puntos de Estados Unidos, Latinoamérica y Europa, para participar en aquel, Primer Congreso de Literatura Cubana en el Exterior.Entre los presentadores, se distinguieron los escritores y profesores: Dr. Matias Montes Huidobro, Mireya Robles, Dr. Orlando Edreira, José Koser, Rita Geada, Dr. Carlos Marquez Sterling, Dr. Leonardo Fernández Marcané, Hilda Perera, José Sanchez Boudy, Lourdes Casal, José Cid Perez, entre otros importantes asistentes.Durante la ceremonia del cierre del Primer Congreso de Literatura Cubana en el Exterior, se presentaron diplomas de reconocimientos honorarios a: Eugenio Florit, Lydia Cabrera, Lino Novas Calvo, Agustín Acosta, Carlos Montenegro, Mercedes García Tudurí, Rafael Estenger y Marcelo Salinas.Ese mismo verano, a través de la sección de música del CCCNY, Pedro Tamayo, Omar Torres, Paul Radelat y este servidor, creamos el concepto de, La Nueva Canción Cubana del Exilio, un grupo de trovadores cantautores, el cual surgía casi a la par con la Nueva Trova que representaba a la dictadura. Varios cantantes y músicos jóvenes se nos unieron, tanto en Nueva York como en Miami, Washington DC y hasta en lugares mas lejanos como, Chicago, Los Angeles y Puerto Rico. Casi todos los meses se presentaban varios recitales y conciertos en universidades, teatros y centros culturales en diferentes ciudades. Entre los cantautores que formabamos la alianza musical, se encontraban, el pionero y brillante compositor e interprete, Sergio Fiallo, Pedro Tamayo, Marisela Verena,Hansel Enrique, Raul Alfonso, Robertico Lozano, Omar Torres, Alberto Bernal, Miriam Estrada Mora, Andrés Nobregas, Paul Radelat. Felipe Martínez, e Iván Acosta. Todos juntos e individualmente, presentamos innumerables recitales y conciertos. Y todos grabamos varios discos de larga duración, que en el presente se pueden adquirir en versiones digitalizadas en CD.En 1974, vió la luz, el primer número de la Revista CUBANACAN, órgano oficial del CCCNY, diseñada por el artista Jorge Hernández Porto. CUBANACAN: “Aunque estamos fuera de Cuba y no negamos lo que allí se está creando, insitimos en que la cultura que en el exilio se desarrolla es tan cubana como lo es aquélla. Las fluctuaciones de la política no pueden amenguar – ni menos deshacer- el amor a la Patria y su vinculación a ella”.Del 9 al 15 de junio de1974, el Centro presentó, el Segundo Festival de Arte Cubano en Nueva York, este se realizó en los jardines y el Synod House de la Catedral Saint John The Divine, con el mismo éxito que obtuvimos con el primero. Allí se estrenó la controversial obra teatral, La ramera de la cueva, del dramaturgo y director, Mario Peña, con la primera actriz dominicana, Ilka Tanya Payán. En este segundo festival, debutó en Nueva York, la pianista Zenaida Manfugáz, la cual solicitó asilo polítco, una vez terminado el evento.El sábado 30 de noviembre de 1974, el Centro presentó un concierto de canciones en pro de la libertad de Cuba, en la prestigiosa sala, Cami Recital Hall, frente al Carnegie Hall. Con una orquesta de 14 músicos, bajo la dirección del maestro Julio Gutierrez, y coordinación de Felipe “Pipo” Martínez, con el título, “De Cara al Sol”, subieron al escenario los cantautores: Pedro Tamayo, Omar Torres, Hansel Henrique, Raul Alfonso e Iván Acosta.El 22 de agosto de 1975, el Centro fue invitado a participar en el prestigioso festival del Lincoln Center, Out of Doors 1975, con la obra teatral, Cap-A-Pie, de la internacionalmente reconocida dramaturga cubana, Maria Irenes Fornes. El elenco estuvo formado por: (En orden alfabetico) Iván Acosta, Vicenta H. Avilés, Vira Colorado, Ruben Rabasa, Rafael Arango, Doris Castellanos, Iris Diaz y Johnny Robles. Música compuesta y dirigida por, José Raul Bernarndo. Producción del INTAR que dirigía Max Ferrá.Cada uno de los festivales se le dedicaba a alguna celebridad destacada en el mundo de las artes y la cultura cubana.En el primer festival se rindieron honores y fue dedicado al arquitecto, Juan José Sicre, diseñador y escultor del monumento y la estatua de José Martí en la Plaza Civica/Plaza de la Revolución, en La Habana, quien se encontraba residiendo en la ciudad de Washington D.C.El segundo festival fue dedicado al notable y legendario músico y compositor de ritmos populares y afro cubanos, el maestro, Facundo Rivero, quien había viajado desde su exilio en Madrid, para recibir tan merecido honor.El tercer festival fue presentado al escultor Jose Santi, exilado en la ciudad de Elizabeth, N.J. Santi, fue el arquitecto diseñador y escultor del monumento y panteón donde reposan los restos de José Martí, en el cementerio Santa Efigenia en Santiago de Cuba.Con los auspicios del Centro Cultural Cubano de Nueva York, se organizaron varios Centro Cultural Cubanos de estudiantes en una docena de universidades. Estos centros universitarios se encargaron de presentar los recitales y las obras teatrales que se estrenaban en el teatro del Centro. Dramaturgos y directores teatrales miembros del Centro, eran invitados a presentar conferencias y talleres de teatro en varias facultades de Drama.Así mismo, una decena de obras teatrales producidas en la sala teatro, El Centro, se presentaron en varias ciudades, entre ellas: Washington D.C., Boston, Chicago, New Haven, Hartford, Los Angeles, Newark, Philladelphia, Miami y Nueva Orleans.La primer oficina del Centro fue un espacio de operaciones en las catacumbas de la catedral Saint John the Devine, que generosamente nos había facilitado, el amigo sacerdote espiscopal, Rodney Kirk. Allí nos reuniamos y trabajabamos por largas horas, hasta el verano de 1975.Por iniciativa de los miembros actores Ruben Rabasa y Orestes Matachena, conseguimos un edificio en la calle 51 y la 10ma avenida, en el legendario barrio de Hells Kitchen, al oeste de Manhattan, con una renta razonable.

miércoles, 19 de noviembre de 2014

Sobre el kitsch político (3 y final)

No es el kitsch totalitario privativo de sociedades igualmente totalitarias como parece sugerir Kundera. Y es que el kitsch, sobrepasada la fase ingenua de respuesta ante emociones primarias, cuando intenta cerrar el círculo del autoengaño complaciéndose eternamente consigo mismo es de por sí totalitario. Y es que la función de eliminar “de su punto de vista todo lo que en la existencia humana es esencialmente inaceptable” hace del kitsch un instrumento totalitario por excelencia. No solo eliminando lo inaceptable, esos detalles vulgares que como la mierda invocada por Kundera nos recuerdan nuestra irredenta vulgaridad, sino convirtiendo en aceptable lo que no debería serlo. Donde el Che Guevara dice en un rapto de honestidad que el revolucionario debe ser una “efectiva, violenta, selectiva y fría máquina de matar” el kitsch se encarga de transformarlo en algo así como “por amor se está hasta matando para por amor seguir trabajando”. Eso explica que el novelista austriaco Hermann Broch diga que “La esencia del Kitsch es la confusión de lo ético y lo estético, el kitsch no quiere producir lo ‘bueno’ sino lo ‘bello’” aunque también, como en el caso que veíamos antes, puede ser justo lo contrario. Si algo es bello –aunque sea en relación con canon kitsch- entonces será necesariamente bueno o al menos aceptable. Fundados en una concepción supuestamente materialista los totalitarismos comunistas a la larga terminaron apelando –ante la falta de resultados concretos- más a los sentimientos que a una visión objetiva y “materialista” de la realidad. De ahí la utilidad del kitsch porque “en el reino del kitsch impera la dictadura del corazón” más allá de toda la gente que hubo que fusilar por su propio bien.

Pero para que ocurra esta operación alquímica de convertir lo malo en bello y lo bello en bueno –o cualquier otro tipo de permutación- es necesaria una radical confusión de valores en primer lugar y en segundo una defensa extrema y masiva de esta confusión. Pero no es necesario un régimen totalitario para imponer el kitsch a todos los niveles de la vida. Basta con que se haya convertido, -incluso al margen de los sistemas políticos o como una suerte e contracultura- en religión. (En el fondo se trata de una imitación bastante fiel de otro kitsch, el del cristianismo, aunque con bastante menos que ofrecer a niveles trascendentales). Esa es la razón por la que el kitsch complejo requiere de tanta seriedad a su alrededor. No solo porque esté consciente de su débil artificialidad o porque no le baste tomarse en serio a sí mismo sino porque necesita el mayor consenso posible. Y su manera de adquirir consenso es siendo mucho más elástico de lo que era el comunismo del siglo XX. Esa variante de populismo que llaman socialismo del siglo XXI ha conseguido hacerse fuerte alimentándose de casi todas las variantes del kitsch que le salgan al paso: el kitsch igualitario, el kitsch nacionalista, el kitsch machista, el kitsch feminista, el kitsch populachero, el kitsch elitista, el kitsch racista y el multiculturalista. Cualquier cosa menos la crítica. Para que este autoengaño consensuado funcione debe acallarse cualquier observación sobre sus obvias falsedades. Es que el kitsch, con todo lo omnipresente que es y lo todopoderoso que parece, es muy sensible a cualquier señalamiento que haga notar sus excesos, sus inconsistencias, su falsa seriedad, su elemental desnudez. Ya lo ha advertido Kundera:

"todo lo que perturba al kitsch queda excluido de la vida: cualquier manifestación de individualismo (porque toda diferenciación es un escupitajo a la cara de la sonriente fraternidad), cualquier duda (porque el que empieza dudando de pequeñeces termina dudando de la vida como tal), la ironía (porque en el reino del kitsch hay que tomárselo todo en serio) y hasta la madre que abandona a su familia o el hombre que prefiere a los hombres y no a las mujeres y pone así en peligro la consigna sagrada  «amaos y multiplicaos»"

Si antes el kitsch latinoamericano era omnímodo y la progresía local gozaba de amplio prestigio la sólida alianza forjada entre estos para producir el neopopulismo los hace prácticamente indestructibles. Cualquier crítica que reciban ya no irá dirigida contra tal ideología o gobierno sino contra todo el pueblo, su cultura, sus valores más acendrados, la integridad patria, los derechos individuales de cada ciudadano y a favor de la reacción y del imperialismo norteamericano. Los intelectuales del continente han tomado nota y se cuidan mucho que la crítica pase de una cuestión de detalles. Nadie se atreve a señalar la densa cursilería que cubre al emperador por miedo a verse expulsado de un reino que ya lo ocupa casi todo.

Se está con la patria o con la muerte o los buitres o cualquier otra entidad fantasmagórica que decida agitar el kitsch todopoderoso. El fenómeno ha alcanzado tales proporciones que lo de menos es cuánta cursilería pueden producir o no los disidentes de ese caso perdido para la historia contemporánea que es la siempre fiel isla de Cuba. Bastante más preocupante son las escasas posibilidades de una recuperación inmediata de cierta racionalidad política y hasta cultural en el continente. Queda esperar que el sostenido soborno de la voluntad pública no la haya hecho renunciar de manera definitiva al sentido común, el único que puede garantizar evitarnos el facilismo del absurdo y la idiotez. Pero sin pretender, por supuesto, en convertirse en cruzada destinada a exterminar al kitsch en nuestras tierras, algo que sólo confirmaría al fin que no hemos entendido nada.

Coda española

El muy reciente desarrollo de la formación política Podemos de Pablo Iglesias hasta alcanzar el primer lugar en la intención de votos entre el electorado español bastaría para anular cualquier pretensión de autoctonía del kitsch político latinoamericano. No hace falta analizar ni su abigarrado y confuso programa político o ni siquiera acudir al fácil festín de las declaraciones políticas de sus principales dirigentes. Es suficiente con atender a sus gustos musicales. No hay que detenerse en “La Internacional” hurtada, como tantas otras cosas, a los antiguos comunistas. Pienso más bien en esos cantos del bando republicano durante la guerra civil, tan anacrónicos ahora. No es que aquellos himnos, entonados en medio de las trincheras bajo el fuego de la artillería enemiga tuvieran nada de kitsch. Pero que estos niñatos de Podemos entonen (es un decir) a coro y con el puño en alto canciones salpicadas de la metralla de los bombardeos de hace casi ochenta años es de un mal gusto apabullante con aquellos que se jugaban la vida en las trincheras en las afueras de Madrid o a orillas del Ebro. Que no les basten los himnos producidos en los estertores del franquismo o en plena transición, que se acojan a la furia de la última guerra española da una idea más clara de su falsedad que sus reclamos de pureza (nunca puesta a prueba) frente a la corrupta casta gobernante. Tanta alusión bélica nos habla a las claras no del ardor con que piensan entrar en la liza electoral sino de lo mucho que le van a pedir a cambio al resto de sus compatriotas empezando –como diría Ignatius Reilly, protagonista de “La conjura de los necios”- por su geometría y buen gusto.    

Sobre el kitsch político (2)

Podría suponerse que siendo un discurso subversivo “por naturaleza” el de la disidencia cubana debería, por lo mismo, rehuir del kitsch totalitario y hasta del kitsch en general. Pero claro, eso es demasiado suponer. Y no sólo por lo consustancial que es el kitsch a toda comunicación política. También debe tener en cuenta que ese pastiche de lugares comunes de las culturas europeas e indígenas que es la llamada cultura latinoamericana no puede ignorarse sin convertirse en elitismo insufrible. Y si muchos disidentes pueden darse el lujo como intelectuales de ser elitistas como políticos, no. El kitsch es a la cultura y a la comunicación lo que la alquimia es a la química: si bien la imita en los procedimientos y recombinaciones su diferencia fundamental está en lo que prometen. Como si no fuera magia suficiente obtener una nueva sustancia a partir de otras dos el kitsch, como la alquimia, promete ese imposible que es la obtención de la piedra filosofal a partir sustancias más o menos vulgares.

No es poca la tentación de los opositores cubanos de prometer una democracia perfecta o al menos funcional a partir de una sociedad carente de los más elementales gestos comunitarios, civilizatorios. (Esos que hablan de capitalismo salvaje deberían acercarse a estos poscomunismos totalitarios antes de aplicarlos a sociedades bastante más domesticadas por el interés común). Para obtener tanto de tan poco incluso el kitsch de la alquimia parece insuficiente. Y más cuando un mundo que se gastó todo su entusiasmo anticomunista tras la caída del Muro de Berlín le escatima a los demócratas cubanos la solidaridad más elemental. Unos porque ven a los demócratas cubanos, tras un nuevo ciclo de agotamiento democrático en buena parte del mundo, con curiosidad pero no mucha simpatía hacia gente tan ingenua que consigue ver en la democracia un fin, un destino deseable. Más grave aún es la hostilidad que le ofrece Latinoamérica a la disidencia cubana. Tras el fracaso en la mayoría de sus países latinoamericanos del experimento democrático el continente, hundido en su renovado arrebato populista, ha tomado al sistema que denuncian los demócratas cubanos como precursor e inspiración cuando no como asesor en manipulación social y represiones diversas.

Permítaseme entonces la cursilería de describir a Cuba como una isla rodeada de kitsch por todas partes. (Incluso por el Norte, claro, con los norteamericanos entregados a esa otra variante del kitsch que es el paternalismo comprensivo cuando en realidad no se entiende absolutamente nada). Y es que en la base pero también más allá del kitsch político está, omnipresente el kitsch cultural, ese en el que ya están inmersas las masas y las élites cuando los políticos empiezan a hacer su trabajo. Ese kitsch que les abona el terreno o, pasando a la cursilería de las metáforas bélicas guerra, ablandan al enemigo con preparación artillera. Latinoamérica es el continente donde frente a la cursilería de la cultura de masas ha surgido una cursilería elitista que reclama ser la verdadera voz del pueblo y al mismo tiempo de la modernidad para además cumplir aquella misión del kitsch clásico de tranquilizar “al consumidor convenciéndole de haber realizado un encuentro con la cultura”. Al amparo de una suerte de proteccionismo cultural ese pastiche de cultura de masas y vanguardias no compite en pie de igualdad con el resto de los productos culturales porque en realidad están de inicio en un plano supuestamente superior. Puede o no llenar estadios pero su prestigio está garantizado de antemano.


En el despertar pseudo religioso que representa la actual ola populista en Latinoamérica todos los productos culturales que no estén iluminados por el espíritu santo del populismo están, como los personajes paganos en el infierno diseñado por Dante, condenados por el solo hecho de no reconocer su absoluta superioridad. Y poco importa que el propio Eduardo Galeano desautorice “Las venas abiertas de América Latina” como libro indigesto y aburrido; o que las canciones de Silvio Rodríguez terminen pareciéndose más a las de sus peores imitadores que a sí mismo; o que el más exitoso modo de sobrevivencia que haya encontrado la Nueva Canción latinoamericana sea al golpe del reguetón de Calle 13. No sólo seguirán siendo objetos de devoción estética y paradigmas culturales en un mundo que ha perdido hace rato cualquier referencia. Su cursilería conservará además una función política, que es nada menos que la de transformar el mundo.

[Continuará]

domingo, 16 de noviembre de 2014

Sobre el kitsch político

Hacia el final de la presentación de “Enriscopara presidente” en Nueva York hablábamos sobre lo que yo llamo lo castrismo sentimental que no es más que una variante nostálgica -pero por ello mismo persistente- de lo que Milan Kundera ha llamado el kitsch totalitario. El artista Geandy Pavón preguntó entonces si el anticastrismo no era también kitsch a lo que respondí que por supuesto, que no podía esperarse otra cosa de algo que se define así mismo a partir de otra cosa que es de por por sí profundamente kitsch como el castrismo. Fue una manera de reconocer algo bastante obvio desde el propio título de mi libro y es que “Enrisco para presidente” es también -con sus falsos programas políticos, sus estrafalarios diseños de una “Nueva Cuba”, sus clasificaciones de los diferentes tipos de anticastristas- aunque en menor medida una sátira contra el kitsch de la oposición. Y si digo “en menor medida” no es porque la oposición de por sí tenga menos predisposición al ridículo, a la cursilería que arrastra todo acto político, sino porque su carácter alterno, marginal incluso, lo hace menos opresivo. Igualar por tanto un kitsch con otro es un gesto además de injusto, pérfido, como lo puede ser otorgarle al asesino la misma compasión que extendemos hacia las víctimas. Dejemos que Kundera lo diga mejor:

“El kitsch es el ideal estético de todos los políticos, de todos los partidos políticos y de todos los movimientos. En una sociedad en la que existen conjuntamente diversas corrientes políticas y en la que sus influencias se limitan o se eliminan mutuamente, podemos escapar más o menos de la inquisición del kitsch; el individuo puede conservar sus peculiaridades y el artista crear obras inesperadas. Pero allí donde un solo movimiento político tiene todo el poder, nos encontramos de pronto en el imperio del kitsch totalitario”

Si se atiende a la definición básica que da Umberto Eco del kitsch como “comunicación que tiende a la provocación del efecto” se entiende por qué los políticos no podrían vivir sin este. La política, tal y como es entendida en estos tiempos, es el arte de la creación de efectos en las masas para moverlas en determinada dirección. Pero tampoco el resto de los seres humanos puede prescindir del kitsch. Hay circunstancias que requieren cierto abandono de las exigencias estéticas para poder ser disfrutadas confiando en los instintos más elementales y más auténticos de nuestra humanidad. Ya lo advirtió Fernando Pessoa: 

Las cartas de amor, si hay amor,/ tienen que ser/ ridículas./Pero, al fin y al cabo,/ sólo las criaturas que nunca escribieron cartas de amor/ sí que son/ ridículas”.

Parafraseando a Pessoa podría decirse que toda acción política tiene que ser ridícula. ¿Cómo podría inducirse a un grupo a adoptar determinada actitud si no es a través de “intuiciones, imágenes, palabras, arquetipos, que en conjunto forman tal o cual kitsh político”? Y en ello el repertorio que compone el kitsch disidente cubano no es demasiado distinto de otras variantes de kitsch político. Su núcleo lo constituyen palabras tales como “democracia”, “libertad”, “pueblo”, “hermanos”, “esbirros”, “dictadura”, “tiranía”, “cadenas”, “torturas” que no necesariamente son falsas pero cuyo abuso van depreciando su sentido, falseándolo. 

Lo peor del kitsch no es la exageración original del mensaje o las impresiones que nos causa sino la fruición con que nos tratamos de convencer de que esa falsificación original es auténtica. La exageración pasa de la búsqueda pragmática de exaltación momentánea en pos de un objetivo concreto a un engaño o autoengaño permanente. Es el momento de la segunda lágrima de Kundera. Primero se llora ante la visión de unos niños corriendo alegres: “La primera lagrima dice: ¡Qué hermoso, los niños corren por el césped!”. En cambio “La segunda lágrima dice: ¡Qué hermoso es estar emocionado junto con toda la humanidad al ver a los niños corriendo por el césped!”. Esa falsificación de segunda mano que se regodea en la exageración original de los sentimientos es lo que convierte al kitsch en un círculo vicioso del que se hace casi imposible escapar. Como reconoce Pessoa en el famoso poema: “La verdad es que hoy mis recuerdos/ de esas cartas de amor/ sí que son/ ridículos”.

Negar al kitsch por completo es negar nuestra propia humanidad, aunque no sea en su mejor versión. Tan peligroso es regodearnos en nuestras debilidades como pretender  que podemos prescindir de ellas.

“Esa canción le emociona, pero Sabina no se toma su emoción en serio. Sabe muy bien que esa canción es una hermosa mentira. En el momento en que el kitsch es reconocido como mentira, se encuentra en un contexto de no-kitsch. Pierde su autoritario poder y se vuelve enternecedor, como cualquiera otra debilidad humana. Porque ninguno de nosotros es un superhombre como para poder escapar por completo al kitsch.  Por más  que lo despreciemos, el kitsch forma parte del sino del hombre”


Pretender no engañarnos en absoluto es el inicio de un engaño mucho mayor y más perverso. Más humanamente realizable, mucho más honesto, sería aspirar a engañarnos lo menos posible. Y un buen principio sería imponernos como principio elemental que por justa que nos parezca nuestra lucha y limpios nuestros ideales no nos está permitida cualquier exageración, cualquier violación de una idea más o menos básica de decoro. Que por mucho que nos enfrentemos a una feroz y sangrienta tiranía castrocomunista que se ensaña con nuestros heroicos y pacíficos hermanos de lucha el daño que le podemos infligir a esa misma idea de decoro puede ser permanente.

[continuará, cuando pueda]

jueves, 13 de noviembre de 2014

Un podio para Enrisco

Comienzo del discurso con el que el siempre generoso Alexis Romay presentó el libro Enrisco para presidente ayer en su lanzamiento en el King Juan Carlos Center en Nueva York.
Como todo discurso cubano que se respete, este también comenzará con una frase inolvidable: Seré breve. Los miembros de la audiencia a quienes la combinación de esas dos inocentes palabras no les haya causado un inmenso pavor, felicítense de no haber vivido en Cuba. O de algo igualmente saludable: de haber olvidado cómo se vive en Cuba. Ambos sectores no tienen por qué preocuparse. Las próximas cinco horas de mi discurso tienen el objetivo de recordarles el catálogo de razones que nos congrega aquí y no en el Palacio del Segundo Cabo en La Habana.
Cubanos (y no cubanos) que me escuchan: incluso antes de comenzar, quiero advertir que quienes necesiten ir al baño deberían sacrificarse por el bien común y aguantar las ganas. Que ante la bifurcación de senderos que llevan, por un lado a las necesidades fisiológicas y, por el otro, al cumplimiento del deber, un buen patriota nunca escoge el excusado. Y Enrisco es sinónimo de patria.
[Seguir aquí]

miércoles, 12 de noviembre de 2014

Hoy

Pues hoy es el día. El que no vaya que luego no me ande pidiendo ministerios. Y no entiendo de justificaciones traídas por los pelos como que viven en otro continente y cosas así:

Sudaquia Editores los invita a la presentación del libro “Enrisco para presidente” hoy miércoles 12 de noviembre en el King Juan Carlos I of Spain Center (53 Washington Square South New York, NY 10012) a las 6:30 p.m. con la presencia del autor Enrique Del Risco. El escritor Alexis Romay hará la presentación de la obra.

lunes, 10 de noviembre de 2014

Freedom or Status Quo?

Hoy Orlando Luis Pardo Lazo da una charla (en inglés) bajo el titulo "Civil Society and Alternative Blogosphere in Cuba Today: Freedom or Status Quo?" en la Universidad de Brown a partir de las 6:00 pm. Pueden seguirla por aquí:


viernes, 7 de noviembre de 2014

Hoy en Guttenberg

Jairo Alfonso, artista cubano inaugura hoy exposición en Guttenberg Arts, un excelente espacio abierto creativo recientemente en la zona donde vivo a las 7:00 pm en 6903 Jackson St, Guttenberg, New Jersey 07093. Están todos invitados.



Otra muestra:



jueves, 6 de noviembre de 2014

Elogio del elogio

Raúl Flores, escritor de la llamada Generación Cero, (pues su entronización a la vida literaria se corresponde más o menos con los inicios del milenio) le dedica hoy en Diario de Cuba una reseña a mi libro "Elogio de la levedadpublicado originalmente por la editorial Colibrí en el 2007 y reeditado este año por  Hypermedia con la intención explícita de distribuirlo gratuitamente en Cuba junto a otra serie de títulos. Y sí, me complace que Flores haya dedicado unos cuantos párrafos a ese derivado de mis esfuerzos por cumplir las exigencias de mi doctorado. En parte porque la propia existencia de la reseña es prueba de que el libro ha accedido, gracias a los esfuerzos de Hypermedia, a una sobrevida que ya no le imaginaba. En parte porque del reseñista, que tiene la fortuna de no conocerme pesonalmente, he leído cuentos que me parecen magníficos y siempre es agradable ser juzgado favorable y generosamente por personas que uno respeta. Y complace más que a siete años de su primera edición y a nueve de haber sido escrito su atento lector encuentre algún borde del qué resaltar su filo.
Dice:


Los términos levedad y gravedad contrapuestos. En uno de los extremos: la maquinaria estatal de la Revolución cubana; en el otro, algo que aún no se sabe: lo invisible, lo inasible. Palabras fantasmales y una línea de fuga para esta literatura nacional cada vez más nacionalista (literatura institucional, para no decir institucionalizada, domesticada). Un volumen que puede asustar, o incomodar a los que dictan los parámetros de la cultura cubana. Un dorso que lastima, o agrada, pero nunca dejará indiferente al lector. Prosa filosa como fragmento de vidrio incrustado en el pie, en los ojos; lo que vendría después si no estuviéramos tan ocupados para darnos cuenta de que ya estuvo aquí, tocando a la puerta.

Apenas le señala un defecto (de ahí que diga que es generoso) y es que “que el estudio finalice en la década de los 90 del pasado siglo y no se interne en los recovecos de la literatura nacional hecha a partir del XXI”. El defecto es tan obvio como la excusa. A la altura en que fue terminado el libro (2005) era muy poco a lo que pude acceder de lo publicado por la Generación Cero. No es hasta fechas más o menos recientes en que he podido reunir textos como para hacerme una idea de su perfil generacional. Y es cierto: aquellas ficciones leves que parecían ser un matiz marginal en una literatura obsesionada -y no necesariamente al servicio de "la maquinaria estatal de la Revolución cubana"- con los grandes (y graves) discursos de la Nación son ahora multitudes. Y claro que merecen reflexiones y libros dedicados exclusivamente a esa literatura que viene emergiendo hace años, superadas las remoras que debimos arrastrar nosotros durante buen tiempo. Solo que me temo que ellos están en mejores condiciones de juzgarnos a nosotros que a la inversa.

Para leer la reseña completa pinchar aquí.

martes, 4 de noviembre de 2014

"Abel Prieto: escritor malo, policía bueno"

Y bueno, iba a escribir todo un post al respecto pero creo que con el título es suficiente.

Nota: Para el que no esté al tanto (y lo entiendo) aquí va su última gracia.

La próxima semana

Sudaquia Editores los invita a la presentación del libro “Enrisco para presidente” el próximo miércoles 12 de noviembre en el King Juan Carlos I of Spain Center (53 Washington Square South New York, NY 10012) a las 6:30 p.m. con la presencia del autor Enrique Del Risco.

De la nota de contraportada:

"'Enrisco para presidente' recoge lo más selecto de los artículos producidos por el iluminador pensamiento político del compañero Enrisco en la última década sobre temas que van desde el deporte a la literatura, desde Cuba hasta su virreinato de Venezuela pasando por Miami, por su correspondencia abierta y unilateral con el cantante Juanes, sus tests de conocimiento del cancionero de Silvio “El Unicornio” Rodríguez y la debatida pero indemostrada mortalidad de Fidel Castro"