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domingo, 18 de diciembre de 2022

Tango feliz

 


“La Marsellesa” es un himno tramposo. Cantas “hijos de la patria, el día de gloria ha llegado” antes de la final del mundial y piensas que solo te falta ir a recoger la copa, darle un beso y hacerte la foto con ella en alto. Pero Messi, Scaloni y sus muchachos tenían otros planes este 18 de diciembre. Empezaron por no dejar jugar a los franceses, quitarles la pelota y plantarse en su área a ver qué pasaba. Messi aparte, esta selección argentina no es  un dechado de eficacia de cara al gol, pero si no sales del área rival algo tiene que pasar en algún momento y lo que pasó fue un penalti que Messi cobró como se le cobra una deuda al cuñado. Uno a cero.

Fue entonces que Francia dio alguna señal de vida. Mala idea, porque en uno de sus escasos avances sobre el área argentina los gauchos armaron un contragolpe que remachó el Fideo Di María como en sus buenos tiempos. Dos a cero: así se fueron al descanso.

Con la misma seguridad que se afirmaba que Francia era el favorito los periodistas empezaron a redactar las esquelas mortuorias del equipo de los comedores de caracoles con himnos tramposos. Los argentinos seguían sin prestarle la pelota a los franceses y andaban más cerca de ampliar el marcador que los otros de acercarse. El entrenador francés, Didier Deschamps, dándose cuenta de que Scaloni le había ganado la partida táctica de entrada decidió incinerar su formación inicial. Sacó primero a Giraud que parecía estar jugando otro juego en un estadio vecino y luego a Griezmann, quien luego de hacer un mundial fenomenal, en la final había estado más apagado que termoeléctrica cubana.

De alguna manera los cambios funcionaron. Los franceses empezaron a encontrar la pelota en el lugar más previsible -el césped- y luego de acercarse unas cuantas veces al área, cuando faltaban menos de doce minutos de tiempo reglamentario, consiguieron que les pitaran un penalti que cobró Mbappé. No habría pasado de uno de esos goles anecdóticos que sirven para hacer las finales algo más emocionantes, aunque gane el que se cantaba desde el principio. Sin embargo, apenas dos minutos después Mbappé consiguió el empate en una jugada que no les había salido a los franceses en toda la tarde y que coló por una de esas rendijas de oportunidad que solo le sale bien a Indiana Jones.

Fue entonces que el partido empezó a parecerse a lo que dirán luego los periodistas: la final más emocionante de cuantas se hayan jugado en el último medio siglo de mundiales. Porque se fueron al tiempo extra y en un ataque argentino Lautaro Martínez abrió un fogonazo que fue rechazado a duras penas por Llorís y que remató Messi para que Di María, que llevaba rato en el banco, llorara de alegría. Macrón, presidente francés, a quien por alguna razón no dejaron jugar, se comía las uñas. Eso fue en el minuto 107. Pero cuando apenas faltaban tres minutos para que se acabara el partido con victoria argentina hubo una mano en el área albiceleste y el árbitro decretó penalti. Mbappé fue a cobrar pero no hizo de Kane que marcó su primer penalti en el partido de Inglaterra contra Francia pero falló el segundo. Mbappé hizo de Mbappé, marcó su segundo penalti y tercer gol de la tarde para que Di María estuviera a punto de tragarse la camiseta y se anegara en lágrimas, esta vez de desesperación.

Pero llegó la tanda de penales con los argentinos con Dibu Martínez en estado de gracia y Francia con sus jugadores más inexpertos pateando los balones. Empezó marcando Mbappé para su equipo pero cuando un francés volvió a marcar ya estaban demasiado debajo en el marcador como para darle vuelta. Di María lloraba de nuevo de alegría y Macrón casi se traga la corbata. Argentina ganaba su tercer mundial luego de 36 años de sequía, Messi acababa de cerrarle la boca a todos los que le escatimaban su grandeza por falta de copas del mundo y en las próximas semanas hasta la música de los tangos les va a sonar alegre a los argentinos. ¡Felicidades!  

sábado, 17 de diciembre de 2022

Y el tercer lugar fue para...


La soñada final revolucionaria, aquella que se jugaría entre equipos que nunca habían ganado un mundial con anterioridad, se convirtió en la realidad del césped en la disputa por el tercer lugar. Croacia, el subcampeón del mundial anterior contra la mayor sorpresa del mundial, Marruecos, el equipo africano que había llegado más lejos en la historia de la competencia.

Los diez primeros minutos de juego prometían uno de esos peleones a lo Rocky Balboa donde el ganador termina con los ojos hinchados y el perdedor apenas recuerda como se llama la novia. En el minuto siete, Croacia anota en un jugada a balón parado más estudiada que un examen de química orgánica. Tiro de esquina, dos cabezazos, el segundo del defensa croata Gvardiol y la pelota termina en la red. Minuto y medio después los marroquíes le devuelven la cortesía a los croatas y en otro tiro libre Majer despeja mal y Achraf Dari estrena la portería balcánica.

Parecía aquello, como en “Casablanca”, el principio de una bella enemistad pero la sangre no llegó al río ni los delanteros a la puerta contraria. En los minutos siguientes -ya comprobada la pegada del contrario en mandíbula propia- ambos equipos pasaron a tener una actitud más reservada, como si después de pasar la prueba se pusieran a estudiar. Los marroquíes tenían más posesión del balón pero no conseguían traducirla al lenguaje del gol. Los croatas por su parte, menos activos resultaban ser los más incisivos. Por si hubiera dudas, poco antes de que terminara el primer tiempo Orsic pateó una pelota que cualquiera hubiese jurado que era un centro pero que terminó por pegar en el poste más alejado de Bono para luego entrar en la portería.

Si el primer tiempo termina dos a uno el segundo es como una katá de karate: mucho gesto enérgico lanzado a la nada. Croacia estuvo tan cerca de ampliar el marcador como Marruecos del empate. En la última jugada del juego un cabezazo marroquí pasa rozando el larguero contrario pero por la parte de arriba, la que no cuenta. El pitido del árbitro decreta que Croacia ha terminado en tercer lugar lo que no está nada mal para un país de 3.9 millones de habitantes y 31 años de existencia: dos terceros lugares y un segundo en los últimos siete mundiales. Marruecos -con su cuarto lugar- tuvo en cambio que conformarse con hacer historia como la nación africana que ha llegado más lejos que ninguna otra en mundiales. Pero bueno, eso era algo que se sabía antes de que comenzara el partido.

miércoles, 14 de diciembre de 2022

La (última) cena está lista

 


Marruecos era la historia bonita del campeonato. De esas de las que Hollywood luego hace una película con protagonistas de la raza que esté de moda. (Hace unos años el entrenador marroquí habría sido Brad Pitt. Ahora le tocará a Denzel Washington). Marruecos, con su equipo de la comunidad marroquí en el exterior (cuatro nacidos en Países Bajos, cuatro en Bélgica, dos en Francia, dos en España, uno en Canadá, uno en Italia) había eliminado a toda la peninsula ibérica del campeonato (para los que estén flojos en geografía: España y Portugal) y ahora faltaba hacer lo que no habían conseguido los musulmanes con el imperio carolingio: sacar a Francia del mundial y culminar su cruzada derrotando a los argentinos.

La cifra de la gloria marroquí se resumía en el hecho de que a lo largo de cinco juegos del mundial no había recibido gol de ningún equipo que de de sí mismos, el autogol en el juego contra Canadá. Cuatro minutos, treintiocho segundos. Eso fue lo que duró la ya famosa virginidad de la portería marroquí en manos francesas. Griezmann (¿quién si no?) se internó por el costado derecho del área chica para darle un pase a Mbappé quien, acorralado la hizo rebotar en un contrario. El rebote fue alcanzado por Theo Hernández quien acrobáticamente se sacó una mawashi a lo Bruce Lee y remató el balón donde Bono, el portero marroquí, ya no pudo llegarle.

Cualquiera pudo presagiar una carnicería francesa de los futuros protagonistas de una serie de Netflix pero allí mismo los franceses si no frenaron al menos le sacaron el pie al acelerador. Atacaban sí, pero como en un entrenamiento. Como si les diera lo mismo anotar que no. Los marroquíes no desaprovecharon la oportunidad y se lanzaron gallardamente al ataque aunque sin exagerar, sabiendo que al menor descuido les podrían encajar el segundo gol. Así pasó el resto del segundo tiempo, con los marroquíes de importación tan cerca del empate como los franceses multiculturales de ampliar el marcador.

El segundo tiempo fue más de lo mismo. Los descendientes espirituales de Asterix encomendados a alguna brujería celta para impedir el gol marroquí que no acababa de caer pero al mismo tiempo amenazando constantemente a los norafricanos con su impresionante pegada. Hasta que en el minuto 79 Mbappé -que anduvo de paseo buena parte del juego- recibió una pelota de Marcus Thuram (que en fútbol también se gastan dinastías) atravesó una manigua de defensas marroquíes hasta cederle el balón a Muani que acababa de entrar al partido y logró lo que cinco equipos no pudieron hacerle a Marruecos en todo el mundial.

Definida ya el banquete final con Argentina y Francia como invitados no hay mucho que predecir excepto anotar que Argentina tiene bastante más hambre pero Francia tiene mejores (y más variados) cubiertos. Lo único seguro que quien quiera que gane el domingo será tricampeón del mundo.

martes, 13 de diciembre de 2022

Penúltimo tango en Qatar


Argentina ya está en la final. Después de un inicio no muy prometedor tras perder con Arabia Saudita ha derrotado a todo el que se le ha puesto delante, incluido Países de Baja Estatura. A estos iba ganándoles dos a cero a la hora de recoger los maletines pero de alguna manera los Verticalmente Discapacitados empataron el juego y hubo que ir a penales. Por su parte Croacia le había ayudado a Brasil a hacer las maletas luego de ganarle a los penales y en levantamiento de pesas con la mente.

Croacia venía crecido luego de su hazaña ante Brasil y comenzó dominando el partido frente Argentina. Quiero decir que Croacia controlaba el balón pero no hacía con este algo de veras grande y nutridor como diría alguien que nunca habrá visto un partido de fútbol. Así hasta que en el minuto 32 el jovenzuelo argentino Julián Álvarez estuvo a punto de anotar con un balonazo caído del cielo. En esas estaba cuando el portero Livakovic lo derribó y el árbitro decretó sumariamente un penalti que fue ejecutado por el verdugo oficial de la selección argentina: el mismísimo Messi. Por poco destapa la portería con el disparo.

Los croatas no se amilanaban. Volvieron a la carga hasta que siete minutos después el tal Álvarez vuelve a escapárseles. Esta vez no hubo que recurrir al penalti. Era como si el muchacho tuviera su propio campo gravitatorio y el balón, cada vez que tropezaba con un jugador contrario, volvía a él mientras avanzaba hacia la portería contraria cual si jinete del apocalipsis se tratara. O reencarnación de Maradona frente a Inglaterra en 1986 pero sin usar las manos. Total, que a pesar de todo el esfuerzo derrochado Modric, Perisic y el resto de los croatas regresaron a sus vestidores en el medio tiempo perdiendo por dos tantos.

Ya en el segundo tiempo los croatas cedieron más la pelota -o los argentinos empezaron a controlarla más, que nunca se sabe- lo cual ya era el colmo del riesgo. Porque esta vez no se trataba de Messi creando oportunidades que eran desperdiciadas una y otra vez por sus compañeros. Esta vez Julián Álvarez andaba en modo eficiente. En el minuto 69 a Messi le dio por montar el muerto de Di María en sus buenos tiempos -o en el del propio Messi cuando se acuerda de que es Messi- y se puso a marear al defensa Gvardiol, el Hombre de la Máscara de Fibra de Carbono. Cuando ya el croata no sabía distinguir su pierna derecha de su oreja izquierda Messi le pasó la pelota a Álvarez quien solo tuvo que empujarla a la red. Tarea que por fácil que parezca no se deberá subestimar.

Por mi cuenta Argentina es el único país que habiendo perdido dos veces el primer juego de la copa ha terminado por jugar la final: en 1990 y ahora. Ahora solo le falta esperar por el vencedor del partido entre Francia y sus suburbios para ver con quién baila su último tango en Qatar.

domingo, 11 de diciembre de 2022

Las semifinales


Desde ahora hasta el miércoles la humanidad se dividirá en marroquíes, franceses, croatas y argentinos. Y en esa raza superior a la que no le interesa el fútbol, claro. Excepto estos últimos los humanos nos subdividiremos entre:

-Los tradicionalistas antiguos, que son los que prefieren una final entre bicampeones: Argentina de un lado y Francia del otro. O sea, franceses de un lado y del otro del Atlántico.

-Los tradicionalistas modernos, que son los que desean que se repita la final del mundial pasado, Francia- Croacia. Entre estos también está la subespecie de tradicionalistas modernos vengativos, que desean la revancha con el único objetivo de que gane Croacia.

-Los revolucionarios que desean que la final se juegue entre los dos equipos que no han sido campeones nunca: Croacia- Marruecos.

-Los tercermundistas que, por supuesto, prefieren una final Marruecos- Argentina de la que emergerá victorioso algún oprimido.

-Los anticolonialistas que prefieren una final Francia -Marruecos en la que la antigua colonia doblegue a su metrópoli correspondiente hasta que se dan cuenta que estos ya se enfrentarán el miércoles por el derecho de ir a la final.

-Y están claro, esos estetas que dicen que les da igual, que lo que a ellos les gusta es el fútbol y se acogen a la quinta enmienda de “que gane el mejor” pero como sabemos mienten como bellacos.

sábado, 10 de diciembre de 2022

Dieu est bleu (por ahora)

 


“Una final anticipada” anunciaban los comentaristas deportivos. “La reanudación de la Guerra de los Cien Años” dirían los románticos con resabios eruditos. “Choque de imperios” lo clasificaban los fanáticos a “La Guerra de las Galaxias”. “La lógica subyacente del eurocentrismo sistémico en el enfrentamiento interseccional de las matrices coloniales de las selecciones posimperiales de Inglaterra y Francia” podría ser el título de alguna ponencia de estudios decoloniales. Pero lo que sucedió al final el partido Francia-Inglaterra resultó más bien una comedia de enredos con Deus ex machina que es cuando al final el guionista se queda sin ideas y resuelve el asunto con intervención de fuerzas superiores.

La comedia contaba la historia de un lord inglés mulato -mitad Harry Kane, mitad Bukayo Saka- lanzado desde un principio a la conquista de Victoria, la dama de sus sueños, esa que lo ha eludido en nosecuántos mundiales. Del otro estaba Mbappé, el Baudelaire del fútbol, paseando con aires de flâneur por el ala izquierda del campo mientras el motorizado Griezmann corría de un lado a otro del terreno como si hubiera desayunado plutonio.

El lord mulato lucía bastante más amenazador desde el inicio del partido cuando en el minuto 17 llegó el primer gol… de Francia: un zapatazo de Tchouaméni tras un pase de Antoine “Energizer” Griezmann. Luego Inglaterra volvió a las andadas y la pelota, como un enamorado tímido, se paseaba continuamente por el área chica francesa sin atreverse a entrar a puerta.

Sin embargo, a poco de empezar el segundo tiempo Tchouaméni cometió una falta en el área sobre Saka que el árbitro castigó con un penal. Dicha sentencia fue ejecutada por Harry Kane con un disparo que estuvo a punto de derretir la red. Tchouaméni como Dios, lo mismo daba que quitaba. Luego del empate, Inglaterra salió a ganar el partido bombardeando la puerta de Lloris con más saña que a Dresde durante la Segunda Guerra Mundial. Pero al parecer Dios hoy se había levantado francés (luego de que Alá se pasara la mañana apoyando a Marruecos). Ya bien desviaba las pelotas del arco franchute como las dejaba caer directamente en las manos de Lloris que no se podía creer tanta suerte. Y encima en el minuto 77 Yavhé sopló un pase del conejito Griezmann directo a la cabeza de Giraud quien remató la pelota en la cabeza de un defensa inglés que a su vez la desvió directamente a la red. Y todo sucedió tan rápido que a nadie se le ocurrió hablar de autogol, sobrenombre vulgar de la intervención divina.

No obstante, cuando dos minutos después de adelantarse Francia Theo Hernandez empujó innecesariamente a Mount en el área parecía que Dios se hubiera cambiado de bando como quien se cambia de camisa a la hora de salir a una fiesta. Pero se equivocan queridos blasfemos: el Señor es constante en sus intenciones y no cambia de idea de un minuto para otro. Así que envió el disparo de Kane a las gradas como si este de pronto se hubiese desentendido de su responsabilidad de capitán del equipo y no tuviera otro deseo que el de reventarle la cara a alguien sentado detrás de la portería, un poco a la izquierda.

Y así terminó el partido, a favor de Francia campeón de hace cuatro años y semifinalista este por Gracia Divina aunque si consigue retener el apoyo sobrenatural en los dos próximos partidos es algo que solo Dios lo sabe.

Portugal- Marruecos: "vaya, tu leche de camella ahí"


Portugal venía del arrasar 6 a 1 a la hasta entonces sólida Suiza con triplete de la nueva estrella en el firmamento luso, Goncalo Ramos. Marruecos de un empate a cero con España que se decidió en una ronda de penales que España lanzó con la misma energía con que condena la violación de los derechos humanos en Cuba: ninguna. Parecía fácil hacer un vaticinio del choque entre Portugal y Marruecos. Pero como decía Borges, el destino ciego a las predicciones de los expertos futboleros es implacable con las distracciones de la defensa. Mientras en el primer tiempo los ataques incesantes de Portugal no encontraban camino claro a la puerta marroquí el delantero Youseff En-Nesyri aprovechó una mala salida del portero portugués para dar un salto monumental y cabecear un centro al interior de la portería ibérica.

En el segundo tiempo los consumidores de sardinas y bacalaos volvieron a la carga con renovados bríos, pero las ideas no muy claras. A los pocos minutos de reiniciado el partido el debatido Cristiano Ronaldo entró en juego dándole algo más de claridad al ataque sardínico pero no la suficiente para que los marroquíes perdieran la cabeza ni desdibujaran sus líneas defensivas. Como las hierbas durante un ciclón los ordeñadores de camellas se doblaban, pero no se partían. Si acaso los ataques lusos sirvieron de algo fue para darle lucimiento a Bono, el portero marroquí, tipo que sonreía tras cada atrapada como si en vez de un mundial de fútbol estuviera pasándose pelotas con el hijo en el patio de su casa.

Al final el marcador quedó igual, con el uno a cero que convierte a Marruecos en el primer país africano (revisar sus mapas, por favor) en llegar a semifinales y envió a Ronaldo a las duchas, anegado en llanto. Sin embargo, siendo Ronaldo, como es, un pésimo actor de cine mudo no le quedaba claro a uno si en verdad lloraba o iba muerto de la risa de ver lo mal que le había ido a Portugal por haberse atrevido a prescindir de él durante 50 minutos.

Partido vacuno: el bife derrota al queso


Argentina se presentó ante Países Bajos en su mejor versión. Países Bajos, en cambio, no debe confundirse con la Holanda de Cruyf, Van Basten, Bergkamp, Rijkaard, Van Persie o Robben: estos de ahora comparten altura, color de uniforme y poco más. La mejor versión de Argentina supone a Messi en estado de vigilia y que el resto del equipo aproveche al menos una sola de las múltiples ocasiones de anotar que se invente el capitán del equipo. Y en efecto, en el minuto 35 Nahuel Molina cazó un exquisito regalo de Messi y puso a Argentina por delante. A principios del segundo tiempo una discutible falta sobre el borde del área convertida en penal y cobrada por Messi, implacable como un sicario de la Cosa Nostra, parecía darle a los bebedores de mate una ventaja inalcanzable.

Pero los productores de queso, por muy Países Bajos que se hayan vuelto no pensaban quedarse cruzados de piernas. En el minuto 83 Weghorst convirtió un centro al área en un precioso gol de cabeza. Y en una falta pitada en el minuto 3000 de reposición (los minutos agregados al final de cada tiempo resultan en este mundial una confirmación de la teoría de la relatividad: lo mismo se encogen que se estiran) el propio Weghorst con pillería porteña (de Buenos Aires o de Rotterdam, da igual) se infiltró en la barrera argentina para recibir un pase y anotar el empate.

En la media hora adicional de juego que la FIFA estipula para el desempate no ocurrió absolutamente nada como era de esperar. Si acaso un tanto de derroche ofensivo argentino que aunque no sirvió para anotar goles al menos servirá para que el Día del Juicio Final el Supremo Creador se lo tenga en cuenta a los jugadores argentinos como servicios a la Patria y a los Televidentes. Entrados a la tanda de penales el portero argentino Dibu Martínez* atajó los dos primeros disparos de los queseros del pantano dándole serenidad suficiente a los pateadores de su equipo para hacer avanzar al país del bife de chorizo a las semifinales donde chocará con Modric y su banda balcánica.



*La actualizada entrada del portero argentino en Wikipedia está escrita en un lunfardo apenas inteligible que suena a tiradera reguetónica: “Después de estar pegando alta gira se le salio la cadena y arranco como arquero en la selección Argentina mandando al banco a un manco ( Armani ) y enseñando a los giles como se ataja envío a dormir la siesta a Davison Sanchez , Yerri Mina desde ese momento se convierte en Prócer de la república Argentina , en el día 9/12 ( MADRID ) el dibu dio cátedra de fútbol a unos holandeses que flashearon cualquiera desde ahí se conoce como el Dibu mira que te abrochó“.


Brasil-Croacia: el río y las piedras


Brasil era el favorito para ganarle el partido de cuartos de final a Croacia justo hasta el comienzo del partido. Una vez que el balón empezó a rodar con intenciones aviesas en ambos sentidos quedó claro que el juego lo podía ganar cualquiera. Brasil era un río potente tratando de desbordar a Croacia por los extremos con Raphinna y Vinicius y de horadar la defensa croata por el centro con Neymar y compañía. Croacia era una roca, inmutable ante el aluvión brasileño dirigidos por el cambolo mayor, el marmóreo Modric.

El problema fue que el torrente brasileño no tenía una era geológica a su disposición para desgastar a los croatas sino apenas 90 minutos en los que el marcador se mantuvo intacto. Para esos casos alguna vez la FIFA resolvía los empates lanzando una moneda al aire pero en vistas de lo que la institución hace con el dinero se ha optado por el alargue de media hora en la que los jugadores ya cansados son menos eficaces que en la hora y media anterior.

Esta vez sin embargo ocurrió el milagro: Neymar, el jugador que antes pasaba más tiempo horizontal sobre el césped que erecto, como le corresponde a un homo sapiens futbolensis, ha dado enormes pasos evolutivos en campo llegando incluso a liderar su equipo en momentos difíciles. Ya iba el partido por el minuto 106 y Neymar consiguió atravesar la muralla croata con pelota y todo y en lugar de aprovechar una magnífica oportunidad para dejarse caer en el área chica y pedir un penalti siguió avanzando y en haciendo una torsión increíble clavó el balón en el techo de la portería. El asunto estaba en meterse un par de minutos celebrando el gol y luego aguantar otros doce minutos a que se les acabara el tiempo a los desesperados croatas.

Pero no ocurrió nada de eso. Los croatas se mantenían tan pétreos como al inicio del juego solo que ahora las piedras empezaron a cercar la portería brasileña como el bosque a Macbeth. Las piedras avanzaban mientras el torrente verdeamarelo se había quedado sin piernas. Orsic, acabado de entrar penetró por el extremo izquierdo donde Danilo el defensa brasileño con las piernas en estado líquido no podía hacer otra cosa que preguntarle la hora. Pero el croata tenía su propio plan y le pasó la pelota a Petkovic quien empató el juego a tres minutos del final.

La tanda de penales llegó para los brasileños con la marcha fúnebre de Chopin como banda sonora. Y en efecto, mientras los croatas no fallaban ni un disparo los bailadores de samba fallaron dos haciendo las delicias de todos los patones de este mundo que dirán que para lo único que deben usarse las piernas en un campo de fútbol es para patear el balón y, si acaso, el cuerpo de algún contrario.

Ahora por segundo mundial consecutivo Croacia llega a semifinales mientras Brasil acumula cinco mundiales sin pasar de cuartos. Bueno, si se exceptúa al mundial de 2014 en que llegó a semis donde fue eliminado por Alemania en el famoso 7 a 1. Pero eso es lógico que no quieran recordarlo.

martes, 29 de noviembre de 2022

Masoquismo yuma


El partido Irán-Estados Unidos lo anunciaban como el inicio de la Tercera Guerra Mundial pero terminó siendo una telenovela. De las peores. De esas a las que la gente va a sufrir aunque sepa que al final todo terminará bien. De esas en las que uno se pregunta por qué el bueno es tan bruto y el malo tan inepto. Bueno, depende de a quién consideres el malo y a quién el bueno. Porque los jugadores iraníes, para demostrar que su rechazo al gobierno -ese que mata mujeres por el crimen terrible de dejar el pelo expuesto a las miradas ajenas- se habían negado a cantar el himno en el primer partido. En cuyo caso el bueno sería inepto y el malo, bruto.

Estados Unidos empezó dominando el partido aunque el dominio se traducía en correr de un sitio a otro con la pelota entre los pies sin demasiado peligro para la portería rival. Los iraníes, por su parte, no parecían la banda de islamistas sedientos de sangre del gran Satán de Occidente como los pintaba la propaganda. Más bien parecían una banda de hípsters con barbitas en camino al café más cercano para encargarle una bebida con un nombre más largo que el código de Hammurabi. El asunto es que en algún momento, casi sin quererlo, los yumas se encontraron con el gol. Lo anotó su mejor jugador, Christian Pulisic en el minuto 37 del primer tiempo. Minutos después parecía que la ventaja norteamericana sería más holgada con un gol de Tim Weah pero el juez de línea, amigo de las emociones fuertes, anuló el gol por un fuera de juego milimétrico.

En el segundo tiempo los yumas no se aparecieron con intenciones de rematar el partido. Eso queda para otros equipos con otra idea de la autoestima. Así que los hípsters persas fueron agarrando confianza y acercándose a la portería americana como si estuvieran en 1979 y aquello fuera la embajada americana en Teherán. Aquello se iba poniendo feo por minuto para los súbditos del imperio yuma pero sin ser demasiado esperanzador para los otros quienes fallaban sus ataques uno tras otro como stormtroopers en la Guerra de las galaxias. Y nada, que al final todo quedó como en el primer tiempo, 1-0 , pero con bastante más angustia.

Estoy a punto de unirme a la Iglesia Pare de Sufrir. Seguro que la primera condición que me impondrán es que deje de ver fútbol. Sobre todo si los que juegan son los yumas.

domingo, 27 de noviembre de 2022

Terror en la celda


Alemania luego de perder con Japón llegaba a su partido con España en situación desesperada: la solución a sus problemas pasaba por derrotar a la selección que había masacrado a los tiernos ticos 7 a cero. Como si la única opción que tuvieras de alcanzar litera en la cár el pasara por vapulear al mandante de la prisión. Y encima desde el inicio del encuentro el bully de la galera E (el grupo correspondiente en Qatar) se muestra dispuesto a hacerle a los alemanes lo mismo que le hicieron a los ticos.

Lejos están los tiempos en que se decía que el fútbol lo jugaban 22 jugadores y lo ganaba siempre Alemania. Incluso el mundial que ganaron en el 2014 se antoja lejísimos y los presos se preguntan si esa Alemania apocada es la misma que le ganó 7 a 1 a Brasil ese año. Y encima apenas en el minuto seis España le bajó un gaznatón a Alemania que amenazaba con noquearla pero Neur el portero ayudó a esquivarla a tiempo.

España parecía dominar el enfrentamiento cuando un lanzamiento de falta alemán fue cabeceado por Rüdiger pero fue decretado ilegal (porque en esta película de prisión eran muy estrictos con las reglas). Luego en el minuto 61 llegó el tanto español que dejó a los alemanes boqueando, como si les hubieran tumbado un diente delante de toda la galera. No parecía que los alemanes podrían hacerle daño a los españoles como no fuera por una equivocación del portero Unai Simón que se empeñaba una y otra vez en sacar las pelotas de enfrente de los delanteros contrarios. Pero no ocurrió así sino que en una equivocación en la salida de los gaitos los alemanes interceptaron el balón y no pararo hasta empatar el choque. Pero a estos alemanes, a diferencia de los de antes les bastó con el empate y así dejaron las cosas encomendando su pase a la siguiente ronda a lo que le puedan hacer a los ticos, los muchachos buenos de la galera que no obstante a primera hora le habían ganado a Japón, los culpables de que Alemania suden frío cada vez que entran a la ducha de la cárcel.

Adios a Canadá


Toda una vida había esperado Canadá para anotar su primer gol en mundiales y vino a conseguirlo contra Croacia -subcampeón mundial- apenas un minuto después de terminar de cantar el himno. Un resultado prometedor depende de cómo se vea. Porque el gol precoz de los canadienses despertó la furia croata durante los 89 minutos siguientes. Y la furia croata no es igual que la belga. Porque los croatas no descansaron ni siquiera cuando empataron en el minuto 44 del primer tiempo: siguieron insistiendo en los minutos de descuento hasta irse al descanso con el marcador a favor (2-1).

Pero Canadá, equipo joven y guapo no dejó de atacar para el segundo tiempo tratando de igual a igual a Croacia. El tipo de actitud que funciona con países con mucho nombre pero no tanto fútbol. Ese no era el caso. Croacia conserva tanto nombre como fútbol con sus veteranos Modric y Perisic -que no parecen enterarse de la edad que tienen- conduciendo el ataque y futbolistas más jóvenes aprovechando las oportunidades. Era como si peleara un minimosca con un peso completo y luego de sorprender el minimosca con un golpe de suerte al superpesado tuviera que soportar una pateadura. En el segundo tiempo el minimosca insistía pero el superpesado croata le mandó dos viandazos para ponerlo fuera de combate. O de la clasificacion para la siguiente ronda del campeonato, como es el caso.


La venganza de las remesas


Hay equipos que llegan al mundial con el nombre muy bien puesto pero el fútbol se lo dejan en casa. O en el pasado. Uno de ellos es Bélgica, segunda en el ránkin de la FIFA pero que a duras penas pudo sacar adelante su partido ante la aparentemente modesta Canadá. Hoy tenía enfrente a Marruecos, un equipo forjado en la emigración. 14 son los jugadores de la selección marroquí han nacido en el extranjero, lo que no es extraño en un país dedicado a exportar a su gente por tanto tiempo. Y de vuelta, además de remesas, recibe unos muchachones que juegan muy bien al fútbol.

En principio los belgas se tomaban el juego con tanta calma que los marroquíes trasplantados empezaron a coger confianza. El primer aviso serio de que los marroquíes estaban midiendo a los belgas y no era para coserles un tuxedo llegó al final del primer tiempo con un lanzamiento de falta de Ziyech. El misil le dio en el pecho a Courtois y entró pero fue anulado porque otro de los jugadores marroquíes estaba en fuera de juego mientras le obstruía la vista al portero belga.

El siguiente lanzamiento de falta marroquí, fue en el segundo tiempo. Esta vez fue pateado por Sabiri desde el lado contrario de la portería y burló a Courtois, quien no parecía muy contento con el chiste. Era, según mi cuenta, el primer gol de falta directa anotado en el mundial. Los de Bélgica se tomaron el gol con la característica furia belga que consiste en dejar pasar el tiempo como si no hubiera nada mejor que observar cómo la hierba del estadio hace fotosíntesis. Y en medio de la peculiar furia belga (Lukaku, el máximo goleador histórico de la selección no tocó el balón durante su estadía en el césped), ya en tiempo de descuento, Aboukhlal metió un gol tras magnífica jugada de contragolpe sellando el partido en favor de la selección de las remesas. El juego terminó con un montón de jugadores marroquíes arrodillados con sus cabezas en dirección a la Meca. O de la oficina de Western Union más cercana, vaya usted a saber.

sábado, 26 de noviembre de 2022

Vuelta a la normalidad argentina


¿Realmente alguien pensó que México tenía alguna oportunidad contra Argentina? Pero como la televisión hispana en Estados Unidos tiene que responder a su audiencia que consiste de un argentino cada cincuenta mexicanos (la estadística me la acabo de inventar pero sospecho que me quedé corto) en los días previos al juego se hablaba como si los mexicanos tuvieran alguna posibilidad. No es que Argentina no pueda perder porque ya lo demostró gloriosamente en su juego contra Arabia Saudita. Pero una cosa es que la albiceleste caiga víctima de su propio ego, un ego del tamaño de Júpiter (el planeta, no la moto) y otra es que se dejen eliminar del campeonato en su segundo partido. Porque si es cierto que los mexicanos se entusiasman en cada mundial y se dicen en voz alta que “sí se puede” y que esta vez serán campeones lo cierto es que ninguno se lo cree. Por mucho que se entusiasmen perder en los mundiales es una convicción grabada en el alma de cada mexicano como si lo estuviera en la piedra del calendario azteca. Los argentinos en cambio se creen cosas y la eliminación de su selección en la fase de grupos sería sentida como si a cada uno de los argentinos se le muriera la madre, la mascota y la batería del teléfono al mismo tiempo. Y en el caso de los jugadores será mejor que pidan asilo en un país enemigo como Brasil antes de asomarse por Ezeiza. El entusiasmo mexicano existe para atraer anunciadores. El argentino es necesario para alejar la fatalidad, el destierro o terminar protagonizando un tango.

Todo lo dicho para no poder explicarme cómo fue que los jugadores argentinos no le arrancaron el corazón de los mexicanos y se los comieron en el primer minuto de juego como lo demandaba su derrota a manos saudíes. Sí, los argentinos estuvieron plantados desde temprano en el área mexicana pero como si estuvieran de picnic, no como si les urgiera vengar la afrenta del juego anterior. Apenas se asomaban por los alrededores de la portería con algún orden mientras los del “sí se puede” despejaban las amenazas sin problemas.

Messi no estaba especialmente iluminado, pero ya sabemos que a Messi le basta acordarse de que está en un campo de fútbol para que encuentre el camino de la portería. Eso fue lo ocurrió en el minuto 64. Di María le pasó el balón fuera del área y Messi se sacó el taco de billar que tiene por pie izquierdo y coló el balón justo por la esquina izquierda de Memo Ochoa. Una vez ubicada la localización de la portería Enzo Fernández recibió la pelota de un corner sacado en corto y puso la pelota justo en la esquina en la que Ochoa apenas podía estirarse para salir bien en la foto. No hacía falta menos para que Argentina volviera a suspirar y su ego a expandirse por el resto de la galaxia.    

Mbappe contra los vikingos


Francia es el campeón, Francia ganó su primer juego, Francia tiene a Mbappé. Dinamarca en cambio solo tenía un pie de estatura por encima del promedio francés lo que descartaba el corner como posibilidad ofensiva francesa. Y un nivel de concentración mayor en su principal objetivo: no perder. Y en el primer tiempo los daneses se salieron con la suya en lo de no perder y el partido terminó empatado a cero.

Pero, insisto, Francia tiene Mbappé quien se encargó de hacer, junto con Theo Hernandez una pared tan linda que no hubiera desentonado en el Taj Mahal dejando que el primero anotara el primer gol del juego en el minuto 61. No obstante el gol relajó a los franceses como si estuvieran consumiendo alguna droga recreativa, algo que no es recomendable cuando tienes delante vikingos sin d’eficit de concentración. Así, apenas siete minutos después del gol francés llegó el empate danés con un cabezazo de Andersen.

Fue entonces que Francia pareció apagar su momentáneo porro y volver a entrar en el juego lo que siempre es una mala noticia para el contrario. Excepto si intentan marcar con los corners, algo en lo que Francia estuvo insistiendo por 20 minutos. Cuando ya parecía que el juego terminaría empatado Griezmann, a quien lo único que le faltó hacer sobre el terreno fue chapear el césped, lanzó un perfecto centro a -¿adivinan?- Mbappé que metió en la portería con el muslo. Igual lo hubiera hecho con la lengua o las pestañas. Así le daba el triunfo a Francia, la clasificación y se pone al frente de los goleadores empatado con el ecuatoriano Enner Valencia, con tres cada uno. Ya los franceses pueden relajarse todo lo que quieran. Al menos hasta octavos de final.

Remember Khashoggi


Arabia Saudita venía de ganarle a Argentina. Y de recibir cada jugador un Rolls Royce de premio regalado por Mohammed bin Salman. Bin Salman es un príncipe que tiene su propia idea sobre lo que es un plan de estímulos materiales y atención al hombre. Y también del castigo. Bin Salman fue el mandó a matar al periodista Jamal Khashoggi y a cortarlo en pedacitos de manera que pudieran sacarlo de la embajada saudí en Turquía sin que se notara el bulto. Lo cuento para que se lleven una idea de lo estimulados que podían estar los jugadores saudíes. Demasiado estimulados quizás.

En el primer tiempo los saudíes atacaban continuamente pero quien se adelantó en el marcador fue Polonia en el minuto 39. Minutos después el árbitro, ya fuera porque le gustan los Rolls Royce o para no terminar como Khashoggi decretó penalti a favor de los árabes. ¿Quién lo puede culpar? Bueno, si de algo pudo habérsele culpado al árbitro fue de no lanzar el penal él mismo porque los saudíes no solo fallaron el disparo sino también el remate cuando el portero polaco lo rechazó.

Tampoco era para desesperarse. El primer tiempo de los saudíes contra Argentina también había terminado 0-1 y en el segundo, luego de recibir un inspirador discurso de su entrenador en los camerinos parecido al “This is Sparta” en “300”, remontaron en el segundo tiempo. Pero algo no funcionó esta vez. No es que los saudíes dejaran de insistir, pero el que por fin anotó fue Lewandowski, que llevaba dos mundiales sin celebrar un gol. Esta vez, aprovechando que uno de los defensas estaba pensando en los adornos que le iba a poner al Rolls Royce que le regalaron en el primer partido tuvo un descuido que el delantero polaco no perdonó, poniendo todavía más interesante la clasificación del grupo C. Y preocupado a la defensa saudí que ahora mismo debe andar recordando a Khashoggi.

viernes, 25 de noviembre de 2022

Ecuador y Países Bajos: una historia de amor



Ecuador, el Brasil de los pobres, entró a enfrentar a Países Bajos, el País Anteriormente Conocido Como Holanda con tremendo miedo escénico. Se entiende que tener enfrente a un tres veces finalista en mundiales y que te lleva 36 puesto en el ránkin mundial intimida un poco. Como pedirle el teléfono a Scarlet Johanson. Y Scarlet Johanson aprovechó el apocamiento ecuatoriano para meterle un gol a solo cinco minutos de empezar el partido.

Pero el País Anteriormente Conocido Como Holanda, como las jevitas demasiado confiadas en lo buena que están, empezó a creer que todo lo que tenía que hacer era pasearse por el terreno en puyas y con la cartera Louis Vuitton colgando del brazo. Y ese fue su fallo porque los ecuatorianos se dieron cuenta de que era un partido de fútbol y que tenían piernas como los otros y se empezaron a coger confianza y a acercarse a la puerta de Scarlet a tocarle el timbre y mandarse a correr pero entonces alguno se preguntó si no era mejor meter un gol y ya. Y ese alguien fue Enner Valencia, el veterano que venía de anotar dos tantos contra Qatar, quien aprovechó un rechace del portero para con todo el aplomo del mundo marcar su tercer gol del torneo.

Y nada, que Ecuador se quedó con el teléfono de Scarlet Johanson pero por mucho que insistió no pudo salir con ella. Quiero decir, que quedaron empatados, pero no empatados como una parejita, sino a un tanto como en el fútbol, lo cual, después de todo, no es mal resultado. Ya sea en el juego o en el amor.

El gol más caro del mundo


Qatar, la Norcorea de los ricos, venía de ser derrotada por Ecuador, el Brasil de los pobres. Qatar se había gastado 200 mil millones de dólares en un mundial y ya estaba en peligro de ver eliminada a su selección. Es como organizar un banquete regio y aparte de probar los aperitivos lo único que te permitan sea pagar la cuenta. ¡Tantas cosas que compraron los qataríes para este mundial y se les pasó comprar un poco de suerte! O al menos podían comprarse un par de árbitros. ¿No se habían comprado la FIFA completa? Pero cuando el partido con Senegal iba empatado a cero en el primer tiempo y un defensa senegalés atropelló a Afif, el delantero qatarí, el árbitro no decretó penal. Si luego la policía qatarí no le mete ni una multa de tráfico al árbitro tendré que repensarme lo de la Norcorea de los ricos.

Cuando por fin se abrió el marcador fue gracias a la defensa qatarí que le regaló la oportunidad de anotar a Boulaye Dia, gesto que el senegalés aprovechó sin pensárselo siquiera una vez. Luego, en un tiro de esquina, Senegal se anotó el segundo tanto, esta vez de un cabezazo soberbio. Ya en el segundo tiempo Senegal andaba relajado y Qatar insistía, pero sin suerte. A veces el que tapaba los disparos era Mendy, el portero, pero a veces era otro delantero qatarí el que se interponía entre el disparo y la portería. Pero tanto va el cántaro a la fuente hasta que anota un gol. El recién llegado Muntari cabeceó un centro magnífico a la red y por fin pudimos descubrir el color de las dentaduras qataríes: blanco, como el del resto de la humanidad.

Ya los locales podían soñar al menos con un empate y luego seguir soñando con ganar y hasta con pasar a la siguiente ronda del festín que tanto les ha costado y probar al menos el primer plato. El sueño les duró cinco minutos. El tiempo que a Senegal le tomó en anotar el tercer gol del partido. Entonces las dentaduras de los qataríes volvieron a recogerse y el clima espiritual a parecerse al sofocante clima literal de Qatar mientras los locales sacaban cuentas de cuánto les habrá costado el único gol que han marcado en el campeonato. ¿Han escuchado la expresión “vender cara la derrota”? Pues Qatar no es que las venda caras, sino que las compra. Carísimas.

jueves, 24 de noviembre de 2022

Richarlison: esplendor en la hierba


En el papel Serbia era el equipo más difícil que debía enfrentar Brasil en la fase de grupos pero el papel es un material engañoso. En el papel era imposible que el Titanic se hundiera. El primer tiempo fue de estudio. Es decir: Brasil acampó en el área de Serbia pero no se decidía a atacar con todas sus armas. Como era de costumbre Neymar rodaba por la hierba casi tanto como la pelota. En cambio, el portero de Brasil, con su bigote de jefe de sector, se esforzaba menos que un filatelista (una imagen algo difícil de explicar a un miembro de la generación Z que ni siquiera ha visto un sello en su vida).

En el segundo tiempo Brasil pareció tomarse algo más en serio el partido y empezó a bombardear la portería rival aunque en principio no obtuviera resultado. Mientras tanto Neymar estaba más perdido que el pollo en La Habana. Pero ni falta que hizo. Con él o sin él Brasil andaba lanzado al ataque. El portero brasileño mientras tanto tomaba clases de bordado que le resultaban más entretenidas que el juego.

Por fin en el minuto 63 Vinicious lanzó un metrallazo que al ser rechazado por el portero serbio fue rematado por el brasileño Richarlison quien embocó la pelota sin problemas en la portería. Diez minutos más tarde Vinicius le dio un pase a Richarlison que este -de espaldas a la portería- levantó con la izquierda, se lanzó hacia atrás, se acomodó en el aire en cámara lenta como si estuviera en “The Matrix”, se hizo un selfie y con la pierna derecha remató la pelota que quedó clavada en el fondo de la portería y en la memoria de todo el que lo vio. Los brasileños pudieron haber anotado unos cuantos goles más pero el entrenamiento con Serbia se puede considerar satisfactorio.

Taquicardia en el banco


Ronaldo -desempleado hace apenas unos días- venía a hacer historia en el partido de Portugal contra Ghana y lo consiguió con la ayuda desinteresada del árbitro: un leve empujón en el área se convirtió en penalti que Ronaldo pateó como si fuera la cabeza del dueño del Manchester United que lo acaba de despedir del equipo y convertirse de paso en el único jugador que ha anotado goles en cinco mundiales diferentes.

Ghana, no obstante, no tenía entre sus planes comportarse para mayor gloria de Ronaldo y André Ayew lo empató a los pocos minutos. Fue entonces que el juego se puso interesante: las defensas se relajaron como ante la llegada del covid y los portugueses anotaron sendos goles de Joao Félix y Rafael Leao. Ya los portugueses se veían contando los tres puntos de la victoria y mandaron a descansar a Ronaldo y a Joao Felix cuando Bukari anotó el gol en el minuto 89 que convirtió el partido de comedia romántica en puro suspenso.

Los nueve minutos añadidos al final del partido fueron más emocionantes hasta ahora del mundial. Hubo de todo, incluido asalto con alevosía cuando Iñaki Williams, importado del País Vasco (su hermano juega por España) se le acercó por atrás al portero Diogo Costa en el momento que iba a sacar el balón, se lo arrebató y estuvo a punto de anotar el empate que sacó, in extremis, uno de los defensas. El juego terminó 3 a 2 y Ronaldo, sentado en el banco con el corazón a 130 pulsaciones por minuto.