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miércoles, 15 de agosto de 2012

Nueva York y la vanguardia cubana


Acabo de subir al blog Cuba por fuera un resumen de la ponencia “Nueva York y la vanguardia cubana” de Lisset Martínez Herryman presentado en el panel “Arte Cubano en Nueva York”, del  coloquio Cuba por fuera que tuvo lugar el pasado 8 de  junio en NYU. La ponencia hace justo énfasis en el papel que tuvieron diseñadores y caricaturistas cubanos que hicieron parte de su aprendizaje en la metrópolis norteamericana en la introducción y difusión de la estética vanguardista en Cuba. También se hace notar en su referencia a la famosa exposición de pintores cubanos en el MoMA (Museo de Arte Moderno) de 1944 que las enrarecidas relaciones de los artistas cubanos residentes en Estados Unidos con instituciones norteamericanas no es cosa nueva. En una carta que escribía el pintor Mario Carreño a su colega Enrique Riverón le comentaba que las autoridades del museo neoyorquino exigían “que la exposición sea solamente de los artistas que actualmente trabajan en Cuba”:  


Para ver la ponencia completa pinchar aquí.

jueves, 21 de junio de 2012

martes, 19 de junio de 2012

El arte de las fugas

Se me había pasado recomendarles El arte de las fugas, la ponencia que Alexis Romay presentó en el evento Cuba x fuera y de la que ofrezco un adelanto:


Siempre que me preguntan que cuándo me fui de Cuba, respondo automáticamente que irse de Cuba no es posible para los cubanos, del mismo modo que no era posible para los esclavos irse de los barracones. De un país que te impide la salida no te vas, te fugas. Como leo este texto en Nueva York, ante un público en el que todos los cubanos son, quieran reconocerlo o no, por edicto real, fugitivos, admito que aunque quizá original, nada tiene de extraordinaria mi odisea privada. Solo quería dejar constancia escrita y poner en letra de molde lo verdaderamente indisputable: entre otras tantas cosas, la historia de la segunda mitad del siglo XX cubano ha sido también un tratado, un compendio, un exquisito manual sobre el arte de las fugas.

[Leer texto completo aquí]

viernes, 15 de junio de 2012

Garbanzos y República: disoluciones y dispersiones

Uno de los momentos más interesantes y divertidos de Cuba x fuera fue paradójicamente propiciado por la lectura de un ensayo muy serio del poeta Emilio García Montiel sobre la cultura material de la Cuba republicana y su disolución en los años posteriores a 1959. El texto desnudo, sin los comentarios al margen de su autor ni la complicidad creada durante el evento, no puede explicar por qué nos resultó tan hilarante a todos pero sí ayudarnos a repensar nuestra idea del tiempo "revolucionario". Abajo un fragmento. El texto completo en el blog Cuba x fuera.


Porque la desaparición no es únicamente la de “antes”, sino también la de “ahora”; la agravada por el imperativo de la adquisición inmediata, por el reconocimiento tácito de que lo que “sacaban” hoy podía agotarse en cuestión de minutos, en un particular local de dispendio o en todos a la vez. “Sacaban” o “llegaba” o “venía”, verbos que connotan no sólo escasez o ineficiencia, sino también la temporalidad y direccionalidad imprevisibles determinadas por la autoridad.  (En este sentido, la cola es tal vez el mayor aporte revolucionario a la imagen del espacio urbano; amén del resto del campo socialista). La duración en el mercado de un producto -o de cualquiera de sus sucedáneos revolucionarios, como los zapatos plásticos, el ineficaz barberito para cortarse el cabello o los romos cubiertos de “campismo” con sus fundas de plástico a modo de peces- se convierte en aleatoria e impredecible, además de desequilibrante -reflejo de los propios desatinos y caprichos económicos gubernamentales- para cualquier tipo de planificación, familiar o personal, de futuro. Así, a la nostalgia de ese antes mediato (ya asentado como irrecuperable) se suma la nostalgia de un antes inmediato donde se evoca, no ya lo existente antes de 1959, sino lo que había el año pasado o el mes pasado y que deviene igualmente irrecuperable (la libra de azúcar para Chile; el desmantelamiento de las pilotos, o su reinterpretación en forma de pipas de cerveza, no menos imprevisibles en su ambulantaje; o la aparición y desaparición del “mercado libre campesino” o de los artesanos de la catedral).  

Es este carácter efímero del presente material el que hace que la rememoración del pasado prerrevolucionario (en el deseo como mínimo, de volver a lo que se podía comer u obtener) pase funcionar como anhelo de futuro, toda vez que la volatilidad del presente no es sino una continua inmovilidad. Espacialmente, sin embargo, el futuro estaba en el extranjero. Desde el punto de vista gubernamental, el futuro era la Unión Soviética (o al menos así lo divulgaron hasta la caída del sistema socialista); o la propia Cuba si el punto de referencia era África o América Latina. En este tenor, las dimensiones de ese ejemplar futuro cubano -siempre construyéndose sin haber nunca podido asentar el presente- eran descomunales: se iba a tener la mayor hidroeléctrica de Latinoamérica, la zafra azucarera más grande de la historia o quesos mejores que los de Holanda, y hasta sus prostitutas, cuando se admitió tímidamente su existencia, eran las más cultas del mundo. Un futuro colateralmente desangrado hacia África o América Latina –el gobierno cubano también “construía” el futuro de otros- en forma de ayuda militar, económica, material y humana, las cuales, al primer cambio político en los países agraciados, dejaban de ser resarcidas, o eran utilizadas directamente en contra del propio gobierno cubano.

jueves, 14 de junio de 2012

César Reynel Aguilera: hermandades de ultramar

Continúo la saga de Cuba X fuera publicando el bello y provocador artículo de César Reynel Aguilera, Hermandades de ultramar. De este, un fragmento:


Distancia, tiempo, literatura, Cuba y ubicuidad. Tomo notas y vuelvo a mirar al mar. Es Historia aceptada que los habitantes de Abaco vivieron durante mucho tiempo de rapiñar naufragios. Cualquier mapa enseña que esa es una de las islas de Las Bahamas que está más cerca del Atlántico. Los barcos venían del alto a toda vela, le entraban confiados a los bajíos y se descuadernaban para convertirse en industria. Los habitantes de la isla (¿abaquenses?), conocedores de corrientes y arrecifes, se encargaban de sacarlo todo; de recuperar y “guardar” desde el ancla hasta la rondana del palo mayor, desde el mascarón de proa hasta los ornamentos de popa. De eso vivieron durante mucho tiempo.
Esa industria llegó a ser tan productiva que cuando la corona inglesa decidió construir un faro, en la isla de Abaco, casi todos los habitantes se opusieron activamente a la idea. Los sabotajes fueron tantos y de tal magnitud que tomó varias décadas, bajo protección militar, poder culminar la empresa. Después de inaugurado el Faro, sin embargo, la gente aprendió a crear luces falsas que guiaban a los barcos hacia los bajíos más convenientes, y así siguieron viviendo de rapiñar naufragios.            
Miro al mar. Cuba es dos Morros con siglos de honestidad. Esa idea  de ser Faro vino después; antes fuimos eso que siempre seremos: un cruce de caminos. Un punto por el que tenían que pasar casi todos los barcos que iban o venían hacia Las Américas. Un nodo y un nudo que fue tejiendo —a puntadas y bordadas— una cultura hecha de velas que llegaban en caravanas y dejaban, en los puertos de La Habana y Santiago de Cuba, algo más que mercancías: dejaban noticias, ideas, palabras, sonidos, religiones, esperanzas y nostalgia... mucha nostalgia.
La mayoría de las personas que llegaron a Cuba en esos barcos lo hicieron en busca de fortuna. Esa es, quizás, una de nuestras grandes diferencias con Las Bahamas, un país que debe una buena parte de su hechura a aquellos colonos ingleses que fueron leales a la corona y, en consecuencia, tuvieron que salir huyendo del territorio americano a raíz del triunfo de la Revolución de las trece colonias. Para ellos el regreso era una pesadilla, para los que llegaban a Cuba, sin embargo, el regreso siempre fue un sueño.      
Muchos de esos soñadores fueron de un origen que hoy llamamos “español”, pero que en realidad nunca dejaron de reconocerse, algunos todavía lo hacen, como furibundamente asturianos, gallegos, catalanes o vascos. A esa masa predominante de “españoles” se sumaron chinos, irlandeses, ingleses y, con el tiempo, norteamericanos y rusos. Todos marcados por el regreso, todos marcados, a pesar de los siglos que los separan, por ese mirar al mar como a un espejo de paciencia, por esa forma de contar el tiempo en años, meses y días para un retorno que casi nunca sucedió, todos convertidos en nuestra primera hermandad de ultramar. 
Durante siglos, también, llegaron barcos cargados de esclavos africanos, una masa de hombres y mujeres que al igual que sus captores nunca dejó de mirar hacia ese mar que los separó de la tierra donde habían nacido. Y fue ese deseo espiritual, esas preguntas de ¿cómo estará eso, cómo estarán aquellos que dejamos allá, allende los mares?, o ¿cuándo viajaré a mi semilla? la que hermanó —a pesar de leguas y siglos de distancia—, desde el mismo inicio de nuestra nacionalidad, a los negros con sus dueños, a los oprimidos con sus opresores, a los poderosos con aquellos que un día los derrotarían, y a los racistas con la sangre futura y mezclada de unos nietos que después harían nación.   

[Leerlo completo en Cuba x fuera]
    

lunes, 11 de junio de 2012

Cuba x fuera: Un museo imaginario


Un resumen de la ponencia del crítico de arte y editor de la revista Art Experience: New York City Ernesto Menéndez Conde:

Un museo imaginario

El título de este panel, Arte cubano en Nueva York me hizo pensar por un momento en una exposición colectiva. Un poco más tarde caí en la cuenta de que también merecía ser el tema de algún proyecto de investigación. Hasta donde tengo referencias, ni la muestra colectiva, ni la investigación existen, si uno descuenta la tesis de licenciatura en Historia del Arte de la Universidad, del ahora curador Elvis Fuentes, fechada en 1998 y dedicada al caribeño en Nueva York. El ensayo de Fuentes vendría a ser uno de esos textos pioneros en este ámbito apenas estudiado. El hecho de que tanto la muestra colectiva, como el proyecto de investigación pertenezcan al dominio de lo imaginario resulta bastante sorprendente, dada la fecundidad de Nueva York como sede del arte cubano.

Si hoy tuviésemos que definir qué es lo cubano, entonces tendríamos que convenir en que, cualquiera que sea la respuesta, es algo que trasciende las fronteras de la isla, que se encuentra disperso a lo largo del planeta, con núcleos más o menos fuertes en lugares cosmopolitas como Barcelona, París, Ciudad México, Miami y desde luego La Habana.  

Entre todos esos centros culturales es precisamente Nueva York –más que Miami y La Habana- la urbe que ofrece una mayor representatividad de dicho arte. Es decir, Nueva York ha sido el escenario donde  esa diversidad ha aparecido en su mayor plenitud. Pensemos que el arte cubano en la ciudad incluiría a artistas como Bedia y Carlos Garaicoa, Tomás Sánchez y Los Carpinteros, Carlos Rodríguez Cárdenas y José Ángel Toirac, Luis Mallo y Yoan Capote. Es decir, no habría manera de sustentar las divisiones entre los que residen dentro y fuera de Cuba, ni tampoco serían muy claras las diferencias ideológicas. Por otro lado habría que incluir a los  creadores cubano-americanos, como Coco Fusco, Teresita Fernández, Luis Gisperg y Caridad Sola; por no mencionar a Ana Mendieta, Felix González-Torres y Andrés Serrano, que son figuras que ya pertenecen a la historia del arte contemporáneo.
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Cuba por fuera: palabras iniciales

El texto a continuación fungió como discurso inaugural del evento Cuba por fuera, celebrado en New York University el pasado 8 de junio:

Este evento es resultado de la perseverancia de varias tradiciones cubanas. Una de ellas tuvo comienzo en diciembre de 1823 cuando por diferentes vías pero idénticas razones llegaron a esta ciudad el poeta José María Heredia y el profesor y escritor Padre Félix Varela. Fue esa la fecha y este el lugar de la extensa tradición de la emigración cubana que continuarían figuras como Cirilo Villaverde, José Martí, Ignacio Cervantes, Enrique José Varona, Pablo de la Torriente Brau o Reinaldo Arenas por solo hablar de algunos de los más prominentes creadores muertos que se refugiaron alguna vez aquí. En Nueva York se creó la bandera nacional, la gran novela fundacional cubana, el Partido Revolucionario Cubano y hasta la idea de la Revolución Cubana como ente intemporal y trascendente. Un evento como este serviría para recordarnos cierta constante de la nacionalidad cubana: se trata de una nación forjada fuera de su propio espacio geográfico, insistentemente extraña a sí misma, un país platónico que en su versión material no es más que la sombra de un arquetipo creado en estas latitudes. Así nos va, dirá alguno.
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Cuba por fuera: valió la pena


El pasado viernes 8 de junio del 2012 se celebró el coloquio Cuba por fuera/ Cuba Inside Out compuesto en tres paneles: “Ciberactivismo y cultura en las relaciones entre la sociedad civil y la diáspora”, “Arte Cubano en Nueva York” y “Distancia y tiempo en la literatura cubana actual” con resultados más que satisfactorios tanto por la calidad de las ponencias, la asistencia del público y una respuesta fervorosa por parte de este. Una experiencia de la que todos los participantes consultados desean que se repita pese a que el desarrollo del coloquio estuvo marcado por más de un contratiempo. El primero de ellos fue la inasistencia del escritor y guionista Francisco García González, encargado del panel de cine por no haber recibido la visa en tiempo de la embajada norteamericana en Ottawa. El evento comenzó tarde y hubo algún contratiempo técnico que lo retrasó aún más pero el público asistente resistió con paciencia y buen ánimo hasta el final. Nuestro agradecimiento a todos los que contribuyeron a su éxito.


En próximos posts añadiremos aquí más material presentado aunque acabo de abrir un blog dedicado exclusivamente a publicar material generado por Cuba por fuera y a las iniciativas que de él se deriven.