domingo, 6 de octubre de 2019

El misterio de "Para bailar"

Hace tiempo me preguntaba cómo la atmósfera cerrada de los setentas que apenas dejaba pasar música norteamericana por la televisión se diera un fenómeno tan raro en aquellos días y que conectó tanto con la gente como Para Bailar. He podido comunicarme con uno de los protagonistas de aquel fenómeno mediático que nos pegaba a la pantalla todos los domingos a las dos de la tarde, Armando León Viera (Mandy). Y esto es lo que ha terminado escribiendo. Le estoy profundamente agradecido lo en serio que se ha tomado mi curiosidad.

Armando León Viera:

En estos días he tenido la satisfacción de poder intercambiar con mi amigo de Facebook Enrique del Risco, un compatriota y colega radicado en New York al que admiro, entre otras virtudes, por su agudeza, fina ironía y sentido del humor.
Enrique, que en 1978 era uno de aquellos niños que no se perdían una emisión de Para Bailar, me pregunta cómo fue posible que, en medio de tanta mediocridad, censura y férreo control ideológico sobre la Televisión Cubana, nuestro espectáculo pudiera gozar de una imagen más bien relajada, no tan ideologizada y hasta “liberal”.
Es una brillante observación, una pregunta muy interesante que me da la posibilidad de explicar algo que ya ha revelado nuestro director fundador y creador del proyecto, Eduardo Cáceres Manso, pero que yo tengo la excepcional posibilidad de documentar como corresponde, para que no quede la menor duda.
Y es que el Partido Comunista de Cuba y su organización juvenil, la UJC, convirtieron no solo a la televisión, sino a todos los demás medios de comunicación también, en instrumentos de adoctrinamiento e ideologización antes que en servicios culturales y de entretenimiento.
Independientemente de los atractivos de programas como Buenas Tardes y Joven Joven, y de las capacidades de sus realizadores y presentadores, el “padrinazgo” de las entidades políticas los convirtió, salvo períodos puntuales un poco menos rígidos, en aburridos mecanismos divulgadores de la “emulación socialista” y el accionar de centros de trabajo, de estudios y unidades militares desde el Cabo de San Antonio hasta la Punta de Maisí. Tan simple y triste como eso: puro “teque” invadiendo espacios de música y entretenimiento, siempre con el mal gusto típico de los manipuladores en el poder. Puedo imaginar la frustración de tantos creadores sometidos, sin remedio, al imperio estalinista criollo.
Y sí, es cierto, en medio de aquella grisura, vísperas de la celebración en La Habana del XI Festival Mundial de la Juventud y los Estudiantes, se crearon algunos nuevos espacios, incluyendo nuestro concurso de bailes. Estaba previsto que durase cuatro semanas, hasta la inauguración de aquel evento, pero en los cuatro sábados que se emitió, tuvo una acogida tal que los directivos y funcionarios con cierto nivel de decisión consideraron probar a extenderlo, a ver qué pasaba.
No recuerdo exactamente cuándo, pero fue más temprano que tarde que trasladaron la emisión a los domingos, a las 2 p.m. Resultó que la competencia entre nueve parejas de baile, al ritmo de las orquestas más populares del país y de una selección de buena música de muy diversas latitudes y culturas, atrapó poco a poco a la teleaudiencia, al punto increíble de que en aquel horario el tráfico vehicular disminuía considerablemente y las calles se veían inusualmente vacías.
No sería justo obviar el aporte de los nueve presentadores fundadores del espacio: Salvador Blanco, Lili Rentería, Cary Ravelo, Albertico Pujol, Rey Batista, Vicky Rodríguez, Néstor Jiménez, Mara Roque y quien escribe estas líneas, a los que se sumaron gradualmente, desde 1979, Carlos Otero y otros nombres, en la medida en que los iniciadores iban desapareciendo. Algunos con cierta experiencia artística, otros de absoluto estreno, constituimos un equipo compacto capaz de conducir fluidamente el concurso danzario, declamar cuando había que hacerlo, interpretar pinceladas humorísticas, bailar con más o menos éxito las coreografías que nos montaban los especialistas, hacer parodias e imitaciones de artistas de referencia y, en resumen, entretener y llevar alegría a la población de una manera inédita.
Lo cierto es que las competencias semanales, mensuales y trimestrales, de las que tres parejas triunfadoras pasaban al siguiente nivel para completar el cuadro de nueve, se afianzaron en la preferencia popular al punto de monopolizar la transmisión televisiva de la llegada del año nuevo con su concurso anual, que paralizaba literalmente la celebración del 31 de diciembre en todo el país.
Retomando el hilo inicial de este relato, al ver el inusitado éxito y la popularidad creciente del espacio, los ideólogos se afilaron los dientes y trataron de aprovecharlo para hacer lo habitual, ideologizarlo todo, imponer su cansino discurso. Solo Eduardo Cáceres, nuestro director Cachito y su equipo, saben bien cuánto tuvieron que soportar y resistir el embate del Comité Nacional de la Unión de Jóvenes Comunistas. Aquello era un verdadero asedio a una plaza sitiada y muy deseada por los asaltantes. No aceptaban un no por respuesta; la apetecida fruta de moda no podía escapar a sus hambrientas fauces. Era cuestión de tiempo, muy poco tiempo…
Y en aquel contexto, cuando más falta hacía y deseábamos escapar a nuestra indefensión, llegó el milagro. Y lo hizo de puño y letra de uno de los ideólogos del sistema, uno de los más notorios representantes de la ideología comunista, de los más ortodoxos dirigentes del bolchevismo moscovita y el estalinismo en Cuba, el muy singular Carlos Rafael Rodríguez (Cienfuegos, Cuba, 23 de mayo de 1913-La Habana, Cuba, 8 de diciembre de 1997), viejo zorro de la política republicana que se integró a las altas esferas del poder “revolucionario”, con importantes rango y responsabilidades hasta su muerte.
Hombre de cultura enciclopédica, dirigió una respetuosa y sustanciosa misiva a nuestro director, en la que le pedía, encarecidamente, que no permitiera la politización de aquel programa que los cubanos habían hecho suyo de manera espontánea y casi unánime. No sé si Carlos Rafael Rodríguez fue consciente o no, pero sus palabras se convirtieron en la coraza que necesitábamos, en la muralla inexpugnable para quienes amenazaban con robarnos el show para sus egoístas intereses partidistas. Desde aquel minuto, Cachito sintió que contaba con un salvoconducto para rechazar cualquier tentativa de imponer lo que acabaría con la frescura de nuestro hacer.
Debo añadir que el original de esta carta histórica que les muestro en formato digital, lo atesora en Miami su destinatario, que con tanto valor y honestidad defendió aquel hermoso proyecto hasta que la burocracia y los ejercedores del poder le hicieron la vida imposible y, con gallardía total, presentó su renuncia y se alejó de nuestra pequeña pantalla y, eventualmente, de su amada isla.
Sin más, les presento la carta y les sugiero leerla en su totalidad, para que puedan aquilatar su efectividad e importancia histórica.



Espero, pues, haber satisfecho la curiosidad de mi querido Enrisco y de muchos otros cubanos que tal vez se hayan hecho la misma pregunta en los 41 años transcurridos desde la salida al aire de Para Bailar el 10 de junio de 1978.

6 comentarios:

Anónimo dijo...

Mi gratitud para ti, que con una pregunta inteligente y aguda me diste pie para explicar esta singularidad y mostrar el documento, hasta hoy inédito, que marcó una diferencia y nos libró, al menos por unos meses, de aquella metástasis inherente al régimen que es el "teque".
Te reitero mi abrazo y mi admiración desde Palma de Mallorca.
¡Gracias, criollazo!

Anónimo dijo...

Yo nunca vi Para bailar. Ser gusano hard core y rockero convencido parece que tenia sus limitaciones.
Abrazotes, Yoyi

Anónimo dijo...

Bro:

Envie un correo anterior pero no se si paso. Te decia que yo nunca vi "Para Bailar" en parte porque no veia nada que la TV cubana produjera y en parte porque, como roquero "hard core", se supone que no escuchara nada asi. La pregunta que me hago es que si para entender los cambios en una sociedad totalitaria hay que tener, al menos en algun sentido, un mininmo de contacto con ella, de ser capaz de ver lo que pasa alli sin estar convencido, como yo lo estaba y lo estoy todavia, de que todo lo que ellos producen es una variante del horror.
Va un abrazote, Yoyi

Miguel Iturralde dijo...

Aunque advierte a los productores del programa resistirse al "teque", el propio CRR no puede obviar la arenga panfletaria y las expresiones musicales afroamericanas pasan a ser las de un pueblo oprimido, que sí eran oprimidos en plano general. Pero difícil reducir el jazz de Louis Armstrong, los "blues" de Muddy Waters o la música de Motown a ese encasillado. La carta tiene un gran valor porque es un vistazo al pensamiento y proceder de ese dirigente en particular . Saludos.

Realpolitik dijo...

El viejo zorro “se portó bien” porque el programa no representaba “desviación” ni amenaza alguna—era puro entretenimiento inofensivo, que mucha falta hacía, y ser “generoso” es fácil cuando poco o nada cuesta. Además, el tipo sabía tantear y acomodar las cosas mejor que muchos, pues bastante experiencia tenía en tales menesteres. O sea, era más "flexible" que alguien como Roberto Fernández Retamar, que aunque con menos trayectoria comunista quería ser más "revolucionario" que los que pelearon (es un decir) en la Sierra.

Anónimo dijo...

Pero, querido Enrique, ¿estamos hablando en serio?