Carta abierta a Juanes

Estimado Juanes:
No es ésta una de las tantas cartas que le envían sus admiradores porque confieso que sólo he escuchado sus canciones por razones ajenas a mi voluntad. Tampoco es que deteste su música porque la que he oído me parece bastante superior, por poner un ejemplo, a la de los Tucanes de Tijuana. Defiendo, eso sí la libertad de cualquiera decir lo que desee donde lo desee aunque en el caso de los Tucanes preferiría que lo hicieran sin música. A diferencia de muchos de mis compatriotas en el exilio no tengo objeciones a su concierto por la Paz en La Habana excepto por el título. Sería mejor que se llamara Concierto por la Música aunque parezca redundante. Mis compatriotas están ávidos de muchas cosas -incluyendo sus canciones- y no seré yo quien se las niegue aunque sea porque en el caso de la música no se cumple aquello de que “no desees para otros lo que no quieres para ti”.
Debo advertirle, no obstante, que si lo que usted quiere es pedir paz para Cuba le informo que llegó un poco tarde. A diferencia de su país las últimas guerrillas que lucharon contra el gobierno cubano fueron aniquiladas hacia 1965 (usted no había nacido así que no se avergüence de no saberlo) y todos los campesinos sospechosos de colaborar con las guerrillas encerrados en pueblos- prisiones (con nombres tan sugestivos como Sandino y Briones Montoto) en el occidente de la isla. Es un método que, no obstante su probada eficiencia para alcanzar la paz, usted desaprobaría –con razón- si el presidente colombiano lo pusiera en práctica. El hecho es que Cuba es un país bastante pacífico excepto para los que hacen cola, los que transitan por sitios oscuros y últimamente para los curas españoles. (Tampoco es un lugar muy propicio para los que disienten del gobierno pero no es sitio este para hablar de política).
Lo que intento explicarle es que ir a La Habana a dar un Concierto por la Paz es una redundancia mucho mayor que un simple Concierto por la Música. Es como ofrecer un Concierto por el Frío en la Antártida, algo que a los pingüinos les parecería ofensivo. Algo similar pasará con muchos cubanos si va a cantarle a la Paz en La Habana. Sería más útil que dedicara todo ese trasiego de cables y amplificadores a cosas de las que los cubanos realmente carecen. No le incluyo el listado de ellas aquí para evitar que esta carta se vuelva interminable pero en aras de la síntesis podríamos resumirlo con la palabra “libertad”. Es tan bonita como “paz” con la diferencia de que sin “libertad” la “paz” no vale gran cosa como nos lo muestra el ejemplo de la esclavitud. Si no me cree haga este experimento: pregúntele a cualquier cubano de la isla si necesita libertad y se dará cuenta de que carece de la libertad mínima para responderle sinceramente. O dígale a las autoridades que va a dedicar el concierto a la Libertad para que vea cómo reaccionan. La música puede ser algo bello -y por tanto con sentido en sí misma- pero ofrecer un Concierto por la Paz en Cuba puede quitarle el sentido a la música, a la paz y a la esperanza de una Cuba democratica que muchos persistimos en tener. Los cubanos –así lo pienso- merecemos al menos el mismo respeto que los pingüinos.
Sin más reciba este sincero saludo de,
Enrisco



Ambas imágenes cortesía de Guamá