Sobre un par de artículos aparecidos en estos días en el periódico New York Times:
En el artículo de Roberto Zurbano se agradece la descripción objetiva de parte de los modos de discriminación que encuentran los negros en Cuba aunque lo único novedoso es la firma: Enrique Patterson, por poner un ejemplo, habría escrito algo mucho más profundo, sin cifrar el cambio en la “esperanza” de que el gobierno de alguna forma mágica lo produzca y defendiendo algo tan elemental como el derecho de los negros en Cuba a organizarse y dar a conocer sus reclamos en publicaciones nacionales y no en the Old Gray Lady. Pero claro, Patterson vive en Miami, algo imperdonable para el periódico. O podrían haberle pedido el artículo a cualquiera que haya estado dentro de Cuba luchando por los derechos de la población afrocubana durante años y no un funcionario que se acaba de mirar al espejo pero obviamente estoy pidiendo demasiado.
El artículo sobre los Havana Sugar Kings, en cambio, es una de las evidencias más claras de la influencia que ha dejado el diario Granma sobre el periodismo mundial. Es impresionante cómo se las arregla el articulista para hablar de aquél equipo profesional y su triste fin sin hacer referencia alguna a la eliminación del béisbol profesional en 1961 y con ello la expulsión de todos los profesionales del deporte. La reproducción de estos aires granmistas cae directamente en el relajo cuando el único que hace alguna referencia a la expulsión de los profesionales es un periodista de Granma que cita el columnista cuando dice “The Cuban revolution was a success, and we forgot the professionals” (La revolución cubana fue un éxito y nos olvidamos de los profesionales). Todo se debe, según Ben Strauss a las fricciones políticas entre Cuba y Estados Unidos, el malhadado embargo, detalles así. Toda una invitación al entendimiento el nombre del deporte y dejar de lado esas boberías de que en Cuba existe una dictadura. En China también y mira lo bien que nos llevamos.
En el artículo de Roberto Zurbano se agradece la descripción objetiva de parte de los modos de discriminación que encuentran los negros en Cuba aunque lo único novedoso es la firma: Enrique Patterson, por poner un ejemplo, habría escrito algo mucho más profundo, sin cifrar el cambio en la “esperanza” de que el gobierno de alguna forma mágica lo produzca y defendiendo algo tan elemental como el derecho de los negros en Cuba a organizarse y dar a conocer sus reclamos en publicaciones nacionales y no en the Old Gray Lady. Pero claro, Patterson vive en Miami, algo imperdonable para el periódico. O podrían haberle pedido el artículo a cualquiera que haya estado dentro de Cuba luchando por los derechos de la población afrocubana durante años y no un funcionario que se acaba de mirar al espejo pero obviamente estoy pidiendo demasiado.
El artículo sobre los Havana Sugar Kings, en cambio, es una de las evidencias más claras de la influencia que ha dejado el diario Granma sobre el periodismo mundial. Es impresionante cómo se las arregla el articulista para hablar de aquél equipo profesional y su triste fin sin hacer referencia alguna a la eliminación del béisbol profesional en 1961 y con ello la expulsión de todos los profesionales del deporte. La reproducción de estos aires granmistas cae directamente en el relajo cuando el único que hace alguna referencia a la expulsión de los profesionales es un periodista de Granma que cita el columnista cuando dice “The Cuban revolution was a success, and we forgot the professionals” (La revolución cubana fue un éxito y nos olvidamos de los profesionales). Todo se debe, según Ben Strauss a las fricciones políticas entre Cuba y Estados Unidos, el malhadado embargo, detalles así. Toda una invitación al entendimiento el nombre del deporte y dejar de lado esas boberías de que en Cuba existe una dictadura. En China también y mira lo bien que nos llevamos.
5 comentarios:
Enrisco, si lo consideras, permite mi comentario. Si no, óbvialo. Yo no confío en la objetividad de Patterson en cuanto al tema de la raza o la negritud. Me he encontrado a lo largo de sus artículos y comentarios,opiniones y aformaciones bien racistas en contra de los blancos, como en uno en que aseguraba que "el Maleconazo" fue protagonizado únicamente por negros. Hay que ser ciego o descarado. Yo le di mi opinión, y jamás me respondió, obvio. Yo viví el "maleconazo" desde dentro, pues la molotera a lo largo de San Lázaro y Malecón me agarró justo cuando acababa de trabajar y esas eran mis vías habituales. Lo que no dijo el sr. Patterson en ese artículo es que los camiones del contingente Blas Roca Calderío, que llegaban a Malecón en oleadas, estaban cargados de negros con mangueras de goma rellenas de limalla de acero, y cabillas envueltas en periódico Granma para repartir entre los que protestaban. Todos, repito, TODOS, eran negros dando tranca indiscriminadamente, como pasó con una muchacha que a la altura del Ameijeiras gritó "Abajo Fidel" y le formaron una pirámide encima, dándole cabillazos por donde la cogieran. Y pobre del que se acercarqa a socorrerla, porque cabilla o goma también.
si no confias en la objetividad al menos estaremos de acuerdo en que lleva un monton de años dedicandose al tema.
¿ podria ser candido y decir su VERDADERA OPINION, y digo o.p.i.n.i.o.n sobre la persona Yoani Sanchez, vitipureada por castristas y anticastrista por igual.
mi opinion sobre Yoani ya la he expuesto sobradamente en este blog (busque si quiere en la etiqueta "Yoani"). si no le gusta lamento decirle que no tengo mas que esa que he dicho.
Enrisco, para cerrar el tema que yo misma serví, respeto al sr. Patterson en otras de sus posiciones ideológicas o políticas. Y lo respeto porque hizo en Cuba lo que yo no me atreví a hacer, y porque ha sido consecuente con él mismo. Pero en ese punto, no creo en su objetividad y sigo pensando que es racista a su manera.
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