domingo, 11 de marzo de 2012

En defensa de los "Marios"


Alguien, cuyo estilo ya me resulta familiar me deja este comentario en mi post Mario.

          Y ya que la rechazas vuelvo a dártela como prueba de intolerancia: se rebate, no se silencia.
Marielito y lo repites dos veces sin meditarlo mucho. Me has hecho recordar a varios de ellos, que deambulaban por Union City, circa 1981, entre los que consideraban eran los suyos. Tantos los despreciaron que los despojaron hasta de su origen. De “escorias” a “marielitos”, jamás cubanos (qué suerte, diría ahora). Los “marielitos” eran considerados como una especie a medias, que los anteriores y exteriores toleraban y trataban con cuidado y desconfianza, como se tolera y se trata a los perros y a veces, muchas, como a las ratas. Pero ellos, tus “marielitos” insistían en seguirlos y no les quedaba más remedio que hacerlo, en busca de algún trabajo mal pagado o un simple plato de lentejas. Algunos tenían suerte y los usaban y ellos gustosos se dejaban usar, pues nadie, afuera, los de otros grupos, al escuchar lo que decían de ellos su propio grupo, los quería cerca. Los de acá necesitaban alguna prueba del fracaso revolucionario y lo fabricaron o encontraron. Ante tal rechazo, unos decidieron por el crimen, otros por el suicidio, y otros, por sobrevivir y nunca olvidar. No me parece una broma de buen gusto usar un término que produjo tanto dolor como sinónimo de subhumano y me ahorro las analogías pues puedes imaginarte las que tengo en mente.
Es lamentable, pero las buenas acciones individuales no eximen de la culpa que pueda el hacedor tener en las colectivas. Qué en paz descanse.

Como me parece reconocer sus modos en los de alguien que ha firmado comentarios anteriores como El Miserable le respondo:

¿El Miserable de vuelta? Disculpa que te llame así pero a falta de mejor nombre no me queda opción. Incluso si no eres tú se puede decir que El Miserable ha creado escuela, fundado un estilo basado en la falta de escrúpulos y un curioso sentido de la oportunidad. Un par de cosillas: conozco muchos marielitos que ya eran delincuentes antes de ser llamados marielitos, incluso antes de salir por el puerto epónimo. Ese era el plan del gobierno cubano. Enviar delincuentes junto al resto de los que huían para que se viera confirmada su propaganda retroactivamente: los únicos que se podían desear escapar del paraíso cubano eran los antisociales. Rechazos hubo como en cualquier grupo humano que se siente superior a otro porque lo aventaja en mínimos detalles pero muy pocos comparado con el gobierno que los expulsó en masa de su país y les llamaba “escoria” mientras estimulaba a sus vecinos a que los golpearan que lanzara sobre sus casas toneladas de huevos.

Lo otro es que no recuerdo Mario que llamara “marielito” a nadie más ni en sentido despectivo ni en ningún otro. Yo era “su” marielito en broma y cuando me llamó de esa forma en el hospital era un modo de decirme que su mente seguía alerta, dispuesta a bromear incluso cuando la muerte ya andaba cerca. De buen o mal gusto era entre nosotros dos y nunca encontré motivos para que me molestara. Si la recordaba en el texto es porque me permitía una elipsis que resumía mi amistad con él: desde el encuentro inicial hasta los últimos días en el hospital. Mario nunca discriminó a ningún grupo más allá de la desconfianza que le inspiraba la humanidad en general. Era suyo el principio de Mark Twain –aunque dudo que lo haya leído- de que no le importaba si alguien era cristiano budista o mahometano, le bastaba con que fuera un ser humano. No podía haber nada peor. Y lo que me llamaba la atención era que a pesar de ello era extremadamente generoso y desinteresado. Mucho más que la inmensa mayoría de los amantes de la humanidad que conozco. A él me unía un parentesco que de tan lejano era casi falso pero me trató como un amigo y yo como al único abuelo que me quedaba luego de que los últimos dos murieran en Cuba sin haber podido acudir a su entierro. Basado en mi viejo principio de no abusar de las amistades para que duren no le pedí favor mayor que el de recibirme al llegar. Honrarme con su amistad, saber que estaba ahí, ya me era suficiente. Y nada como su desaparición para entender la diferencia. 
Pero mientras mi comentarista se queja de los prejuicios no duda en invocar y estimular otro. Es el de que todos los cubanos viejos, los de los primeros exilios, han sido seres dedicados a la marginación y el desprecio de los que vinieron después. Mi experiencia en ese sentido es bien distinta. La comunidad cubana en esta zona es más pequeña que la de Miami pero al mismo tiempo significativa y cercana entre sí y al llegar sentí una solidaridad tan espontánea como sorprendente. Sin preguntarme quién era o cómo pensaba me ofrecían su ayuda aunque sin confundirla con la manutención o la asistencia social. Las anécdotas al respecto son tan numerosas que prefiero reservármelas. Lo único que diré es que me han servido de ejemplo –a mí y a otros como yo- para recibir a los que han ido llegando después.

Sólo me queda decirles a todos aquellos que hicieron mi aterrizaje en estas tierras un poco más suave que no los olvido y que les reitero mi agradecimiento. 

19 comentarios:

Anónimo dijo...

Oh amigo mío!! Si supieras cuantas cosas importantes tengo q hacer en esta vida antes q seguir tu Blog!! Pues hoy mirando ddcuba veo un titular tuyo y lo abro y me encuentro toda esta diatriba infumable, típica tuya!! Siento defraudarte, no tengo nada q ver con eso!!
El Miserable

Enrisco dijo...

disculpa entonces Miserable. pareces darle la razon al viejo Mario: abundan mucho mas de lo que uno piensa. gracias por la pronta respuesta.

Anónimo dijo...

He leído con detenimiento tu respuesta y no puedo sino comentarte que he quedado con la impresión de que, entre la facultad del razonamiento y la facultad de la imaginación, existiera una facultad nunca detectada, la de los prejuicios. Vamos a ver si compartes mi ocurrencia. Te cito:

“conozco muchos marielitos que ya eran delincuentes antes de ser llamados marielitos, incluso antes de salir por el puerto epónimo. Ese era el plan del gobierno cubano”.

¿Te das cuenta? Estás dispuesto a darle el derecho de ser “cubano” a una tiranía pero no a los que denominas como “delincuentes”. Y no sigo, pues ya conoces las analogías raciales a las que puedo recurrir.

Sigo con tu réplica y te cito:

“Enviar delincuentes junto al resto de los que huían para que se viera confirmada su propaganda retroactivamente: los únicos que podían desear escapar del paraíso cubano eran los antisociales”.

Pareces olvidar que aquellos que reaccionaron en Miami contra la ‘oscura’ oleada aceptaron (por ingenuidad o por partidismo) que se trataba ciertamente de “antisociales”, que no eran iguales, que era una crápula inferior e indeseable. Y actuaron acorde a esa opinión. Pero es cierto, todos (o para ser exactos, casi todos, pues había unos cuantos, como Mario Salabarría, el de los sucesos de la calle Orfila, que pertenecían a la generación pura anterior y de ningún modo catalogaron como “marielitos”), eran “antisociales”. Pero ¿no te das cuenta que esa es precisamente la única actitud honesta que podía mantener un individuo ante el sistema imperante en la isla? De hecho, los “delincuentes” que violaron las leyes impuestas por la tiranía son parte de la lucha contra ella, y fueron prácticamente los únicos que enfrentaron las imposiciones del sistema desde 1968 hasta 1980. Y no sigo con este argumento pues sé que te das cuenta que el caso está hecho.

Sigo después del fragmento afectivo hasta el final. Te cito:
“Pero mientras mi comentarista se queja de los prejuicios no duda en invocar y estimular otro. Es el de que todos los cubanos viejos, los de los primeros exilios, han sido seres dedicados a la marginación y el desprecio de los que vinieron después”.

A pesar de que insertas este supuesto “prejuicio” a un comentario que no lo tenía, tomo el toro por las astas y regreso a tu comentario. Dices que allá los expulsaron lanzándoles “toneladas de huevos” pero acá, para seguir con tu imagen, los recibieron negándoles “los huevos”. Muy pocos consiguieron trabajo y pudieron alquilar algún cuarto decente antes de delinquir realmente, o suicidarse, o prostituirse, o irse de la polis. ¿Qué es peor, lo malo conocido o lo bueno por conocer? En sentido general, fueron tan rechazados por ese grupo exiliado como lo fueron por Castro. Pero más interesante es preguntarse sobre la relación que se manifiesta en el maltrato entre el que estaba en el poder allá y los de acá: acaso ¿no pertenecían a la misma generación? ¿No compartían la misma educación, costumbres, gustos, deseos, educación política, etc.?

Te has metido en un pozo sin fondo por ser descuidado en la escritura. Pero el tema es estimulante. No debes preguntarte qué fue lo que ocurrió, pues esa pregunta te llevaría a los hechos, sino preguntarte por qué y cómo ocurrió, lo cual podría llevarte a los valores que fundamentaron esa reacción.

Y no te pongas tan serio que todo esto es una descarga instructiva que supera el fallecimiento de tu amigo y de ningún modo le afecta.

Anónimo dijo...

Mi primera casa (efficiency) en Miami me la alquiló un matrimonio de "Marielitos". Pocas personas he conocido tan decentes y humanas. Me alquilaron una casa pero me dieron un hogar. A ellos y a muchos otros mi agradecimiento eterno. O. Sixto.

Enrisco dijo...

Los escritores de la generacion del Mariel reclamaron para si mismos ese nombre como el de la revista que fundaron. Muchos de los que me ofrecieron su amistad eran marielitos y todavia se confirman como amigos y como marielitos sin ningun prejuicio hacia lo politicamente correcto pero ellos mismos son los primeros en reconocer que junto a ellos viajaron verdaderos criminales en cualquier sociedad. Pero tambien he visto otros marielitos hablando con supremo desprecio de la generacion de los balseros como he visto gente que llego hace tres o cuatro años referirse despectvamente a "esos que llegan ahora". Mi conclusion es por tanto menos historicista: ninguna generacion tiene el monopolio del desprecio como ninguna tiene el de la solidaridad. El que esta dispuesto a despreciar al otro siempre encontrará motivo le llame "gangster", "batistiano", "gusano", "escoria", "marielito", "balsero", "gusano rojo", "exilio histerico" o lo que sea. Los caminos hacia la percepcion de la superioridad propia son infinitos.

Anónimo dijo...

yo soy Marielito y lo digo donde sea y no lo encuentro despectivo y me pasaria a los miserables estos por culo sino fuese por las hemorroides que me han salido.

sandokan

Anónimo dijo...

yo soy fronterizo y a mucha honra.

Enrisco dijo...

fronterizo? de guantanamo? hasta donde sé guantanamero es un gentilicio, no un insulto.

Miguel Iturralde dijo...

Enrique, siempre habrá gente que le saca punta hasta a un poste eléctrico, independiente de lo que escribes y cómo lo escribes. El homenaje a tu amigo Mario qepd es incomprensible para algunos porque en su entorno no cabe el que una persona ayude a otra a cambio de nada. Otros sí saben de qué se trata, pero los años de formación para fichar como "hombres nuevos" los han dejado con ese hábito de pensar lo correcto y decir lo habitualmente esperado. No cojas lucha con estos elementos, publícales sus palabras con luz pero ni te molestes en tratar de razonar con ello/as. Saludos.

Enrisco dijo...

Miguel: no se por que en esos casos siempre recuerdo lo que decia Facundo Cabral: el coronel marido de mi abuela decia que a lo unico que tenia miedo era a los pendejos. Es que son muchos!

Por lo demas tenemos que volver a echar una parrafada un dia de estos.

Anónimo dijo...

estoy con enrisco en esa ya que que imprta si uno es del mariel o fronterizo con guantanamo si al final todos somos cubanos inclusive hasta los miserables esto.

sandokan

Anónimo dijo...

Fronterizo soy porque entre por la frontera. Marielito eres cuando te acoge alguien llamado Mario o te vas por culpa de Mariela Castro.

Enrisco dijo...

empiezas protestando por el termino marielito y terminas llamandote fronterizo. asi no vamos a llegar a ninguna parte.

Anónimo dijo...

no fui yo quien protesto por lo de marielito, ni se me hubiera ocurrido semejante idiotez.

creo que la amistad nos da la libertad de llamar a los amigos como querramos.

mirame a mi autodenominandome fronterizo. dandome cuero a mi mismo. se atrevara el miserable a juzgarme por eso. pondra en duda mi amistad con el fronte a quien conozco desde siempre (o antes)?

un abrazo y gracias por compartir esto con nosotros.

el fronterizo.

Anónimo dijo...

Enrisco , no le hagas caso al fronterizo, los marielitos tienen mas verguenza que estos,que no se saben que trampas hacen para entrar a USA, y los conozcos bien.

Anónimo dijo...

nadie me entiende en este blog, parece que no soy el unico fronterizo.

entrar por la frontera no es ninguna desverguenza como ser marielito no es un merito.

yo no soy marielito porque era un niño. no soy balsero por pendejo. no beca en el extranjero por bruto y cuando camarioca tuve la oportunidad pero no habia nacido. asi que solo me quedaba: LA FRONTERA... y me salio bien, aqui estoy. y tiene un plus, cuando me dicen fronterizo puedo sonreir y evitarme problemas.

Enrisco dijo...

disculpa, fronterizo, por la confusion. ayudaria que cada cual usara un seudonimo.

Anónimo dijo...

Bueno. Asi es Cuba. La Cuba continental, por etapas: batistianos, "revolucionarios" arrepentidos, familias decentes huyendo, "contrarrevolucionarios", democratas, agentes, Peterpanes, puenteros, dialogueros, comunitarios, quedaditos, marielitos, balseros, emigrantes, ventajistas, chacales, marimberos, fronterizos, exportados de la elite, intercambiados, espias, defraudadores, decepcionados, disidentes, terroristas. Entiendan, en cada nacion hay de todo. Es la condicion humana. El melting pot, no Pol Pot, los acondiciona.

sonora y matancera dijo...

yo de vacaciones en MIA, mi madre me obligó a manejar a CayoHueso porque nos había apuntado a las dos de voluntarias de la Cruz Roja por un fin de semana en medio de la avalancha marielita. hacía falta gente para recibir todo eso, y era verdad. nos hacíamos falta. a mí, jovencita sin mucha memoria de Cuba pero con la isla siempre rondándome, en ese momento me daba tristeza ver a toda esa gente apiñada en aquellos botes múltiples, puntitos de colores en el mar, pero lo que más sentía era miedo y no sabía por qué. aún siento miedo, tal vez más ahora que antes.

allí, en CH, no paramos ese fin de semana y otros más luego en MIA. nunca se me va a olvidar el olor a solsalitre que tenían todos, sus ojos con más miedo que el mío, los niños llorando sin parar, las mujeres ansiosas, los hombres desubicados, los criminales tatuados comiéndose con los ojos a las jovencitas como yo, todo aquel circo cubano, nuestra tragicomedia desangrándose a ojos del mundo. han pasado 30 años y estamos casi en las mismas. pero los Marios como mi madre se crecieron en aquellos días históricos, y eso nadie lo puede negar.