Una encuesta a los poetas cubanos sobre la cacerolada planificada para el próximo primero de mayo en La Habana a las 8:30 de la noche arrojó respuestas diversas y a veces contrapuestas: la postura cauta, el miedo, el apoyo decidido o la más vehemente indecisión:
Nicolás Guillén:
No sé por qué piensas tú
caldero, que te odio yo,
si somos la misma cosa,
tú, Yo(ani).
Fernández Retamar:
Nosotros, los sobrevivientes,
¿A quiénes debemos la sobrevida?
¿Quién se murió por mí en la prángana,
(gritos de “¡Pánfilo! ¡Pánfilo!”)
Quién sonó la cazuela mía,
La para mí, con su cucharón?
¿Sobre qué bloguero estoy yo vivo?
Eliseo Diego:
El general (Etc) a veces nos decía
extendiendo sus manos transparentes:
"el que se atreva a tocar una caldera
esta noche va a dormir caliente”
Virgilio Piñera:
La maldita circunstancia del G-2 por todas partes
Me obliga a sentarme en la mesa del café
Si no pensara que los segurosos me rodean como un cáncer
Armaría una tángana hasta que el brazo se cayera (…)
¡Pueblo mío, tan joven, no sabes protestar!
¡Pueblo mío, divinamente retórico, no puedes opinar!
Como los presos o la infancia aún no tienes voto.
Lezama Lima:
Una oscura cazuela me convida
Los sartenes estables son tañidos,
doblan por mí, en mi balcón resuenan.
Rubén Martínez Villena:
¿Y qué hago yo aquí donde no hay nada
grande que hacer? ¿Nací tan sólo para
esperar, esperar los días,
los meses y los años? (...)
Hace falta una carga para sonar sartenes
Para acabar con el loco de los pedraplenes
José María Heredia:
Templad mi olla, dádmela, que siento
En mi alma estremecida y agitada
Arder la inspiración
José Martí:
Yo quiero, antes que me muera
Sin patria, pero sin amo,
Tener en mi mano un palo
bien duro, - ¡y una cazuela!
Bonifacio Byrne:
Si desecha en menudos pedazos
llega a ser mi cazuela algún día
los blogueros alzando los brazos
la sabrán repicar todavía
Nicolás Guillén:
No sé por qué piensas tú
caldero, que te odio yo,
si somos la misma cosa,
tú, Yo(ani).
Fernández Retamar:
Nosotros, los sobrevivientes,
¿A quiénes debemos la sobrevida?
¿Quién se murió por mí en la prángana,
(gritos de “¡Pánfilo! ¡Pánfilo!”)
Quién sonó la cazuela mía,
La para mí, con su cucharón?
¿Sobre qué bloguero estoy yo vivo?
Eliseo Diego:
El general (Etc) a veces nos decía
extendiendo sus manos transparentes:
"el que se atreva a tocar una caldera
esta noche va a dormir caliente”
Virgilio Piñera:
La maldita circunstancia del G-2 por todas partes
Me obliga a sentarme en la mesa del café
Si no pensara que los segurosos me rodean como un cáncer
Armaría una tángana hasta que el brazo se cayera (…)
¡Pueblo mío, tan joven, no sabes protestar!
¡Pueblo mío, divinamente retórico, no puedes opinar!
Como los presos o la infancia aún no tienes voto.
Lezama Lima:
Una oscura cazuela me convida
Los sartenes estables son tañidos,
doblan por mí, en mi balcón resuenan.
Rubén Martínez Villena:
¿Y qué hago yo aquí donde no hay nada
grande que hacer? ¿Nací tan sólo para
esperar, esperar los días,
los meses y los años? (...)
Hace falta una carga para sonar sartenes
Para acabar con el loco de los pedraplenes
José María Heredia:
Templad mi olla, dádmela, que siento
En mi alma estremecida y agitada
Arder la inspiración
José Martí:
Yo quiero, antes que me muera
Sin patria, pero sin amo,
Tener en mi mano un palo
bien duro, - ¡y una cazuela!
Bonifacio Byrne:
Si desecha en menudos pedazos
llega a ser mi cazuela algún día
los blogueros alzando los brazos
la sabrán repicar todavía