sábado, 23 de junio de 2007

Furia del discurso humano


Aquí les p(rop)ongo un fragmento de la novela Furia del discurso humano que ya les anuncié con anterioridad. Su autor es el escritor Miguel Correa, maestro del sarcasmo, la ironía y lo grotesco que siempre trata de demostrar que lo terrible puede ser divertido y viceversa.


Julio Cortázar ha venido a vernos, a visitarnos, a decirnos cómo deberá escribirse el cuento, a explicarnos cuáles son sus técnicas más renovadoras, sus sutilezas y estructuras, su nueva sintaxis y sus exponentes máximos... Ha venido desde París en un Boeing 727, first class, a estrujarnos en nuestra propia cara qué cosa es el cuento. Si no fuera porque lo estoy viendo, no podría creer que hubiera venido a explicarnos (a nosotros precisamente) lo que él cree que el cuento es... Desde mi butaca lo veo como se empina y dice. El cuento es un genero muy difícil, dice mirando unos papeles amarillos a través de sus espejuelos dorados. El cuento es un género muy intrincado, dice y enseña su boleto de avión de regreso a Francia. El cuento, dice, es un mundo esferoide y cíclico. Como éste, como este mundo mío es el cuento, esferoide y cíclico, redondo, sin comienzo y sin fin, sigue, sigue... El cuento es el caos ordenado... ¿Ves? Yo soy el cuento del que tú hablas y todos estos seres son los personajes de ese cuento que tal vez nunca se escriba... El escritor no podrá conformarse con la concepción tradicional del cuento, dice desfachatadamente. El escritor no podrá conformarse, pero los personajes si tendrán que hacerlo... Cómo se le puede explicar a las reses el método idóneo para su descuartizamiento... Y el hombre sigue diciendo, emitiendo juicios y definiciones radicales. El cuento ha sufrido muchas variaciones, dice todavía. ¡Pero qué cuento nos podrá hacer este señor de hermoso culo plateado de lo que es el cuento! Si se callara y nos enseñara una vez más los botines de piel de delfín... Sigue diciendo y mientras dice, su asiento en el Boeing 727 sigue reservado... El tiene que darse cuenta de la crueldad que encierra el hablarnos de ese modo. Y ya él debe estarse imaginando cuánto van a aplaudir los títeres cuando se termine la función. Y ya debe estar ensayando los ademanes conque recibirá los halagos, los títulos, las invitaciones y las proposiciones mas inverosímiles. Y su asiento seguirá reservado no sólo en el Boeing 727, first class, sino en nuestra memoria... Porque él, sí, él, ha podido venir a decirnos lo que a él se le ocurra del cuento y saldrá disparado de regreso para poder seguir diciéndolo... Esta visión dolorosa de un hombre diciendo lo que le venga en ganas decir tendrá que examinarse cuando se investiguen los orígenes de nuestro trauma... Nadie está prestando atención a lo que él dice, sino a lo que no dice, a lo que sabemos que hizo posible su existencia y su desenfado. Es un hombre libre, voluntariamente exiliado (pues nadie en la Argentina le hace el menor caso). ¿Ya habrán limpiado la Gran Planta Procesadora de Tusas de Jagüey Grande que le van a mostrar apenas termine su discurso? Y el tomará fotos incesantemente. Y, de regreso a Francia, mostrará a sus amigos las imágenes; hablará sobre la belleza del atardecer tropical enredándose en el monte. Así mismo dirá, con esas mismas palabras. Y las fotos no podrán revelar esa melancolía y esa desesperación de grillos y pantanos. Nadie ni nada hablará de la fatiga conque parece descender la tarde ni de la asfixia que impone el hecho de saber que esos pantanos son los confines del mundo. Y él: miren esta mata en esta foto. Y ellos: qué linda mata. Y él: de estropajos. Y ellos: no lo podemos creer. Y él: un país maravilloso. Y ellos: cuéntanos. Y él: un paraíso. Y nada podrá revelar que la mata lo que echa son unas vainas que nosotros utilizamos como estropajos porque ni estropajos nos quedan... Y así seguirá diciendo, confundiendo, trastocándolo todo. Y escribirá innumerables artículos alabando nuestra suerte, nuestros éxitos en las distintas esferas, nuestra infinita confianza en el futuro... Y él dirá todas estas cosas, todas estas boberías, todas esas mentiras, sin que su país adoptivo se las cuestione, sin que nadie venga a comprobarlas, y lo más increíble, sin que a nadie le importe un bledo. Dirá, como está diciendo aquí, todo lo que parezca. Incluso dirá que él sueña conque el resto del globo copie nuestro modelo (qué horror que alguien se crea la eficacia de nuestro modelo) y agregará que él sólo respira corrupción y decadencia en su inocente patria adoptiva. Y por esas palabras tal vez lo galardonen con la Orden de Plata de la República... pero lo que él no se imagina es que yo si sé de la grandeza de esa nación que tolera, respeta y protege su derecho a destruirla...

1 comentario:

Garrincha dijo...

tristemente, seguro pasaron cosas peores.
el escrito vale un potosí.