Capítulo VI
Para salir de dudas, Chick saca su pistola y dispara tres veces al estómago del gerente. Este ni siquiera pestañea. Chick, que se ha inclinado hacia el boquete que han dejado las balas, justo encima del ombligo, da un salto hacia atrás. Algo se está moviendo allí. Finalmente ese algo dice :
- Por favor, no vuelva a disparar. Prometo portarme bien...
Más que las palabras, el tono con que estas han sido pronunciadas han tranquilizado a Chick. De cualquier modo sigue apuntando hacia el orificio del que ha salido la voz. Siempre que puede Chick prefiere evitar sorpresas.
- Está bien.- dice - Sal despacio y con las manos en alto. Si llegas a hacer algo extraño no dudaré en volarte la tapa de los sesos o cualquier cosa que tengas en su lugar.
Del estómago del gerente muerto (sí, no hay que hacerse ilusiones, el gerente hace horas que es cadáver) salen lentamente dos chorritos gelatinosos y detrás de estos una figura informe y viscosa. Chick no es novato en lo que a aliens respecta pero, ciertamente, nunca ha visto ninguno tan pequeño. El equivalente a un niño de cuatro o cinco años, calcula. El pequeño alien salta de la barriga del gerente al escritorio y desde allí le dedica a Chick una graciosa reverencia. Luego dice :
-Le agradezco señor que no se haya apresurado a hacerme saltar en pedazos. Si todos en este universo fuesen como usted, este mundo funcionaría mucho mejor.
-Ahórrate los halagos, mequetrefe, y no te hagas ilusiones. Si te he dejado salir vivo es porque me pica la curiosidad de saber quién eres y qué hacías dentro de ese pobre tipo- a Chick le pasa por la cabeza que sólo la fuerza de la costumbre puede hacer que se refiera al detestable gerente como “pobre tipo”. Rápidamente se sacude la idea de la cabeza. No quiere exponerse a un derrame cerebral abusando de sus neuronas- Explícate rápido o de tí va a quedar menos de lo que eras cuando tus padres no se conocían.
El pequeño alien cuenta entonces cómo su profesora de astronomía lo había llevado a él y a toda su clase a que conocieran la luna de cerca. Después del recorrido didáctico llegó la hora de jugar a los escondidos. El decidió esconderse en una alcantarilla y estuvo avanzando por ella a oscuras hasta que sin darse cuenta ya estuvo metido en las tripas del gerente. Chick, al ver la puerta del servicio abierta y una larga estela de papel higiénico que llegaba hasta el asiento del gerente, comprendió todo.
-Por cierto- añade el alien- ¡Qué mal huelen los humanos!
-Mirá nene- responde Chick- puede que tengas razón, aunque también te digo que tenemos mejores facetas que la que has conocido. De todas maneras, eso no te da derecho a haber matado a ese pobre tipo.
-Juro que fue sin intención. Encerrado allá adentro empecé a sudar y el sudor nuestro es bastante corrosivo.
-Está bien pero en lo adelante ten más cuidado donde te escondes. Ahora te dejo que tengo cosas importantes que hacer. Chao bambino- se despide mientras gira en dirección a la puerta. Sin embargo lo retiene su perra Mercedes por el viejo método de morderle los pantalones. Chick se vuelve para encontrarse con la enternecedora imagen de un alien llorando.
-¿Qué pasa pibe? ¿Te parece tan fea mi espalda?
-No.- dice el alien sollozando mientras sus lágrimas empiezan a taladrar el escritorio de madera - No quiero que me dejes solo. Por favor, ayúdame a encontrar a mis padres .
Chick, que sabe por experiencia propia lo duro que resulta perder a un padre, se siente conmovido. Por una vez obedece a sus impulsos y toma una pequeña pecera que adorna la oficina y la vacía en el inodoro.
-¿No querían libertad? pues ya la tienen - le grita a los peces mientras descarga .
Luego se dirige hasta el pequeño alien y le dice.
-Salta dentro antes de que me arrepienta.
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