Capítulo V
Chick hace una pausa hasta que por fin le hace al capitán la pregunta que lo agobiaba:
-¿Allá todos los hombres son iguales?
-Bueno iguales lo que se dice iguales, no, pero se parecen bastante. Aunque las mujeres de allá dicen que sí, que todos los hombres son iguales.
-No, me refiero a que si hay justicia social y esas cosas- dice Chick, mientras aprieta con fuerza su amuleto, el ladrillo del muro de Berlín.
-Ya... pues en realidad en aquel planeta no hay mucha gente que quiera ser igual a nadie. Más bien quieren ser mejores. El país se ha dividido en dos grandes grupos de acuerdo al orden alfabético de los apellidos. De las cuatro semanas del mes, en las dos primeras los dos grupos se alternan en ser de la clase superior o inferior. En la tercera semana todos son iguales.
-¿Y en la cuarta ?- chilló la vieja que estaba llevando la cuenta.
-Pues en la cuarta todos son peores.
-Y en el caso de que a alguien no le guste ese ritmo de vida - pregunta uno de los de Atlántida, Helada e Independiente (AHI).
-Sucede que allí la gente sólo hace lo que le gusta y por consiguiente les gusta lo que hacen.... eso no falla ¿Más preguntas?
-Sí - dijo uno de los ladrones de joyas- ¿Hay policías?
-Su trabajo consiste en explicar a la gente cómo se llega a algún lugar y en soplar cuando alguien quiera encender un cigarro.
-¿Y no te persigue si has hecho algo malo? -pregunta el ladrón algo desencantado.
-Sólo en el caso que lo desees.
-¿Y qué se hace en el tiempo libre? -pregunta un azafata.
-Últimamente está muy de moda una droga alucinógena que reproduce en la mente los mejores momentos de la vida sexual de cada cual.
-Y si digamos uno no está muy conforme con su vida sexual- pregunta un monje budista. Tiene motivos para preocuparse. Su única experiencia sexual la tuvo un día al caer en el foso de los gorilas del zoológico de Manila: poco pudieron hacer los animales cuando los empleados del zoológico con el pretexto de rescatarlo empezaron a abusar del monje.
-No, no se preocupe -dijo comprensivo el capitán después de haber hurgado telepáticamente en los recuerdos del monje- puede optar también por las experiencias sexuales de un conocido o de algún personaje famoso. Eso sí, en ese caso le aconsejo prudencia, pues puede llevarse una sorpresa.
-Una duda que tengo.-habla Chick -¿Hay whisky?
Esta vez el capitán tuvo que bajar la cabeza y reconocer que en Santa Rita del Valle se desconocen las bebidas alcohólicas. En al aire huele a motín. Chick interviene.
-Eso no es problema. Tengo un conocido en la estación de bombeo de J&B de la luna que me debe un buen favor. Pasamos, nos aprovisionamos y seguimos camino.
Todos lo apoyan entusiasmados y sin tener muy claro por qué, empiezan a entonar el himno del planeta Saturno. Sin embargo, cuando van por la segunda estrofa recuerdan a coro que el himno de Saturno no tiene letra y se callan de repente. Para devolverles el ánimo Chick anuncia que, por fin, va a bañarse. Hay aplausos agradecidos. Al rato sale de las duchas con una toalla al cuello silbando el Himno de la alegría, que sí tiene letra, pero no se la sabe. Todos observan admirados como su habitual piel morena ha dado paso a una más sonrosada. Ferrari sostiene incómodo las miradas. Va a preguntar si nunca han visto a nadie acabado de bañar. Por suerte la nave inicia su alunizaje y los pasajeros se entretienen con sus cinturones de seguridad.
Cuando Chick desembarca en la extractora de J&B, percibe algo extraño, como si la realidad que lo rodea estuviese ligeramente mal sintonizada. Va directamente a la oficina del gerente de la estación y ya frente a él le espeta.
-¿Qué pasa? ¿No me esperaba tan pronto amigo?
- Por favor. Si pudiera hablar más alto que no le oigo bien.
Chick no le prestaría demasiada atención a la frase si no fuese porque el gerente está exageradamente pálido y las palabras que acaba de pronunciar no parecen salidas de sus labios perfectamente cerrados, sino de más abajo. Para Chick la cosa está clara. O el gerente es ventrílocuo¸ o tiene un alien alojado en el estómago, que le habla desde ahí.
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