Recomendado por Ernesto Hernández Busto (Penúltimos Días) me asomo a La Jiribilla (sí, todavía existe) para leer la reseña que aparece allí sobre el libro La fiesta vigilada de Antonio José Ponte. La firma Jorge Ángel Hernández y ya es un adelanto porque con los antecedentes de Ponte, escritor que para variar en Cuba nunca se ahorró una oportunidad de decir lo que pensaba, lo lógico es esperar que la firme un policía disfrazado de escritor. Pese a la advertencia de Hernández Busto insisto: reboto de un párrafo a otro, el escritor se disfraza de Hombre Invisible o Ininteligible que para el caso es lo mismo. El sentido básico del texto no es muy oscuro: convencer al lector de que el libro es malo tratando de que se le note lo menos posible su abierta animosidad contra el autor disfrazándola de exigencia literaria. En ese intento, de más está decirlo, fracasa. Luego el autor de la reseña se prueba otro disfraz que pueden ser muchos, el de Eliades Acosta luchando por el puesto que ahora ocupa, el de Abel Prieto tratando de salvar el suyo o el Fidel Castro haciéndonos creer que está vivo. Es cuando dice: “los lectores de esta edición de La fiesta vigilada quedan sin la posibilidad de saber que su autor fue de quienes ocupó puesto en los catálogos de ediciones mantenidas gracias a la capacidad de resistencia de la revolución, como Letras Cubanas, Vigía y Reina del Mar”. Una joya, sobre todo por recordarle al tal Ponte cuánto le debe a la “capacidad de resistencia de la revolución”. A esa capacidad todos le debemos algo: La Habana, sus derrumbes; los balseros, su constante estímulo; los presos, sus generosos hospedajes; los escritores un amplio repertorio de tragedias, o la compulsión de mirar a otro lado para asegurarse premios, viajes y si se portan bien una computadora con Internet y todo. Gracias al insuperable sistema de salud cubano los cubanos poseemos una envidia tan sana como la que muestra este texto. Y yo que trabajaba en el cementerio supongo que le debo a esa capacidad de resistencia el constante suministro de cadáveres.
(Abajo: imágenes del documental “El arte nuevo de hacer ruinas” donde aparece el malagradecido de Ponte).
(Abajo: imágenes del documental “El arte nuevo de hacer ruinas” donde aparece el malagradecido de Ponte).
5 comentarios:
para ti que eres un fifologo va este comentario
hoy veo en cubaentuerto una reflexion sobre la llegada a la universidad de la generacion que crecio durante el periodo especial y me pongo a sacar otras conclusiones, te has puesto a pensar que en estos dias comienzan a balbusear, a hablar, niños que nunca en su vida han visto al fifo?
pues habra que hacerles unos buenos cumpleanos a esos niñitos cubanos que diran abajo raul! pero no es lo mismo
el teju
henry,
yo creo que estás cogiendo demasiada lucha con algunas de las cosas que salen en la jiribilla, man.
niente da fare con esas goticas del saber.
No, no es La Jiribilla y los jiribillosos de siempre. Lo que me mnolesta es como ver como gente sin necesidad de hacerlo se presta al juego. En este caso conozco algo al personaje, un tipo inteligente que escribe bien y, algo que se me hace evidente, tratando de darle a sus rencores personales (algo tan respetable como un dolor de muelas) una dimension literaria y politica y alli justamente es donde cae en el ridiculo.
También se ganan así viajes al extranjero, quien sabe con que ocultas intenciones. Casualmente estoy leyendo La fiesta vigilada, gracias a un vecino mío, ahora es vecino tuyo, que me lo dejó antes de irse. Hacía tiempo que un libro cubano no me atrapaba como me ha atrapado este. No lo he terminado, todavía no sé si es una novela o un libro de ensayo o de historia, lo único que sé es que está interesantísimo. Hoy estuve buscando El arte nuevo de hacer ruinas en La casa del libro pero no lo tenían. Y si la sospecha de algunos de que Ponte es Fermín Gabor se confirma, pues entonces me declararé fanático de mi coterraneo, del cual tengo además la sospecha de que estudiamos algún tiempo juntos. Intenté leer la Jiribilla pero me pareció tan tendenciosa y aparatosa la crítica que lo dejé. No te calientes los metales con ellos, déjales el derecho al pataleo, total, pa lo que les queda en el convento.
Infortunato, ese convento no tiene para cuando acabar y lo que mas me preocupa que mientras tanto mas gente por calculo o rencor se deja envolver en defensas que no tienen sentido. Si a alguien le molesta que otro publique un libro que lo diga pero que no invoque la revolucion o casas por el estilo. la tentacion de aplastar a alguien con el peso ya no de la palabra propia sino de ese fantasma desmesurado de la revolucion es toda una enfermedad. Y si con alguien me molesta que utilicen ese chantaje mafioso de que "aqui todo el mundo esta ambarrado" es con Ponte, quien no solo nunca les hizo el juego sino que manifesto su rechazo a voz en cuello como lo vi hacer unas cuantas veces. No por gusto ha sido uno de los pocos escritores a los que se les ha expulsado publicamente de la UNEAC.
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