Ya está disponible el tomo 1 de la colección completa de Garrincha del Náufrago con más de 200 tiras del personaje. Ebook disponible en el iBookstore de Apple, libro impreso en Amazon. Lo único flojito del libro es el prólogo (que lo escribí yo) que, eso sí, les dejo gratuitamente:
No sé por qué este libro me recuerda a aquella señora que me preguntó “¿Tú todavía comes carne?” con el tono de quien pregunta si uno todavía anda en el negocio de la trata de esclavos o el de la gastronomía caníbal. Como si el principal problema no estuviera en la obscenidad de vender o digerir semejantes sino en el anacronismo. Bueno, ahora me doy cuenta por qué este libro me recuerda la pregunta de la señora: porque si ella se encontrara con Garrincha le preguntaría “¿Y tú todavía publicas libros de caricaturas? ¡¿Y de náufragos?!” Pero no. Conociéndola como la conocí aquella señora le hubiera preguntado a Garrincha de dónde sacó un apellido tan extraño. Que si era colombiano. “Porque mira que los colombianos tienen apellidos extraños. ¿No hay un presidente de apellido Orine?”. (Si me ensaño con la pobre señora es porque es menos una persona que un concepto y ni siquiera un concepto más o menos sencillo sino uno pesado, como el ser-ahí). Y sin embargo, con toda su torpeza a nuestra señora no le faltaría algo de razón. Las historietas de náufragos son tan anacrónicas como comer carne y Garrincha está bien como sobrenombre para un futbolista brasileño de la época en que los campeonatos mundiales de fútbol eran un trámite formal antes de entregarle la copa a la selección verde amarela pero no para un caricaturista cubano.O sí.Porque uno o se resigna al nombre que le pusieron sus padres o recurre al acto de inventarse un seudónimo que es como crearse un destino que cumplirá o no con más o menos suerte. Y es que Garrincha se propone lo mismo que aquél futbolista imposible: multiplicar las posibilidades de la realidad y entre ellas escoger la más divertida posible. Y el Garrincha dibujante ha escogido las historias con la misma alevosía con que el otro se ensañaba en la breve distancia que separaba las piernas de los defensas rivales, por la dificultad anticipada ahí donde se ha dicho todo. Como aquellos que todavía practican el soneto nuestro dibujante prefiere la brevedad de los recursos del género –un hombre, una isla y, si acaso, unos pececitos hablantines- para conseguir sorpresas que parecían imposibles con tan pocos y tan abusados medios. El truco de Garrincha –si es que truco se le puede llamar- es su escrupuloso respeto al lector: imaginarlo entrenado en la observación de generaciones de náufragos para sorprenderlo con uno radicalmente nuevo. Un náufrago desesperanzado casi hasta el cinismo, que convierte esa desesperanza en costumbre, en oficio casi, no en balde nuestro Garrincha es cubano, un gentilicio especializado en naufragios figurados y literales. Si John Donne decía (y Hemingway repetía) que ningún hombre es una isla Garrincha parece decirnos que un náufrago está en constante peligro de convertirse en su isla y que el sentido de su existencia es resistirse a esa confusión. Y en su caso, que es el del dibujante, debe hacerlo con imaginación, con muchísima gracia, con precisión, en resumen, con arte.
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2 comentarios:
Humor sobre náufragos, es un reto, la simplicidad del concepto obliga a ser ingenioso, pero es Garrincha compadre, quien si no.
Siempre nos quedara Garrincha..
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