Es un hecho
establecido que Alejandro Frómeta –una de las fuerzas creativas detrás del
desaparecido proyecto Superávit- es uno de los compositores cubanos más
sofisticados y originales de las últimas décadas. Sió, su última grabación, ha
sido el más reciente modo de confirmar esta convicción, el mejor producto de
una madurez musical rica y sabia. Dicho esto debo advertir que en Sió, donde Frómeta
se hace acompañar por viejos compinches de 13 y 8 (la legendaria peña musical
habanera de finales de la década del 80 y principios de la siguiente) como Boris
Larramendi y de Superávit como Raúl Ciro o hasta por Pável Urquiza, productor
entre tantos de la seminal antología “Habana Oculta” no se regodea del complaciente
pero con frecuencia infecundo ejercicio de la nostalgia. Repite sí, los
principales sellos que han marcado su carrera de compositor y arreglista, la
combinación de su creatividad armónica con la astucia de sus letras pero
consigue al mismo tiempo el gratificante efecto de la sorpresa. Lo acompañan en
esta lujosa aventura la violonchelista Ivette
Falcón, el trompetista Carlos Puig y Mirelys Morgan, Karolina
Andrzejczak y Elena Rodríguez en los violines, Lucía de la Puente (clarinete), Iván Luzardo (guitarra),
David García y Jesús Mendoza
(piano), Rubén Martínez (vibráfono y timpanis)
y Emilio Veitía en la batería que contribuyen a crear una atmósfera
exquisita y potente en cada una de las catorce surcos (¿es lícito hablar de
surcos en plena era digital?) de esta producción.
Si esto puede decirse en general de “Sió” cada
canción requiere atención aparte, tan personalizada y distinta como su
concepción. Detenernos en “Instante feliz” con su aire vago de guajira
estudiada y su idea cauta –por no decir desesperanzada- de la felicidad: “Tú
llegaste a mí en aquél momento/ infinito y a la vez fugaz/ la imaginación y el
pensamiento/ fueron como niños a jugar/ pero se detuvo el universo/ y me
devolvió/ a la soledad”. O como en “Fue quién” en la que con la malicia
conceptual y musical de un Leo Masliah se enfoca en la culpa como falso dilema.
O ese “Aviso” de hálito sinfónico (incluida la voz castiza del GPS indicándote
cuándo girar a la derecha) que nos sugiere que por medios distintos Frómeta
podría ocupar un espacio similar al de Tom Zé en la música brasileña, el de
renovador incómodo y deslumbrante. O la ironía que recorre todo el disco pero
se adensa en “A nadie” donde con un estribillo de piel roja indignado se convoca
a dar “muerte al hombre blanco/ muerte al hombre blanco/ muerte al hombre
blanco/ con su maldad y su poder” para enseguida advertir que “a nadie hay que
juzgar por su color de piel”. Pero si de estribillos se trata ninguno más actual que el de “Ya cambió” donde a ritmo de cha cha-
rock la apelación sentimental adquiere ribetes políticos: “yo no te pido un
cambio/ sólo que asumas que ya pasó”. Es “Sió” con su apelación al silencio
mucho más sutil de lo que la agresividad del título sugiere. Como esa entrada
que bajo el título de “Tacet” (indicación latina de silencio, otra manera de
hacer callar a los músicos) nos recuerda que incluso el silencio, con su ilusa aspiración
a la pureza, está relleno de ruidos.
4 comentarios:
Que lindo ver este dos en uno, todo bien, un beso triple desde los miamis. Thanks
Hermano, un abrazo. Muchas gracias por todo y enhorabuena a Frómeta. Sólo por joder (ya sabes, a la segunda algo saco…), Emilio Veitía, también fue batería de Superávit mucho tiempo; hasta ha colaborado en otros trabajos de Frómeta (Tu Cantante Favorito) Mira tú, no tengo mucho más que decir; o sí: muy buena y útil tu reseña. Gracias. Ah, muy lindo el vídeo sobre tu blog y tu contrincante; tus intenciones de servicio público. Esos planos con la ciudad de fondo, son lo que son, muy similares sí…, impresionantes, también muy alusivos y nostálgicos de tu… parte. Otro abrazo.
creo que ale encontró un equilibrio aquí entre su pasado y su renovación actual. hay frescura, ironía, como también percibo cierta nostalgia (o tristeza contenida) decodificada a su manera. le agradezco que siga creando: ya hoy en día ese es un mérito gigante. lo demás es como dice litto nebbia: quien quiera oir, que oiga.
Gracias, Enrisco, por romper el hielo, por pronunciarte respecto a este disco; pienso que contiene verdaderas joyas. Y ya va siendo hora de abrir los oídos. A veces el sonido es mejor que el silencio. ¡Enhorabuena a Frómeta! Espero que su música llegue muy lejos.
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