El muy recomendable blog Parió Katana del poeta Emilio García Montiel ha publicado un post sobre la influencia cubana en la música japonesa. Habla entre otras cosas de Tabú, canción de Margarita Lecuona que popularizó Miguelito Valdés y de la que ya he hablado en este mismo blog. A continuación los dejo con parte del post:
Aunque para Cuba la sorpresa de japoneses interpretando música bailable cubana vino con la Orquesta de La Luz a inicios de los noventa, la ejecución de los ritmos de la isla por parte de intérpretes japoneses ya había tenido su mayor referente en los años cincuenta con el chachachá y el mambo (bailado sobre todo en los salones de Ginza) y con el jazz band de los Tokyo Cuban Boys (fundada en 1940) a semejanza de los ya famosos Lecuona Cuban Boys. En muchos casos eran versiones de los ritmos cubanos tal como se estaban conociendo internacionalmente y, tal vez, asimilados de versiones norteamericanas; esto, por supuesto, tomando en cuenta las disímiles influencias culturales que trajo consigo la ocupación de Japón por parte de Estados Unidos una vez finalizada la Segunda Guerra Mundial. Aunque, precisamente por ello, tampoco es de descartar la presencia en Japón de placas originales de orquestas e intérpretes cubanos producidas y difundidas por sellos norteamericanos. De la época, he encontrado estas dos grabaciones que me han resultado curiosas por motivos diferentes. Izumi Yukimura, cantando en 1954, Tabú, de Margarita Lecuona -que hiciera conocida la voz del gran Miguelito Valdés hacia finales de los cuarenta - y Watanabe Hamako, interpretando, en 1952, una canción japonesa titulada Festival de fuegos artificiales de Cuba.
Conociendo la interpretación de Miguelito -y soslayando otras marcadas diferencias en los arreglos- la primera llama la atención por su tempo acelerado, por la impresión general de orquestación clásica con motivos impresionistas, así como por las percusiones -remitidas única, o básicamente, a sordos parches mayores o a bombos- que en la introducción parecen llegar a semejar golpes de taiko (tambores japoneses) y que en la entrada de la cantante repiten cierto estándar de “representación” rítmica de la selva africana (algo que de inmediato me trajo a la mente la musicalización de aquellos dibujos animados norteamericanos). Muy diferente todo ello de la cadencia casi melancólica que anima la interpretación de Miguelito (la cual, para su comparación, incluyo aquí, en audio). Tanto los arreglos, como la interpretación en inglés de la mayor parte de la canción de Izumi Yukimura hacen suponer que el referente de esta versión pudo haber sido otra versión (aún en partitura) y no la pieza original cantada por Miguelito. Pero también, existe, obviamente, la posibilidad de arreglos directos al original tratando de suplir instrumentos y modos de ejecutar con los cuales no se tenía experiencia directa o, lo que me parece menos probable, el propósito de versionarla de ese modo, aún conociendo todo lo demás.
[Sigue]
Aunque para Cuba la sorpresa de japoneses interpretando música bailable cubana vino con la Orquesta de La Luz a inicios de los noventa, la ejecución de los ritmos de la isla por parte de intérpretes japoneses ya había tenido su mayor referente en los años cincuenta con el chachachá y el mambo (bailado sobre todo en los salones de Ginza) y con el jazz band de los Tokyo Cuban Boys (fundada en 1940) a semejanza de los ya famosos Lecuona Cuban Boys. En muchos casos eran versiones de los ritmos cubanos tal como se estaban conociendo internacionalmente y, tal vez, asimilados de versiones norteamericanas; esto, por supuesto, tomando en cuenta las disímiles influencias culturales que trajo consigo la ocupación de Japón por parte de Estados Unidos una vez finalizada la Segunda Guerra Mundial. Aunque, precisamente por ello, tampoco es de descartar la presencia en Japón de placas originales de orquestas e intérpretes cubanos producidas y difundidas por sellos norteamericanos. De la época, he encontrado estas dos grabaciones que me han resultado curiosas por motivos diferentes. Izumi Yukimura, cantando en 1954, Tabú, de Margarita Lecuona -que hiciera conocida la voz del gran Miguelito Valdés hacia finales de los cuarenta - y Watanabe Hamako, interpretando, en 1952, una canción japonesa titulada Festival de fuegos artificiales de Cuba.
Conociendo la interpretación de Miguelito -y soslayando otras marcadas diferencias en los arreglos- la primera llama la atención por su tempo acelerado, por la impresión general de orquestación clásica con motivos impresionistas, así como por las percusiones -remitidas única, o básicamente, a sordos parches mayores o a bombos- que en la introducción parecen llegar a semejar golpes de taiko (tambores japoneses) y que en la entrada de la cantante repiten cierto estándar de “representación” rítmica de la selva africana (algo que de inmediato me trajo a la mente la musicalización de aquellos dibujos animados norteamericanos). Muy diferente todo ello de la cadencia casi melancólica que anima la interpretación de Miguelito (la cual, para su comparación, incluyo aquí, en audio). Tanto los arreglos, como la interpretación en inglés de la mayor parte de la canción de Izumi Yukimura hacen suponer que el referente de esta versión pudo haber sido otra versión (aún en partitura) y no la pieza original cantada por Miguelito. Pero también, existe, obviamente, la posibilidad de arreglos directos al original tratando de suplir instrumentos y modos de ejecutar con los cuales no se tenía experiencia directa o, lo que me parece menos probable, el propósito de versionarla de ese modo, aún conociendo todo lo demás.
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