La invención del emigrado económico es un fenómeno relativamente reciente y se ha convertido de paso en uno de los grandes éxitos de la política exterior de los caciques caribes. Y digo invención porque en realidad las circunstancias políticas y el trato a los que emigran no ha cambiado como para hablar de emigración económica con alguna propiedad. Por una parte es la situación política la que sigue empujando fuera del país a miles de cubanos que no pueden prosperar o vivir decentemente allí. Por otra los que salen del país pierden los pocos “privilegios” que les otorga la condición de ciudadano cubano sin importar cómo se vean a sí mismos. La pérdida automática de las propiedades, del derecho a residir nuevamente, la necesidad de pedir permiso para ir de visita en la forma de pasaporte habilitado y la amenaza de perder la posibilidad de regresar si nos atrevemos a hacer públicas nuestras críticas nos convierte a todos en desterrados, independientemente de nuestra conciencia. No obstante ha bastado con que el régimen de la isla eliminara una mínima parte de las restricciones que se le imponen al emigrante que insiste en mantener contacto con su país para que a muchos de ellos considerarse exiliados les parezca –no sin alguna razón- un mal negocio.
Es por eso que un número creciente de cubanos al fijar residencia fuera del país insistan en acogerse a la coartada de la (pésima) economía cubana. No quiero entrar a discutir por qué un gobierno que tan mal maneja los asuntos económicos debiera ser reemplazado. O si es ético o no aceptar como normal una situación que cuando vivíamos allá nos parecía lo suficientemente intolerable como para irnos. O una vez fuera aprovecharnos de ella, explotar la miseria de nuestros propios compatriotas para al final indignarnos cuando nos jinetean.
Digo que la normalización de las relaciones que en estos días propone el gobierno cubano a esos “emigrantes económicos” es –a la larga- de los peores negocios que se puedan concebir. Porque dicha normalización implica aceptar como natural la falta de derechos –y de deberes- respecto a nuestro país, asumir como normales condiciones que en cualquier otra sociedad más o menos democrática nos convertiría en subhumanos. Incluso en caso de que nos devolvieran los mismos “derechos” que conforman la vida de los cubanos de intramuros –reconozcámoslo- no sería gran cosa. La aspiración de muchos niños cubanos a ser extranjeros encierra una sabiduría profunda. La normalidad cubana, tal y como se concibe hoy desde el poder es la del barracón: toque de tambor el Día de Reyes y látigo el resto del año con ración extra de cepo para el que se cuestione por qué las cosas tienen que ser así.
Podrán aparecer ideólogos que prometen una reconciliación que en realidad ocurrió hace mucho tiempo. O que intenten convencernos de las ventajas del barracón con enfermería gratis (y si se portan bien habrá pases para salir y entrar). O señalar la obviedad de que todos somos cubanos (para de inmediato excluir a los que disienten que como todos saben son agentes del imperio). Pero eso es una transacción ruinosa donde lo único que se reciben a cambio son palabras y si acaso un poco de musiquita. El negocio de verdad no está tampoco en la política que siempre será asunto de unos cuantos vivos sino en los derechos. Sólo si uno se saca el barracón de arriba, si asume que no es obligatorio que nos den la mala los intercambios valen la pena. La única manera en que nos podremos sentir, al fin, normales.
Es por eso que un número creciente de cubanos al fijar residencia fuera del país insistan en acogerse a la coartada de la (pésima) economía cubana. No quiero entrar a discutir por qué un gobierno que tan mal maneja los asuntos económicos debiera ser reemplazado. O si es ético o no aceptar como normal una situación que cuando vivíamos allá nos parecía lo suficientemente intolerable como para irnos. O una vez fuera aprovecharnos de ella, explotar la miseria de nuestros propios compatriotas para al final indignarnos cuando nos jinetean.
Digo que la normalización de las relaciones que en estos días propone el gobierno cubano a esos “emigrantes económicos” es –a la larga- de los peores negocios que se puedan concebir. Porque dicha normalización implica aceptar como natural la falta de derechos –y de deberes- respecto a nuestro país, asumir como normales condiciones que en cualquier otra sociedad más o menos democrática nos convertiría en subhumanos. Incluso en caso de que nos devolvieran los mismos “derechos” que conforman la vida de los cubanos de intramuros –reconozcámoslo- no sería gran cosa. La aspiración de muchos niños cubanos a ser extranjeros encierra una sabiduría profunda. La normalidad cubana, tal y como se concibe hoy desde el poder es la del barracón: toque de tambor el Día de Reyes y látigo el resto del año con ración extra de cepo para el que se cuestione por qué las cosas tienen que ser así.
Podrán aparecer ideólogos que prometen una reconciliación que en realidad ocurrió hace mucho tiempo. O que intenten convencernos de las ventajas del barracón con enfermería gratis (y si se portan bien habrá pases para salir y entrar). O señalar la obviedad de que todos somos cubanos (para de inmediato excluir a los que disienten que como todos saben son agentes del imperio). Pero eso es una transacción ruinosa donde lo único que se reciben a cambio son palabras y si acaso un poco de musiquita. El negocio de verdad no está tampoco en la política que siempre será asunto de unos cuantos vivos sino en los derechos. Sólo si uno se saca el barracón de arriba, si asume que no es obligatorio que nos den la mala los intercambios valen la pena. La única manera en que nos podremos sentir, al fin, normales.
17 comentarios:
Lo suscribo íntegramente.
Abrazo,
Luis Casacó
100%, bro!
¡¡Si señor!!
Esto es poner los puntos sobre las íes.
Las cosas claras.
No dudes que en cualquier momento, con su desfachatez congénita, un dirigente y/o articulista en la Habana, nos desayune con declaraciones que culpan a los cubanos que no han podido/querido emigrar del desastre económico (no olvidar que gran parte del PIB cubano llega desde "nuestros hermanos" en el exterior).
Jaime Blas.
Mejor dicho no se puede.
Un saludo,
Alina Brouwer.
Qué quisiste decir???
Yugo o estrella... ¿y dónde clasificaría el emigrado Martí?
Nivaldo Machín de la Noval
Señores, no llamarse a engaño.
Aquello es una finca, los hermanos Esteban estan aplicando lo que aprendieron de su padre terrateniente, simplemente en lugar de mover las cercas por la noche, decidieron que no habria mas cerca, para eso estaba el mar.
peyo el afrocan.
Excelente! En mi modesto juicio deberiamos tomar estos puntos donde estamos casi todos de acuerdo y redactar un documento donde se denuncien las violaciones migratorias cometidas por el des-gobierno cubano y ponerlo a circular para que sea firmado: limite de once meses, salida "ilegal", tener que regresar con el pasaporte cubano, salida "definitiva" de los menores de edad, no poder votar desde el extranjero, etc... y contrastarlo con este fantoche de proclama de las concubinas del poder de la Habana. Esa reunion tiene rabo de paja, y la mejor forma de que se mantuviera en el perfil que el Castrismo deseaba era entretenernos con los Van Van. Bueno... lo ultimo puede ser coincidencia o paranoia, pero de lo primero si estoy convencido.
Saludos para todos.
Leyendo tu excelente post, me vino a la mente la entrevista que ayer le hizo María Elvira Salazar en su programa a Inmunda García por su participación en la reunión de la Habana con los "emigrados".
¿Por qué María Elvira, siendo como es una mujer muy inteligente y aguda, insiste en dar publicidad a semejante personaje? Porque invitándolo a su programa, aunque sea para ponerlo en entredicho, le está dando gusto a la Inmundicia. Él es de los que dicen: "Que hablen, bien o mal, pero que hablen". Yo, por mi parte, lo multiplicaría por cero.
Diste en el clavo. No paro de reirme con lo de barracon con enfermeras :)
Coincido plenamente.
Y es resulta ridiculo como el gobierno cubano que siempre ha politizado de la manera mas ferrea el irse del pais, ahora quiere quitarle el matiz politico a la emigracion cubana, o a cierto sector de la emigracion cubanas.
Y sus tracatanes en esta orilla lo repiten y lo repiten, creo que pare creerselo ellos mismos, digo yo. Todos ahi, como letania.
La emigracion cubana es politica, y aun aqui esta a merced de la politica de alla, que tiene rehenes, que no tiene que reconciliarse con nadie porque con nadie ha peleado, porque mantiene economicamente a la madre al padres y hasta a los primos desde aqui.
Que suspira en cubano y no pierde la cubania, por medio siglo ya, tres generaciones. Que hace a sus descendientes cubanos, aunque hayan nacido aqui y uno de los padres sea japones. No importa, los muchachos son cubanos porque los abuelos cubanos los secuestran culturalmente, los nietos son cubanos, aunque no hayan ido a Cuba jamas. Y heredan tambien ser victimas politicas, la morriña, el suspirar en cubano del abuelo, el odio (Si ODIO, que tanto miedo a esa palabra, al dictador) eso se hereda.
Esa es la escencia del exilio. Completo. Los que llegaron hace 50 o un año.
Si porque ahora quieren separar a los viejos de los nuevos en sus discursos. Los nuevos se cuidan mas de expresarse politicamente, claro, tienen a la madre viva en Cuba. Hay que cuidar mucho poder regresar para darle el ultimo adios.
Pero es igual. Todos saben que la razon de estar aqui es politica, que el culpable es Fidel Castro. Y para muestra la conga, si, la conga. La señora conga que se armó en Miami cuando el anuncio de la tripa podrida del dicatador. Tremenda y multigneracional rumba politica.
Saludos.
Edmundo es tan apegado al discurso oficial, tan pero tan apegado, repite tantos discursos aprendidos, frases huecas, que carece de toda credibilidad. Solamente habia que dejarlo hablar para hacerlo caer en ridiculo, Maria Elvira no lo dejo. El fallo es de ella.
La tecnica de Edmundo es alzar la voz y se inflama a ver si le da mas peso a sus argumentos. Pero son argumentos vacios que solamente tienen de fuerza los gritos de Edmundo. Entonces viene Maria Elvida que carece de la inteligencia necesaria para lidiar con el y comienza tambien a gritar. Porque Edmundo es un tipo sin moral, pero con la inteligencia necesaria para hacer de una dictadura bandera a puro grito. Y entonces Maria Elvira se deja llevar por el tono irreverente de la voz, el sacar trapos sucios, el dime que te dira, y el careo. Resumen Maria Elvira no pudo con el, le falto ecuanimidad, inteligencia, maldad y una buena dosis de silencio.
Cuando alguien con la inteligencia necesaria (como Montaner) se pone a debatir con Edmundo. Alguien que no sacar la chancleta aunque el de al lado este chancleteando. Pues lo sienta y le da papilla.
Edmundo es un titere, hay que dejarlo actuar y hablar bastante, hacer muchas piruetas, para que se vea bien claro la mano que lo mueve.
Saludos
Me lo llevo pa mi facebook con tu permiso...
Un abrazo
Boris
Fuente. "Échale semilla a la maraca..."
Muy de acuerdo con lo que has expuesto. Siempre he dicho a los cubanos que se consideran emigrantes y no exiliados de que el hecho que el gobierno cubano restrinja los viajes de regreso, ya sea de visita o de repatriacion voluntaria, nos convierte a todos en exiliados. Son los hechos de las restricciones que nos impone el gobierno cubano los que nos convierten en exiliados.
Andaba desconectada y llego un poco tarde al post. Muy bueno. De todos modos, me llevo el link a mi blog.
Un abrazo,
Vero
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