Medusa

Creo que todo el que alguna vez albergó alguna esperanza de que Raúl Castro se sentiría abrumado por el poder que le estaba transfiriendo el hermano e intentaría compartirlo la haya desechado. A menos, por supuesto, que se llame Mauricio Vicent. Todo el psicoanálisis derrochado en los primeros días de la enfermedad sobre la oportunidad que tenía el Hermano en Jefe de resarcirse de la castradora sombra del Gran Hermano llevando a cabo reformas que le dieran un perfil propio y flexible en la Historia cubana reciente ha valido de poco. La minuciosa defenestración de los delfines castristas retratan una sed de poder y una capacidad de manipulación de su todavía influyente hermano como nunca antes. Y permite que veamos incidentes ocurridos hace veinte años bajo una nueva luz.
El fusilamiento de Ochoa y Tony la Guardia ciertamente reafirmó el poder de Fidel Castro en medio de los estremecimientos provocados por la perestroika primero y la desintegración del bloque comunista más tarde. Pero a la sombra quien consiguió asegurarse una posición más sólida no fue el Comandante sino el dueño del MINFAR. Fue él quien instigó la investigación a Ochoa, el más díscolo de sus generales y el preferido de su hermano. Fue Raúl Castro quien más se benefició de los cambios subsiguientes en el régimen. Los fusilamientos y el posterior proceso a Abrahantes no sólo le permitieron infiltrar a la competencia de las FAR, el MININT, con sus propios hombres, empezando por el nuevo ministro del interior (que ya va camino de cumplir dos décadas al frente del ministerio), hombre de su confianza. También le quitó al MININT la exclusiva de los negocios secretos y fue el primer paso para crear el poderío económico de que hoy disfrutan las fuerzas armadas a través de sus distintas corporaciones.
La operación Medusa, nombre en clave de la paciente trampa que se le tendió a los apadrinados del Convaleciente en Jefe fue una nueva oportunidad de manipular la infatigable paranoia de su hermano. Al montar una supuesta componenda entre Lage y Pérez Roque y los servicios de inteligencia españoles consiguió sacar del medio a la competencia por el control de las relaciones con Venezuela, principal sostén financiero de su régimen. La química entre Raúl y Chávez no será muy fluida pero poco importa mientras el petróleo venezolano siga llegando. (Aún así los viajes de los últimos días a Argelia y Angola seguramente tienen como objetivo vías alternas de garantizar el suministro de combustible). Los planes de Raúl Castro no tendrán mucho futuro pero el presente es definitiva e indefinidamente suyo. Mientras otros optan por esperar él se está asegurando por todos los medios de que el presente le dure lo más posible. Operación Medusa puede parecer un título snob en un país donde cada vez menos personas tienen nociones de mitología griega pero basta con saber que se trataba de una criatura capaz de convertir en piedra a aquél que mirara. De piedra han quedado aquellos ministros que ayer parecían que iba a comerse el mundo. Y ahí sigue, comprando tiempo con sus mañas de segundón.

Abajo un par de ex agentes comentan la operación en el programa María Elvira Live: