Hoy 6 de julio se cumple el 34 aniversario de lo que se
conoce (muy poco por cierto) como “la masacre del río Canímar”. Porque 14 años
antes del hundimiento del remolcador “13 de marzo” hubo un acontecimiento casi
idéntico del que el régimen cubano salió mejor librado incluso que del crimen
de 1994. En los mismos días en que todavía se estaba produciendo el éxodo del
Mariel tres jóvenes intentaron secuestrar una embarcación turística en el área
de la bahía de Matanzas tripulada por entre 60 y 100 personas. Mientras
intentaban escapar fueron perseguidos y ametrallados por las autoridades y
luego hundidos. El número exacto de víctimas todavía se desconoce aunque se
fija alrededor del medio centenar de personas, entre ellas un número
indeterminado de mujeres y niños. ("El número preciso de víctimas quedó en secreto, pero se cuentan al menos 56, incluyendo niños de 3, 9, 11, y 17 años" nos dice un informe de Archivo Cuba). Sólo sobrevivieron diez personas y se
rescataron 11 cadáveres.
Su importancia, digamos, “histórica” es que nos sirve por
una parte para determinar que el hundimiento del remolcador “13 de marzo” no
fue un hecho aislado sino apenas uno de los puntos más sobresalientes en una
política sistemática encaminada a reprimir por todos los medios –incluido el asesinato- a los
que intentaban escapar de la isla. La otra es que explica mejor el hundimiento del
remolcador al funcionar como una suerte de ensayo general: quien tomó la
decisión de hundir el remolcador (y dada la transcendencia de la decisión lo
más lógico es que fuera el propio Fidel Castro) debió recordar la escasa
repercusión internacional de la masacre ocurrida catorce años antes y pensar
que, en efecto, serviría como gesto intimidatorio a nivel interno sin que el
precio a pagar en términos de relaciones públicas fuera demasiado caro.
Por si quedaran dudas del nivel de implicación de las más
altas autoridades del país en el crimen debe saberse que a Julián Rizo Álvarez,
quien era el secretario del Partido Comunista de Matanzas y dio la orden del
ametrallamiento, lo ascendieron cinco meses después a la Secretaría del Partido
Comunista a nivel nacional en el II Congreso del PCC.
A continuación el relato de los hechos de acuerdo a
Norberto Fuentes en el libro Los hijos del enemigo:
El 6 de julio de 1980, el barco de río «XX Aniversario» salió del centro turístico Canímar Abajo, situado en las márgenes del río Canímar, en Matanzas, con más de 60 pasajeros. Sergio Aguila Yanes, de 19 años, sargento en el ejército cubano, reclutó a su hermano menor Silvio y a sus amigos Roberto y Humberto, y juntos habían planeado la fuga. Cuando el barco se alejó de los muelles, sacaron sus armas e intentaron tomar por sorpresa a los guardias. No pudieron y cuando uno de los guardias sacó la pistola, Sergio disparó primero y lo hirió. Pronto el barco estuvo bajo control de los muchachos, que ordenaron a su capitán que se desviara hacia los Estados Unidos.
El informe del tiroteo no tardó en llegar a Julián Rizo Alvarez, primer secretario del Partido en Matanzas, que inmediatamente convirtió un restaurante local en puesto de mando con teléfonos directos a la oficina central del Partido y a Fidel Castro, que le dio órdenes explícitas de que no se podía permitir que el barco se escapara. Fidel Castro subrayó a Rizo Alvarez «que pase lo que pase». Rizo despachó enseguida varias lanchas torpederas para que detuvieran el «XX Aniversario». Los barcos de guerra, más pequeños y más rápidos, se acercaron al barco e insistieron en que pararan y regresaran a Cuba. Los muchachos decidieron no obedecer las demandas del gobierno y siguieron hacia el norte. Después de que le notificaron por radio que las torpederas no podrían detener al «XX Aniversario», Rizo tomó una decisión. «Las órdenes fueron no permitir que el barco saliera de Cuba, aunque eso significara hundirlo». Como si supieran lo que iba a ocurrir, algunos de los pasajeros levantaron a sus hijos rogando a los barcos del gobierno que no dispararan. Rizo dio la orden de disparar y comenzó la masacre de los hombres, mujeres y niños que estaban a bordo del «XX Aniversario».
A pesar de que había dos barcos completamente armados atacando al «XX Aniversario» y a sus pasajeros, Rizo despachó otro patrullero más fuertemente armado y a un avión que empezó a circular encima. Los pilotos del avión empezaron el ataque justo antes de que el barco de río saliera de las aguas cubanas. Después que el avión hizo dos pases mortales, el barco estaba aún milagrosamente a flote, aunque sólo capaz de navegar en círculo. Para entonces, casi la mitad de sus sesenta pasajeros estaban ya muertos o heridos. Cuando se dio cuenta de las repercusiones internacionales que habría si el «XX Aniversario» se escapaba, Rizo tomó el mando del enorme «23 de Mayo» y le ordenó que interceptara y hundiera el barco de río, mucho más pequeño. La tripulación del «23 de Mayo» llevaron a cabo las órdenes de hundir el barco, embistiéndolo por el medio. Buscando su seguridad, Sergio había llevado a todas las mujeres y niños a la bodega para que estuvieran fuera del alcance de las balas. Aunque el primer golpe no hizo mucho daño al barco, las mujeres y los niños, ahora atrapados abajo, empezaron a gritar histéricamente. Segundos más tarde, el «23 de Mayo» embistió por segunda vez al barco y casi lo partió en dos. Al empezar a llenarse de agua el «XX Aniversario», Sergio le dijo a Roberto, el amigo de dieciséis años: «Perdóname, Papito» y fue a la cabina. Entre los frenéticos gritos de las mujeres y los niños de la bodega, Sergio sacó la pistola y le gritó a Roberto: «Los comunistas no me cogerán vivo nunca». Dirigió la pistola a la sien y se mató.
Roberto Calveiro aún recuerda que las aguas se enrojecieron alrededor de los cuerpos de los hombres, mujeres y niños balaceados. También fue testigo del ahogamiento de los que sobrevivieron la matanza inicial pero que no pudieron soportar la fuerza del mar y se hundieron sin volver a salir más. El propio Calveiro saltó al agua y empezó a nadar, pero cuando los patrulleros lo vieron le empezaron a disparar. Más tarde, cuando fue recogido en el mar por el cabello y golpeado en un patrullero, los guardafronteras que le dispararon le confesaron: «Chico, no sé cómo pudiste sobrevivir con todas las balas que te disparé». Cuando llegaron al fin a la costa, los guardias le dijeron a Roberto que se echara a correr. Roberto se negó, sabiendo bien que le dispararían. Aunque había salvado la vida, le esperaban muchas otras experiencias al muchacho de 16 años en los próximos doce años, que pasó en una cárcel cubana.El régimen rescató sólo 11 de los cadáveres de los casi cuatro docenas de hombres, mujeres y niños masacrados ese día. El gobierno no le dio ninguna explicación a las familias de los desaparecidos, solo que habían muerto en el mar durante el «secuestro» de un barco. El gobierno no permitió entierros comunes. Antes de permitir a los diez sobrevivientes que regresaran a casa, les ordenaron no hablar con nadie sobre el incidente y no reunirse en grupos en que hubiera más de dos de ellos presentes. Durante los próximos dos años, tuvieron agentes del gobierno estacionados para monitorear sus actividades, mientras intentaban sobornar a los familiares de las víctimas, así como a los sobrevivientes, dándoles televisores, refrigeradores y otros equipos usualmente reservados para altos funcionarios del gobierno.
10 comentarios:
Gracias por recordar esta barbarie. Recuerdo haber oído comentarios al respecto, pero sin ningún detalle o fuente de información. Triste historia la cara oculta del gobierno "revolucionario" de Cuba !
Como siempre ha sido el caso, mantener y proteger el poder de la dictadura se considera justificación para absolutamente cualquier cosa. CUALQUIERA. Por supuesto, se cuenta de antemano con la consabida y harto comprobada hipocresía cómplice del resto del mundo, hasta de la mismísima prensa del "imperio." El castrismo siempre ha sabido perfectamente hasta donde puede llegar y salirse con la suya, y naturalmente lo ha hecho una y otra vez.
Gracias por relatar lo que muchos desconocen.
Te aclaro, que Sergio y Silvio, se tirraron al agua a rescatar las personas para que no se ahogaran y lo mas terrible fue la niña de 7 años que las torperderas partieron en dos con una rafaga de tiros.Sergio era un experto nadador y buzo, y no se suicido, despues de sacar a la ultima persona cosa que hicieron solo ellos, los militares no quisieron cooperar en el rescate.Silvio y los otors se entregaron pero Sergio se perdio entre las aguas y se pensaba que habia escapado en algunas de las lanchas que salian.Nunca he sabido mas de la familia pero ya deben haber terminado su condena.
Si no se supiera de otro crimen del castrismo aparte de esta masacre o la del remolcador “13 de Marzo,” con eso fuera suficiente para condenarlo como algo terrible, bestial, brutal, cruel, perverso y maligno. En ambos casos, las víctimas eran personas corrientes que ni querían ni podían amenazar el poder de la tiranía, y solamente pretendían escapar en busca de mejor vida. No había ni remotamente causa para tal salvajismo, pero el comandante mandó a matar, y esbirros hubo para hacerlo.
Pero sucede que estos “incidentes desagradables” son meros botones de muestra, la proverbial puntica del iceberg—hay mucho, muchísimo más, tanto que nunca, jamás se sabrá la verdadera magnitud del horror, por mucho que se investigue y se trate de documentar la historia. El mal ha durado mucho tiempo y ha podido campear por su respeto, prácticamente sin freno, con absoluta impunidad dentro de Cuba y muy escasa y débil oposición fuera de ella.
Y todavía hay gente dispuesta a defender, apoyar y hasta aplaudir a los responsables de estos hechos dantescos. TODAVĺA. Y así y todo, se nos pide (por no decir que se nos exige) ser pacientes, “razonables,” “pragmáticos” y “comprensivos.” O sea, nada de “intransigencia” ni de ponerse pesados como “esa gente” de la Florida, tan “revanchista” y “llena de odio,” aunque sea odio por lo eminentemente odioso.
muy, muy dificil leer esto. sobre todo para los que tenemos hijos... es algo que te mueve mucho.
Silvio y Papito estuvieron recluidos, junto a otros tantos, en celdas tapiadas hasta que eliminaron las planchas de acero de las rejas y los tragaluces de los pasillos del Combinado del Este por el 87 creo. Salieron en libertad si mal no recuerdo en el 91, rumbo a Espana. Yo lo hice par de años despues y nos volvimos a encontar en Madrid...Papito anda por Galicia, Silvio estaba en Canarias....pero es aterrador cuando me contaron los hechos, parecia una pelicula!...un padre que pedia que no dispararan mas porque habia menores, levanto a su pequeña como muestra y fue baleada y muerta en el instante...
Si un Pinochet hubiera hecho exactamente lo mismo, todavía estuviera ardiendo Troya. Pero la Cuba castrista, por supuesto, es "diferente." Lo que importa no es la verdad, y mucho menos la moral, sino siempre, pero siempre, seguir la moda imperante. Hay mucha gente que no le teme a Dios pero le tiene terror a lucir fuera de onda.
LOS JIMAGUAS DEL MININT FUERON QUIENES EJECUTARON LAS ORDENES QUE LUEGO LES COSTARIA NO LA CARCEL COMO HUBIERA SIDO JUSTO, SINO QUE LOS EXPULSARON DEL MININT
ESTABA EN ESE MES DE JULIO EN VARADERO CUANDO ESO PASO, TODO EL MUNDO COMENTABA EL HECHO EN SUS CASAS -NO EN LA CALLE- EL CRIMENT FUE HORRENDO. ESCUCHE DE COMO UNOS HERMANOS JIMAGUAS ORIUNDOS DE MATANZAS FUERON LOS QUE EJECUTARON A LAS PERSONAS INOCENTES QUE IBAN EN ESA EMBARCACION Y LOS EXPULSARON DEL MININT, CUANDO MERECIAN CARCEL POR LO MENOS.
ESTUVE A PUNTO DE IR A TOMAR ESA LANCHITA QUE VIAJABA POR EL RIO CANIMAR, Y HABIA LEIDO SOBRE LO INTERESANTE DEL VIAJE, GRACIAS A DIOS QUE NO PUDE IR!
Una vecina y amiga del barrio Pueblo Nuevo en Matanzas era la hermana del patrón de la lancha y muchos años después, a punto de salir a vivir a España me contó lo que sucedió ese día. Todo, repito, todo lo que se cuenta aquí coincide con lo que me contó mi amiga. Algún día sabremos más historias de ese tipo. Está muy sucio el castrismo
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