Argentina se ha conducido por este Mundial con la eficiencia
de un automóvil híbrido, anotando justo los goles que necesita para ganar. Ni
uno más. Nada ha perturbado su firme propósito de ahorrarse al máximo todo el talento que
tiene, y hoy contra Bélgica no iba a ser diferente. Así que el que
vio cómo el Pipita Higuaín anotaba un gol al minuto 8 y pensó que el guión iba
a ser diferente, que a lo mejor había goleada o que al menos por primera vez
Argentina venía decidida a ganar por más
de un gol de diferencia, debió sufrir una amarga decepción.
Ya sea por la
severa política de ahorro de talento o porque luego del gol de Higuaín, el Fideo
Di María –único jugador argentina que juega sin miedo de gastarse- no tardó en
salir lesionado Argentina no se tomó demasiado trabajo en ampliar el marcador
como si no fuera un estrechito 1 a 0 sino casona de diez habitaciones, tres
baños, patio y piscina olímpica. La otra es que los bélgicos no anotaron como
si se sintieran igual de cómodos con el uno a cero, como si el próximo paso no
fuera tomar un avión de la Waffle Airlines para ir a volver a comer coles de
Bruselas.
A última hora Messi pareció recordar que necesitaba anotar más si
quiere terminar de goleador del torneo y se lanzó ante la portería de Curtois
pero este le detuvo el balón para recordarle la diferencia entre un buen portero
y un espantapájaros. Pues nada, que pasito a pasito y sin apuro los argentinos
ya están en semifinales y desde ya son los campeones mundiales del ahorro.
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