Una de las razones por las que existe la
ronda de penaltis no es ólo para dirimir cuál es el equipo que pasará a la
siguiente fase sino para asegurarnos que ciertos porteros son seres humanos. Porque
sobrehumano pareció Keylor Navas durante los ciento veinte minutos que duró el
ametrallamiento a su portería por parte de una Holanda volcada a la ofensiva y
con muy pocos apuros en la zaga. 35 veces tiraron a puerta los holandeses por
solo 9 los ticos y ni siquiera esa estadística da idea del peligro constante al
que estuvo sometida la puerta de Navas. O de sus magníficos reflejos y su
fortuna porque tres fueron las veces que los disparos holandeses chocaron con
los postes o el larguero. Y los ticos con la firmeza y el coraje que los ha
acompañado todo el campeonato resistieron el diluvio holandés e incluso alguna
vez estuvieron a punto de llevarse al agua el arisco gato de la victoria
(poético que lo pone el fútbol a uno).
Llegó la ronda de penales que era el
terreno donde se suponía que la superioridad exhibida en el campo por Holanda
quedaría emparejada frente a la destreza más elemental de patear o parar un
penalti. No obstante Van Gaal se tenía guardada una última carta en la manga y
como si de béisbol se tratara y hubiera que sacar un relevista a pitchear en la novena
entrada sustituyó al portero que había jugado todo el partido por Krul,
especialista, dicen, en penales. Pues el nuevo portero justificó el cambio:
mientras el ya mortal Navas nada pudo hacer ante los disparos holandeses el
portero rival paró dos penales, suficientes para darle a Holanda el pase a
semifinales y a Costa Rica un sitio prominente en el altar deportivo local.
1 comentario:
aqui desde Alemania informo: minuto 71 y ni los alemanes quieren que su equipo siga metiendo goles...
y Dante, tan querido aqui...
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